Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


Odol pregunta
Con seguridad, un cumpleaños millonario
Revista Siete Días Ilustrados
27.03.1975

El popular concurso de preguntas y respuestas logró un record de permanencia único en el mundo. Su creador reverdece la historia del ciclo y cuenta jugosos entretelones de la producción
Odol pregunta
Carlos D'agostino

Cuando el martes 1º de abril, a las nueve y media de la noche, los espectadores porteños claven la sintonía de sus receptores en Canal 13 de Buenos Aires, se reiniciará el más duradero diálogo de la televisión argentina: ese día el ciclo Odol pregunta inicia su vigésima temporada consecutiva, un aniversario que lo acredita como el decano de los programas vernáculos. Pero además ese record le otorga otro orgullo a la firma fabricante de artículos de tocador: es la primera vez, en la historia de la televisión mundial, que un show logra esa permanencia en el aire Inspirado en otros concursos similares que en la década del 50 hicieron furor en Europa y Estados Unidos, Odol pregunta adoptó la receta y, desde el 7 de mayo de 1956 hilvanó con mesura y suspenso una legendaria, casi mítica sucesión de infartantes finales y sesudos duelos entre el reloj y los nervios de los participantes, controlados por miembros de un circunspecto y prestigioso jurado.
El alma mater del programa, Mario Enrique Nanclares, importante ejecutivo de la firma, regenteó durante las dos décadas este espectáculo y es el responsable del aceitado mecanismo que funciona entre bambalinas para combinar cultura con entretenimiento, éxitos con emociones. La semana pasada recibió a Siete Días para conversar sobre su hallazgo y revivir algunos de los momentos claves del ciclo: "L a verdad es que hablar sobre el programa es un orgullo para mí —se regodeó— porque, sin falsas modestias, es el único que desarrolla una amplia labor cultural en 52 canales de todo el país y en 30 emisoras de radio". Es que, desde su nacimiento, el ciclo vio crecer sin interrupciones su audiencia, su repercusión en e! público, a la par de su bolsa de premios, cada vez más nutrida. Así. el primitivo pozo de 100 mil pesos destinado a quien completara la serie, se convirtió en uno de 200 mil, luego trepó a un millón, más adelante a dos, hasta llegar al actual de 5 millones. "No podíamos hacer otra cosa que adecuarnos a nuestra inflación —valorizó Nanclares— sin embargo si comparamos lo que significaban 100 mil nacionales de 1956, ahora deberíamos ofrecer unos 15 millones para establecer una equivalencia".
Al margen de estos desfasajes, el factótum del programa calcula que los 80 ganadores del concurso —se presentaron en total 600 participantes— se llevaron, expresados en valores actuales unos mil millones de pesos. Tan bonita suma nunca incidió en las relaciones entre concursantes y organizadores, siempre perfectas. Es que filántropos, bohemios, y desinteresados, los que se atreven a aceptar un desafío para sus conocimientos, de común no buscan retribuciones materiales: "Los postulantes que se anotan —afirma Nanclares— tienen su verdadero premio cuando se los cita para concursar. Todos ellos aseguran que ganar o perder pasa a ser secundario. De todas formas, quienes pierden se llevan como consuelo el 20 por ciento de lo ganado hasta ese momento".
Claro que el hecho concreto de perder hiere inevitablemente la susceptibilidad de los concursantes: "En ciertos casos, muy pocos, ocurrió que el participante no estuvo de acuerdo con la decisión del jurado, que lo descalificaba, y realizó alguna protesta. Pero hay que comprender que en un momento de nervios se pueden decir cosas sin pensar; prueba de esto es que, sin excepciones, luego nos pidieron disculpas muy correctamente".
Por supuesto que los nervios no sólo aparecen después de una respuesta fallida: en las primeras épocas del ciclo, era frecuente que los participantes perdieran en su primera aparición. Después la experiencia aconsejó que se tomaran precauciones para evitar esa posibilidad: tres, cuatro o cinco exámenes previos a la presentación televisiva, aseguran el nivel de conocimiento del concursante. Además un previo ablandamiento, consistente en llevar al participante al set para que se acostumbre al ambiente, y presentarlo en cámara antes de hacerle la primera pregunta, garantiza un mínimo de experiencia como para contrarrestar esas influencias externas que puedan inducir al fracaso.
