De enero a junio de 1970
LA CAÍDA DE ONGANÍA

El secuestro de! general Pedro Eugenio Aramburu y la caída del primer mandatario Juan Carlos Onganía constituyen, en la República Argentina, los hechos de mayor resonancia del semestre. 
El general Aramburu, que había ocupado la presidencia de la República poco después del levantamiento militar contra Perón, es sacado de su domicilio por algunas personas que se presentan allí con uniforme militar. El comando peronista Juan José Valle - Montoneros, después de someter al general Aramburu a juicio, lo condena a muerte y difunde el siguiente comunicado: "Constituido en tribunal revolucionario, luego de interrogar detenidamente a Pedro Eugenio Aramburu, declara que el nombrado ex-presidente provisional se ha reconocido culpable de Los decretos del 9 de junio de 1956, por los que se legalizaba la matanza de 27 argentinos sin juicio previo ni causa justificada".
El segundo de los decretos mencionados condenaba a muerte a otros ocho militares. El tribunal revolucionario halló al teniente genera Aramburu culpable de otros cargos: represión violenta al movimiento político mayoritario, a sus organizaciones, sindicatos, etcétera; de la desaparición de los restos de Eva Perón; de difamar a Juan Perón y a otros dirigentes de esa orientación; de anular las conquistas sociales de los trabajadores; de iniciar la entrega del patrimonio nacional a manos foráneas y de ser actualmente una carta del régimen, que pretende reponerlo en el poder para tratar de burlar una vez más al pueblo con una falsa democracia y legalizar la entrega de nuestra patria. El tribunal revolucionario resuelve: "1º) condenar a Pedro Eugenio Aramburu a ser pasado por las armas en lugar y fecha a determinar: 2º) hacer conocer oportunamente la documentación que fundamenta la resolución de este tribunal: 3º) dar cristiana sepultura a los restos del acusado, que sólo serán restituidos a sus familiares cuando a! pueblo le sean devueltos los restos de su querida compañera Evita." 
El recuerdo de Eva Perón (fallecida el 26 de julio de 1952) cuyo cadáver era mantenido en un ataúd de cristal en la sede de la Confederación General del Trabajo a partir de la "Revolución Libertadora" pretendía ser arrancado del corazón de! pueblo argentino. Después de la caída de Perón, el cadáver cayó en manos de militares, sin informarse qué destino se le había dado. Una de las pocas personas que conocía donde ha sido enviado el ataúd era el general Aramburu. A los militares antiperonistas se les acusa, asimismo, de haber introducido en la vida política de la Argentina moderna la aplicación de la pena de muerte, abandonada un siglo atrás. En particular se acusa al ex presidente Aramburu de haber sometido a corte marcial al general Juan José Valle y a otros militares peronistas retirados.

