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crónicas del siglo pasado

REVISTERO
DE ACÁ


"Una histórica fotografía obtenida por Aristóbulo del Valle en Rosario, en 1891, cuando Alem organizaba al radicalismo. Con Alem (3), aparecen Guillermo Leguizamón (1), Marcelo T. de Alvear (2), Francisco Barroetaveña (4), Juan Posse (5), Martín Irigoyen (6) y un grupo de fundadores del radicalismo de Santa Fe"
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COMO SIEMPRE OCURRIÓ EN LAS VÍSPERAS ELECTORALES, VUELVEN A AFLORAR EN EL RADICALISMO SUS CORRIENTES HISTÓRICAS

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1957


el tronco radical hasta 1957
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en mayo de 1911 la convención Nacional de la Unión Cívica radical se reunió en buenos Aires para decidir el levantameinto de la Abstención Larga. Resolvió concurrir a las elecciones de gobernador y vice en Santa Fe, en las que el radicalismo obtuvo un sonado triunfo. Esta fué la primera elección realizada en el país bajao padrón militar. En la fotografía (que pertenece al Archivo Gráfico de la Nación) aparece Hipólito Yrigoyen al retirarse de una de las reuniones


Adolfo Alsina (izquierda) y Bartolomé Mitre están en las antiguas raíces del radicalismo. Ambos militaron en el partido Liberal, formado después de Caseros, en el que alsina encabezaba las tendencias populares que dieron origen al partido Autonomista. El Pacto de la Conciliación segregó del autonomismo a los hombres que luego constituirían la Unión Cívica primero y la Unión Cívica Radical en 1891


Arturo Frondizi y Miguel Angel Zavala Ortiz

 

 

 

 

LA segunda gran crisis operada al finalizar el ultimo mes de enero en el seno del gobierno provisional que preside el general Aramburu tuvo un desarrollo tranquilo. No era inesperada y afectó a cuatro de los hombres "disentidos" del gabinete nacional.
Esta segunda crisis se distingue de la que hace algo más de un año provocó la caída del general Lonardi por el hecho de que, aparentemente, no introduce modificaciones fundamentales en el plan político del gobierno. No se dieron aclaraciones acerca de los verdaderos motivos que la ocasionaron. En consecuencia, no sólo no altera la esencia del panorama político argentino, tal como fué trazado en la primera de esta serie de notas, sino que, por el contrario, confirma el fortalecimiento de la voluntad declarada por el presidente Aramburu de que el año 1p57 será el año de la reconstrucción argentina. Ratifica igualmente la decisión de las fuerzas que apoyan al gobierno de superar sus propias diferencias y presentar un frente unido.
Ahora es necesario fijar la atención en los partidos políticos, en su función de órganos de la democracia.

