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crónicas del siglo pasado

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El nuevo cine argentino
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Los inundados

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El último piso

La cifra impar

 

 

 

¿Nuestro cine en peligro?

TRAS nueve días de cierre, las salas cinematográficas reabrieron sus puertas el jueves 15 de febrero, sobre la base de un decreto que en ese momento se hallaba para la firma del Poder Ejecutivo y que, conformando en parte las aspiraciones de los exhibidores, dispondría las siguientes reducciones de gravámenes: el 50 por ciento de la tasa del fomento a las escuelas (15 por ciento sobre el precio de cada localidad); 50 por ciento del impuesto municipal de la Capital únicamente (10 por ciento sobre el precio de la localidad), y el 30 por ciento de la tasa fijada por la ley 62 de 1957, de fomento a la industria cinematográfica nacional (10 por ciento sobre el precio de la localidad). Fue esta última determinación la que provocó, desde las primeras horas de ese día, una progresiva agitación en las entidades vinculadas con el cine local, ante la consumación —"a espaldas de la Industria", se dijo— del temido cercenamiento del gravamen con el cual prácticamente se alimenta la producción fílmica argentina.
Todas las entidades aludidas (Asociación de Productores de Películas Argentinas, Sociedad de Directores, Argentores, Sociedad de Actores, Sindicato de la Industria del Cine Argentino, Laboratorios Cinematográficos y Asociación de Realizadores de Corto Metraje) decidieron, tras tumultuosa reunión en la sede de APPA, y con total unanimidad de criterio, enviar telegramas de enérgica condenación de tal medida al presidente de la Nación, al ministro de Educación y Justicia y al delegado interventor del P.E. en el Instituto Nacional de Cinematografía, escribano Enrique Taurel, a quien se sindica como el principal responsable del decreto de reducción, ya que habría sido él quien ofreciera esa solución a los exhibidores. Posteriormente se realizó, en la tarde de ese mismo 15 de febrero, una conferencia de prensa en la sede de Argentores, durante la cual se puntualizaron las siguientes consideraciones:
a) Existía un previo acuerdo de caballeros entre productores argentinos y exhibidores, por el cual éstos se comprometieron solemnemente a solicitar la derogación de todos los gravámenes sobre las localidades, menos el 10 por ciento de fomento para el cine nacional; acuerdo que habría sido, pues, violado por los exhibidores;
b) La Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados, presidida por el diputado Prese, no consiguió hacer aprobar por la Cámara el proyecto de reducción de dicha tasa; no obstante, aprovechando el receso parlamentario, se ha llevado a la firma del presidente de la Nación —recurso previsto sólo para casos extraordinarios— un decreto que promulga esa reducción;
c) Esta solución habría sido ofrecida por el propio señor Taurel, y los exhibidores la han aceptado con la reserva de proseguir las gestiones hasta la exención total de impuestos sobre las localidades;
d) Este descuento del 30 por ciento no es la solución para el problema de las salas cinematográficas, en tanto priva a la industria de 60 millones de pesos anuales (lo que equivaldría tan sólo a unos 90 centavos por entrada);
e) Toda esta cuestión no configura sino —en opinión de las entidades citadas— el designio expreso e implacable de destruir el cine
argentino, por cuya razón han pensado, en principio, paralizar el inminente Festival de Mar del Plata ("sería como asistir al velorio del cine argentino", se comentó), y llegar, asimismo, a paralizar totalmente a la industria.
Los informantes de la conferencia de prensa expresaron también que debe hacerse de una vez lo que la ley del cine ordena, esto es, colocar al frente del Instituto de Cinematografía a personas realmente interiorizadas de los problemas fílmicos, y no a "políticos duchos, en hacer política"; que los exhibidores cumplen de mala gana o decididamente no cumplen la programación para las películas argentinas, que no exhiben ningún cortometraje local; que el Instituto ha adquirido un edificio nuevo (por otra parte, muy necesario) en 45 millones, y —contra la opinión de todas las entidades vinculadas con la industria del cine— los antiguos estudios de Emelco (en unos 60 millones, aproximadamente), para cuyo reequipamiento se ha contratado con Fráncia un crédito de un millón de dólares (en tanto, acota alguien sentado junto al cronista, se rumorea que "por falta de fondos" se suspenderán los subsidios de 65.500 pesos a los corto-metrajistas...); y, en fin, que el Sindicato de la Industria del Cine Argentino está en estado de alerta permanente —su representante señaló que la culpa de esta situación no es de los exhibidores, sino del gobierno, por su empecinamiento en no designar funcionarlos idóneos al frente del Instituto—, y que esta vez la gente del cine argentino (tal fue la declaración final) "tiene el designio de tomar al toro por las astas".




