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crónicas del siglo pasado

 


Miscelánea
1971



Revistero

 



calle peatonal Florida


Curas. Concatti en la foto


Gnavi, Caggiano, Lanusse, Onganía

 

 

FLORIDA
SI SOLO LE FALTA HABLAR

Y bueno: Florida ya es todo lo Florida que alguien se propuso, alguna vez. Al principio, su remodelación provocó corrillos, simbólicas caminatas de punta a punta. No faltaron los convencionalismos: memorias de tiempos idos, cuando galeras y Presidentes arrastraban una rutina porteña por la calzada. Hubo, claro, quienes bramaron la pregunta: ¿para qué tanto gasto, cuando urgencias impostergables esperan turno? Condimentos de la novedad, la calle daba que hablar, que siempre fue una de sus tareas.
Una quincena más tarde, los arrebatos emocionales reducían sus picos, Florida intentaba convertirse en el gráfico de la gestión municipal: un bizantinismo que cubría, piadosamente, análisis más profundos.
Al fin, quienes flanquean al ancho rumbo peatonal son los señalados para juzgar lo que un batallón de obreros les puso a sus pies. "Yo creo que la gente esperaba otra cosa. No entiendo que, después de publicitar con bombos y platillos que Florida iba a ser más Florida que nunca, a los encargados de la decoración se les ocurre meter esas lajas tan horribles, que no dicen nada". La protestona, vendedora de Galería Broadway, un matete de discos y fruslerías, dijo resumir la opinión de sus compañeras. Florida lograba el milagro del acuerdo entre la patronal y los asalariados: José Gabriel Rodríguez, identificado como el dueño, apoyó: "Fíjese en el piso que le han hecho. No tiene color, es tan gris que constantemente parece sucio".
A una cuadra de allí, se iniciaban las porteñas disensiones. "Admitamos que, con el apuro por terminar la obra, no pensaron en detalles de terminación —concedía un quiosquero—; pero lo importante es que hicieron una calle completamente distinta a las demás; la gente, ahora, es más abundante y camina más a gusto". Su vecino, Roberto Valle, 34, encargado de la zapatería Crispo, tenía una crítica nueva, quiso estrenarla con primera plana: "No hay nada que hacer. Mire, mire las baldosas ésas, en el medio de la calle: se rompen como galletitas". Y estaban rotas, realmente; las que tapizaban la entrada al local, también: para los transeúntes, eran un damero en relieve, campo fértil para molestos tropezones.
Irónico, sonriendo impotente, otro habitante de Florida al 600, el canillita Salomón Abas, se lamentó por ese dado experimental en el que lo enclaustraron, y que reemplaza al antiguo puesto de revistas y diarios. "Yo no sé qué quisieron inventar con este satélite; es muy lindo, pero las revistas no se ven desde afuera; aparte, cuando me voy a mi casa me las tengo que llevar, porque si no, se las roban. Rompieron un vidrio el otro día. Este coso no es nada seguro", lloriqueó, en el mejor de los estilos. No obstante, reconocía que vende más; que cuando hace frío o llueve, tiene dónde protegerse. Aunque, "este puesto tiene goteras, y me entra agua": colmo de mala suerte la suya, realmente.
No es, empero, el tiempo de los balances comerciales. Estéticamente, sobre Florida se puede recoger un surtido de conceptos. Pero inútil soslayar que el argentino medio siente su bolsillo embarazado por el aguinaldo prematuro; o que la verdadera usina adquisitiva se alimenta con los turistas de la primera quincena julia. Como no es cuestión de que algún predispuesto comprador inadvierta a un negocio, tonantes demostradoras se abalanzan sobre los viandantes para entusiasmar una compra. Allí, donde Florida se encuentra con Sarmiento, un volátil perfume de cosméticos adorna la esquina.
Hay quienes se preguntan dónde está el clima de arteria personalizada que, sin excesos de humildad, auguraban cartelones, antes de finalizar las tareas de construcción. Tal vez se confiaba en que la tradicional parada, frente a las vidrieras de La Nación, sostuviese el magnetismo de antaño, como ocurre. Por lo demás, la mimada Florida se esfuerza por alcanzar el encanto de la calle de las Sirpes, en Sevilla, o el de Lincoln Street, en Miami.
El día de su inauguración, sin protocolos, Alejandro Lanusse se hizo acompañar por el Intendente, en una desenfadada caminata. Era, sin duda, un reconocimiento al hombre que le quitaba aspecto de bombardeo al centro de la ciudad. Todo finalizó en un café, con un mozo que recibía jugosa propina presidencial. El brutal tajo había sido obturado, al menos. Las implacables críticas parecerían dirigirse a los anteriores ediles. No sería justo soslayar que Montero Ruiz heredó ese bebé en malformación; que muchos de los defectos —ciertos, innegables— son consecuencia de la prisa por cubrir un destrozo, legado de Manuel Iricíbar, un teórico.
Miguel Ángel Ramos (librería Anaconda), Antonio Cossare (canillita del satélite N° 6) y Antonio Niño (bar Arcobaleno) resumen un concepto mayoritario: "No se puede negar que la venta subió. Dentro de un tiempo habrá que ver si esto se mantiene; pero, por ahora, la gente pasea y compra cosas". También ondula por los desniveles que, en varios tramos, dejó la mano de obra urgida por los plazos y las multas.
Fuera de los testimonios, una minuciosa observación rescata algunas características: el paciente cuidado que dedican los agentes policiales al cruce peatonal; los vendedores ambulantes parecen haberse diluido; el abastecimiento de los negocios se realiza con carritos que, entre gambetas, provocan molestas estampidas en el público, amenazan con un macetero destrozado, en próximas colisiones. Florida, además, tiene que soportar esa necesidad biológica del argentino: los comerciantes de las calles que la flanquean, o cruzan, despotrican: "Ahora no pasa nadie por aquí; todos quieren ir a ver qué linda está". Si las calles pudiesen hablar, sólo por unos minutos, escucharían una respuesta nada florida.