ENCRUCIJADA EN EL RADICALISMO
Por muchas razones, conviene comenzar el examen con el radicalismo.
A juicio de muchos observadores el radicalismo se halla en estos instantes en una encrucijada decisiva, de la que saldrán hacia rumbos definidos las diversas tendencias que actúan en sus filas.
Para los que pudieran ser llamados los ortodoxos del radicalismo, la situación actual no es otra cosa que la repetición de un fenómeno cíclico que se agudiza y estalla violentamente cada vez que el país se encuentra en vísperas electorales. En efecto, según lo señala uno de los máximos historiadores del movimiento (Gabriel del Mazo, en "Breve historia de la reparación nacional"), "toda la historia de la Unión Cívica Radical es una sucesión de luchas internas sucesivamente definitorias y renovadoras...". Por consiguiente, restan significación a las crisis de segregación, por lo mismo que constituyen un fenómeno natural y regular inevitable. Según lo expresa el historiador citado ("Mensaje a la juventud radical de la República", julio de 1954), "la unión interna carece de sentido, o posee un sentido contrario a la concepción integral del radicalismo, si implica postergar las definiciones más claras y precisas alcanzadas por la conciencia radical, frente a los más graves problemas que afectan a la vida de la República". Esta es la línea sostenida por el movimiento de Intransigencia y Renovación, que gobierna al partido desde que es mayoría en el Comité Nacional y en la Convención Nacional.
Contra las tendencias intransigentes, encabezadas visiblemente por el doctor Arturo Frondizi, se alzan los reclamos de los grupos escindidos de la propia Intransigencia y Renovación, tales como la Intransigencia Nacional (Amadeo Sabattini) e Intransigencia Popular (Francisco Rabanal) y su tradicional adversario, el Núcleo Unidad Radical (Miguel Ángel Zavala Ortiz) sin mencionar otras fuerzas formadas con la intención declarada de llegar a la unidad partidaria pero que, de hecho, van formalizando semana a semana nuevas divisiones internas. Todos estos grupos coinciden en la apreciación de que el grupo mayoritario interno, enceguecido por un dogmatismo cerrado, perturba el proceso de restauración institucional de la República y lleva en sí las semillas de la destrucción de una fuerza que, como la del radicalismo, ha sido factor ejecutivo o determinante de las grandes transformaciones experimentadas por el país desde hace más de medio siglo.
Si las enseñanzas de la historia tienen algún valor, la experiencia vivida por el radicalismo lleva a la convicción de que no hay solución a la vista para el problema de su unidad interna.
Bastará, para confirmarlo, dirigir un rápido vistazo al pasado radical, cuya matriz gestó una doctrina intransigente que se ha mantenido casi invariable desde los orígenes del movimiento y otra unificadora o acuerdista.
Los ortodoxos del radicalismo explican el fenómeno de la intransigencia con palabras de Hipólito Yrigoyen. El dos veces presidente de los argentinos sostenía que el radicalismo es un "movimiento histórico, no un mero partido político"; "simboliza —decía Yrigoyen con su característico lenguaje— la grandeza de la Nación, en sus obras inmortales, frente a las calamidades de los gobiernos, en la más inaudita sucesión de delitos de Estado y de crímenes comunes".
Resumiendo, puede afirmarse que por ser el radicalismo un agrupamiento político de auténticas raíces argentinas, en su seno siempre han pugnado dos corrientes irreconciliables, que se declaran igualmente radicales. Al presente, el proceso se manifiesta claramente, aunque sería erróneo afirmar que esta o aquella tendencia está a la izquierda o a la derecha. Tal como lo admiten los radicales doctrinarios, las raíces del movimiento radical están en los partidos, informes aún, surgidos después de la caída de Rosas.

LAS DOS TENDENCIAS HISTÓRICAS DEL RADICALISMO
Tras la acción de Caseros, los unitarios, de regreso del destierro, se reagruparon en el Partido Liberal, con Mitre entre sus figuras principales, para oponerse a los federales encabezados por Urquiza, no tardando en diseñarse allí dos tendencias, la de los mitristas —los "pandilleros"— y la de los "chupandinos", que se reunían en asados que eran improvisadas asambleas populares. Los segundos, después de conocidos por "crudos" —un equivalente de los netos o intransigentes de hoy— reclamaban que la ciudad de Buenos Aires no fuese tomada para capital de la República, sosteniendo los derechos de la provincia a mantener jurisdicción sobre la ciudad asiento de sus autoridades. Los "crudos" no tardaron en llamarse "autonomistas", teniendo como bandera la integridad territorial de la provincia, conforme con el principio federal de la soberanía no delegada. Poco a poco, el autonomismo, en cuyas filas se formó la fuerte personalidad de Adolfo Alsina, fué extendiendo su influencia originariamente bonaerense al interior del país, porque en virtud de los principios que alegaba estaba determinado a acompañar a todas y cada una de las provincias en la defensa de su personería estatal.
Frente al autonomismo, los mitristas, oficialmente denominados "nacionalistas", porque declaraban querer nacionalizar la capital de la provincia, nuclearon preponderantemente los antiguos grupos unitarios y reverdecieron sus conocidas aspiraciones centralistas.
La tendencia autonomista fué cada vez más acentuadamente popular, en parte por razones relativas al temperamento de Adolfo Alsina y en parte por las inclinaciones socialmente aristocratizantes de los dirigentes nacionalistas. Sucedió también que recibió el aporte de numerosos antiguos federales de la provincia de Buenos Aires que trataban de defenderse de la persecución que contra ellos se desarrollaba desde 1852. Asimismo se sumó al autonomismo un contingente considerable de la juventud estudiosa.
El proceso conjuncionante de autonomistas y federales dio en 1866 el triunfo a Adolfo Alsina en la lucha por la gobernación de Buenos Aires, con "votos de carne y hueso", afirman los historiadores.
En el autonomismo se formo Alem, quien siempre consideró a Alsina su maestro en política.
El Pacto de la Conciliación, celebrado en 1877 entre Alsina y Mitre, con vistas al reparto de las principales funciones públicas, provocó el alzamiento de la juventud autonomista. Entre otras figuras que después tuvieron gran notoriedad se contaban Alem (35 años), Aristóbulo del Valle (32 años), Roque Sáenz Peña (26 años), etc. El alzamiento era lo que hoy se llamaría repudio a un acuerdo entre dirigentes y se basaba en consideraciones de moral política. Su ejemplo fué la savia nutricia de la intransigencia radical en los años siguientes de Alem e Yrigoyen.