HEMOS VISTO
Por ERNESTO SCHOO
NUEVO CINE ARGENTINO
LA carencia de estrenos durante nueve días del mes de febrero último, debido al cierre de las salas cinematográficas, ha movido al cronista a anticipar al lector algunos aspectos (dejando el juicio critico para la oportunidad del estreno) de las primeras películas de largometraje, ya filmadas y exhibidas en privado, que han hecho cuatro directores jóvenes argentinos. Es significativo que los cuatro realizadores enfoquen otros tantos aspectos de la realidad nacional, apartándose de las líneas conformistas y "blancas" que durante tantos años caracterizaron a nuestro cine.
El cronista aprovecha la ocasión, ante numerosos comentarios y consultas que se le han formulado, para aclarar que la valoración hecha en el número anterior acerca de "Tres veces Ana" ("sin duda, la película argentina de más éxito y la más memorable de 1961") no implica, en modo alguno, una desvalorización de "Alias Gardelito", a la cual sigue estimando como el más valioso aporte hecho a la pantalla nacional en los últimos tiempos; ocurre que para señalar aquella circunstancia se tomó en cuenta no el año de estreno de la obra, sino el de producción: la película de Murúa fue hecha en 1960; y por eso no se la incluyó entre las de 1961.

LOS JÓVENES VIEJOS
ES el primer largo metraje de Rodolfo Kuhn. Su libro deambuló durante dos años por los laberintos burocráticos del Instituto Nacional de Cinematografía, basta que finalmente fue aprobado. El tema alude, como el título lo declara, a los problemas de la juventud; pero no incurre en los fatigados clichés del género "Juventud perdida", que tan pingües ganancias ha reportado a los productores de todo el mundo, y que ha inducido al público a lamentables confusiones. Kuhn no es un iracundo, porque tiene suficiente sentido del humor como para no serlo: es, simplemente, un hombre joven que entiende que en la Argentina es tiempo de decir muchas cosas y quiere decirlas a su manera. Tampoco es un pesimista: su película dice que no todo está perdido y que si la incomunicación entre los hombres de esta época es un hecho, también es verdad que el amor posee la fuerza capaz de tender puentes entre las almas dispersas. En "Los jóvenes viejos" intervienen María Vanner, Alberto Argibay (ambos en la fotografía), Emilio Alfaro, Jorge Rivera López, Marcela Lopez Rey y, en presentación especial, Graciela Dufau. La fotografía es de Ricardo Aronovich y la música de Sergio Mihanovich; escenografía de Federico Padilla.
RODOLFO KUHN: Nació en Buenos Aires el 29 de diciembre de 1935. Hizo estudios técnicos de cine y de TV en el City College de Nueva York, entonces dirigido por el eminente cineísta alemán Hans Richter, y se puso en contacto con los medios cinematográficos y televisivos de Hollywood y Nueva York. FILMOGRAFIA: Cortometrajes: "Delirio" (Premio Municipal 1956); "Sinfonía en no bemol" (premiado en la Exposición Internacional de Bruselas, 1958); "Contracampo" (libro de Manuel Carlos Antín, 1958); "Luz, cámara, acción" (libro en colaboración con M. C. Antín, 1958); "El amor elige" (libro de Tomás Eloy Martínez, 1960). Largo-metraje: "Los jóvenes viejos" (sobre libro propio, 1961). En televisión: "El teleteatro del grupo de los 10" (Canal 7, 1960, como productor, director y autor); "Desnuda Buenos Aires" (como director integral, con libro de Mario Trejo, Canal 7, 1961). Prepara una coproducción con Italia.

LOS INUNDADOS
ESTA es una historia sencilla de las gentes sencillas de nuestro país, aquellas para quienes lo más importante es el pan nuestro de cada día, y que, no obstante en su herencia de ancestral sabiduría popular, configuran una cultura autóctona pródiga en gracia y poesía. La película propone una incursión en un género poco cultivado en el cine argentino: la picaresca criolla, la misma que Roberto Payró hizo inmortal en sus relatos admirables, y es el primer largo metraje que aborda Fernando Birri. El guión pertenece al propio director en colaboración con Jorge Ferrando, sobre el cuento homónimo de Mateo Booz; la fotografía es de Adelqui Camuso, la música de Ariel Ramírez, y el elenco incluye, junto a Pirucho Gómez y Lola Palombo (en el grabado) —dos figuras veteranas del teatro popular y la radiotelefonía de Santa Fe—, a intérpretes no profesionales como María Vera, Mario Palavecino, Julio Omar González, Pedrito Galmes y —transcribimos de las gacetillas publicitarias— "actores de teatros filodramáticos, independientes, de variedades, circo, radioteatro, cantores, guitarreros, payadores e inundados, ciudadanos y puebleros de la ciudad de Santa Fe y la región litoral".
FERNANDO BIRRI: Nació en Santa Fe, en 1925. Publicó un libro de poemas a los veinte años, dirigió el teatro de títeres "El retablillo de Maese Pedro". Se trasladó luego a Italia, tras alguna incursión en el teatro independiente porteño, y estudió cinco años en el Centro Sperimentale de Cinematografía, de Roma. En Sicilia hizo tres cortos: "Selinunte", "Immagini popolari siciliane" e "Immagini sacre siciliane", y también un mediometraje: "One is One". Fue secretario de redacción de la revista "Lyra". Dirige la Escuela de Cine de la Universidad Nacional del Litoral. Filmografía: cortometrajes: "Tiredié" (con sus alumnos de la Escuela de Cine, 1957); "La primera función de Buenos Aires" (en color, sobre un óleo de Oski, con comentarios de Ulrico Schmidl, 1958); "Buenos días, Buenos Aires" (1961). Largo-metraje: "Los inundados" (1961).

