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pie de fotos
-Perón (con Isabel), nada compromete tanto como ganar elecciones.
-Antún, Iturbe y Lascano, el parlamento se sólo un escalón hacia el poder.
-Diputado electo Gallo (entre Diskin y Vandor), mensaje para Madrid

 

 

Durante toda la semana pasada una sola leyenda, de mano anónima, campeó en la pizarra del Bloque Justicialista, en el último piso del Congreso Nacional, "Hoy andamos con la espumita",'" advertía, y no era para menos: desde el lunes hasta el viernes —entre—palmoteos, congratulaciones y estallidos de alegría— la dichosa espumita fue depositando en las carcomidas oficinas del sector a algunos de los cuarenta y cuatro nuevos diputados electos el domingo 14 de marzo.
Ellos, junto con los ocho representantes peronistas elegidos en 1963 con mandato por cuatro años, se aprestaban a formar un bloque de 52 diputados, el más fuerte de la Cámara Joven tras de la UCRP (70 miembros). Paralelamente, a lo largo de toda la República más de ciento cincuenta legisladores electos marchaban a defender esa tendencia en los parlamentos provinciales; multitud de administraciones municipales habían caído en manos del peronismo, Hasta el socialismo democrático perdió el contralor del Concejo Deliberante en Mar del Plata (ver pág. 16).
Hostigando la euforia peronista, nuevas voces vinieron a mezclarse con los alaridos de victoria. "La democracia ha sufrido un serio tropiezo", declaró Isaac Rojas. "Se ha repetido un enfrentamiento con sentido pretérito", estimó Horacio Sueldo. "No creo que nadie pueda discutirle el triunfo a Unión Popular —aventuró el conservador Arturo Uanini—. Si alguien llegara a intentarlo, el país se vería abocado a situaciones graves y riesgosas."
Otras evaluaciones provenían del extranjero. En el Journal de Genéve, el lúcido editorialista Rene Payot advertía que el "movimiento peronista sigue siendo una fuerza política de primer orden en Argentina. Si el presidente Illia quiere detener la pujanza peronista deberá restaurar la situación económica y financiera del país". "Argentina es todavía un país donde el comunismo castrista no ha penetrado", redescubrió Tempo, de Roma. "El peronismo recobró ímpetu y avanza hacia el poder", preveía el católico Ya, de Madrid.
Palabras tranquilizadoras afloraban en cambio en el influyente New York Times: "No existe la menor posibilidad de ver al general Perón recuperar el poder en las circunstancias actuales." "No se votó por Perón, sino contra el gobierno de Illia y la inflación", trataba de convencerse el diario batllista Acción, de Montevideo.
Mientras tanto, los dirigentes y activistas del peronismo preferían destacar ciertos perfiles de la victoria: 
• "Se han unido todos los antiperonistas, y a todos les hemos ganado", expresó Augusto Vandor. Para el sindicalismo, la jornada del domingo 14 fue "el triunfo del movimiento popular" frente al "agrupamiento del privilegio concentrado tras la cobertura momentánea del gobierno" (nota de la CGT). Esto es: algo así como una demostración de vigor luego de los años de la proscripción.
• Ciertamente, el peronismo no dominará el Parlamento desde el 1º de mayo, y la oposición declarada del Ejército al retorno de su jefe descarta por el momento la reedición de los napoleónicos "Cien Días". Con todo, el triunfo reivindica a Perón ante la opinión internacional y obliga, a concederle una jerarquía de reserva en el damero del continente americano.
• Los resultados señalan el dominio concluyente de la dirección ortodoxa, emanada de Perón (los Cinco Grandes: Delia Parodi, Andrés Framini, Alberto Iturbe, Augusto Vandor y Carlos Lascano, el 88 por ciento de los votos emitidos por el peronismo), sobre el neoperonismo rebelde: un 12 por ciento de los sufragios de ese color político. Indicaban también una victoria de Los Cinco sobre los sectores marginales de la izquierda o la derecha peronista que habían propiciado el voto en blanco. Ante la táctica concurrencista adoptada por aquéllos, el votoblanquismo debió reducirse a los cenáculos de la izquierda estudiantil universitaria adicta a Mao Tse-tung.
• Se adelantan nuevos esfuerzos del sector ortodoxo por lograr un status legal para el Partido Justicialista. El martes 16, Carlos Lascano —un jurisconsulto que preside su mesa ejecutiva— presentó nuevos recursos judiciales encaminados a lograr la personería de la agrupación.
