Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


HISTORIA
LOS NUEVE DE LA PATRIADA
Revista Periscopio
26.05.1970

Después de asistir al Te Deum, el Presidente Juan Carlos Onganía y las más altas autoridades civiles, militares y religiosas se trasladaron, el lunes último, al edificio del Cabildo, donde se entretuvieron unos minutos en su Museo; después, desde un palco erigido frente a la calle Bolívar, contemplaban el habitual desfile militar. En ese mismo lugar, 160 años atrás —el mismo día y a la misma hora—, un gentío vociferante —500 personas, pretenden las crónicas— apoyó un golpe de Estado, sin sospechar que estaba ofreciendo al mundo una nueva nacionalidad, la nuestra.
La Independencia tardó más de seis años en ser declarada: en ese lapso, siempre disuadió a los gobernantes porteños su consejero epistolar Lord Strangford, Embajador inglés ante la Corte de Río de Janeiro; por fin, concluido el compromiso anglo-español contra el dominio napoleónico, el general José de San Martín y una fracción de la logia Lautaro impulsaron al Congreso de Tucumán, en 1816, a cumplir los ocultos propósitos de quienes —aquel 25 de Mayo que la posteridad imaginó nublado— animaron a una parte del pueblo a reclamar la destitución del Virrey.
Por desgracia, la actitud porteña no fue compartida por los pueblos del Virreinato: tres de ellos, la Banda Oriental, el Paraguay y el Alto Perú, se segregaron; los demás fueron liberados del poder español a través de largas y azarosas campañas militares, las cuales degeneraron en una guerra civil que duró más de medio siglo.
Entretanto, un país vecino, el Brasil, se independizó en el momento oportuno y sin disparar un tiro.
Es explicable que, para los contemporáneos, la llamada Revolución de Mayo no fuese popular. Así, por ejemplo, en 1826, cuando el Presidente Rivadavia propuso a la Convención Constituyente un homenaje a "los ciudadanos beneméritos que, habiendo preparado el glorioso día del 25 de mayo de 1810, deben considerarse los autores de la Revolución que dio principio a la libertad e independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata", el proyecto, que consistía en erigir una fuente de bronce a costa del tesoro nacional, fue rechazado. La posición adversa fue asumida por uno de los miembros del primer Gobierno patrio, Juan José Paso, y por el canónigo salteño Juan Ignacio Gorriti, quien había formado parte de ese mismo Gobierno, ampliado en 1811 con representantes de algunas provincias.
Los argumentos de ambos fueron entonces los más certeros; y, sin embargo, la historia —-siempre caprichosa— los refutó. El precio que se pagó por el acto histórico de 1810, acaso prematuro, fue agobiador: la pérdida de las regiones más pobladas, más ricas y tal vez las más cultas del país. Pero las circunstancias impusieron una opción y, sin duda, no había otra posible.
Así lo entendió la efímera coalición política que afloró súbitamente aquel día, formada por el poder militar Saavedra), el partido "alzaguista" (Moreno, Matheu, Larrea), y otros hombres, menos visibles, que encarnaban la interesada protección británica (Juan Martín de Pueyrredón, Nicolás Rodríguez Peña, su hermano Saturnino, Vieytes).
Hoy, en cambio, la emoción patriótica abraza en una misma anda de afecto a todos los que participaron de aquel suceso, cualesquiera fueren sus móviles inmediatos, cualesquiera las consecuencias de sus actos.
* * *
Un especialista, Narciso Binayán Carmona, redactó —a pedido de periscopio— estos apuntes de genealogía sobre los nueve varones que hace 160 años tomaron a su cargo el destino nacional.
La Junta Provisional Gubernativa de las Provincias del Río de la Plata —o, como decimos ahora, la Primera Junta— se formó con Cornelio Saavedra como Presidente, Manuel Belgrano, Juan José Castelli, Manuel Alberti, Miguel de Azcuénaga, Domingo Matheu y Juan Larrea como vocales, Mariano Moreno y Juan José Paso como secretarios.
Uno solo era militar: Saavedra, Comandante General de Armas. Tres habían profesado leyes: Moreno, Belgrano y Castelli. Alberti fue sacerdote; los demás, comerciantes.
Desde el punto de vista étnico, la composición del cuerpo era bastante original, pues la formaban dos españoles, tres hijos de españoles y tres hijos de