Semejante esmero hace que la relación con los participantes sea duradera, aun después de haber salido del programa. Es común que para fin de año el escritorio de Nanclares se vea inundado por tarjetas provenientes de todos los puntos del país portadoras de saludos de quienes pasaron por Odol pregunta. Los animadores tampoco se evaden de esta fraternal relación: en el trascurso de las emisiones, el ciclo fue dirigido por varios profesionales; inició la lista Carlos D'Agostino, también estuvo Jorge De Lorenzo (presidente del actual jurado), Augusto Bonardo, y finalmente quien lo definió durante 17 años, Jorge Cacho Fontana. Hoy lo vuelve a animar Carlos D'Agostino, tras provisoria participación de Nicolás Mancera, Silvio Soldán y Blackie.
De todas maneras, los que hacen posible el desarrollo del show son los participantes quienes, sometidos a rigurosos turnos, deben aceptar una inquietante espera antes de concursar.
"Tratamos de elegir cuidadosamente los temas, de modo que resulten siempre interesantes. Pero como abundan, y el ciclo tiene prestigio y mucha difusión, generalmente lo menos que deben esperar hasta que se los cite para los exámenes previos, son tres años. Muchos se pasaron hasta quince años esperando; otros lo siguen haciendo desde 1956", recordó Nanclares. Claro que aunque nadie se lo proponga, a veces las demoras se extienden: "Recuerdo el caso de un señor que quería contestar sobre vida y obra de Irineo Leguisamo. Estuve siete años hasta que decidí llamarlo. Yo tenía el prejuicio de que el tema no era todo lo cultural que necesitábamos. Al final resultó un verdadero boom. Hasta llegué a la conclusión de que debió ser el participante con más arrastre popular en toda la historia del ciclo. Se metió a la audiencia en el bolsillo el día de su presentación. Lamentablemente falleció cuando estaba contestando por 500 mil pesos".
De cualquier forma, la historia de Odol pregunta abunda en participantes - estrellas: Claudio María Domínguez, por ejemplo, el niño prodigio que contestó sobre mitología griega, arañó los 56 puntos de rating en la pregunta final. Otro caso famoso fue el de Isabel Techera, una uruguaya que respondió sobre la vida de John Kennedy, con 55,6 de rating; la lista podría seguir con Mario Marateo, quien, contestando sobre pájaros, promedió 45 puntos en toda su participación. Tampoco se puede dejar de mencionar, al citar a los más célebres ganadores, a Héctor Pergolesi que se dedicó al estudio de la vida y obra del general San Martín, o el caso de la actriz Alba Mujica, que ganando 500 mil renunció a la posibilidad de contestar por el millón. Pero el pionero entre los triunfadores de esta maratón del saber, fue un tal Acosta, que contestando sobre fútbol se hizo célebre porque en cuanto se le terminó de formular la última pregunta y se puso en movimiento el fatídico reloj, mirando fijo a la cámara le gritó a su hijo que estaba viendo el programa desde su casa: "¡La sé, Coco, la sé!".
Otro de los orgullos de Nanclares es el jurado: "Una de las bases más importantes del éxito es la capacidad de esos señores, cuyo nivel intelectual reconocido públicamente, evita todo tipo de suspicacias". El programa, por otra parte, es producido íntegramente por la firma Odol, y es el único que funciona en forma independiente de la productora del canal. Nanclares explica: "No es que no tengamos confianza en otras personas. Sucede que la producción del ciclo es para nosotros una especie de tradición. Además, no hay que olvidar que nosotros somos una firma comercial, y Odol pregunta es esencial para nuestra imagen como empresa. Los críticos también opinan lo mismo —vuelve a regodearse— y nos han dado muchísimos premios, entre ellos el Martín Fierro".
Para esta nueva temporada, el participante que abrirá el vigésimo capítulo del concurso se llama Roberto Carlos Castelli y contestará sobre la vida de Jorge Newbery. Además están en carpeta otros jugosos temas: pájaros españoles, Julio Verne, música paraguaya y vida y obra de Bécquer; está visto que la catarata de nuevos aspirantes no se detiene. Es que además del natural orgullo a que se refiere Nanclares, nadie se olvida de que ganar el premio de Odol, además de conquistar una suma nada desdeñable, suele cambiar la vida de los ganadores: fama, posibilidad de viajar, conferencias, son algunos de los beneficios conquistados por los genios que llegan al final con éxito.
"Por supuesto que tenemos la intención de seguir con el programa —afirmó el funcionario—; eso sí, con algunos cambios, producto de la actualización que requiere nuestra imagen ante el público. Los años van pasando y es necesario estar a tono con el momento. Pero confieso que uno de los cambios decididos por el equipo que hace Odol pregunta no me satisface del todo. La verdad es que extraño un famoso jingle, que ya no se va a escuchar, Qué lindos que son tus dientes, le dijo la luna al sol, y el sol contestó sonriente, ¡ja!, me los limpio con Odol".

 

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Odol pregunta
Jorge Fontana

 
 

 
Mario Enrique Nanclares
Mario Enrique Nanclares