Sus dirigentes admiten que ésta es sólo una etapa en el camino hacia el poder "Estratégicamente, para tomar una ciudades preciso tomar primero los poblados vecinos. Nuestra concurrencia significó eso: tomar los poblados, en este caso el Parlamento", declaró a PRIMERA PLANA el diputado electo Carlos Gallo.

Vox Populi
Con todo, la opinión pública en general no se mostraba muy segura sobre la actitud futura del peronismo:
• Para el nacionalismo revolucionario, la dirección peronista acabó de hundirse "negociando con la burguesía liberal el destino de la Patria y del pueblo trabajador" (Guardia de Hierro). Ellos proponían que el movimiento se organizara en "subcomandos de tres, cinco o más patriotas para prepararse y coordinar acciones futuras por la idea nacional - social - revolucionaria". Inversamente, los sectores moderados de la comunidad no escondían sus temores por la presencia del peronismo revolucionario en el Congreso. ¿Cuál sería, en definitiva, la real actitud del núcleo dirigente peronista tomado entre estos dos fuegos? ¿Habrá una adecuación suya al sistema liberal, o el futuro será de rebeldía peronista?
• ¿Qué programa —se preguntaban los observadores— defenderá el peronismo en el Parlamento? ¿Qué principios guiarán sus pasos ante cada uno de los problemas en discusión?
• ¿Cuál será la índole de las vinculaciones entre el peronismo y el Gobierno, en definitiva? ¿Cómo actuarán frente a los sectores empresarios? ¿Qué coincidencias y qué disidencias mantendrán el Ejército y el peronismo?
Al día siguiente de los comicios estas preguntas sólo pudieron ser respondidas en el plano emocional. "El país queda totalmente en manos estatizantes", intuyó Francisco Manrique. Su correligionario de UDELPA, Araldo Ritaco, acusó al país de "incultura cívica". Simbólicamente, Augusto Vandor dedicó el triunfo a Perón en el curso de una audición televisiva.
Cuando promediaba la semana, los altos dirigentes peronistas comenzaron a hurtarse a los reportajes; todos ellos, en sus escasas apariciones, coincidían en la afirmación verbalista de los principios partidarios.
Una impresión comenzó a dominar entre los observadores: el peronismo carecía de tácticas para la acción inmediata; más que nunca pudo advertirse que el retorno de Juan Perón ha dejado de ser una expresión publicitaria para convertirse en una epidérmica necesidad de la conducción.
Hacia el fin de semana, tres hechos vinieron a conformar lo que puede ser el origen de próximas actitudes en el peronismo:
• El ex gobernador y actual diputado electo Héctor Maya, del neoperonismo entrerriano, hizo llegar un mensaje adhiriendo al bloque ortodoxo. Sugestivamente, en esferas ligadas a Los Cinco se oyeron palabras blandas para juzgar la actitud de Alberto Serú García (antiguo promotor de la rebeldía en San Nicolás y Córdoba); el éxito que había tenido en Mendoza (100 mil votos) lo envolvía en sus pliegues. Se estaba avanzando hacia la unidad total.
• Voces provenientes de sectores militares irrumpieron entre los vencedores: "Vamos a tener que trabajar largo tiempo juntos", advertían; acompañaban una sugerencia para que el peronismo disminuyera su violencia verbal.
• El comando de Los Cinco preparó un informe destinado a Juan Domingo Perón, del que será portador el joven diputado electo Carlos Gallo (30 años, casado, 2 hijos, dirigente del sindicato telefónico), quien viajará a Madrid al finalizar esta semana.

Viaje al Parnaso
Penosamente, el 15 de marzo los, directivos peronistas debieron admitir que el triunfo no concedía descanso. En San José 1555 —la seccional metropolitana del Sindicato Metalúrgico—, los fiscales trabajaron hasta el miércoles en el contralor de las planillas de cada mesa. En la mañana del jueves sostuvieron que las cifras otorgaban al peronismo el primer puesto en la Capital Federal. Denunciaron que un número no especificado de boletas con defectos fueron distribuidas por la Junta Electoral, y ése era el origen de los diez mil votos impugnados, "casi totalmente peronistas", se dijo. Entonces, nuevos fiscales invadieron el salón de Pasos Perdidos del Congreso para controlar el escrutinio definitivo.
