Revista 7 Días
31 de agosto de 1965 |
En los últimos 20 años, la mujer argentina se
ha lanzado a la conquista de su propia libertad. Influida por
diversos factores se encontró de pronto frente a la necesidad del
cambio. Un cambio que incluía su actitud ante la vida, el trabajo,
el estudio, el amor, el sexo, la política y. . . el hombre. ¿Cómo se
produjo ese cambio? ¿Qué nueva imagen reemplaza a esa mujer
hacendosa y sumisa cuya única y abrumadora profesión eran las
"tareas del hogar"?
Una imagen borrosa
Para ubicar a la Argentina de hoy, nada mejor que consultar a las
mujeres que han logrado destacarse, y que representan de algún modo
las aspiraciones y las posibilidades de su sexo. Tita Merello no
cree en la existencia de una 'mujer moderna'. "Creo —dice— que hay
mujeres que encaran el presente con todos sus problemas y otras que
no". Tita señala que si bien el matrimonio ya no es el fin
inevitable, muchas mujeres se ven compulsadas a ser "modernas" bajo
la amenaza de ser consideradas ingenuas o tontas. "La mujer —dice
Tita— teme, desconfía, oculta su inseguridad bajo una 'falsa
actualidad'. Y digo falsa porque la verdadera actualidad de esa
mujer es muchas veces la pena o la desesperación".
La contradictoria imagen que propone Tita Merello, se torna firme en
la opinión de la ex diputada y actual funcionaría Nélida Baigorria;
que la define por oposición: "el hombre es un producto de la
creación con quien la mujer debe competir". El Círculo Femenino es
una avanzada de esa competencia. Allí se enseña a las mujeres las
más diversas disciplinas, desde dactilografía hasta defensa
personal. Su secretaria, Amanda Pettiti, afirma que "la mujer
argentina debe ser más agresiva, menos sumisa, para lograr lo que se
propone". Pero esa agresividad no significa que la mujer vaya a
perder el encanto o la gracia de su sexo. Eva Giberti —conocida
psicóloga argentina— defiende intensamente la femineidad de la mujer
moderna "La actualización de la mujer no supone la pérdida de su
femineidad. Por el contrario, entraña un mayor interés por lo
relativo a su persona. La mujer actual no anda por la calle en
chancletas ni abandona su cuerpo a la gordura después del tercer
hijo".
Por su parte, la animadora Nelly Raymond señala que la mujer
argentina no ha abandonado el hogar sino que su cambio se da 'del
hogar hacia afuera', mientras la tenista Mary Terán de Weiss recalca
las causas económicas: "La mujer de hoy necesita trabajar para
mantenerse y esta necesidad la arroja al mundo real y problemático
en que vivimos". Sale del hogar para ayudar al marido o liberarse de
la tutela familiar, y al mismo tiempo encuentra en el trabajo la
posibilidad de realizar su integración a la sociedad. Quizá le
falte, como dice Juan Carlos Colombres (más conocido como "Landrú")
trabajar con sentido creador. "Aún en cosas típicamente femeninas,
como la moda, el peinado o la cocina, los creadores son hombres".
Desde los comienzos del "feminismo", el lema de combate ha sido la
igualdad con el hombre. La mujer cambia, trabaja, estudia, se
renueva, para el hombre, por el hombre o incluso contra el hombre.
Como si tuviera algo que demostrarle. La independencia femenina
sigue teniendo un matiz de dependencia, heredado de muchos siglos de
sumisión.
"Una sombra o un eco"
Según un antiguo proverbio chino, "la mujer debe ser en la casa una
sombra o un eco".
En la Argentina, este concepto tuvo total vigencia hasta hace pocos
años. Y en cierto sentido todavía lo tiene.
La estructura social hispano-colonial tuvo siempre características
patriarcales y teocráticas. Se sobreentendía que el lugar de la
mujer era exclusivamente el hogar (según una reciente encuesta, el
65 por ciento de los hombres sigue pensando así). Sus únicos
trabajos permitidos eran el magisterio y, en las clases más
populares, la costura a domicilio. El arte (teatro, danza, lírica)
era sinónimo de liviandad moral y, como variante mística, quedaba el
convento.
Se descontaba que su único porvenir era el matrimonio; no había
razón alguna para que interviniese en política o en la vida civil.
Una vez casada, era mal visto que insistiera en la coquetería porque
si ya había conseguido marido, ¿para qué necesitaba de la belleza?
Estos conceptos, aparentemente arcaicos, siguen rigiendo gran parte
de la vida argentina. En diversos sectores de la sociedad las cosas
no han cambiado tanto como se supone. En una entrevista con las
directivas del "Consejo de Mujeres" (señoras maduras de clase media
alta) recogimos algunas frases que tipifican la mentalidad de un
sector de la mujer argentina: "La joven que desea independizarse y
vivir sola, lo hace impulsada por inconfesables móviles" (Sra.
Alonso Dieyra). "La vida sola, implica posibles y descontrolados
contactos con el hombre" (Sra. de Spirito). "La mujer argentina no
debe buscar en el matrimonio la posible satisfacción de sus deseos
físicos, sino encararlo como una empresa (sic) por la que es
necesario sacrificarse. Debe resignarse si no encuentra en su marido
satisfacción" (Sra. de Ragusin, presidenta).
La clase media y trabajadora, tampoco tiene un concepto definido
sobre la función de la mujer. Una encuesta realizada por 7 DIAS, en
Flores y Villa Soldati, demostró la supervivencia del prejuicio y el
"machismo" que durante años fue un culto nacional. Carlos Cánepa (27
años, bancario, soltero), sostiene que la mujer "ha cambiado para
peor" porque ahora las chicas salen solas y son menos femeninas.