DEL PARTIDO REPUBLICANO A LA UNION CÍVICA RADICAL
Los alzados del autonomismo constituyeron el partido Republicano, y en la década del 80 al 90, Alem y viejos autonomistas y mitristas o nacionalistas forman la Unión Cívica. Hay aquí una contradicción de Alem-, pues ésta es una verdadera conciliación, incompatible con su intransigencia declarada, aunque la actitud se explica tal vez porque Alem vio en el despertar de la juventud una gran esperanza cuando no había ninguna, creyendo que podría superar las características de la vieja política, y porque entrevio la posibilidad de que el pueblo pudiese incorporarse a los cuadros hasta entonces restringidos de la dirección política argentina.
La Unión Cívica hizo la Revolución del 26 de julio de 1890 contra el presidente Juárez Celman y su sistema de "farsas electorales", fraude y "traspasos electorales", según palabras de Alem. La revolución fracasó por la heterogénea integración del partido revolucionario, pero provocó la caída de Juárez Celman.
La intransigencia volvió por sus fueros a raíz del acuerdo de los mitristas de la Unión Cívica con el general Roca. La Unión Cívica se dividió. Los mitristas formaron la Unión Cívica Nacional y los antiacuerdistas la Unión Cívica Radical.
Se puede fijar como fecha de nacimiento de la Unión Cívica Radical el 26 de junio de 1891, día en que se reunió el Comité Nacional de la Unión Cívica para convocar a la convención del partido que debía pronunciarse sobre el pacto con Roca, llamamiento desconocido por los amigos de Mitre, que se separaron entonces de la Unión Cívica.
¿Por qué el agregado de "radical" al nombre del grupo de Alem?
La respuesta está en una declaración del propio Alem, cuando expresó:
"Yo no acepto el acuerdo; soy «radical» en contra del acuerdo: soy «radical intransigente»".
Desde entonces la intransigencia radical se constituye en una no aceptación terminante de la oligarquía y de su régimen político erigido sobre el fraude. Su rígido y difícil mantenimiento representaba, según las palabras de Yrigoyen, "una necesidad suprema de la República". Se la incorporó a la carta orgánica de la U.C.R. de la provincia de Buenos Aires (1891) al imponer la "exclusión de todo acuerdo o transacción que pueda impedir en el presente o en el futuro la íntegra aplicación de los principios que forman el programa de este partido". El comité provincial se constituyó (14 de agosto de 1891) bajo la presidencia de Yrigoyen.
Luchando incansables contra un oficialismo que fabricaba sucesiones presidenciales y llenaba a dedo las posiciones electivas, los radicales constituyeron rápidamente un gran partido nacional, al par que reclamaban una reforma de fondo de la ley electoral sobre la base de un padrón permanente y limpio. Las multitudes aclamaban a Alem.
En 1882. la U.C.R. reunida en convención nacional en Buenos Aires sancionó su carta orgánica, que resultó ser el primer estatuto de un partido político argentino concebido sobre bases representativas y federales. Lo aprobaron radicales que representaban a todas las provincias y a la Capital Federal.

