Miscelánea 1968
Odol Pregunta
Mau Mau y los infieles

MILLÓN — Faltaban sólo tres preguntas, pero, ¿quién desconfiaba de su triunfo?' El miércoles pasado, como nunca antes en la larga historia de los concursos Odol, los aplausos parecieron interminables; Reina Isabel Techera, 23, ganó la cifra máxima de un millón de pesos luego de haber sufrido un minucioso examen sobre la vida de John Kennedy. Es que nunca, antes, esos certámenes habían contado con una participante igual; cuando las autoridades del programa viajaron a Soriano, Uruguay, en busca de la aspirante, la descubrieron bajo los rasgos de una menuda sirvienta. Desde su primera intervención ante las cámaras, una arrasadora popularidad y algún contrato para cine y discos, se volcaron sobre ella.

PURITANISMO— A la 0.15 del miércoles 21, el public relations man Pablo Frontaura, esta vez sin chaleco de fantasía y de riguroso tuxedo, se ufanaba del éxito de su organización: la fiesta de Los Infieles, los cigarillos Master, iniciada una hora antes en Mau Mau, había traído una muchedumbre que desbordaba la capacidad del local (450).
En la invitación se prometía que iban a correr "ríos de whisky" y se bebería champagne en zapatos de raso". El texto mostraba algunas imprecisiones deliberadas: "Venga con ella", decía, dejando suponer que sólo algunos timoratos lo harían con sus esposas; y enseguida: "Venga de smocking o no, pero venga". Un pretexto que cayó de perillas al dibujante Quino para lucir su portentoso gabán londinense y, debajo, un turtle neck. La acción psicológica no cesaba allí: "Se va a cambiar de pareja en pleno baile", sugirieron por teléfono los informados.
La realidad no fue tan excitante y, salvo las bunnies portadoras de cigarrillos y un único pijama con abertura para ostentar el ombligo, la concurrencia se comportó con una fidelidad a las buenas costumbres, por momentos desalentadora. Una docena de figuras más o menos notorias regentearon otros tantos zocos, a los que llegaban a charlar hasta por los codos especimenes "como Jorge Bonino o Hugo Guerrero Martinheitz, mientras en la pista de baile, celosamente vigilada por el locutor deportivo Fioravanti, apenas si descollaban Andrés Percivale con Perla Caron, y el economista Rafael Olarra Jiménez con diversa compañía.
Los ritmos frenéticos de la discoteca privilegiada, de los Sound and Co. y de La Porteña Jazz Band, duraron exactamente hasta las 3 de la mañana, cuando —sabiamente— la cabina de control decidió invitar a la retirada con la emisión de temas melódicos. Había sonado la hora de los románticos, y, tal vez, el momento de sorprender alguna infidelidad. Podía ser por el lado del Subsecretario de Economía, Enrique Folcini, quien rodeaba la cintura de su pareja con los dos brazos; pero, lamentablemente, la circundada era su bella esposa. Todo transcurría con placidez, acaso con demasiada placidez para los fotógrafos, apenas sacados de su modorra por una torta-sorpresa de la que salió una modelo haciendo tabletear una ametralladora de juguete. Entonces, los camarógrafos decidieron azuzar la nota.
Persiguieron con empeño a la ignota bailarina del ombligo descubierto y de los cinco kilos de más, y a un par de jovencitos y starlettes que insistían en besarse en público sin llamar la atención; luego, imploraron a las modelos más atrevidas que fingieran escenas escandalosas. Tanto efectismo cosechó inmensos resultados: La Razón del miércoles, con tres de esas improvisadas fotos, lograba que la Municipalidad clausurase Mau Mau temporariamente.
Según el expediente 837.850, el cierre obedecía a la comisión de "graves actos atentatorios contra la moralidad y las buenas costumbres". No era una broma del Intendente Manuel Iricíbar; en un rapto de originalidad —y de injusticia—, la Comuna basaba su opinión sólo sobre tres fotos.
Si se escucha al responsable de la medida, el Secretario de Abastecimiento y Policía Municipal, se comprende que los desatinos de Enrique Green han hallado un imitador. "Los motivos de la clausura —dijo Héctor Fernando 'Fano' Guevara— son los términos de la invitación, en los que se promueve la infidelidad en todos los órdenes y por ende la disolución nacional; y la información de La Razón. Es inadmisible, desde el punto de vista del Gobierno, que una empresa invite a festejar la infidelidad, porque así se fomenta la traición a la familia, a la Patria y al patrón." ¡Repámpanos! 
PRIMERA PLANA
27 de agosto de 1968

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Techera y Cacho Fontana en Odol Pregunta

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