Argentina 1968
El poder estudiantil

Hace ahora cincuenta años, la agitación estudiantil fue implantada en América por los universitarios argentinos (ver página 84); pero hubo que esperar medio siglo para que les nacieran émulos en Europa, el Medio Oriente y los Estados Unidos. Sin embargo, ese volcán que arde hasta en Yugoslavia encuentra al movimiento estudiantil argentino —acaso el más combativo del hemisferio— en su etapa menos belicosa. Tal es, al menos, el resultado de una investigación que ocupó a siete redactores y corresponsales de Primera Plana durante los últimos quince días (un total de 107 entrevistas), en Buenos Aires y en el interior.
Según La Nación, se trata de "la onda subversiva que está llegando a nuestro país". El Secretario de Educación, José Mariano Astigueta, todo un ultra, prefiere a su vez sospechar una esotérica maquinación mundial. También el Presidente Onganía se alarma y delibera (el pasado lunes 3) con los Rectores de las nueve Universidades nacionales sobre el temido alzamiento estudiantil. Una imaginación desbordante podría creer que el fantasma de Dany el Rojo o hasta el mismo Daniel Cohn-Bendit en persona campea en los claustros argentinos, soliviantando los ánimos hasta hoy aplacados por el rigor de las autoridades y la Guardia de Infantería.
Es que, desde mediados de mayo, las aulas universitarias comenzaron a enfervorizarse, tras un extenso lapso de apatía. Paros y manifestaciones se suceden con ritmo creciente; aunque se trata, en general, de un reducido y dinámico grupo de activistas que no cundió demasiado desde las batallas , posteriores a la intervención, en julio de 1966. "Pero ahora se terminó el rechazo —confía el presidente del Centro de Arquitectura—, y encontramos una gran receptividad entre quienes nos volvían la espalda hace unos meses."
Los dirigentes y militantes consultados por Primera Plana en todo el país coincidieron en sostener que se insinúa una tendencia al fortalecimiento de las estructuras gremiales estudiantiles en la Universidad. "Sobre todo, la gente escucha; si hay que hacer huelga, nos apoya. Pero todavía están a la expectativa, reticentes", se lamenta un líder reformista. Los entrevistados coincidieron, también, en que una de las principales causas del auge es el 50ª aniversario del motín cordobés, el sábado 15: obliga a muchas agrupaciones a sacudir la modorra y multiplica los afanes del grupo de choque.
No contribuyen menos, al clima de inquietud, el peso tiránico del nuevo Estatuto universitario (ver Nº 275) y el permanente hostigamiento policial contra los alumnos, que llega a extremos humillantes, sin duda indignos de un país como la Argentina. "No sólo han convertido a la Ciudad Universitaria en un campo de concentración —asegura el secretario del Centro de Ciencias Naturales—, sino que se entrometen constantemente en los trabajos prácticos, nos vigilan hasta cuando vamos al baño." Los alumnos de Filosofía y Letras se enfurecen, además, porque no sólo se los identifica escrupulosamente en los accesos a la Facultad; sus nombres son también registrados en un grabador.
Estas prácticas explican que, el 17 de mayo, un centenar de alumnos de esa casa abrieran el fuego, protestando contra el artículo noventa del estatuto universitario, que condena a quien no aprueba una materia por año a perder su condición de regular. Lo que más irrita a los jóvenes es que la medida se dictó con aplicación retroactiva al año anterior. Convocada por el Decano, Juan Albino Herrera, la Policía roció los claustros con gases lacrimógenos y obligó a profesores y estudiantes a desalojar el edificio. Los golpes que recibieron algunos remisos y quince detenidos movieron a quienes asistían a las clases del día siguiente a retirarse en masa.
Doce días después, trescientos estudiantes chocaron con los vigilantes en las inmediaciones de la Facultad de Medicina; ambos bandos intercambiaron bombas de gases y molotov. Ocho muchachos fueron arrestados. Esa misma noche, dos mil quinientos alumnos de Arquitectura abandonaron las clases, luego de una arremetida policial contra una asamblea; un episodio similar había desbandado a mil estudiantes de Ciencias Exactas 24 horas antes.
Los gases invadieron la Facultad de Ciencias Económicas el 30 de mayo tratando de disuadir a los jóvenes que protestaban contra el vapuleado Estatuto. Algunos particulares, enarbolando cachiporras, castigaron a los jóvenes; "son de la Policía", denunciaron. Un fotógrafo de Primera Plana que registró las escenas recibió una dosis de puntapiés de algunos guardias —esta vez uniformados—, que luego detuvieron a 26 estudiantes, entre ellos Jorge Rocha, presidente de la Federación Universitaria Argentina.