Por la noche, el Secretariado Nacional del Partido Justicialista y Los Cinco redactaron el informe que se enviará a Juan D. Perón. Hasta hubo quien encontró energías piara organizar un acto público "con el objeto de festejar la victoria", que seguramente tendrá por escenario el Luna Park.
Aun así, PRIMERA PLANA peregrinó por los comités y los sindicatos; alguno de sus cronistas amaneció en las veladas peronistas para allegar datos que permitan inducir la actitud futura del peronismo. Fueron consultados los nuevos legisladores Carlos Gallo, Rodolfo Tecera del Franco — gremialista y político de la Capital Federal— y el triunfador sobre el radicalismo de Córdoba: Julio Antún.
En la mañana del viernes, un redactor de la revista consiguió extraer a Paulino Niembro del vórtice qué lo rodeaba para sondear durante cuarenta y cinco minutos las intenciones del peronismo sindical. Horas antes la cortina de evasivas que rodea a Los Cinco fue descorrida un tanto: Alberto Iturbe, Augusto Vandor y Carlos Lascano hablaron para PRIMERA PLANA en Talcahuano 451, el cuartel general peronista.

Golpes en el plexo
El movimiento inició su lucha por la legalidad el 10 de junio de 1956, al día siguiente de la fracasada intentona de los generales Miguel Iñíguez y Ángel Valle: entonces se comprobó que Juan Perón no regresaría al poder por medio de una revolución militar.
Quienes ensayan describir la estrategia peronista desde esos momentos argumentan que en el avance hacia el poder opera por golpes sucesivos aplicados en el plexo del sistema liberal: unas veces consigue introducir la discordia en el campo antiperonista. Como sucedió en 1958 y en 1963, se alia con fuerzas más decididas a conseguir el poder rápidamente para que le sirvan de escudo en la pelea. Otras veces —esto sucedió en 1962 y quizás figuraba hasta hace diez días en los planes de los directivos del movimiento—, juegan a provocar la reacción violenta del antiperonismo contra las autoridades de turno. Así piensan captar un sector disidente —el Frente, la oficialidad azul de las FF. AA., grupos internacionales— que los acompañe hasta la Casa Rosada como reacción ante aquello. (1959: la huelga revolucionaria de febrero paralela a un golpe antifrondicista. 1962: la concurrencia que generó las proscripciones y la caída de Arturo Frondizi.)
En plazos largos se observa la eficacia de esa táctica: el mismo gobierno que derrocó a Frondizi para impedir el acceso del peronismo a las gobernaciones de algunas provincias se vio obligado a negociar con ese movimiento las condiciones de su concurrencia en 1963.
Un intento similar vivía en la entraña del Retorno: la inestabilidad derivada del anuncio no fue uno de los motivos menos valederos para decidir al gobierno Illia a conceder la concurrencia del peronismo intentando complicarlo dentro del sistema liberal para que se anule como fuerza revolucionaria.
Quizá por eso la resolución concurrencista de Los Cinco, al comenzar el año, incluía un matiz insurreccional que enmarcó toda la campaña del movimiento: sus dirigentes máximos esperaban una disidencia, otra vez, en el seno del antiperonismo, quizá entre el Ejército y la UCRP.
"Para el peronismo, el arribo al Parlamento significa tanto como poder subir a una tribuna de difusión de ideas. Buscamos la transformación total de las estructuras que hemos atacado como dirigentes sindicales, y para eso —dictaminó Carlos Gallo— necesitamos crear previamente una mentalidad revolucionaria en el pueblo y elaborar las condiciones jurídicas del cambio: reformar la Constitución garantizando la participación del individuo en la vida política y económica del país. Esta será la tarea previa del peronismo en la Cámara."
Gallo, titular de la juventud peronista en 1955, participó desde ese momento en la lucha clandestina para surgir a la luz recién en 1959: fue secretario de Prensa del Sindicato de Telefónicos y luego su secretario adjunto. En 1963 organizó 12 distritos para el peronismo actuando en el 'Heptunvirato' reorganizador. Entonces recorrió tres veces el país en seis meses; es dibujante técnico en la Dirección de Ingeniería de Teléfonos del Estado, hijo de un jubilado telefónico y de una costurera de Harrods-Gath & Chaves.
Tácticamente, según el menudo y rubicundo Gallo, "hay momentos en que el adversario nos lleva a terrenos que nosotros no elegimos: las elecciones fueron una escaramuza que no pudimos evitar".

