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-Perón, no alejarse de las urnas

 

 

Las primeras figuras del peronismo se congregaron diez días atrás en un asado ofrendado en Río Cuarto por los electos cordobesas. Augusto Vandor, junto al Secretario de la CGT, José Alonso, leyó un fraterno mensaje de Andrés Framini: el hecho, por lo menos simbólicamente, bajó el telón sobre el pasado antagonismo de ambos líderes e invitó a borrar otras disputas que socavaron el movimiento a lo largo de 1964.
Una cálida cordialidad inundó los ánimos y proyectó nuevos ágapes: un homenaje a Los Cinco Grandes —comprometidos en diciembre último en la operación para el retorno de Juan Domingo Perón: Delia Parodi, Alberto Iturbe, Carlos Lascano, Vandor y Framini— y otro en el City Hotel dedicado a Rodolfo Tecera del Franco (Unión Popular) por su probable acceso a la vicepresidencia de la Cámara de Diputados; y en un factible y eventual interinato, a la presidencia.
En la cronología peronista la fecha inauguró el Año de la Unidad, pero el encuentro precursor fue la unificación del bloque legislativo, lograda el 1º de abril (Nº 126),
El "acuerdismo" prosperó con el aval del 'nabab' Jorge Antonio, visitado y consultado en Asunción del Paraguay por la plana mayor; pero aun cuando Antonio asumía la representación de Madrid, faltaba el explícito asentimiento de Perón a través del acostumbrado vehículo epistolar. La novedad se produjo a mediados de la semana pasada, cuando arribó a Buenos Aires Carlos Gallo, diputado electo por la Capital Federal, dirigente telefónico y uno de los voceros de Vandor.
Gallo mostró fotografías en las que aparece con Perón, Isabelita Martínez y los perritos, y derivó la carta al cenáculo de Los Cinco. El miércoles 14 una copia fotostática de la misiva llegó a la Secretaría de Guerra: Perón dice que no renuncia a volver a la Argentina (*) y que aceptaría vivir an San
Carlos de Bariloche, pero entiende que ese retorno no debería concretarse inmediatamente. Cree que sus partidarios tienen que llegar al poder por el camino de las urnas y que entonces su regreso sería automático. Pide que, por ahora, no le hagan visitas y sugiere que es preciso apartarse de las soluciones de fuerza, confiando en que un sector del bloque de diputados "hará buena letra" y otro se mantendrá en la línea ortodoxa.
Una versión de la carta, frecuentada en círculos adictos, no difiere en lo sustancial: el ex presidente aconseja ser constructivo, está conforme con la integración del bloque único, disiente con los que opinaron que los del 14 de marzo eran unos comicios más ("Después de estas elecciones yo puedo pesar mucho más en el campo internacional"); alienta a obtener coincidencias en torno de las banderas nacionales, pero no da pormenores. Finalmente, sugiere aprovechar el acceso al Parlamento para cambiar la relación de fuerzas, presentando un frente de batalla contra el sistema por las vías legales. Perón pide restringir las visitas y argumenta que pueden presentarse dificultades en España. Esto último demora el viaje de Los Cinco para después del 1º de mayo, si bien se espera solucionar todo problema: se han iniciado gestiones, por una parte; por la otra, se conjetura el cambio del Embajador argentino en Madrid, Juan O. Gauna, que está dispuesto a dimitir.

Mayor unidad
La integración peronista puede arrojar otra novedad próxima si se concreta la reincorporación de Raúl Matera, cuyo alejamiento de las filas del movimiento se produjo en vísperas de los comicios presidenciales de 1983. Desde entonces, Matera se recogió en el silencio: lo quebró en enero último, declarando en" Mar del Plata que obraban influencias del Pentágono (Estados Unidos) sobre la política defensiva militar en el país.
Posteriormente mantuvo conversaciones con Framini y con el representante gastronómico Ramón Elorza. El escollo para su rehabilitación proviene de Jorge Antonio, con quien cultivó hasta principios de 1964 una honda amistad que se quebró cuando Matera rompió con la dirección peronista, se alió a los demócratas cristianos, y acompañó a Horacio Sueldo en la fórmula, (A fines de enero último, en Asunción, Antonio dijo a PRIMERA PLANA, refiriéndose a Matera: "En política, el que se equivoca muere. Y en política, sólo se muere una vez." Ciertos sectores peronistas creen ahora en una resurrección.)
La batalla más difícil en la unificación del movimiento se dará en las provincias, donde se trata de canalizar en un partido único las corrientes disidentes enroladas en el neoperonismo. Unión Popular se propone una rápida reestructuración partidaria y elegir titular de la agrupación a Carlos Bramuglia con el fin de brindar una sigla habilitada electoralmente como receptáculo de las fuerzas peronistas.
Sin embargo, el procedimiento acarreará dificultades: UP siempre suscitó resistencias en el sector sindical del peronismo, que la consideró un mero vehículo para llegar a las urnas. Manuel L. Bianchi, conspicuo representante bonaerense de la línea acaudillada por Tecera del Franco, apareció en la última semana alineado en el sector "vandorista" representado por Gerónimo Izetta. Para la primera semana de mayo está provectado un viaje a Madrid de Bramuglia.

La idea de Marini
Mientras el peronismo trata de ajustar la unidad en el ámbito parlamentario y partidario sin descartar el proceso electoral de renovación de gobernadores de 1967, en el sector oficialista también hay cabezas pensantes, Una de ellas es la del Gobernador bonaerense Anselmo Marini: días atrás comió con los coroneles Alcides López Aufranc y Edgar Collins —jefe del Regimiento 8 de Tanques, cargo que antes ocupaba el primero, hoy subjefe de Operaciones de Estado Mayor— y reservó para la sobremesa una sorpresiva solución que permitirá el fracaso electoral del peronismo.
Los jefes militares escucharon y se miraron asombrados por lo que parecía una broma: Marini propugna añadir a la Capital Federal el cinturón industrial del Gran Buenos Aires, que el 14 de marzo consolidó la fuerte victoria peronista en esa provincia. Contactos con representantes de las Fuerzas Armadas fueron intentados por Antonio Cafiero; no se sabe qué suerte corrieron esos propósitos; sí se sabe que el Dinutado chaqueño Ferdinando Pedrini pidió una audiencia con el Comandante en Jefe del Ejército, general Juan Carlos Onganía, que se le negó.


(*) Una publicación francesa, el semanario Aux Écoutes, en un artículo titulado "Perón no renunció a la Argentina", exhuma las peripecias del frustrado viaje de diciembre de 1964, cuando el ex mandatario fue obligado a regresar a España desde el aeropuerto de Río de Janeiro.
Sostiene que en ese operativo intervinieron los generales Cabanillas y Navarro Garnica, jefes del Estado Mayor del Ejército español y amigos de Jorge Antonio. Un coronel retirado, de apellido Pombo, integrante de la tripulación del aparato de Iberia en el que volaron Perón y sus adláteres, era el verdadero cabecilla de la intentona. En el tramo Montevideo-Buenos Aires forzaría al piloto Luca de Tena a descender en un aeropuerto del interior argentino, y utilizaría al resto del pasaje como rehenes ante posibles ataques de aviones militares argentinos.
Añade Aux Écoutes que el propio Navarro Garnica, disimulado en el aeródromo de Madrid, supervisó la partida de Juan Domingo Perón.

Revista Primera Plana
20 de abril de 1965