La semana pasada, los signos de inquietud de la hasta ahora apacible masa estudiantil convocaban los esfuerzos de una interminable cadena de siglas que identifican a sectores que arrastraban una existencia sólo formal. El empeño hace florecer un agitado debate sobre los mejores procedimientos para fascinar al conjunto universitario; pero descubre también la existencia de una gama de perspectivas políticas que trasciende los marcos de la Universidad y engloba estrategias de largo alcance. Ya no parece aventurado el juicio de un dirigente peronista universitario: "Vinieron a terminar con la politización y lograron exactamente el objetivo opuesto".
Claro que los temas políticos han sido un elemento tan consustanciado con el movimiento reformista como su permanente adhesión a la filosofía liberal. Nacidos al calor del yrigoyenismo, los reformistas se apresuraron a apuñalearlo por la espalda en 1930; fueron uno de los grandes animadores de la Unión Democrática y, después, la lucha antiperonista encontró en FUA y FUBA a sus protagonistas más enconados.
El monopolio reformista fue quebrado hacia 1950 por el surgimiento del humanismo, impulsado desde círculos católicos. "La difusión del pensamiento renovador de Jacques Maritata, Emanuel Mournier, y otros, causó no poco escándalo", evocó el contador público Oscar Reali (27 años, casado), que posteriormente presidió la liga.
Ambas corrientes midieron fuerzas durante el encrespado debate sobre la libertad de enseñanza que culminó con las grandes movilizaciones de 1958. El fracaso de los objetivos laicistas coincidió con el encumbramiento de una nueva guardia en FUA, que desplazó a los viejos conductores, tildados de gorilas. Profundamente influenciados por el frondicismo, la voltereta del líder intransigente, una vez en el Gobierno, y la radicalización de la revolución cubana consolidaron una dirección de izquierda que sistematizó sus planteos durante el cuarto y quinto congresos de FUA.
"Pero estábamos profundamente trabados porque no disputamos la hegemonía al cientificismo limitacionista de Risieri Frondizi", argüyó Ariel Seoane (31 años, médico), alma mater de FUA en aquel período. "Proteger a las autoridades universitarias —bombardeadas desde la derecha— nos descolgó de los intereses específicamente estudiantiles; la lucha quedó planteada en términos de fórmulas políticas mediatizadas de las aspiraciones gremiales", describe.
Al mismo tiempo, las divergencias internas entre el activo comunista universitario y la dirección partidaria obligó a los jóvenes turcos a poner énfasis sobre los temas políticos, que terminaron por fatigar a los estudiantes. Por esa brecha se coló el humanismo, que ganó las elecciones de 1962 e impuso al Rector Julio Olivera; también facilitó el Crecimiento del Integralismo, en Córdoba, y de los católicos de la Unión Estudiantes del Litoral.
Luego de un sostenido resurgimiento durante el Gobierno Illia —aunque la FUA no se repuso jamás del desgaste y FUBA fué disuelta en 1964—, los comunistas rebeldes se escindieron en agosto del año pasado (Nº 255). Desde entonces controlan el organismo aliados a sectores de izquierda y un movimiento orientado por Ariel Seoane (MENAP), arraigado especialmente en el interior. "Caracterizamos al Gobierno Onganía desde el primer momento, sin entrar en la expectativa ilusionada que ganó muchos sectores; FUA eligió el camino de la lucha", se enfervoriza Rocha. Tanta pujanza los llevó a una política de enfrentamiento directo ("todo o nada") con la intervención: el Gobierno dejó al movimiento hecho jirones.
Mientras tanto, otras agrupaciones surgían luego de ocurrida la hecatombe radical. "La etapa marca el desarrollo en la izquierda tradicional y el catolicismo de una tendencia que intenta superar el desarraigo estudiantil de la política nacional", pontifica Roberto Grabois, un casi-sociólogo de 25 años, inspirador del Frente Estudiantil Nacional (FEN), creado hace dos años. Sus acólitos abjuran de la Reforma, a la que consideran perimida como eje del movimiento estudiantil. "Ahora se trata —sostiene Grabois— de comprender el papel de la clase trabajadora, que en este país tiene nombre y apellido: el peronismo."