Integración o rebelión
Si para Carlos Gallo —un gremialista teñido con reminiscencias nacionalistas, firmemente vinculado a oficiales del Ejército— las 44 bancas en el Congreso son tan sólo un beneficio que se le brinda al peronismo accesoriamente, para el gremialista puro Paulino Niembro son el resultado de una acción continuada.
"Hemos tratado siempre de adaptarnos a la vida institucional —sugirió, recluido en un cuartito del Bloque Justicialista donde trataba de ignorar el constante ir y venir hacia él de sus colaboradores—. Por supuesto, no nos amoldaremos a un sistema que consideramos caduco: nuestra presencia
en el Parlamento es, de por sí, revolucionaria, aunque esto no signifique que pongamos diariamente una bomba en cada banca." Luego se lanzó a recordar los intentos legalistas del movimiento en 1962, "cuando nos anularon los comicios". O los de 1963, cuando "terminaron por proscribir a los electores de presidente del Frente Nacional, inhabilitando a los gremialistas".
Hasta el momento, el peronismo tuvo una sola estrategia que lo encamina nuevamente hacia el poder, y dos tácticas: buscar alianzas con sectores afines o provocar fisuras entre los adversarios ¿Marcará el año 1965 el nacimiento de una nueva táctica: ganar cada vez más escaños hasta conquistar el Parlamento? 

La cuestión interna
Indudablemente, el destino de la acción parlamentaria peronista está ligado al destino del peronismo como partido nacional. "Vea: le daré una primicia —concedió Niembro en un momento del reportaje—. Va a haber un solo bloque legislativo peronista."
Al cabo de los siete días pasados todos los indicios señalaban que en el seno del bloque se produciría la unidad del movimiento. Hasta ahora, el peronismo presenta otra fisonomía: 
• La mayoría (3.032.186 votos) se inclina a seguir las directivas de Perón. A lo largo de los últimos dieciocho meses ser peronista ortodoxo implicó el compromiso de apoyar la reorganización dispuesta por Madrid que llevó a cabo el Heptunvirato, sostener la CGT en su último Plan de Lucha, colaborar en las etapas que precedieron al frustrado retorno de Juan Perón y, finalmente, integrarse en la vida interna del naciente Partido Justicialista.
Por lo tanto, no existen razones para motejar de neoperonista a Abraham Abdulajad, jefe de la Unión Popular santiagueña, o a Fernando Riera, el caudillo de la Acción Provinciana de Tucumán. Menos aún en el caso de Martín Lozano, un ferroviario de Justo Daract (San Luis) que llevó a Acción Popular muy cerca del triunfante conservadorismo, o a los dirigentes del partido Blanco de Río Negro. Todos ellos aportaron al Partido Justicialista; cuando la justicia descartó la posibilidad de concurrir con esta
sigla en el orden nacional, los citados optaron por echar mano a viejas denominaciones usadas ya en 1962.
En Tucumán, los organismos naturales del PJ no habían llegado a constituirse: los dos grupos peronistas buscaron sus antiguos cauces. Los puntanos se aliaron con el MID y dieron lugar a una escisión menor que debió ser repudiada por Los Cinco, según ellos "para impedir alianzas parecidas en otras provincias". Los críticos del pentágono peronista indican que ellos no tuvieron autoridad como para unificar a los dos grupos ortodoxos santiagueños. El blanquismo rionegrino es camino de la ortodoxia en la provincia sureña desde 1962. Menos este partido, los demás pueden ser tomados por minorías ubicadas frente a la conducción, pero en ningún caso debió calificárselos de rebeldes, puesto que coinciden con la estrategia de Madrid.
• "El sector ortodoxo absorberá al neoperonismo, simplemente por la atracción que ejerce una masa más grande sobre otra más pequeña", observó hace cuatro días el doctor Osvaldo Pérez Pardo, asesor del bloque peronista. Integran el sector neoperonista el partido Tres Banderas de Entre Ríos (96.000 votos), el Movimiento Popular Mendocino (100.644 votos), la línea Las Flores-Lujan (36.962), el Laborismo (28.962), el Movimiento Popular Neuquino (20.830) y el partido de la Justicia Social (44,199). En total, 318.197 votos. El aporte de Héctor Maya, dirigente de Tres Banderas, de Entre Ríos, al bloque oficial abrió, en la semana pasada, la ruta de la unidad.