LOS AÑOS DIFÍCILES Y LA "ABSTENCIÓN LARGA"
Sobrevinieron seguidamente años difíciles para el país y para el radicalismo.
Estalló la revolución radical de 1893 y el partido acosa al gobierno con una oposición sistemática, tenaz, que hace renunciar al presidente Luis Sáenz Peña (1895) y provoca cambios continuos de ministerio. En 1896 muere Alem dejando como herencia política su famosa consigna de "que se rompa pero que no se doble" como un dogma de la intransigencia radical.
Sin embargo, como volvería a ocurrir siempre en ocasiones semejantes, la tendencia acuerdista del radicalismo revivió en las vísperas electorales de 1897, fortalecida por el prestigio de don Bernardo de Irigoyen, partidario de un pacto con Roca y Mitre. El acuerdismo triunfó ampliamente en la convención de 1897 y el Comité Nacional de la U.C.R completó su definición expulsando a afiliados opuestos a la política de coalición.
Hipólito Yrigoyen, presidente del Comité de la Provincia de Buenos Aires, adapta entonces una resolución heroica contra la coalición. Reúne al cuerpo y éste, por unanimidad, rechaza el acuerdo sancionado por la convención nacional del radicalismo y resuelve su propia disolución.
Comenzó asi el período de la llamada Abstención Larga.
¿Qué perseguía Hipólito Yrigoyen con su férrea intransigencia?
La respuesta la dio en la carta que el después dos veces presidente de la Nación envió al presidente del Comité Nacional de la U.C.R., Bernardo de Irigoyen, el 29 de septiembre de 1897. Decía entre otras cosas:
"Clausurados los comicios al sufragio libre en toda la República, pretender reunir la oposición arriando la bandera con que surgiera el partido Radical, importaría un simulacro de combate y aceptar un campo de acción que repugna a nuestras instituciones y sanciona lá victoria del mismo adversario a quien se pretende combatir. El partido Radical habrá defeccionado su credo, producido el desgarramiento en su seno y descalificado para siempre ante la opinión, perderá la fe en él depositada. No podría la República encontrar una entidad política donde acudir en busca de la reacción definitiva".
Obsesionaba a Yrigoyen la "reparación nacional", concepto que involucraba muchas cosas pero, esencialmente, la imperiosa urgencia por establecer la soberanía del pueblo.
Las cosas se entenderán mejor si se piensa lo que era entonces la política argentina: fraude y frustraciones, burla de la democracia representativa, acuerdos entre dirigentes siempre a espaldas del pueblo, violencia y persecuciones.
Esto lo señalan incluso los propios beneficiarios de tal clima político. Carlos Pellegrini, por ejemplo, decía en el Senado que "los registros electorales, en el noventa por ciento de los casos, se hacen el día antes de la elección, en que los círculos o sus agentes hacen sus arreglos, asignan el número de votos, designan los elegidos, todo sin perjuicio de modificarlos y rehacerlos después de la elección, si resulta que en alguna forma se han equivocado los cálculos o modificado los propósitos".
Desde luego, la consecuencia fué un total escepticismo del pueblo que alarmó a los hombres más responsables del régimen.