Hilda Rosetti (43 años, soltera, empleada) tiene una posición
intermedia-"La mujer debe votar pero no meterse en política. Para mí
Nélida Baigorria no es femenina". Margarita D'Ambrosio (42 años, ama
de casa) reconoce que la mujer participa en política y se educa más
que antes pero, "por esos motivos descuida generalmente el hogar y
los hijos". Juan Carlos Villegas (34 años, soltero), sostiene que la
mujer ''quiere 'sobrar' al hombre, quiere ser más que él, y eso está
mal". Pedro Nieto (43 años, albañil) explica que "hay cosas que son
propias del hombre y que la mujer no debe hacer. El lugar de la
mujer es su casa, junto al marido y los hijos".
En general, se observa una tajante división generacional que separa
a padres e hijos. "Nuestros hijos ya no nos quieren imitar —dice
desolado el comerciante Ricardo D'Ambrosio (46 años). A veces no
sabemos qué contestarles". María del Carmen Nieto (20 años, empleada
de tienda) resume gráficamente el criterio de su generación: "Las
chicas de hoy nos sentimos iguales a los hombres, aunque no tan
feas".
El trabajo y el amor
Fundamentalmente, el cambio de la mujer hacia la independencia y la
realización se da —por lo menos en forma consciente-— en la clase
media ilustrada. Estudiantes, profesionales, artistas, mujeres de
empresa, forman una avanzada feminista determinada por dos actitudes
concretas: la independencia económica y el cambio de su actitud
hacia el amor y el sexo.
De casi 2.000.000 de mujeres argentinas mayores de 14 años, solo
1.800.000 son activas económicamente. Pero el trabajo femenino se
concentra marcadamente en Buenos Aires, donde el 50 por ciento de
las mujeres entre 18 y 30 años tienen tareas remuneradas. Y es
precisamente en las zonas altamente urbanizadas, donde más mujeres
trabajan, donde la independencia de la mujer tiene mayor vigencia
real.
El trabajo ha liberado a la mujer de la "condena al matrimonio" y le
permite asumir libremente su relación con el hombre. Esta situación,
sumada a la divulgación de estudios y análisis sobre la relación
sentimental y sexual, han motivado un marcado cambio en este
terreno, que se expresa en tres situaciones concretas: relaciones
prematrimoniales, control de la natalidad y divorcio. Los tres son
temas candentes y su discusión apasiona a los argentinos a través de
la prensa, el cine o la televisión. En conjunto, cuestionan la
imagen tradicional e intocable de la muier "novia - esposa - madre".
Pero la madurez sexual no involucra para la mujer argentina un
sinónimo de libertinaje, sino le da una mayor madurez y
responsabilidad en su papel como parte de la pareja humana. Lo que
ha perdido en sumisión y mojigatería lo ha ganado en compañerismo y
sinceridad. Y si bien el 58 por ciento de las mujeres aprueban las
relaciones prematrimoniales, el 73 por ciento se casa alrededor de
los 22 años. A través de la libertad, ha comprendido que la pareja
no es necesariamente un contrato de por vida, sino un compromiso
mutuo que se realiza de igual a igual.
En su papel de madre, la mujer de hoy manifiesta por un lado una
mayor preocupación en "estar al día" en el cuidado y la educación de
los hijos, que se da en la lectura de libros especializados,
asistencia a cursillos y conferencias. Pero al mismo tiempo, como lo
señala Eva Giberti, el trabajo le quita tiempo para estar con sus
hijos y muchas veces transfiere a su propia madre el cuidado de los
niños. Pero si bien es cierto que muchas abuelas participan del
cuidado físico de las criaturas, las madres de hoy son
particularmente celosas de la "formación" de sus hijos. Como expresa
Colomba (animadora de TV. madre de un niño de meses): "A veces es
preferible estar pocas pero provechosas horas junto al niño, que
asfixiarlo con sobreprotección".
El cambio y el hombre
Destruir la imagen tradicional que los argentinos tienen de la
mujer, modificar su concepto de predominio masculino y aceptar que
su compañera tiene derechos y obligaciones, parece ser el objetivo
último de los cambios que se producen en el sector femenino. Muchos
hombres que en teoría aceptan la igualdad y la independencia
femenina, sienten tambalear sus convicciones en el terreno concreto,
cuando se trata de su novia, su mujer o su hija. La mujer actual se
toma para ellos difícil o incómoda y añoran aquella "sombra y eco"
que nunca trajo problemas a sus padres y abuelos. Si tal vez falta
mucho para que la mujer argentina asuma totalmente y sin complejos
su condición mucho más falta para que el hombre la acepte.
Mientras tanto, la mujer continúa su lucha por el cambio, no por el
cambio en sí sino en busca de su verdadero lugar, del real sentido
de su condición de mujer. Quizá se equivoque o fracase en parte.
Pero algunos síntomas permiten establecer que el sacrificio o la
incomprensión que todavía debe afrontar, son conquistas ciertas para
su futuro.
Encuestas: Alberto L. Figueroa y Alberto Agostinelli
Texto: Ernesto Frers
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La amistad entre los sexos ayuda a romper mitos. El hombre
puede ser también colega o camarada sin implicaciones
sentimentales.
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Tita Merello - Eva Giberti - Nélida Baigorria
Nelly Raymond - Mary Terán de Weiss - Landrú |
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