LA CIFRA IMPAR
¿ES posible que un hombre se proponga de tal manera sobrevivir en los recuerdos de la mujer que amó y en los remordimientos de quien precipitó su muerte, que para ellos dos esté más vivo ahora que antes? Tales son las interrogaciones que plantea Julio Cortázar en su cuento "Cartas de mamá" —perteneciente al libro "Las armas secretas"—, que Manuel Carlos Antín ha llevado al cine en su primer largometraje, titulado "La cifra impar".
Los hermanos son Lautaro Murúa y Sergio Renán; la mujer en discordia es María Rosa Gallo; la madre es Milagros De la Vega. Con estos intérpretes, y un fascinante empleo del tiempo, logrado con un montaje de sensibilidad e inteligencia poco comunes, ha logrado Antín transmitir el misterioso clima, casi onírico, del relato original, uniendo la nota de observación cotidiana (la casona de Flores, los bailes del club, los trenes que pasan) con la opresiva atmósfera fantástica en la que se insinúa una presencia de pesadilla. Parte de la filmación se hizo en París, de la cual se han captado los aspectos menos convencionalmente turísticos; inclusive, la mole del triste palacio de Fontainebleau proporciona un decorado perfecto para subrayar el inquietante contexto de una escena clave. La fotografía es de Ignacio Souto y la música de Virtu Maragno; la escenografía es de Ponchi Morpurgo, con la colaboración de Federico Padilla. "a cifra impar" será estrenada mundialmente en París, en el mes de mayo.
MANUEL CARLOS ANTIN: Nació en Las Palmas, Chaco, el 27 de febrero de 1926. Publicó un libro de poesías, "La torre de la mañana", en 1944, y al año siguiente se estrenó en el teatro Argentino su pieza "El ancla de arena". En 1950 aparece su segundo libro de poemas, "Sirena y espiral", y en 1952 el tercero, "Poemas para dos ciudades". En 1954 publica su primera novela, "Alta la luna", y en 1957 se estrenó en el teatro La Farsa su obra "No demasiado tarde"; en 1958 presenta otra pieza teatral, "La desconocida en el bar", y su segunda novela, "Los venerables todos". Filmografía: 1958: los guiones para "Contracampo" y "Luz, cámara, acción", cortometrajes de Rodolfo Kuhn: 1961: escribe y dirige el corto "Biografías", y realiza "La cifra impar". Prepara la versión cinematográfica de su segunda novela.

EL ULTIMO PISO
SOBRE una novela de Jorge Masciangioli, recomendada en un concurso literario, Augusto Roa Bastos y Tomás Eloy Martínez han escrito el guión de esta primera película de Daniel Cherniavsky que plantea con una ambientación de estricto realismo (curiosamente contrastada por una singular utilización del tiempo narrativo), problemas de candente actualidad: la crisis de la vivienda, el drama económico de una familia humilde con recursos cada vez más escasos frente a la incontenible inflación; y también conflictos humanos: la viuda, aún joven, que debe asistir al apasionado amor de una pareja de recién casados; la malignidad de la mujer que siente invadida su casa por intrusos; las reacciones de los niños en tan estrecho ambiente.
El elenco es de primer orden: Santiago Arrieta, Inda Ledesma, María Luisa Robledo, Lydia Lamaison, Ubaldo Martínez, Norma Aleandro e Ignacio Quirós, en los papeles principales. La fotografía es de Antonio Merayo y la música de Atilio Stampone; escenografía de Saulo Benavente.
DANIEL CHERNIAVSKY: Nació en 1934. A la vez que ejercía actividades industriales, escribía cuentos que reconoce francamente influidos por Kafka. Participó en la producción de "Shunko" y en 1959 inició un mediometraje (cuarenta minutos de duración) en 16 mm., "El triángulo", sobre tema propio, protagonizado por Orlando Sacha; la película fue terminada, pero Cherniavsky nunca la compaginó ni sonorizó. "El último piso" es su primer largometraje, hecho en 1961, y hace veinte días comenzó la filmación de "El terrorista", un tema de Augusto Roa Bastos, que por su índole comprometida se realiza en el mayor secreto.