ADVENIMIENTO DE LA LEY SAENZ PENA
Entretanto, las dos históricas tendencias radicales seguían tomando posiciones, sin alterar la línea de Yrigoyen, quien en 1908 puso en marcha una amplia organización partidaria, surgiendo un Comité Nacional (Yrigoyen presidente honorario) que da un manifiesto de enérgica condenación al régimen y ratifica la abstención electoral.
El 4 de febrero de 1905 estalló la revolución radical, largamente preparada por Yrigoyen, de la que, después de vencida por el gobierno de Quintana, aquél se declaró responsable.
La abstención sigue, la fuerza del partido crece, aunque se advierten algunas fisuras en la a intransigente, como la disidencia interna encabezada en 1909 por Leopoldo Melo, desde entonces uno de los más caracterizados adversarios de Yrigoyen y luego candidato a presidente de la nación por una fracción radical que pactaría con los conservadores.
En 1910 Roque Sáenz Peña asume la presidencia de la Nación y cumple su promesa de reformar la ley electoral. El nuevo instrumento es promulgado el 13 de febrero de 1912 y su aplicación entraña una verdadera revolución pacífica, que abre los comicios a todos los ciudadanos, tal como lo reclamaban desde años los radicales. La abstención, pues, es levantada y el radicalismo triunfa en las elecciones de gobernador y vice de la provincia de Santa Fe (31 de marzo de 1912), las primeras efectuadas sobre la base del padrón militar, aunque no bajo los recaudos totales de la ley Saénz Peña.
Para esos años, Yrigoyen luchó por contener la fuerte corriente electoralista que se desarrollaba en su partido. Nada podía frenar el apresuramiento, exacerbado por tantos años de abstención, y el radicalismo comenzó a experimentar nuevas fisuras y segregaciones que, lejos de debilitarlo, parecían fortalecerlo, al tiempo que producía retoños en forma de nuevos partidos que unas veces llevaban la sigla radical y otras no. Del seno del radicalismo salen también sus más tremendos enemigos, como Lisandro de la Torre, fundador del Partido Demócrata Progresista que, años atrás, al renunciar en la convención de 1897, decía:
"El partido Radical, desde su origen, ha tenido en su seno una influencia hostil y perturbadora que ha trabado su marcha, que ha desviado sus mejores propósitos y que ha convertido toda inspiración patriótica en un debate mezquino de rencores y ambiciones personales".
Lisandro de la Torre era también, como tantos otros, acuerdista. No oportunista, como lo demostró al negarse a aceptar una candidatura presidencial oficialista que en 1931 le ofreció el general Uriburu.

LA CONSAGRACIÓN DEL RADICALISMO
Proclamado candidato presidencial, Yrigoyen triunfó en las elecciones del 2 de abril de 1916, aunque una disidencia interna del radicalismo de Santa Fe puso en peligro la victoria. El episodio demostró que Yrigoyen, fiel a sus principios, prefería la derrota antes que pactar con los 19 electores santafecinos que eran decisivos para consagrar su nombre en el Colegio Electoral.
El episodio adquiere hoy renovada actualidad porque se insiste en hablar de una vuelta a la elección indirecta de presidente y vice de la Nación.
Durante su presidencia (1916/1922) Yrigoyen vio florecer disensiones y segregaciones radicales, algunas de las cuales, como el "cantonismo" en San Juan o el "lencinismo" en Mendoza, superaron las peores formas conocidas del caudillismo personalista y violento.
Su sucesor, Marcelo T. de Alvear (1922/1928), acercó al gobierno a muchos de los viejos radicales de la línea "acuerdista" y, por lo mismo, adversarios de Yrigoyen. Estaban entre éstos Leopoldo Melo y Vicente C. Gallo. Fué Melo el primero en tildar la dirección partidaria de Yrigoyen de "personalista", definición que quedó para distinguir al grupo irigoyenista; y Gallo acompañó como segundo término al doctor Melo en las elecciones presidenciales del 1º de abril de 1928.
Sin embargo, Yrigoyen, a pesar de las segregaciones antipersonalistas, volvió al gobierno en 1928, para caer abatido por la revolución militar del 6 de septiembre de 1930, apoyada por sus adversarios del radicalismo y por los conservadores.
Con Alvear a la cabeza del partido, el acuerdismo radical —ahora exclusivamente entre radicales de distinto color— reverdeció después de 1930 en la forma de una reunificación partidaria.
Llegado el general Justo a la presidencia (1932/1938) el radicalismo volvió a experimentar persecuciones y recurrió de nuevo a la abstención electoral, que abandonó en 1935.
Lo demás es historia reciente y está en el recuerdo de todos. A Justo lo sucedió el presidente Ortiz, del radicalismo antipersonalista pro conservador, y, muerto Ortiz, ocupó el doctor Ramón S. Castillo la presidencia. Luego apareció el peronismo, para resistir al cual, una parte importante del radicalismo, hoy especialmente nucleada alrededor del grupo Unidad, apoyó la formación del Frente Democrático, derrotado en las elecciones de 1946.
En los hechos, la actual división del radicalismo, que reseñaremos escuetamente, nace en 1946 y también por el surgimiento de las nuevas fuerzas que tomaban parte en el partido. La mención será objetiva, omitiendo las mutuas inculpaciones que entre si se formulan los grupos.
Como se sabe, la división radical se define en dos grandes grupos: el de Unidad y el de Intransigencia y Renovación, este último mayoritario en los organismos partidarios (Convención Nacional y Comité Nacional). Del grupo de Intransigencia y Renovación, como otrora de la raíz radical, salieron los actuales desprendimientos denominados Intransigencia Nacional, cuya cabeza visible es la del ex gobernador de Córdoba Dr. Amadeo Sabattini, de importante gravitación en Córdoba y Santiago del Estero; y el de Intransigencia Popular (dirigido por Francisco Rabanal, Capital Federal). Hay una tercera disidencia intransigente de importancia fundamental y es la que encabeza el radicalismo de la provincia de Buenos Aires, que responde a los señores Ricardo Balbín y Crisólogo Larralde, concretada en el penúltimo día de enero pasado.