italianos y sólo un criollo de familia antigua en el país. Era un momento en que los españoles apenas si formaban un centésimo de la parte del Virreinato que sería la Argentina y los italianos entrañaban casi una rareza.
Domingo Matheu y Juan Larrea habían nacido ambos en Mataró, Cataluña ( pero los Larrea eran de Pamplona, en Navarra, de donde había emigrado el padre del prócer). Hijos de españoles fueron Moreno, de padre santanderino; Paso, de padre gallego, y Azcuénaga, de padre vizcaíno. En cuanto a Belgrano, su progenitor era de Oneglia, en la costa ligur; la familia de Castelli provenía de Venecia (aunque su padre nació en el Peloponeso); Alberti: de origen piamontés. Único "criollo viejo": Saavedra.
Casi todos tenían algún origen nobiliario —lo cual explica, de paso, que fueran monárquicos convencidos—. El único de quien no constan tales antecedentes —ciertos o posibles— es Juan Larrea, pero no puede descartarse que los poseyera, puesto que su familia no es bien conocida.
Es bastante larga la descendencia que han dejado estos próceres. A primera vista, los que dejaron familia más numerosa han sido Saavedra y Matheu; mediana en número es la de los demás. Manuel Alberti era sacerdote; sus únicos parientes son los numerosos descendientes de sus hermanos y primos —entre los cuales los más conocidos son los Pueyrredón y los Leloir. Tampoco Juan Larrea dejó descendencia.
Por su línea de varón, Saavedra pertenecía a una antigua familia gallega que en el siglo XIII bajó a la conquista de Andalucía desde la ciudad de Tuy. Pedro Fernández de Saavedra, conquistador de Córdoba y Sevilla, cuyos descendientes residieron en esta ciudad, dio origen a la rama que tan destacadamente actuó en la Argentina con Martín Suárez de Toledo y sobre todo con su hijo, el célebre Gobernador paraguayo Hernandarias de Saavedra. De esta misma rama, casi un siglo después, en 1639, llegó a Buenos Aires Juan de Saavedra Mena, nacido en Utrera y de padre extremeño. Proyectó fundar en la ciudad un convento para "señoras nobles y doncellas principales" que "se reconocieren en peligro de perder su honra". Su hijo Pedro de Saavedra recibió una encomienda de indios de nación "Bagual" con cuatro indios de tasa. De los 26 encomenderos o vecinos feudatarios de Buenos Aires, en la segunda mitad del siglo XVII, el ancestro de los Saavedra es uno de los tres que aún subsiste; en el siglo XVIII, figura entre los vecinos de mayor fortuna; el padre de Cornelio se casó en Potosí, donde nació el prócer.
La descendencia que Saavedra dejó es muy larga y repartida entre países: Bolivia, Chile y la Argentina. De los chilenos, uno de los más ilustres es su nieto y homónimo, el coronel Cornelio Saavedra, quien fue Comandante de la frontera con los indios y tomó prisionero a Orllie Antoine de Tounens, el "Rey de Araucanía y Patagonia". Años más tarde, fue él quien conquistó la Araucanía, cumpliendo el mismo papel —y en los mismos años— que Roca de este lado de los Andes. Uno de los hijos argentinos, Mariano, fue Gobernador de Buenos Aires, de 1862 a 1866.
Entre los descendientes modernos más conocidos figuran el bisnieto Carlos Saavedra Lamas, Ministro de Relaciones Exteriores, premio Nobel de la Paz —el primer latinoamericano que recibió el galardón— y Federico Pinedo, varias veces Diputado y varias veces Ministro de Hacienda. Distinto tono ofrece un chozno del prócer, periodista primero y luego gremialista de extrema izquierda, Emilio Jáuregui, quien, después de largas temporadas en China, Vietnam y Cuba, murió a manos de la Policía en los desórdenes de junio de 1969.
En cuanto a Domingo Matheu, su ascendencia es conocida hasta Pablo, padre de su tatarabuelo a principio del siglo XVII; su calidad de noble constó al entrar un sobrino al Ejército, en 1812. Varios Domingo Matheu aparecen emparentados con los Duques de Gandía (descendientes del Papa Alejandro VI Borgia y de Fernando el Católico), pero no es posible asegurar un parentesco.
Dos de los hijos de Domingo tuvieron alguna actuación en el bando unitario durante la época de Rosas: Domingo Fernando fue médico; Martín Domingo, abogado y juez, vivió hasta bien avanzado el siglo. Una hija, Leocadia, casó con el Rector universitario José Barros Pazos. De Domingo Fernando vinieron los Pillado Matheu.