IGLESIA
LOS CURAS Y PERÓN UN SOLO CORAZÓN

"Jaquean el Acuerdo Nacional sumándole fuerzas a Ongania al afirmar, como los «comunitaristas», que el peronismo no es un partido más del sistema, sino un movimiento nacional", sostenía el fin de semana pasado, un general ante primera plana. Se refería a los últimos documentos del Movimiento Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM). Un folleto de 55 páginas, en rotaprint, con el título "Nuestra opción por el peronismo", rubricado por los sacerdotes tercermundistas mendocinos y redactado por el teólogo Rolando Concatti; se discutió intensamente en el IV Encuentro Nacional de MSTM realizado en Villa Carlos Paz (Córdoba) el 8 y 9 de julio. Allí, se reunieron 160 curas de 36 diócesis para analizar la situación del país a la luz de la fe. Peronismo y Socialismo fueron los temas básicos del trabajo de Concatti; se debatieron en 17 mesas de trabajo, con ocho sacerdotes cada una.
El joven clérigo suscribe la tesis del extinto John William Cooke; "el peronismo —dice—, como organización, es un gigante invertebrado y miope. Hay que crear la teoría revolucionaria... y pasar de la rebelión a la revolución". Pero, Concatti también advierte que "los grandes fascismos han sobrevenido en momentos de revueltas, cuando las condiciones prerrevolucionarias, en vez de organizarse, permanecían anárquicas". Prevé, al igual que algunos elencos oficiales, la posible capitalización del disconformismo por los adictos a Juan Caries Ongania.
Finalizaba el alegato mendocino con un reconocimiento: "El peronismo y sus militantes existieron antes que nosotros; no nos deben nada". Pero el "Frente Nacional-Clerical", adjudicado por una agencia oficial al ex mandatario Ongania, no contará, por ahora, con el aval tercermundista. Estos ven al peronismo como embrión del socialismo nacional; aquél, como baluarte del nacionalismo tradicional.
Las más fuertes invectivas contra la política gubernamental provinieron, en el transcurso de la última semana, del cónclave sacerdotal en Carlos Paz. Un documento de varias carillas —publicado en 'Así' de la semana pasada— censura una experiencia "que no fue ni revolución ni argentina". Denuncia la "demagogia de Manrique", "las presiones de Lanusse Inmobiliaria y Bunge y Born", "la deslealtad de un Comandante en Jefe qué acepta su cargo, precisamente, para deponer a quien lo nombra", "se fraguan documentos [subversivos] reiterados periódicamente", "la justicia misma se hace mentira" y, hasta "las publicitadas homilías del Cardenal Primado avalan sistemáticamente todas las maniobras del poder".
También los dirigentes obreros, al igual que las Fuerzas Armadas y la Iglesia reciben la golpiza del tercermundismo. "Nuestra solidaridad y nuestro homenaje —asegura— a Flores, Ongaro, Tosco y otros, mientras unimos nuestro repudio al de todos los trabajadores hacia los dirigentes que traicionan los verdaderos intereses de su pueblo."
Seis obispos hicieron llegar su aliento a la reunión. Alberto Devoto (Goya), con su presencia; Carlos Ponce de León (9 de Julio), Fray Pacífico Scozzina (Formosa) y Antonio Brasca (Rafaela), por escrito; Jaime de Nevares (Neuquén) y Enrique Angelelli (La Rioja), por sacerdotes de sus diócesis. Brasca en carta a 28 renglones, luego de algunos consejos concluye: "Espero la profundidad de las reflexiones, como siempre, y manifiesto mi total adhesión al Movimiento."