Parecidas inquietudes desvelan al Humanismo: "La división entre los reformistas y nosotros ha caducado; ahora se trata de puntualizar cuáles son los movimientos nacionales", explica Julio Bárbaro, presidente de la Liga Humanista. Una crisis profunda sacudió a esta corriente después de la intervención: "Expulsamos a los sectores de derecha —enumera Reali— y hemos reformulado nuestras posiciones: queremos un puesto de lucha junto a otras organizaciones de contenido nacional y antiimperialista".
Estas premisas impulsan a los humanistas a compartir con el FEN similares fervores por la CGT que encabeza el gráfico Raimundo Ongaro; en la comisión de relaciones obrero-estudiantil comparten su adhesión con la Federación Agrupaciones Nacionales de Estudiantes Peronistas, convertidos ahora en la vedette de quienes aspiran a militar en el justicialismo vía Universidad.

La danza de siglas
Con algunas variantes, este conjunto de tendencias —y su enfrentamiento— se reproduce en las distintas Facultades. Sumergirse en la danza de siglas que identifican a las agrupaciones —hay una decena sólo en Filosofía y Letras y no bajan de cinco en el resto— sirve para comprobar que FUA domina sectores importantes en Medicina (MUR 10-AVEM), Derecho (mur), Filosofía (arfyl), Ciencias Naturales (mur), Química (mar), Ingeniería (lru), Arquitectura (ar), Ciencias Económicas (ur) y Universidad Tecnológica (lrt).
El FEN es fuerte en Filosofía (fa) y Ciencias Económicas (rr) y tiene grupos afines en las otras Facultades; el otrora poderoso Centro de Estudiantes de Ingeniería, La Línea Recta, está gobernado por una coalición de izquierdistas e independientes.
Esta catarata se precipita ahora sobre los estudiantes cada día más inquietos por las trabas y la represión, "Es cierto que hasta hace poco había apatía —admite un dirigente de Derecho—, pero se trata de retracción y no de retroceso; la Intervención no ha conseguido ganar a ningún sector." Una perspectiva que comparte el Presidente del Centro de Ciencias Económicas, Carlos Alberto Peola (28 años, casado), quien destaca un fenómeno común a las nueve Universidades nacionales: "Prácticamente, la derecha ha dejado de existir".
Lejos ya de las movilizaciones imponentes que en 1958 desesperaban a la Policía, el alumnado de los colegios secundarios parece sumergido en la indiferencia. Desaparecida en 1960 la poderosa FEMES, sólo subsiste CAEM (Coordinación Argentina de Estudiantes Metropolitanos), hasta el año pasado preocupada por organizar picnics y campamentos. Hace 8 meses llegó la revolución interna: una coincidencia de católicos, izquierdistas y tendencias nacionales alumbró el Movimiento Estudiantil Secundario de Acción Popular (MESAP), "Es necesario forjar un plan de acción que contemple las características de cada colegio e impulse la agremiación", explicó Ana L. (15 años). Una audacia que los obliga a arremeter contra el Decreto Jorge La torre, de 1936, que prohíbe las asociaciones estudiantiles de cualquier especie. Pretender vulnerar el cerrojo ya le costó la expulsión —se enorgullecen los militantes— a 150 pioneros. También los obliga a actuar en una hermética clandestinidad.
La sanción del Decreto 9767, que instaura un nuevo sistema de promoción cuatrimestral, desató en mayo módicos disturbios que enviaron a las celdas a 80 activistas. "En realidad fueron el fruto de una acción espontánea, desorganizada, que surgió de algunos colegios líderes como el Mariano Moreno, Avellaneda, Mitre, Comercial 23 y algunos nocturnos", aclaró Marina Y. (15 años). Sin embargo, del caos surgieron los COLES (Comandos de Organización y Lucha Estudiantiles), que buscan formas institucionalizadas para canalizar las protestas.
En general, el conjunto del movimiento muestra una alegre predilección por las posiciones extremas; por eso es considerable la influencia de la Tendencia Estudiantil Socialista Revolucionaria (TERS), inspirada por el grupo trotskista que edita Política Obrera. Ellos parecen ser los discípulos más dilectos de Cohn-Bendit.
Como en los tiempos heroicos, el movimiento estudiantil despliega su parafernalia de sectas, esquemas y grandilocuencias. Las próximas semanas dirán si se trata de un proceso sólido o de una pompa de jabón, útil para engalanar el jubileo reformista. También servirá para comprobar si el poder policial continuará sometiendo a vasallaje al poder estudiantil; esto es, si hay poder estudiantil. 
11 de junio de 1968
PRIMERA PLANA

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