Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


Misceláneas
1965
Revista Confirmado
16.09.1965

Antibióticos
Investigación argentina

En 1928, fatigado por su trabajo, un científico inglés abrió, las ventanas de su laboratorio. Pero sus ojos no se sometieron al reposo y se detuvieron inquisidoramente sobre una fina capa de moho verdoso en la pared del jardín. Pocos meses más tarde, el científico anunciaba el descubrimiento, casi accidental, de la penicilina. Le valió un Premio Nobel y una distinción nobiliaria del trono británico: cuando murió, en 1955, firmaba sir Alexander Fleming.
Su descubrimiento confirmó viejas investigaciones de Louis Pasteur, iniciadas en 1877; desató, además, una vertiginosa carrera: la era de los antibióticos se abrió con una encarnizada lucha por el registro de marcas y patentes entre los grandes laboratorios de Occidente. En la Argentina, después de muchos años de importar antibióticos de Inglaterra, USA, Suiza, Alemania o Francia, han comenzado a fabricarse con materias primas y equipos industriales nacionales.
En los dos últimos años, las investigaciones de Pfizer Argentina permitieron que el país se colocara en competencia con Francia e Inglaterra en la producción de oxitetraciclina, tetraciclina y metaciclina, tres antibióticos frente a cuya complejidad el descubrimiento de Fleming parece, 37 años más tarde, casi ingenuo. Además, otras 25 formulaciones farmacéuticas salidas de los laboratorios Pfizer probaron en los últimos años la alta capacidad científica y técnica de la Argentina.
Una prodigiosa organización se esconde tras estos éxitos. Desde 1962, la División Médica Argentina de Pfizer llevó a cabo 200 investigaciones médicas, trató a 7.500 enfermos. Por otra parte, 3.000 estudios sirvieron para experimentar antibióticos, antidiabéticos, antipsicóticos y sedantes. Pero no sólo la medicina humana preocupó a Pfizer: desde hace 37 años sus aportes enriquecieron los tratamientos veterinarios. 30 millones de pesos, 90.000 lauchas lactantes y 300 novillos fueron necesarios para lograr la vacuna antiaftosa Pfizer-O'Grady, que se implanta en el epitelio de la lengua de los bovinos. Ahora, cuando ya se aplican con éxito las vacunas contra el carbunclo, gangrena gaseosa, pulmonía y enterotoxemia de los lanares; la vacuna antibrucélica liofilizada para bovinos; la vacuna también liofilizada contra la diftero-viruela aviar; la vacuna contra la rabia paresiante de los bovinos, Pfizer estudia la concentración y purificación de sueros hiperinmunes y la obtención de gamma globulina con sueros antivíricos contra la peste porcina. Además, también los antibióticos han sido aplicados a animales: en base a oxitetraciclina, Pfizer obtuvo un eficaz medicamento contra la loque europea, una enfermedad que diezma los colmenares. Curiosamente, la composición de este nuevo antibiótico permite que actúe como sustituto del polen. Estudios con terramicina para combatir la furunculosis de los peces, experimentada en algunos criaderos de salmónidos y en el Instituto de Biología Marina, y estudios sobre la aplicación de electroforesis como medio diagnóstico de la peste porcina, completan el insólito espectro de acción de uno de los mayores colosos científicos del Cono Sur de América.

Fórmula secreta
Respuesta de los años de fueg
o
En el duro invierno de 1940, las divisiones Panzer avanzaban velozmente por Europa: la ofensiva nazi se había desatado con toda su violencia. En el Pacífico, Japón apresuraba su traicionero ataque a Pearl Harbor. El pueblo norteamericano comenzaba la tarea de la defensa; centenares de miles de productos debían ser enviados al frente aliado en Europa y a las tropas dé usa en el Pacífico. Las circunstancias demandaban un esfuerzo colosal y las mujeres eran imprescindibles en las fábricas para atender la producción. Aunque ellas no lo sabían, la guerra había acarreado una modificación de las costumbres: se habían perdido definitivamente los viejos moldes de la sociedad exclusivamente masculina. Con la paz, las mujeres seguirían en las fábricas, los laboratorios, las oficinas. Dedicar el tiempo suficiente a la limpieza de la casa empezaba a ser una utopía.
Pero el esfuerzo bélico imponía a la industria un silencioso e inexorable desafío: precisamente, la tarea de las empresas de avanzada consistía en hacer posibles los objetivos utópicos. Mientras en Europa y el Pacífico arreciaban los combates, la industria química preparaba una respuesta. Pronto el apogeo del linóleo habría de terminar: en los centros de investigación los especialistas probaban, a partir de la resina básica, un nuevo material destinado a satisfacer las exigencias de la vida moderna.
Si bien la tarea había sido iniciada por algunos laboratorios ingleses, la acometida de la Robbins Floor Products Incorporated, de Tuscumbia, Alabama, terminó de impulsar los proyectos. La fórmula inicial incluía policloruro de vinilo, sal, carbonato de calcio, carbón de coque y agua. Con una variante que se mantiene aún en secreto, la combinación de esos elementos produjo un resultado decisivo que cambió las coordenadas de la higiene, la estética y el confort: los pisos vinílicos.
Cuando la empresa argentina Iggam comprobó las cualidades de los pisos vinílicos, decidió fabricarlos a ritmo cada vez más intenso en su planta de Zárate. El producto tiene un nombre preciso: Iggam Sektalon. Los técnicos consideran que la tendencia de profesionales y usuarios a utilizar pisos vinílicos es cada vez más intensa. A juicio de estos especialistas, el piso vinílico tiene varias ventajas: no es ruidoso, es atérmico (puede caminarse sobre él sin zapatos porque es cálido en invierno y frío en verano), es homogéneo, económico, se coloca en el día, elimina asimetrías porque se presenta en placas, pesa entre 50 y 100 kilos menos que los pisos habituales.
En la paz, los pisos vinílicos, resistentes a las presiones verticales, y flexibles, se convirtieron en una contribución importante a la libertad de acción de la mujer.
CONFIRMADO - 16 de setiembre de 1965 - Pág. 59

 

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Fábrica Iggam
 
 

 

 

 

 

 

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