Una carta del general Valle
El 12 de junio de 1956, fracasado el levantamiento que acaudillaba, el general Valle envió la siguiente carta al general Aramburu: "Dentro de pocas usted tendrá la satisfacción de haberme asesinado. Debo a mi patria la declaración fidedigna de los acontecimientos. Declaro que un grupo de marinos y militares, movidos por ustedes mismos, son los únicos responsables de lo acaecido. Para liquidar opositores les pareció digno inducirnos al levantamiento y sacrificarnos luego fríamente. Nos faltó astucia o perversidad para adivinar la treta. Así se explica que nos esperaran en los cuarteles apuntándonos con las ametralladoras, que avanzaran los tanques de ustedes antes de que estallara el movimiento, que capitanearan tropas de represión algunos oficiales comprometidos en nuestra revolución. Con fusilarme a mí bastaba. Pero no, han querido escarmentar al pueblo, cobrarse la impopularidad confesada por el mismo Rojas, vengarse de los sabotajes, cubrir el fracaso de las investigaciones, desvirtuadas al día siguiente en solicitadas de los diarios y desahogar una vez más su odio al pueblo. De ahí esta inconcebible y monstruosa ola de asesinatos. Entre mi suerte y la de ustedes, me quedo con la mía. Mi esposa y mi hija, a través de sus lágrimas, verán en mí un idealista sacrificado por la causa del pueblo. Las mujeres de ustedes, hasta ellas, verán sus almas de asesinos. Y si les sonríen y los besan será para disimular el terror que les causan. Aunque vivan cien años, sus víctimas les seguirán a cualquier rincón del mundo donde pretendan esconderse. Vivirán ustedes y sus hijos bajo el terror constante de ser asesinados. Porque ningún derecho, ni natura! ni divino, justificará jamás tantas ejecuciones. La palabra «monstruo» brota incontenida de cada argentino a cada paso que se da. Conservo toda mi serenidad ante la muerte. Nuestro fracaso material es un gran triunfo moral. Nuestro levantamiento es una expresión más de la indignación incontenible de la inmensa mayoría de! pueblo argentino esclavizado. Dirán de nuestro movimiento que era totalitario o comunista y que programábamos matanzas en masa. Mienten. Nuestra proclama radial comenzó por exigir respeto a las instituciones, templos y personas. En las guarniciones tomadas no sacrificamos a ningún hombre de ustedes. Y hubiéramos procedido con todo rigor contra quien atentase contra la vida de Rojas, de Bengoa, de quien fuera. Porque no tenemos alma de verdugo. Sólo buscamos la justicia y la libertad del 95 por ciento de los argentinos, amordazados, sin prensa, sin partido político, sin garantías constitucionales, sin derecho obrero, sin nada. No defendemos la causa de ningún hombre ni de ningún partido. Es asombroso que ustedes, los más beneficiados por el régimen depuesto y sus más fervorosos aduladores, hagan gala ahora de una crueldad como no hay memoria. Nosotros defendemos al pueblo, al que ustedes le están imponiendo el libertinaje de una minoría oligárquica, en pugna con la verdadera libertad de la mayoría y un liberalismo rancio y laico en contra de las tradiciones de nuestro país. Todo el mundo sabe que la crueldad en los castigos la dicta el odio, sólo el odio de clases o el miedo. Como tienen ustedes los días contados para librarse del propio terror, siembran terror. Pero inútilmente. Por este método sólo han logrado hacerse aborrecer aquí y en el extranjero. Pero no taparán con mentiras la dramática realidad argentina por más que tengan toda la prensa del país alineada al servicio de ustedes. 
Como cristiano me presento ante Dios, que murió ajusticiado, perdonando a mis asesinos, y como argentino derramo mi sangre por la causa del pueblo humilde, por la justicia y la libertad de todos, no sólo de minorías privilegiadas. Espero que el pueblo conocerá un día esta carta y la proclama revolucionaria en que quedan nuestros ideales en forma intergiversable. Así nadie podrá ser embaucado por el cúmulo de mentiras con que el gobierno trata de cohonestar esta ola de matanzas y lavarse, las manos sucias de sangre. Ruego a Dios que mi sangre sirva para unir a los argentinos. Viva la Patria. Buenos Aires, 12 de junio de 1956."
La policía y el ejército movilizan todos sus recursos con el propósito de localizar a los secuestradores de Aramburu y en el operativo cuentan con la cooperación de Interpol, previéndose la posibilidad de que la acción haya contado con conexiones internacionales.
El comunicado número 4 de la organización guerrillera expresó: "Montoneros al pueblo de la nación: la conducción de los Montoneros comunica que hoy a las siete horas fue ejecutado Pedro Eugenio Aramburu. Que Dios Nuestro Señor se apiade de su alma. Perón o muerte. Viva la patria". La información está fechada el martes 2 de junio.

El secuestro: sus alternativas
Los principales acontecimientos del secuestro y ejecución del general Aramburu son los siguientes:

29 de mayo. A las 9 de la mañana, un Peugeot 504 entra en el garaje del edificio en el que reside el general Aramburu (Montevideo, entre Charcas y Santa Fe). Viajan en el mismo una mujer, dos hombres con uniformes militares, y otro de civil. De acuerdo con todas las crónicas publicadas horas después, piden permiso al encargado para detenerse allí unos minutos. Ante el pedido de los "militares" (con grados de capitán y mayor) el encargado, Ángel Viamonte, accede. Los uniformados penetran en Montevideo 1053 sin ser vistos por e! portero, suben en ascensor hasta el 8º piso y llaman a la puerta. Los atiende la esposa del general, a quien informan que deben hablar un momento con el "ex-presidente", "para proteger su persona contra posibles atentados". Como el general se está higienizando la señora los hace pasar, les ofrece café —que los visitantes no aceptan— y se retira luego del departamento para efectuar algunas compras. A los diez minutos —según la reconstrucción de los hechos— salen del edificio el general Aramburu "con expresión preocupada" y sus acompañantes. Una hora después, cuando la señora regresa al edificio comprueba que su esposo no está y que —contra su costumbre— no le ha dejado recado escrito. La mucama no está. A los pocos instantes llega al apartamento Ricardo Rojo, que esa mañana había sido citado por Aramburu. Pasa el tiempo, hasta que, aconsejada por Rojo, la señora consulta con jerarcas militares, los que le informan que no ha habido orden de detención contra el general Aramburu ni se ha enviado personal alguno para su seguridad.
La noticia sobre el secuestro comienza a difundirse, sin confirmación. Hacia la hora veintiuna, cronistas de "La Prensa" advertidos telefónicamente por los secuestradores, localizan en el baño de la confitería Albor, en el barrio de Belgrano, el primer comunicado —firmado por "Montoneros"— en el cual se indica que el ex presidente será sometido "a juicio revolucionario". Anuncia que oportunamente podrán conocerse las alternativas del juicio y la sentencia, finalizando con las
palabras: "Perón o Muerte", "Viva la Patria", "Comando Juan José Valle", "Montoneros". Poco después de la hora 2 se reúnen los comandantes en jefe de las tres armas, quienes difunden una declaración condenando el hecho. Horas antes el doctor Eugenio Aramburu, hijo del secuestrado, y el genera! Bernardino Labayru, se han entrevistado con el teniente general Lanusse.

30 de mayo. Los periodistas de Casa de Gobierno reciben copias de dibujos "ident-kit" con el rostro de los presuntos secuestradores. Se informa que el subsecretario del Interior, Saráchaga, ha sugerido telefónicamente a algunas agencias que "averigüen si Aramburu no ha llegado a Montevideo".
Por la noche es detenida la señora Susana Valle, hija del general fusilado e 12 de junio de 1956, que es puesta en libertad al día siguiente.

31 de mayo. La familia Aramburu realiza gestiones ante la Curia, para que actúe de intermediaria ante los captores.
La señora de Aramburu visita, además, al primer mandatario Onganía para pedirle que no se muestre intransigente —como en el caso del cónsul paraguayo secuestrado— ya que los secuestradores no reclaman nada a cambio de Aramburu. Onganía se muestra evasivo. En los comunicados de Montoneros se indica, además, que "la naturaleza de los cargos contra el general Aramburu son de tal naturaleza que está totalmente descartada la posibilidad de negociar su libertad con el régimen". En un segundo comunicado se informa que "el Tribunal Revolucionario" ha decidido "pasarlo por las armas en lugar y fecha a determinar", citándose como causas de tal decisión dos decretos del 9 de junio de 1956 "por los que se legaliza la matanza de veintisiete argentinos sin juicio previo" y un tercero por el que son condenados a muerte ocho militares, por expresa resolución del Poder Ejecutivo". 

1º de junio. La policía intenta localizar a los fabricantes de las chapas del Peugeot. La esposa de Aramburu visita a Lanusse, le pide ayuda y el general se compromete a negociar, cualquiera sea la opinión de Onganía. Como hay rumores de inquietud en algunas unidades, Lanusse envía un mensaje exhortando a la calma "para salvaguardar la paz social".

2 de junio. Cronistas de "La Prensa" localizan —simplemente preguntando— el lugar en el cual se fabricaron las chapas de! Peugeot, y así lo informan. En un bar de Villa Devoto aparece el comunicado número 4 de "Montoneros", dando cuenta de que a las siete de la mañana de ese día
"ha sido ejecutado Pedro Eugenio Aramburu". Por la noche el capitán Molinari y el doctor Aramburu intentan realizar un operativo por su cuenta —a partir de una información confidencial— pero la noticia trasciende y es alertada la policía federal, que finalmente impide la acción. A partir de esta fecha regirá la reimplantación de la pena de muerte establecida por Onganía.

3 de junio. De mañana la policía deja en libertad al doctor Aramburu. Pero el capitán Molinari recurre a la Marina, que pone a su disposición un oficial y cinco suboficiales, los que detienen a una persona —de apellido Orué— a la cual, según informa el propio Molinari, se la ha sometido a torturas, luego de lo cual se la entrega a la policía federal. A la noticia de que organismos militares actúan al margen de los servicios de seguridad, se agrega el rumor de que Fonseca, como protesta, ha presentado renuncia a su cargo, lo que luego se desmiente.

