No quiero hacer más café concert. El género me gusta, soy bolichera
de alma, pero no quiero trabajar más a precios tan altos y en
lugares tan chicos, tan exclusivos...
Nacha Guevara está más flaca, si ello es posible. Su rostro
naturalmente anguloso parece esculpido por Antonio Pujía. Enmarcados
por una larga masa de pelo que llega casi hasta la cintura, sus ojos
inmensos y profundamente expresivos —"no sé cómo le caben juntos en
la cara", diría Abel Santa Cruz— viven por sí solos. Refirman la
claridad de juicio que tiene esta flaca casi genial. Que penetra en
los techos con precisión de bisturí y sabe muy bien lo que quiere.
Cualidades no comunes, quizás.
—Quiero hacer teatro, y si no lo consigo no hago nada este año.
Busco una sala que tenga por lo menos 400 localidades, pero la cosa
no es nada fácil. Estoy a punto de concretar con una. Faltan
detalles. El espectáculo ya esté armado y los ensayos muy
adelantados. Es una revista musical. Su título: "Las Mil y una
Nachas". Queremos aprovechar el lenguaje de la revista tradicional,
pero al estilo 70. Esto quiere decir que consideramos, tanto Alberto
como yo —(Alberto Favero, su acompañante al que presenta como su
"futuro ex marido")—, que la revista es un género teatral estupendo,
pero que en nuestro medio no se actualiza en la forma. A lo sumo se
anima con algunas referencias a la actualidad cotidiana. "Nuestra"
revista la vamos a hacer saliendo de la rutina. Como si hubiera
pasado el tiempo...
Las referencias irónicas son comunes en el diálogo con Nacha y con
Favero. Sus referencias a la revista tradicional están obviamente
cargadas de connotaciones por su experiencia en el Maipo.
—Fue muy curioso. El público recibía nuestro trabajo con ovaciones,
entendía perfectamente que si en mis canciones —en tres de ellas no
más— se incluía alguna palabra gruesa, no tenia nada que ver con la
procacidad gratuita que campea a lo largo de todos los espectáculos
de revistas. Pero parece ser que a los empresarios les asustaba la
posibilidad de un público "avivado", que supiera ver las
diferencias. Allí aparecieron algunas de nuestras dificultades.
Otras provinieron de los celos de cómicos del elenco, que nos
hicieron la vida imposible. Como excepciones destacables, entre
muchas que hubo, quiero que sepas que las hermanas Pons son dos
minas sensacionales y muy buenas compañeras, lo mismo que el
maravilloso ser humano que es Jorge Luz. Pero hubo resistencias a mi
número por parte de otros compañeros que no merecen que los nombre,
y cuando me censuraron dos canciones, que fueron "Un buen par de
patadas..." y "El tiempo no tiene nada que ver...", de Boris Vian y
George Brassens, como si fueran lo único censurable en medio de un
espectáculo donde el leit motiv es utilizar cosas fuertes, dijimos
basta. Y nos fuimos.
Como puede verse, no tiene pelos en la lengua ni cuando compone o
canta, ni cuando vive su vida diaria. Es una mujer jugada. Tiene
contornos definidos, personalidad. Otras cualidades nada comunes.
—Sí, un espectáculo revisteril es caro. Pero nuestra revista, en la
que llevamos seis meses ensayando, va a tener un elenco reducido. Lo
importante no va a ser sólo el aspecto visual del espectáculo, al
que prestamos gran atención porque la revista tiene que ser "linda",
sino el contenido. Lo que se dice en "Las mil y una Nachas". La
coreografía la pone Antoinette San Martín, excelente profesional, y
la escenografía y los trajes son de Segovia. Vamos a tener cinco
"boys". La única girl soy yo. Las demás van a ser muñecas de cartón.
¿Competitiva? Quizá sí, pero la razón de hacerlo así es puramente
económica en este caso. Apuntamos alto en un aspecto de la revista
que es el que nos interesa: decir cosas en serio y a un nivel acorde
con la cultura de nuestro público. Que es el que sostiene durante
largos meses en cartelera "MASH" o "PERDIDOS EN LA NOCHE" o los
recitales de María Elena Walsh. Y que tiene derecho a reclamar del
género revista algo más que suciedad, pornografía y procacidad
revestidas de lujosos vestuarios. Cosa que los empresarios parecen
no querer entender. Argentinita Vélez puede contarte algo acerca de
lo que le ocurrió cuando quiso hacer algo serio dentro del género.
La botaron.
Acaba de tener un muy publicitado incidente en Mar del Plata con un
integrante de "Les Luthiers". No quiere hablar de eso.
—La cosa está en manos de la justicia y no quiero publicitar una
cosa tan fea. Ya se habló mucho del asunto y el tiempo pondrá las
cosas en su lugar. Lo mejor que tiene el tiempo es que trabaja en
contra de los malos profesionales, de los diletantes, de los
paracaidistas, de los ensoberbecidos que lamentablemente existen en
el mundo del show. El tiempo y el público son en última instancia
quienes deciden quién es quién.
Todo en Nacha es polémico. Ella misma es una especie de revulsivo,
un ser nada conformista, que vive y actúa clavando banderillas.
Puede discreparse con ella. Nadie más dispuesto a esa discrepancia
que la misma Nacha. Pero donde no se la puede impugnar es sobre un
escenario. Allí con esa voz tan pequeñita que aprendió a usar
maravillosamente; con la escalofriante sincronización que tiene su
trabajo con ese gran músico que es Favero, su marido y excelente
humorista; con la increíble expresividad de su rostro y sus manos
que delatan buena escuela de actriz y largas horas de ensayo; con el
nada común poder de comunicación con el público que en pocos minutos
adhiere a ella incondicionalmente. Allí es Nacha Guevara en toda su
dimensión. Uno de los más grandes fenómenos del mundo del show
rioplatense.