• Por ahora, los observadores parlamentarios se sirven del sector de origen de cada legislador para pronosticar su conducta futura. "¡Seremos todos diputados peronistas!", protestó Paulino Niembro. Provisoriamente, a pesar de esas protestas, resulta inocultable que Carlos Insúa, Manuel Bianchi, Nicolás Schiaffino, Rodolfo Tecera del Franco, Gerónimo Vinti y José González provienen de la estructura misma de Unión Popular, la sigla permanente que desde 1962 se mantiene adicta a la conducción oficial. "Nosotros deseamos apagar las teas incendiarias", definió en la noche del 14 uno de sus líderes, Carlos A. Bramuglia. Se estima que estos diputados ejercerán una influencia negociadora.
En cambio, Gerónimo Izzeta, Máximo Castillo, Manuel Villalba, Benito Romano, Paulino Niembro, Martín Lozano, Carlos Gallo, Aurelio Vázquez y Alejo Simo surgen de la espina dorsal peronista: las 62 Organizaciones sindicales. El núcleo da su nombre al bloque de sindicatos peronistas en la CGT —unos 49 ahora— que se fundó en 1956 para evitar el copamiento de la central obrera por los sindicatos libres que acunaba la Revolución Libertadora. Tomaron la CGT de manos frondicistas recién en 1960, pero ya en 1958 sus mecanismos sirvieron para definir la elección en favor del candidato de Perón: el mismo Arturo Frondizi. En 1962, la bien concertada acción de los gremios dio la victoria al peronismo en los centros urbanos: esta maniobra se repitió hace quince días.
"El movimiento sindical moderno exige la presencia de sus dirigentes en la política nacional —declaró sin vacilaciones Paulino Niembro, a la vez Secretario General de los Metalúrgicos de la Capital Federal—. Los grandes problemas nacionales son, en definitiva, los problemas de la clase obrera y del pueblo. Por eso, el dirigente sindical se ve forzado a actuar en política para defender allí también los intereses que representa. Para esto, hasta llegaremos a compartir el trabajo con otros sectores —sin pactos políticos— cuando estén en juego concepciones doctrinarias afines."
Seguramente, el núcleo moderador del bloque estará integrado por los políticos y las mujeres que brotaron del ortodoxo Partido Justicialista: Alberto Natiello, Teresa Riande, Jorge Simini, Alberto Armesto, Rosaura Isla, Jorge Montani, Ángel Castellano, Eusebio Rodríguez, Carlos Alegre, Juan Luco, Raúl Riobóo, Cristóbal Rodríguez, Abel Acosta, Julio Romero, Carlos Juárez, Abranana Abdulajad, Fernando Riera, Raúl Oreste, Edgar Sá, Francisco Rodríguez Vigil, Nélida Calviño, Nélida Sarmiento, Julio Antún, Raúl Roca, Carmelo Risso, Carlos Cottonaro, los supérstites Alberto Calvó, Lucio Ruiz, Ferdinando Pedrini y Cornejo Linares.
El neoperonismo —una organización rebelde, independiente hasta ahora de Juan Perón, que floreció en los congresos de San Nicolás (diciembre de 1964) y Córdoba (enero de 1965) — reintrodujo a Felipe Pessino y Jorge Solana, y ubicó a otros dos: Walter Fluixa y Héctor Maya. Mantiene a Alberto Serú García, David Casas y Heliberto Tachella.

Lo que quiere el peronismo
Para Carlos Lascano, la doctrina del partido gira en torno de unos pocos principios:
• La participación en los poderes políticos, culturales, económicos y sociales de las entidades comunitarias que son inherentes a la naturaleza del hombre (asociaciones profesionales, políticas, científicas).
• El derecho de propiedad privada está condicionado a hacerla servir socialmente.
• Los planes económicos aprobados con el concurso de las entidades comunitarias tienen potestad sobre los entes privados.
• Las fuentes de energía son propiedad imprescriptible e inalienable de la Nación.
• Los monopolios de hecho y los servicios públicos deben ser propiedad de la comunidad.
• Quienes ofendan los derechos del pueblo propiciando las proscripciones o las limitaciones y fraudes a la voluntad popular, incurren en el delito de traición a la patria.
—Exactamente, ¿cómo se conjuga el concepto de la propiedad en función social con la libre iniciativa? ¿Cómo se articulan los consejos de fábrica con la necesidad de promover inversiones?
