Después de diez años de actuar juntos el músico
deshace el quinteto en su momento de mayor éxito para radicarse
varios meses en París, recorrer Londres, grabar en Roma y asistir en
Alemania al estreno de un filme realizado en Buenos Aires que lo
tiene como protagonista. Sus razones y las de los músicos.
Se va. Cierra el bandoneón en un anteúltimo quejido que dice chau en
sordina, y se va. Se va llevándose la única experiencia que le
faltaba vivir como músico: un aplauso masivo que llegó veinte años
tarde. Pero se lo lleva igual, se lo lleva a París, donde según sus
editores, al llegar, encontrará otro aplauso, tal vez más grande,
pero seguramente no tan esperado.
—Necesito saber qué está pasando en el mundo. Uno no puede
encerrarse en su casa, en su música, sin saber si está antiguo,
retrasado...
Se va dentro de seis meses. Exactamente el primer día de marzo de
1971 abrirá su bandoneón en uno de los trescientos departamentos del
edificio conocido como La Cité des Art's. Se va invitado por el
Mozarteum a vivir dos meses en ese lugar, pero tiene otros planes
además.
—En septiembre pienso estar en Alemania, donde se estrenará para esa
época una película mía...
—¿Filmada por usted?
—No, que me filmaron a mí.
—¿En Alemania?
—No, acá. Vinieron unos alemanes especialmente a filmarme para hacer
conocer mi música.
—¿Y qué va a pasar con el quinteto?
—El quinteto... tendré que deshacerlo...
—¿Por qué?
—Y, porque, porque... No se puede seguir así. Después de diez años
de pelearla, sin un mango, contra todo el mundo, salvo los
seguidores de siempre, ahora que podemos trabajar en serio, con un
público que por fin nos entendió, que podemos vivir bien con lo
nuestro, empiezan a pasar cosas que no entiendo, que no entenderé
nunca.
—¿Qué cosas?
—Y, hay un gran cariño entre nosotros, pero pasa como entre los
parientes cuando aparece una herencia. Entra la plata y todos se
pelean. Para evitar todos estos problemas yo hice funcionar siempre
al quinteto como una cooperativa, pero igual los tenemos. La semana
pasada, en Montevideo, en dos días recaudamos un millón seiscientos
mil pesos... ¿Y entonces? ¿Qué quieren? La seguridad, tener un
trabajito seguro, jubilación...
—¿Y eso qué tiene de malo?
—¿Qué tiene de malo? Que nos invitaron a recorrer 45 universidades
de los Estados Unidos para llevar nuestra música a los estudiantes,
y no podemos ir porque mis músicos tienen que "fichar" a las nueve
de la mañana en una compañía grabadora, como si fueran empleados en
vez de músicos. Podríamos haber ido a Venezuela, a México, en fin,
una gira por toda América, y no podemos por eso.
—¿Y por qué no busca otros músicos?
—¿Usted se cree que es tan fácil? ¿Usted se cree que yo puedo
improvisar un Agri (violinista) o un "Cacho" Tirao (guitarrista) en
dos días? ¡Ni en dos años! Son los mejores músicos del país.
Guitarristas puede haber otros dos, pero es distinto.
—¿Usted dijo Agri y Tirao, y "Kicho" (contrabajo) y Manzi (piano)?
—Bueno, ellos dos no; ellos vendrían a cualquier sitio. Manzi es más
bohemio que yo, y Kicho, igual. Pero yo tenía un quinteto y no un
trío.
El quinteto Piazzolla acaba de cumplir diez años. No es la primera
vez que se desintegra. Ya en 1967, poco antes de que se estrenara la
operita del músico con versos y argumento de Horacio Ferrer,
nosotros mismos hicimos una nota que se titulaba: "¿Piazzola deja el
tango?" Y, por supuesto, no lo dejó. Entonces hablaba de un proyecto
muy difuso, que tendría como idea central formar una orquesta,
acompañando al quinteto y a la "Negra" Egle Martin y a otro cantor,
que en aquel momento Piazzolla suponía Raúl Lavié o Goyeneche. Así
nació María de Buenos Aires. Así comenzaron a escribir juntos
Piazzolla y Ferrer. Así llegaron al éxito masivo, indiscutible, con
Balada para un loco. Los músicos de Piazzolla —yo mismo hablé con
ellos en aquella ocasión— aseguraban que no sabía lo que quería.
—¿A sus músicos fes falta entusiasmo?
—No, no es que les falte, lo que les falta es tener entusiasmo para
contagiarme a mí. Es como si un montón de tipos estuvieran
embarcados en algo muy importante y alguno flaquea y en ese momento
los otros son incapaces de infundirle ánimo.
—¿Usted está flaqueando?