El apellido por varón ya se ha extinguido; pero entre los descendientes aparecen, por ejemplo, el coronel Alberto E. Lammirato (general durante un período, luego de la revolución de 1955) y su hijo, el doctor Alberto Hernán Lammirato, técnico en la Comisión Nacional de Energía Atómica. Un caso dudoso plantea la descendencia de una de las Matheu, casada con un señor Baigorri, pues tal vez venga de allí —aunque no es totalmente seguro— el señor Baigorri Velar, conocido por sus experimentos sobre lluvia artificial.
En lo que respecta a Mariano Moreno, hay una versión según la cual su familia pertenece a la casa de Moreno de. Tejada, rama del "solar de Tejada", con la cual entramos, casi, en la mitología nobiliaria. El "solar de Tejada" pretende remontar a un capitán del Rey Ramiro I de León (y él mismo de sangre real), llamado Sancho de Tejada, quien en 872, después de la batalla de Clavijo, recibió el mando de los castillos de la región. De ramas del mismo solar vienen los Sáenz de Tejada (Sáenz Valiente) y los Fernández de Tejada (Fernández Blanco). Más cercano a nosotros y más local es el posible parentesco que por Monzón —nombre de la bisabuela criolla del malogrado Secretario—, tendría éste con Urquiza, bisnieto también de una Monzón. De probarse este parentesco —casi cierto— surgiría una vinculación genealógica entre la línea "Mayo-Caseros" que se unirían, curiosamente, en una Ladrón de Guevara del siglo XVII, pero de la misma familia que ha dado dos de los personajes argentinos más discutidos en estos últimos años. El doctor Moreno dejó un hijo que fue coronel, y entre sus descendientes actuales existe el coronel Mariano Moreno.
Por su parte, Juan José Paso (que a su apellido con dos "s" le quitó una), era nieto del señor del mayorazgo de Passo y sobrino del Cardenal Ignacio Passo, Arzobispo de Santiago de Compostela. No fue casado ni dejó descendencia, pero la hay muy abundante de sus hermanos. Figura entre ellos el periodista Jorge Passo.
El doctor Manuel Belgrano, después general, era también de noble familia genovesa; su escudo de armas lleva un manojo de haces de trigo ("Bel grano"), y su padre vino en la segunda mitad del siglo XVIII, Manuel no fue casado, pero dejó dos hijos naturales: una hija, Manuela, casada con su primo Manuel Vega Belgrano; y un hijo —cuya filiación exacta aún se discute—, Pedro Rosas y Belgrano, nacido en Santa Fe en 1813 y muerto en 1863. Fue coronel, y de su matrimonio con Juana Rodríguez viene la familia Rosas y Belgrano, de Azul, provincia de Buenos Aires. Pero la descendencia de Manuela, volvió a recaer en los Belgrano al casarse en 1876 Flora Vega Belgrano, nieta del prócer, con Juan Carlos Belgrano (descendiente de un hermano), a quien los radicales proclamaron Gobernador de Buenos Aires, cuando su revolución de 1893. Algunos descendientes suyos fueron militares y uno, el doctor Mario Belgrano, historiador y cronista de la familia y de su bisabuelo el general.
Primo segundo de Manuel Belgrano era su compañero de Junta, Juan José Castelli; pero no por el lado italiano, sino por sus madres criollas: González Casero, la del general, y Villarino González, la de Castelli. Su padre, el doctor Ángel Castelli, era nacido en Nici, en el Peloponeso, y probó ser "de calidad notoria en Italia de donde desciende". Juan José Castelli se casó en 1784 con María Rosa Lynch, hija del irlandés Patricio Lynch, y ha dejado bastantes descendientes, algunos de los cuales se destacaron en la docencia y en otras actividades.
También de "calidades de nobleza" era Miguel de Azcuénaga: una de sus hermanas, Ana, se casó en 1788 con Antonio de Olaguer Feliú, que sería mariscal de campo, Virrey del Río de la Plata y, más tarde, Ministro de la Guerra en España. El prócer, que luego se distinguió en las guerras de la Independencia y fue constituyente en el Congreso de 1826. casó en 1795 con su prima Justa Rufina de Basavilbaso. Uno de sus hijos —y el único varón— fue Miguel de Azcuénaga, coronel, Diputado y Senador provincial; uno de sus hijos casó con una prima Olaguer Feliú. Ha quedado descendencia de sus hermanos, pero no ha sido muy abundante; el apellido se extinguió.

 

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Saavedra
Emilio Jáuregui y Federico Pinedo
 
Matheu - Paso
Alberto Lammirato Matheu y Juan José Paso

 

 

 

 

 

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