4 de junio. El detenido es puesto a disposición del juez federal de La Plata. Poco después se informa que Orué —al que se acusa de comunista— nada tendría que ver con el secuestro de Aramburu.

5 de junio. Sin novedad sobre el secuestro, pero circulan rumores de un posible golpe de estado.

6 de junio. Nuevos rumores de golpe. Reunión de los mandos en Campo de Mayo, los que deciden que Onganía deberá renunciar.

7 de junio. Sin novedades sobre Aramburu. El clima político parece anunciar una tempestad.

8 de junio. Poco después del mediodía el primer mandatario Onganía se entera del planteamiento de las fuerzas armadas y ya no dispone de tiempo para enfrentar el golpe.

9 de junio. Redadas en todo el país, contra presuntos implicados en el secuestro de Aramburu.

10 de junio. Sin novedades.

11 de junio. La familia de! general Aramburu recibe, de madrugada, la información de que en el buzón de una sucursal bancaria del barrio de Flores han sido depositados el comunicado número 5 de Montoneros y varios objetos del militar desaparecido, que su familia posteriormente reconoce. El texto de la nota confirma que Aramburu fue muerto el 1º de junio.

29 de junio. A un mes de la desaparición de Aramburu la policía ha tenido que dejar en libertad a todos los detenidos a los que acusaba de estar implicados en la muerte de Aramburu. Comienzan a circular versiones que vinculan a funcionarios del gobierno de Onganía con el secuestro.

1º de julio. Un grupo armado realiza un operativo en la localidad cordobesa de La Calera, apoderándose de la comisaría, del correo y del dinero del Banco local. Poco después son detenidos algunos de los integrantes del comando, a los cuales se les encuentran volantes firmados por un comando "Montoneros". Circula la versión de que con la policía colaboran agentes especializados de Estados Unidos y de que el operativo en La Calera ha sido provocado por agentes infiltrados.

2 de julio. Trasciende que uno de los detenidos por el suceso de La Calera —el herido más grave— es Emilio Ángel Maza, ex cadete del liceo militar "General Paz" y ex fundador de la Guardia Restauradora Nacionalista cordobesa. Días después morirá a consecuencia de sus heridas. Otro herido, Luis Alberto Losada Caeiro, pertenece al movimiento católico del tercer mundo. Otro herido es Ignacio Vélez Carreras, que también cursó en el liceo General Paz y es conocido por sus convicciones católicas. La policía analiza las posibles vinculaciones de los montoneros que actuaron en La Calera y los integrantes del comando Juan José Valle.

3 de julio. La policía dice haber encontrado en un tacho de basura una autorización de Esther Norma Arrostito a su cuñado Carlos A. Maguid, para conducir un automóvil Renault de su propiedad. Al analizar la grafía de la máquina de escribir, descubre que pertenece a la misma Olivetti en que escribieron el comunicado del comando Valle.

5 de julio. La policía de Buenos Aires tiende, sin éxito, una ratonera en el domicilio de Maguid, en Villa Urquiza. Comienza la persecución a otros implicados: Fernando Luis Abal Medina, ex militante del grupo "Cristianismo y Revolución", Mario Eduardo Firmenich, también ex militante de dicho grupo y líder de la juventud estudiantil católica, y Carlos Ramus, también conocido como católico. Aunque Abal Medina trabajara en organizaciones de ultraderecha (del catolicismo pre-conciliar y anticomunista) los murales de la policía en los que se pide su captura hablan de que recibió "adoctrinamiento comunista especial en Cuba".
La policía informa que la máquina Olivetti en que se escribieron los comunicados montoneros apareció en el domicilio del sacerdote Alberto F. Carbone. Este no afirma ni niega la versión, sosteniendo que le fue dejada en depósito por Esther Arrostito, indicando una fecha que es posterior a su utilización.
Ante las acusaciones oficiales de que Abal Medina es marxista, la Asociación de Jóvenes de Acción Católica informa públicamente que "Fernando Luis no es marxista ni comunista, sino una persona de clara militancia católica", que "pertenece a una familia que se destaca por su actuación constante en instituciones apostólicas y en especial en la Acción Católica Argentina".

6 de julio. En su lugar de trabajo habitual es detenido el sospechoso Maguid, a quien se imputa haber actuado de "campana" vestido de cura, en el secuestro de Aramburu. Su madre informa que carece de sentido una autorización para manejar un automóvil, extendida por su cuñada, ya que no sabe manejar ni está en condiciones de hacerlo por una afección en un ojo que hasta le ha impedido realizar el servicio militar.