En vísperas del Encuentro, uno de los más destacados miembros del MSTM, Carlos Mujica fue objeto de un presente griego: una bomba en su domicilio. Una semana antes habían penetrado dos individuos hasta su departamento, en los altos de un edificio de la calle Gelli y Obes a las dos de la madrugada. Ante su ausencia, se retiraron molestos. Pero, esto no impidió la concurrencia de Mujica a Carlos Paz. Redactó, junto con otros, el telegrama enviado a Pablo VI al cerrar las deliberaciones. Expresan: "160 sacerdotes tercermundistas 36 diócesis reunidos ciudad Córdoba para reflexionar problemas sociales su país alégranse tomando conocimiento de valiente postura social Iglesia expresada en documento presinodal Justicia y Paz y últimos documentos pontificios. Confían que Evangelio siga iluminando alentando aspiraciones y exigencias de justicia pueblos y grupos oprimidos con que comparten angustias y esperanzas."
Firman, Miguel Ramondetti, José M. Serra y Aldo Buntig.
Pero, ante la esperanza del MSTM, "el Movimiento Peronista, revolucionario, con su fuerza masiva... llevará necesariamente hacia la revolución que hará posible un socialismo original y latinoamericano", se alzó la voz del Cardenal Antonio Caggiano el 11 de julio, el mismo día que los periódicos publicaban el documento del MSTM, condenando su actitud.
Según el primado de la Iglesia argentina, los marxistas trabajan para la desunión, también entre los eclesiásticos. Para Caggiano "la libertad desaparecerá con el marxismo y vendrán los campos de concentración hasta para los escritores de fama mundial". Y, finaliza su homilía —al cumplir veinticinco años de cardenalato— afirmando que "no es lícito a los sacerdotes adherir a este proceso revolucionario por tres razones: por su carácter sacerdotal, por la doctrina social de la Iglesia y por el carácter de revolución que implica la violencia".
Dos días después, en una reunión mensual del clero metropolitano con el Arzobispo Juan Carlos Aramburu, donde se analiza la problemática del MSTM se votaba la consideración en las futuras reuniones de la carta de Pablo VI al Cardenal Maurice Roy sobre el 80° aniversario de la "Rerum Novarum". Los opositores al MSTM rechazaron la moción. En cierta manera, Pablo VI legitima en el documento la opción tercermundista. La votación fue significativa: 62 por su análisis y 6 en contra. Entre los seis, por supuesto, Julio Meinvielle y sus dos jóvenes discípulos, Matías Sánchez Sorondo y Raúl Sánchez Abelenda.
En medio del debate, una de las proposiciones que suscitó más adhesiones fue la del párroco Boris Turel, quien exhortó a no recaer —como tan frecuentemente sucede entre clérigos— en multiplicar los distingos escolásticos antes de lanzarse a la acción, mientras el moribundo gime al borde del camino, como en la parábola del buen samaritano.
Los católicos cordobeses prefirieron la acción. El viernes 16 por la noche trescientas personas ocuparon la curia episcopal en tumultuosa manifestación contra la carestía de la vida. Elementos policiales y militares rodearon la manzana y procedieron a la detención de 128 (4 sacerdotes y 2 monjas) que no acataron la orden de desalojo. El general Alcides López Aufranc, en ropas civiles, luego de un diálogo con el atribulado arzobispo Raúl Primatesta, desbarataba en cuatro horas el 'curiazo' de la Docta.
Veinticinco años atrás —por expresar lo que hoy claramente vociferan los tercermundistas— fue prohibida en Francia una revista escrita por sacerdotes progresistas: Jeunesse de l'Eglise. Por tal motivo, uno de sus principales animadores, Michel Montuclard, se alejó del sacerdocio católico. Habían sido acusados de comunistas y de ser financiados por el movimiento católico marxista PAX que regentea en Polonia el colaboracionista Piaceski.
Desde entonces, han cambiado los vientos y a los pescadores que ahora tripulan la barca de Pedro les preocupa principalmente salvar a las sardinas subdesarrolladas de las fauces de los tiburones. 
revista primera plana
julio 1971