—Algo así. Yo veo que lo que hacemos ya no lo hacemos con el mismo
entusiasmo de antes. Es como si de pronto nos faltara un aliciente
para todo. Y bueno, dale, encontramos el éxito, y sigamos así, total
a la gente te gusta. ¡Y no! Si todos sabemos que podemos dar mucho
más! ¿Por qué nos vamos a quedar con lo que tenemos?
—¿Y por eso se va? ¿No lo puede hacer acá?
—Hace dos años que estoy todas las noches en Michelangelo, dos años
que nadie sabe por qué milagro empezaron a darme trabajo en
televisión, hice como seiscientos recitales amo los del teatro
Regina... Y todo con el público de Buenos Aires.
—¿Y el interior?
—Si vamos un sábado y mis músicos están seguros que el avión llega a
tiempo como para estar a horario en su trabajo, bien. Si no, nada.
¡Y no aguanto más!
Su plan de trabajo en Europa es tentador. Además de vivir entre dos
y cuatro meses y asistir en Alemania al estreno de su película, va a
grabar en Roma en "el mejor y más grande estudio del mundo", el de
la R.C.A. Allí, acompañado por una orquesta llevará a un long-play
una historia musical de su evolución. Desde "Prepárense" hasta
"Adió, Nonino", con la inclusión de la balada más popular de Ferrer.
—¿Le queda chico Buenos Aires?
—Si. ¿Por qué yo no puedo hacer lo de Atahualpa Yupanqui o lo de
Ariel Ramírez? Tenemos una canción distinta, no como los italianos,
que debieron copiar a los norteamericanos. No, tenemos algo bien
nuestro y que tenemos la obligación de mostrar, de hacer conocer.
Otra de las posibilidades que le da su gira es la de presentarse en
el Festival del Teatro de las Naciones, en París, representando a
nuestro país. Además viajará a Londres para escuchar la música de
moda, la evolución del género "beat".
—Porque a mí me interesa toda la música. Creo que ellos están
encerrados en un círculo vicioso del que no pueden salir, pero
quiero ir a ver, a comprobar. Es cierto que cuando viene un músico
extranjero a nuestro país nos aplaude y asegura que estamos en lo
cierto. Pero quiero ver por mí mismo.
—¿Cuánto ganan ahora?
—Y, bien, ahora bien...
El quinteto cobra setenta mil pesos por noche las dos actuaciones
diarias en Michelangelo, entre quinientos y ochocientos mil pesos
por concierto en el interior, según las distancias, y además las
actuaciones de televisión. Cada músico, que cobra el 14 por ciento
de la prima, ganó en dos días en Montevideo doscientos mil pesos
cada uno.
—Y si está tan cansado, ¿por qué no se dedica solamente a escribir?
—Porque no puedo. Vea, acá están las planillas de SADAIC del primer
semestre del año pasado... Por "Adiós, Nonino", unos ochenta mil
pesos... y eso que lo toca desde Troilo a Pugliese... Y éste es el
más conocido de todos.
—¿Y por "Balada para un loco"?
—Todavía no cobré nada. Calculando que sean unos veinte millones —y
digo esa cifra porque fue un "boom" de esos que se dan una vez en la
vida—, tenemos que deducir primero el 50 por ciento para SADAIC por
la administración; de los diez que quedan, el 25 por ciento para el
editor, es decir que nos quedan siete millones a repartir entre
Horacio (Ferrer) y yo... Simplificando, yo, que tengo más de
trescientas obras compuestas, no puedo vivir de mis derechos de
autor. Es decir, tengo que seguir tocando.
—¿Y cuando vuelva?
—Y, no sé... Puede ser que vuelva a formar el mismo conjunto, u
otro, o una orquesta... ¡qué sé yo! ¿Sabe cuántas orquestas tuve yo
en mi vida? Y siempre pasa lo mismo: parece que les faltara
espíritu.
—¿Y si le ofrecen algo muy importante en Europa?
—¡Ni por toda la guita del mundo! Aquello es muy lindo para ir
cuatro o cinco meses, pero si no escucho hablar en "porteño" me
muero.
—¿Y qué va a pasar con sus músicos?
—Y, nada. Agri y Tirao tienen su trabajo y seguramente no les va a
faltar nada...
—¿Y "Kicho" y Manzi?
—Eso me duele en serio, y mucho. "Kicho" es el mejor contrabajista
del mundo. Es como si fuera cuatro músicos juntos; así que trabajo
no le va a faltar. Y lo mismo Manzi, pero es muy distinto que tengan
que hacer cualquier cosa a hacer lo que hacían conmigo, la música
que les gustaba en serio, la necesidad de crear cada día algo
distinto... No, si esto no es ninguna fiesta. Pero me estoy
ahogando. Siento como si el éxito que siempre deseamos, aunque lo
conseguimos sin hacer concesiones, nos estuviera matando el
entusiasmo. Hay que buscar, siempre buscar...
