Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


La veda de la carne
Al final, todos enojados
Campero 1
Revista Somos
23.03.1984

 Veda de la carne
Al terminar la veda, los precios de los sustitutos de la carne se quedaron —como se temía— en sus nuevos niveles. Comercio amenaza con profundizar las medidas de control. Las caras largas.

Todos se irritaron y el malhumor dominó la escena. Cada uno tuvo su causa para el enojo. Las amas de casa con el incremento del precio de los alimentos sustitutos de la carne. Los frigoríficos por la obligada pausa que impuso la veda en la faena. Los ganaderos porque se vieron privados de vender sus reses, salvo que las compraran para la exportación. Los consignatarios y matarifes porque también su negocio se extinguió hasta casi languidecer en esos cinco días hábiles de faena. Los carniceros parcialmente ociosos durante siete días. Y también el secretario de Comercio entró en la irritación, aunque con varios días de retraso, cuando regresó de Cuba tras catorce horas de vuelo y se encontró con el periodismo en Ezeiza, frente al que desplegó una furiosa catilinaria en la que no faltaron las opiniones de tono fuertemente político.
Es que en la Argentina el bife es cosa seria, y es lógico en un país que consume en estos tiempos de austeridad sus 75 kilos por habitante y por año, y que en los buenos tiempos sobrepasaba los 100. Además, la carne, como precio tractor, arrastra en su ascenso a los sustitutos y aún cuando desaparece de los mostradores todavía sigue actuando sobre el resto de los precios.
El consumidor, que no había sufrido la veda desde 1972, se exasperó con la disparada de precios y el gobierno quedó demasiado atado de sus pautas que lo obligan a rendir examen cada treinta días en una materia tan inasible y escurridiza como lo es la inflación, el mal crónico de la economía argentina.
¿No se previó acaso el alza incontenible de los sustitutos? ¿Era la veda el remedio adecuado en estas circunstancias? ¿Se justificaba acaso disponer una medida que iba a imponer un duro enfrentamiento con varios sectores al mismo tiempo y que podía extenderse nada menos que a los consumidores?

LLUVIAS Y FERIAS. Los interrogantes son muchos y frente a ellos Ricardo Campero, colocado en el ojo de la tormenta, no le sacó el cuerpo a las respuestas. "La veda se justificaba por las lluvias que dificultaban el normal acceso de los animales a Liniers. De todos modos íbamos a tener una semana muy difícil por la escasa oferta", dijo a SOMOS.
Campero, que el martes pasado, tras su regreso al país, aprovechó parte de la mañana para visitar algunas ferias en San Fernando (donde vive) y en Belgrano, con el fin de "dar la cara", encaró también una severa autocrítica. "Yo no expliqué a la población las características y el porqué de la veda y la conducta que nosotros esperábamos de las amas de casa. En cambio me preocupé más por esclarecer a las organizaciones empresarios. El breve tiempo que existió el anuncio y el inicio de la veda y la ausencia de explicaciones desconcertó al ama de casa, que es nuestra aliada fundamental. Lo que más me preocupa es el susto del día sábado 10 cuando algunos consumidores se espantaron y compraban cinco latas de aceite o tres tarros de Puloil por si acaso. Esto fue aún más grave que el movimiento de precios durante la semana."
El mea culpa del funcionario también se extendió a lo que calificó como "evaluación equivocada y parcial sobre el grado de quiebra de las estructuras de producción de sustitutos, como el pollo y el pescado, que no estaban en condiciones de responder rápidamente a una mayor demanda".
Lo que sucedió durante la veda superó todas las previsiones, aún las más pesimistas. El pollo, que tenía precio máximo, desapareció de los mostradores, en rápido viaje hacia las zonas no incluidas en la veda, o se vendía trozado a 70, 80 y hasta 90 pesos el kilo frente a los 50 que fijaba la disposición. El pescado llegaba en cuentagotas y a precios inalcanzables. Lo mismo sucedió con los huevos, el cerdo, las verduras y la fruta. Hasta el humilde perejil cobró notoriedad cuando su precio trepó a 102 pesos el kilo.
Las prohibiciones hacen aguzar el ingenio. Como habían quedado sobrantes de carne en las carnicerías, pues la veda fue comunicada el viernes a la noche, el producto se continuó vendiendo a domicilio. Los clientes de confianza lo recibieron en sus hogares y el reparto fue hecho con la ayuda de los niños. En todo caso era importante no mostrar carne en los mostradores, para que los inspectores de Comercio no se vieran obligados a intervenir.
Para Marcos Victorica y Urquiza, ex director nacional de precios y también integrante del gabinete de asesores cuando Roberto Alemann ocupaba el Ministerio de Economía, "la veda fue una medida bastante desafortunada que le facilitó un excelente negocio a los productores y vendedores de sustitutos, y hasta se distorsionaron los precios de esos artículos que en otras condiciones no tendrían por qué haber subido tanto".

