Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


PUENTE PUEYRREDÓN
SE DESATÓ LA GUERRA
Revista 7 Días
31 de agosto de 1965

Diariamente, 90 mil automotores castigan los desgastados latones del viejo Puente Pueyrredón. Un puente cargado de historias, desde que comenzó a vivir aquella cálida primavera de 1931. Ese día, desaparecieron del Riachuelo los "boteros", encargados de tocar con rapidez ambas riberas. Desde entonces, el hoy cansado puente fue testigo mudo del progreso que transformaba Avellaneda y Barracas. Destartaladas chatas tiradas por caballos cruzaron el entonces flamante puente, cuando el Riachuelo "era un hilo de agua cristalina y fresca donde se podía pescar y sacar agua para tomar". También fue escenario de viejas luchas entre comités, después de la caída de Yrigoyen. Por sobre él pasaron, caída la noche, los compadritos porteños que invadían la Avellaneda famosa por sus bailes donde no se podía entrar sino se era "guapo". Fue quizá al regresar de aquellas milongas bravas, que la daga de Evaristo Contreras se incrustó en el pecho de Rosendo Rivarola, taita de Barracas, dejándolo tirado sobre el Puente Pueyrredón. Después del 45, los gobiernos nacionales temieron que turbas enardecidas cruzaran el viejo puente para entrar a la capital: "Levanten el puente", fue muchas veces la orden dada desde Plaza de Mayo.

Guerra al puente
Aún se escuchan junto al puente, en esos desaliñados boliches y cafetines, los amargos y descreídos tangos de Discépolo. Pero es sólo una imagen de tiempos pasados. El progreso hizo de las suyas, y a principios de 1966 Avellaneda tendrá otro puente, más moderno y amplio, menos endeble y sin historias.
Vialidad Nacional decidió un buen día levantar un nuevo puente que reemplazará al sobrecargado acceso Pueyrredón. Hoy, Avellaneda está en pie de guerra y dividida en defensores y enemigos de la futura obra. El ingeniero Lauro Laura —funcionario de Vialidad— fue el creador del proyecto que dio pie a la guerra. El intendente de Avellaneda repudia la obra; los comerciantes de Mitre y Pavón sabotean la iniciativa; inquilinos de la zona a reestructurar, temen quedar en la calle; el resto de Avellaneda mira con simpatía el proyecto.
¿Intereses comerciales? ¿Celo jurisdiccional? Resistencia al progreso? ¿Miedo al desalojo?
"El nuevo puente interfiere las actividades de un núcleo comercial ubicado en Mitre al 100 y 200, y las dos cuadras de avenida Pavón —dijo Manuel Parodi, intendente de Avellaneda—. No nos han consultado nada, y eso es un atropello que ha sufrido la ciudad de Avellaneda al no ser consultadas sus instituciones directrices". Manuel Parodi entiende que lo importante es descentralizar la avenida Mitre y lograr de esta forma dar vida a las calles paralelas. "Hay que hacer un túnel subfluvial. En Londres vi el que construyeron debajo del Támesis que no es un Riachuelo. Pero Vialidad tiene el dinero y según ellos, concepto de futuro, la obra, por lo tanto, se hará. Parodi insiste en que "se nos ha llevado por delante; mi querido amigo Rabanal comparte enteramente nuestra opinión. Estamos todos de acuerdo menos Vialidad". El intendente de la Capital Federal, Francisco Rabanal, se negó a hacer declaraciones, pero el secretario de Obras Públicas de la Municipalidad de Buenos Aires, ingeniero Bernardo Jaroslavsky aceptó una entrevista: "Todos —dijo— serán beneficiados, incluso los comerciantes de la falsa zona perjudicada. El nuevo puente significa progreso. Respecto al descontento de algunos comerciantes entiendo que hay en esta actitud una oscura mala intención".