7 de julio. Muere en Córdoba el joven Maza, que debido a sus heridas no ha prestado declaración. La policía transporta sus restos a Buenos Aires para que la señora de Aramburu verifique si se trata de uno de los secuestradores. La señora considera que no puede asegurarlo y se niega a firmar un acta policial que presenta a Maza como un integrante del operativo.

16 de julio (viernes). En el sótano de una casa de la localidad de Timote, en la provincia de Buenos Aires, a 376 kilómetros de la capital federal, (finca propiedad de los padres de Ramus, a quien se busca) es descubierto, enterrado, el cadáver del ex presidente Aramburu.

Ir Arriba

 

 

Onganía y Lanusse
Onganía y Lanusse

Onganía derrocado
El 8 de junio a medianoche Onganía es derrocado. La Junta de Comandantes, al informar públicamente sobre este hecho recuerda que el general Ongania ha sido designado por mandato suyo e indica que el relevamiento se debe a discrepancias en cuanto al plan de institucionalizacsón del país. Anuncia, además, que dentro de un plazo de diez días será designado el nuevo presidente de la república.
El periodista Rogelio García Lupo explica que "Ongania fue derrocado el miércoles 27 de mayo, pero sobrevivió en la Casa Rosada hasta el 8 de junio. Aunque no existe hasta ahora ninguna prueba para afirmar que fueron sus amigos quienes secuestraron al presidente Aramburu, solamente este episodio lo retuvo en el sillón presidencial por otros once días.
La caída de Ongania empezó a gestarse en mayo de 1969, cuando el pueblo de Córdoba incendió su propia ciudad, en un desesperado y altivo gesto de rebeldía como la Argentina no presenciaba desde el siglo pasado." "El desarrollo de la crisis —agrega García Lupo— fue sumamente lento en las fuerzas armadas por una razón fácil de comprender: no existe en ellas ninguna alternativa a la política económica del régimen, y la agitación obrera y universitaria reforzó la cohesión de los cuadros en torno a un gobierno tambaleante. Onganía confió excesivamente en este argumento. Pero su impotencia para detener el descontento, probada a lo largo tie todo un año, lo volvió fatalmente en contra suya". "Para saber si el gobierno de Ongania resultaba un gobierno eficaz —detalla García Lupo— el 27 de mayo 48 generales en actividad lo sometieron a un examen. Y el balance fue desolador, porque la mitad sospechó que Ongania era realmente fascista, y la otra mitad que se había vuelto maniático, incapaz de reflexionar sobre el país a partir de los datos de la realidad. Esa noche se decidió su suerte.
Pero el viernes 29 fue secuestrado el general Aramburu y el clima de la Argentina se volvió venenoso. Aunque desde el primer momento no se descartó la posibilidad de que el secuestro hubiera sido llevado a cabo por un sector relacionado con el peronismo, Ongania "apenas disimuló su sentimiento de que Aramburu participaba en una maniobra en contra suya. El autócrata ciego rebotaba contra la realidad sin entenderla".
En los primeros días de mayo el general Aramburu había dicho a García Lupo: "El ejército no cree que ha fracasado una política económica. Solamente está convencido de que ha fallado la dirección de esa política". La situación económica del país era difícil y si Ongania hubiera llevado a cabo un cambio quizá hubiera podido mejorar su imagen. En realidad, según algunos observadores, estaba dispuesto a hacerlo, opción que el ejército no se planteó ni tenía interés en hacerio. Quizá ni siquiera era útil ponerse a restaurar una imagen ya suficientemente deterioradapor la represión y la violencia antipopular.
El periodista Gregorio Selser informó, poco después de la caída de Ongania: "este cronista, que asistió a no menos de seis 'salidas' del poder, escuchó por primera vez en más de treinta años el coro de epítetos más soeces y agraviantes jamás dirigidos antes contra gobernante alguno por miles de personas a escasos metros del despacho del Mesías". Poco días después del derrocamiento de Ongania la Junta de Comandantes designa primer mandatario al coronel Roberto Marcelo Levingston, hasta ese momento embajador en Estados Unidos. Las primeras versiones lo presentan como "un modelo igual pero más inteligente" que Ongania.
Algunos periodistas destacan, además, que Levingston "no necesita ser empujado por nadie para alimentar su vocación castrense mezclada con un 'mesianismo nacionalista' difuso, originado en la enseñanza que las Fuerzas Armadas recibían —sobre todo las educadas en el Colegio Militar de la Nación— hasta 1945 inclusive".
Aunque en los últimos tiempos el coronel Levingston había estado alejado de ia vida política argentina, y a pesar de que recibió —una vez en el poder— a los periodistas, con modales campechanos, en cuanto se refirió a la libertad de prensa habló claramente con un punto de vista similar al de Ongania. Estará subordinada al "interés nacional" que, obviamente, será determinado por los mandatarios.
Pocos meses después, todo parece indicar que Levingston inten-ta desligarse de la tutela del Comandante en Jefe, y que hay crecientes desinteligencias en el partido militar.