Se va. Faltan todavía seis meses, pero se va a ir, con el bandoneón
arrugado bajo el brazo, pero con el mismo entusiasmo de cuando se
separó de la seguridad de la orquesta de Aníbal Troilo para intentar
su propia aventura. Entonces tenía veinticinco años menos, lo que de
ninguna manera significa que ahora sea veinticinco arios más viejo.
Néstor Barreiro Fotos: Díaz y Alvarado
LA OPINION DE SUS MÚSICOS
ANTONIO AGRI, violín, 38 años, casado, 3 hijos, rosarino. Actuaba en
la Orquesta Sinfónica de Rosario cuando Piazzolla oyó hablar de él.
Le pidió algunas grabaciones para conocerlo, pero como no tenía vino
a Buenos Aires. Piazzolla lo escuchó y lo contrató. Fue en 1962.
—Yo ya estoy acostumbrado a estas cosas. En 9 años que llevo con
Astor es la tercera vez que deshace el quinteto. Se cansa, necesita
renovarse, le gusta experimentar Otras cosas, pero siempre vuelve.
Es la única manera posible, porque el quinteto es más manuable. .. A
él, indudablemente, lo que más le gusta es escribir. Es cierto que
yo tengo otro trabajo, y que por eso no puedo viajar, pero esta vez,
aunque lo hubiera dejado, se habría ido lo mismo. Nosotros
necesitamos tener otro trabajo, porque el quinteto siempre tiene
altibajos, y como el que manda, es él, hay que hacer lo que él
quiere. Ahora, que es su gran oportunidad, para ganar plata
tendríamos que hacer muchas cosas, shows, presentaciones en muchos
lugares, y a Piazzolla no le gusta eso. Él tuvo siempre una línea y
la quiere mantener. Me parece muy bien, pero económicamente no nos
beneficia en nada.
OSVALDO MANZI, piano, 40, casado, un hijo. "¿Así que se deshace el
quinteto? Pero yo nunca me entero de nada... ¿Y cómo es el asunto? Y
bueno, lo único que puedo hacer es hacerle un juicio por alimentos,
ja, ja, ja... Yo me fui ocho veces del quinteto, es decir que todos
los otros músicos me reemplazaron a mí. Estoy con Piazzolla desde
1960, cuando volvió de los Estados Unidos, y siempre pasan estas
cosas. Y bueno, está bien. Si él lo hace será por algo".
ENRIQUE DIAZ, "KICHO", contrabajo, casado, un hijo. Está con
Piazzolla desde que se formó el quinteto y nunca se separó de él.
—Esta vez es muy distinto a la otra. En 1967 fue algo hecho sin
pensar, ahora es una cosa madurada, razonada y necesitada por él. No
es solamente porque Agri y Tirao no quieran viajar, sino que
necesita cambiar algo, y a eso estamos acostumbrados y lo
entendemos. El es así, y esta vez se habría ido lo mismo. No me
parece mal que los muchachos tengan un trabajo seguro, cuando no se
sabe si al día siguiente el quinteto se va a deshacer. No es nada
fácil encontrar trabajo y hay que mantener a la familia.
"CACHO" TIRAO, guitarra, 29 años, casado, un hijo. Estaba en la
orquesta Sinfónica de La Plata, donde entre otras cosas fue solista
en el "Concierto de Aranjuez". Empezó con Piazzolla cuando Oscar
López Ruiz se separó del quinteto. Debutó con él cuando se estrenó
"María de Buenos Aires".
—Yo tomé esto como un estudio, como una manera de experimentar,
parque tenía muchos compromisos, y precisamente con la operita no
nos fue nada bien económicamente. Yo tenía mi trabajo estable en
Canal 7 y trabajaba en varias grabaciones. Desde el primer momento
le dije a Astor que no quería viajar; primero, porque ya lo había
hecho mucho con
un conjunto mío y sé que las giras no dan beneficios; segundo, por
razones sentimentales, porque acá tengo mi familia y la extraño
demasiado cuando estoy lejos; y tercero, porque no pienso estar toda
la vida haciendo el guitarrista de Piazzolla, es decir que tengo
aspiraciones particulares que están en vías de concretarse. Yo
también compongo, estoy formando un conjunto y muy pronto tendré la
oportunidad de grabar mi música con mis músicos. Con Astor tuvimos
momentos difíciles hasta el "boom" de la balada, y entonces trabajar
en el quinteto comenzó a ser un buen negocio. Pero nunca se sabe
cuánto va a durar. De alguna manera me siento el culpable de la
separación del quinteto, pero por otra parte estoy tranquilo porque
yo vine a trabajar en esas condiciones. Además le propuse adiestrar
a un guitarrista que pudiera reemplazarme, pero él no quiso saber
nada con eso. Pero, por otra parte, en lo que coincidimos todos es
que Astor se toma una temporada de descanso y que va a volver con
más ganas que antes.