"PEOR QUE BERI." Victorica y Urquiza no pudo con su genio y en plena veda recorrió mercados y ferias para auscultar el ánimo de la gente. Su testimonio fue lapidario: "Esto fue peor que el informe BERI en lo que hace a la imagen del gobierno y lo que es aún más grave, fue gratuito, porque no se logró ningún resultado positivo".
En recorrida, Victorica recogió una jugosa anécdota, cuando un ama de casa calificó de "pollos Campero" a las aves que tenían precio fijo pero que no aparecían por ningún lado y "sólo existen en las resoluciones de los funcionarios".
El ex director de precios descartó el argumento de las lluvias para justificar la veda. Dijo que era "rebuscado" y también que "los factores climáticos siempre han existido y existirán y su repercusión sobre los precios, aunque uno pueda advertir al consumidor, son insoslayables. Pero no se puede regimentar a la gente y decirle que esta semana no coma carne y la próxima prescinda de la lechuga, porque entonces estamos en la Unión Soviética donde siempre falta algo porque al planificador se le ocurrió que es mejor comer otra cosa o producir otra. La democracia política tiene una contrapartida muy grande en la democracia económica. Uno vota políticamente cada dos, cuatro o seis años —depende del caso—, pero vota económicamente todos los días cuando va al mercado".
Finalizada la veda el gobierno absorbió en silencio —o casi, porque Campero azuzó el fuego de la crítica— los costos de la semana negra. Lucio Reca, secretario de Agricultura y Ganadería, partió hacia el Litoral donde iba a realizarse la reunión del Consejo Federal Agropecuario. Ya durante la veda había delegado en el subsecretario de Ganadería la atención del periodismo.
Ante la ausencia de información se dio libre curso a la imaginación. Versiones hubo muchas. Se habló de precios máximos para la carne y resto de la canasta, una veda al consumo y la faena dos veces por semana. Hasta se especuló con la remota posibilidad de que la Junta Nacional de Carnes formara su propio stock de hacienda vacuna para volcarlo al mercado de Liniers y actuar así sobre los precios. Los frigoríficos insistieron en la cuotificación de la faena, y los productores se opusieron de plano.
Y los consignatarios criticaron en solicitada la obligación de disminuir los plazos de pago de la hacienda.