Mentalidad de cemento
Américo de la Fuente —presidente del Centro de Comerciantes de Avellaneda— no acepta lo de "oscura y mala intención". "La gente de Vialidad tiene una mentalidad de cemento, y no pueden construir donde se les antoje. Un puente así está bien para Estados Unidos, no para un país donde las Villas Miserias son un escándalo nacional. ("Es de sospechar —dijo un técnico de Vialidad— que al señor de la Fuente, acaudalado propietario de una de las barracas laneras de la zona a expropiar, no haya pensado nunca en las Villas Miserias hasta el lanzamiento del proyecto"). "Construimos puentes —continuó diciendo de la Fuente— y abandonamos a esa pobre gente en la miseria más espantosa".
Entre otras cosas se niega que el futuro puente impulse el desarrollo comercial de la zona, por lo cual sería más prudente —dicen los que se oponen al proyecto— levantar dos puentes paralelos al actual acceso Pueyrredón.
"En primer lugar —explicó el ingeniero Lauro Laura— no le corresponde a Vialidad Nacional construir puentes adyacentes al actual pues esa es tarea de la Municipalidad y no de esta repartición, cuyo presupuesto se integra con los impuestos a los combustibles, lubricantes y neumáticos que utiliza el automotor. Vialidad construye puentes que unen solamente grandes ciudades. Con respecto al puente subfluvial que piden algunas instituciones de Avellaneda, es imposible de realizar ya que su costo sería cuatro veces y media más que el actual proyecto presupuestado en 630 millones de pesos. O sea que un túnel costaría aproximadamente 2.835.000.000 de pesos, cifra que Vialidad no tiene ni en sueños".

El nuevo puente
El proyecto contempló que el trazado se oriente hacia las líneas de más fácil circulación evitando recorridos ociosos. El asignar preponderancia al trazado de la avenida Montes de Oca, en este planteo, significa no olvidar que en los planes urbanos de la ciudad de Buenos Aires esta avenida podría ser la prolongación de la 9 de Julio, que, una vez terminada, en toda su longitud, sería arteria de gran circulación. El futuro puente tendrá dos calzadas de 15 metros de ancho cada una, separadas por un cantero central de 2 m de ancho y dos aceras laterales de 2.60 de ancho cada una. Dispondrá de cuatro hall de entrada; escaleras mecánicas y fijas, servicios sanitarios para mujeres y varones; depósito, y en la parte superior, a nivel del puente, cuatro garitas de control y vigilancia con accesos desde el hall interno y desde las calzadas del puente, con aberturas amplias y vidriadas hacia las calzadas.

El polvorín de Vialidad
La empresa constructora que se adjudique la licitación, iniciará las obras sobre el mismo Riachuelo. Terminado este tramo, se deberá avanzar desde ambas riberas hacia Montes de Oca y avenida Mitre. Antes de finalizar la primera etapa tendrá que estar solucionado el problema de las expropiaciones, tarea que corresponde a Vialidad Nacional. Sobre la Capital, las expropiaciones afectan a 36 viviendas, de las cuales la mayoría se verán dañadas en sus fondos. Sobre Avellaneda el número alcanza las 63 unidades, en su totalidad viviendas particulares.
Parecería que el progreso es imparable, avasallador. Trastroca el folklore, destruye tradiciones, cambia costumbres. Si es manejado en forma inhumana puede dejar mucha gente en plena calle, desorientada, sin saber qué hacer. Este es el polvorín que Vialidad no puede hacer estallar.
A principios de 1966 las máquinas de Vialidad Nacional comenzarán la construcción del futuro puente, quebrando el tradicional movimiento del Riachuelo. Después esas mismas máquinas caerán sobre Avellaneda, para internarse doscientos metros más allá hasta Avenida Mitre.
Dentro de 3 años, una vez finalizadas las obras, la tradicional Avellaneda reflexionará ya sin pasiones personales, sin fatalismos, la importancia de una obra creadora de progreso.

 

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Puente Pueyrredón
Puente Pueyrredón (1965)
Puente Pueyrredón
La maqueta del futuro acceso: nace en Montes de Oca y desemboca en avenida Mitre y, por arriba llega a Pavón
Puente Pueyrredón vista aérea 2009
Vista satelital 2009
Puente Pueyrredón vista aérea 1945
Vista aérea 1945


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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