"Es cierto que hay que terminar con la imagen de una Argentina agrícola-ganadera —dijo Niembro—: tenemos una industria pujante que necesita ser movilizada por la vía del crédito para conseguir la ocupación plena. Pero también es preciso borrar la imagen de que el dueño de la fábrica es su
patrón. El dueño es un dirigente, como son dirigentes los hombres del sindicato: la empresa es un bien común y debe estar al servicio de la sociedad. La cogestión se impone entonces para evitar la apropiación excesiva de beneficios; esto no significa que los empresarios pierdan el contralor de la empresa."
Para muchos, estos principios peronistas deberán conjugarse en la realidad. Una realidad donde la desocupación es el fantasma que se cierne sobre la clase obrera urbana.
"¿Sabe usted de dónde sacamos la mayor cantidad de nuestros votos? — demandó uno de Los Cinco a PRIMERA PLANA un mes atrás, en Formosa—. De entre los obreros urbanos que ya tienen un status (su casa, los enseres básicos) y que vislumbran la posibilidad de crecer y quizás abandonar su condición de dependientes. Estos grupos ven detenido su progreso por la inflación y canceladas sus oportunidades por el fantasma del despido. Es más difícil buscar —continuaba— el caudal peronista en los habitantes paupérrimos del interior, sometidos por eso mismo a la seducción de los dirigentes tradicionales y sus dádivas."

El gobierno y los militares
Teniendo en cuenta la índole de los problemas que el peronismo debe resolver para evitar un fracaso en 1967 y 1969, esto es la situación de las masas urbanas, le quedan dos caminos:
• "El programa de la UCRP contó con el apoyo del 80 por ciento del electorado", sostuvo el senador Ramón Acuña. Es de los que piensan que una alianza del peronismo y su partido puede llevar adelante una revolución nacional. "¿Hay o no coincidencia plena en la nacionalización del petróleo, en la transformación agraria, en la intervención del Estado en la economía, en la necesidad de redistribuir el ingreso?", demandó el catamarqueño Acuña. "¡Nosotros somos ortodoxos: la tierra para el que la trabaja, propiedad de quien la habita y que rinda ganancias para quien la haga producir!", pareció contestarle afirmativamente Julio Antún (41 años, soltero, abogado), un dirigente que recorrió Córdoba a
lomo de mula para ganarle la elección a Justo Páez Molina, casualmente un correligionario de Acuña.
Contrariamente, para Rodolfo Tecera del Franco la alianza con la UCRP es imposible: "Estas elecciones no han hecho más que evidenciar el violento choque entre dos mentalidades: la UCRP representa todavía a la democracia liberal, propia de las primeras décadas del siglo. Con nosotros, triunfan los principios que orientan la democracia social", agregó. 
• Allí, en el cogollo del peronismo, se escuchan con mayor interés los ofrecimientos de sectores castrenses. "Vamos a trabajar juntos mucho tiempo", susurraron asesores militares al oído de la conducción peronista hace algunos días.
"Corresponde a la política tratar de que las metas para el logro del interés nacional no se reduzcan a una mera enunciación", expresó por esos días el almirante Rolando Esteverena al iniciar, frente al "Primer Magistrado y los Altos Mandos, el curso de la Escuela de Guerra. Dentro del peronismo, sus palabras fueron recogidas como un preludio del cambio. "Al grupo militar le convino nuestro triunfo, —se oyó decir entre peronistas—, porque ya tiene pretexto para exigir la modificación de la política económica de la UCRP."
Sea cual fuere el camino que escoja el peronismo, tal será el destino inmediato de esa fuerza; si opta por comulgar con el estatismo de la UCRP, compartirá con ella los sectores cesantes (el proletariado rural, los jubilados) . Si acepta promover la transformación de estructuras partiendo del desarrollo de los sectores de base (petróleo, metalurgia, madera, construcción), verá crecer junto a sí el apoyo de los núcleos obreros industriales. Entonces, es probable que en su seno surja el cáncer de una izquierda filo-marxista —sectores de la juventud no incorporados a la actividad productiva aún, sectores cesantes— para enfrentar a la conducción. 
Aunque también es posible que no ocurra ni lo uno ni lo otro: que el peronismo se limite a la agitación vocinglera dentro del Parlamento hasta que llegue el momento del poder. Y esto es quizá lo más probable. 
PRIMERA PLANA
23 de marzo de 1965