SANCION. Hasta el miércoles, al menos, no se había tomado medida alguna. Pero Campero habló fuerte ante SOMOS. "Los comportamientos antisociales tendrán su correspondiente sanción, porque en la Argentina ahora gobierna la democracia. Quienes aprovecharon la situación deberán atenerse a las consecuencias, pues nosotros no renunciaremos a la aplicación de todos los mecanismos legales a nuestro alcance como la ley de abastecimiento, la legislación sanitaria e impositiva, la ley de defensa de la competencia. Puede haber cierres y se acentuará la fiscalización. Cuando a mí me dicen que atento contra la libertad de comprar y vender, yo pregunto si no se atenta contra la libertad de alimentarse cuando la libertad de comprar y vender en condiciones monopólicas, en condiciones usurarias, elimina la libertad de consumir que se merecen todos los argentinos."
También aclaró Campero que la máxima es "todo se hará dentro de la ley", pero insistió además en que su autocrítica debe entenderse como una señal de profundización de la política aplicada en esa área. La réplica ya dio como resultado la clausura del mercado de concentración ubicado en Martín Coronado, partido de Tres de Febrero, y la búsqueda de un acuerdo de precios para el pescado que abarcaría sesenta días, incluyendo entonces el crucial período de Semana Santa.
El plan de pautas aparece ahora como una trampa difícil de sortear, especialmente cuando las previsiones oficiales de precios son desbordadas por la inflación. Quizá en marzo los resultados estadísticos sean más ajustados. La elevada ponderación de la carne vacuna en el índice de precios al consumidor se verá contrarrestada por la parcial atenuación de su precio que impuso la veda. Mientras tanto los sustitutos tienen menor incidencia y sus aumentos no se harán sentir tan directamente en la estadística. Pero el verdadero índice, el del bolsillo, ya ha dado su veredicto.
Desde Lisandro de la Torre para acá, la carne siempre tuvo que ver con la política y ahora no podía ser la excepción a esta regla inmutable de la historia económica argentina. Para Victorica y Urquiza "hay voluntarismo en el gobierno porque le cuesta admitir la diferencia que existe entre la campaña electoral y el acto de gobernar. En el gobierno hay que manejarse con realidades y ahora hay que admitir que las pautas han naufragado debido a factores monetarios, porque la emisión de dinero ha ido acompasando a la inflación. La explosión de los precios, entre ellos el de la carne, tiene causas económicas que lo explican".

DISTANCIA. Pero además Victorica enfatizó la necesidad de que "el gobierno si persisten en sus pautas o define otras nuevas, trate de medir bien sus pasos para no equivocarse, porque esto lo desgasta mucho. Estimo fundamental que el presidente Alfonsín tome distancia respecto de los compromisos que la realidad económica puede tomar de imposible cumplimiento. La Argentina necesita mantener la fe en el sistema político y básicamente en la cabeza del gobierno. La política económica se puede adaptar y corregir, pero si el Presidente se compromete con metas concretas su incumplimiento acarreará el descrédito de él".
Ya antes, Campero se había referido al mismo tema pero desde una óptica diametralmente opuesta. Aludió a la existencia de una "campaña ideológica" que desde su perspectiva tiene por objetivo que "Alfonsín reine pero no gobierne, que no se comprometa con su plan de gobierno".
"Como no se va a comprometer con su propio plan y con su propia política —insistió Campero ante SOMOS—. En última instancia si este plan no sirve él y su equipo sabrán rectificarlo y si su equipo no sabe hacerlo, el Presidente sabrá producir la rectificación del caso. Pero en uno u otro caso tiene que comprometerse. Esta estrategia de los sectores desplazados del poder tiende a que Alfonsín reine pero que no gobierne o lo haga en el marco de una coalición de centro derecha, porque no son capaces de aguantar seis años para entonces medirse en la arena electoral."
Hace quince días atrás parecía imposible que los problemas de abastecimiento de carnes rojas, en el marco de una escasez de oferta por la disminución del stock, precipitara una situación como ésta, donde se cruzan espadas sin demasiados miramientos y se responde medida por medida a lo que se considera son réplicas del contrincante.
Lo concreto es que está ya lanzada la lucha política. En cambio está por verse si los anuncios sobre el futuro presupuesto y los avances en la renegociación de la deuda externa despejan el horizonte, traen algo de quietud y permiten desviar la atención hacia los temas prioritarios. El control del déficit fiscal, de la inflación, el reordenamiento financiero, el replanteo del sector externo, la vuelta al círculo virtuoso de la inversión, la modernización tecnológica y la búsqueda de una mayor eficiencia y productividad, seguirán siendo los temas prioritarios. Si esto se resuelve bien lo demás vendrá por añadidura.
Pablo Martínez

 

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Victorica
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