_________________Al margen
Onganía decreta la pena de muerte
El texto del decreto de Onganía que establece la pena de muerte en Argentina es el siguiente:
Artículo 1º) Será reprimido con reclusión o prisión de cinco a quince años el que ilegalmente privare a otro de su libertad personal. La pena será de uno a cuatro años si el culpable voluntariamente pusiere en libertad a la víctima, dentro de los tres días del hecho. La pena será de muerte si con motivo u ocasión del hecho resultare la muerte o lesiones gravísimas para alguna persona. La misma pena se aplicará cuando el culpable no entregare la persona ílegajmente privada de la libertad o no diere razón satisfactoria de su paradero.
Artículo 2°) El que atentare con armas contra un buque, aeronave, cuartel o establecimiento militar, o de fuerza de seguridad, o sus puestos de guardia, o su personal, será reprimido con la pena de muerte.
Artículo 3º) El que ilegalmente usare insignias, distintivos o uniformes correspondientes a las fuerzas armadas o de seguridad, será reprimido con prisión de tres a diez años. Si se usaren para preparar, facilitar consumar u ocultar cualquier delito que tuviera prevista una pena máxima superior a ocho años de reclusión o prisión o para asegurar sus resultados o procurar la impunidad para sí o para otro, se impondrá la pena de muerte. 
Artículo 4º) Cuando un hecho estuviere reprimido con pena de muerte, se impondrá reclusión de 15 a 25 años a quienes estuvieren comprendidos por el artículo 46° del Código Penal. Artículo 
5º) Será reprimido con reclusión o prisión de cinco a veinticinco años el que sin haber participado en los delitos previstos en el artículo 1º, párrafos 1º y 3º de la presente ley, tuviera noticias de su ejecución y no lo denunciare de inmediato a la autoridad competente, o ayudare a alguien a eludir las investigaciones de la misma.
Artículo 6º) La muerte, o las lesiones previstas en el articulo 1º, ocurridas con posterioridad a la fecha de vigencia de esta ley, serán reprimidas con la pena que ella establece, mismo que la privación ilegal de la libertad hubiera comenzado a cometerse con anterioridad a dicha fecha.
Artículo 7º) Todo condenado a muerte será fusilado dentro de las 48 horas de encontrarse firmada la sentencia condenatoria. 
Artículo 8º) La pena de muerte por fusilamiento se cumplirá en el establecimiento donde el condenado se encuentre detenido al tiempo de pronunciarse la sentencia.
Artículo 9º) No se aplicarán a las causas regidas por la presente ley, las disposiciones de la ley 18.670.
Artículo 10º) Prescribirán a los veinte años la pena de muerte y la acción de delitos reprimidos por ella.
Artículo 11º) Deróganse los artículos 141, 142 y 170 del Código Penal.
Artículo 12º) La presente ley entrará en vigencia el día 2 de junio de 1970.
Artículo 13º) Comuníquese, publíquese, dése a la Dirección de Registro Civil y archívese.
_________________Al margen

Extracto de la revista Transformaciones en la historia presente º26. La caída de Onganía, por Enrique Bayona, Francisco Sánchez Toledo y Gerardo Oliveira

 

 

 

 

 

Levingston
Levingston

Aramburu
Aramburu y el ministro de Hacienda Adalbert Krieger Vasena. Debajo, la cureña que lleva los restos de Aramburu al cemenerio de la Recoleta 

Firmenich, Quieto, Abal Medina, Ramus
Roberto Quieto, Mario Firmenich, Luis Abal Medina y Gustavo Ramus

 

 

 

 

 

 

Búsqueda personalizada