DIVISIONES EN INTRANSIGENCIA Y RENOVACIÓN
Puede verse que, como quiera que se lo juzgue, el movimiento de Intransigencia y Renovación constituye en estos momentos una de las grandes bases del partido radical.
El movimiento de Intransigencia y Renovación nació formalmente en abril de 1945, en Avellaneda, como reacción contra el manifiesto de un importante número de conocidas figuras radicales que en marzo del mismo año habían manifestado su voluntad de apoyar el Frente Democrático, o Unión Democrática. El movimiento adoptó una posición combativa contra la dictadura militar imperante, reivindicó a la U.C.R. como la gran fuerza del civismo argentino y adoptó una posición militante activa dentro de las filas partidarias. Obtuvo su primer gran triunfo en 1946 al imponer el voto directo para toda la elección interna y la representación de las minorías en los organismos directivos del partido. En 1948, el voto directo de los afiliados radicales se extendía al radicalismo de todo el país y daba amplias mayorías al movimiento de Intransigencia y Renovación.
El primer congreso nacional del movimiento de Intransigencia y Renovación se efectuó en agosto de 1947, en Avellaneda, bajo la presidencia del señor Francisco Ratto. Designó una Junta Ejecutiva Nacional del movimiento, dio sus bases de acción política y afirmó que el advenimiento del peronismo "fué posible sólo por la crisis del radicalismo".
En poco tiempo, el movimiento era mayoría efectiva dentro del partido, hasta que en 1951 comenzó a advertirse una disidencia. Figuras importantes de la Intransigencia y Renovación, como la del doctor Sabattini y sus hombres de Córdoba, exhibieron sus desacuerdos en la Convención Nacional del Partido (1951), reunida principalmente para elegir candidatos a presidente y vicepresidente de la Nación, al alegar —en Coincidencia con los representantes del radicalismo unionista— que era prematura la elección de la fórmula, preconizada la abstención electoral. Grandes sectores partidarios, en cambio, afirmaban que el radicalismo, lejos de abstenerse, debía librar todas las batallas posibles contra la dictadura peronista. La Convención respondió a este rumbo y eligió la fórmula Balbín-Frondizi, nombres que surgieron de una encuesta hecha por la Junta Nacional del Movimiento de Intransigencia y Renovación. Los delegados "sabattinistas" y unionistas se retiraron de la Convención y no participaron por lo tanto en esa elección. Al año siguiente, 1952, se efectuó la renovación de los organismos mayores de la U.C.R., resultando elegido presidente del Comité Nacional el doctor Santiago del Castillo, del grupo sabattinista, y presidente de la Convención Nacional el doctor Moisés Lebensohn, decidido partidario de la posición de lucha dispuesta por la Convención de 1951.
Las diferencias con la fracción sabattinista culminaron con motivo de la elección del doctor Arturo Frondizi en la presidencia del Comité Nacional de la U.C.R, hecho que marca, además, la marcha paralela del mencionado organismo con la Convención Nacional.
Llegada la Revolución Libertadora (septiembre de 1955) se comprueba que el grupo sabattinista está separado del movimiento de Intransigencia y Renovación para integrar su propio grupo denominado de Intransigencia Nacional, en tanto que el sector unionista resiste en Santa Fe, Entre Ríos y la capital federal a las intervenciones decretadas por el Comité Nacional.
Frondizi fué elegido en la presidencia del Comité Nacional en 1956.

ORIGEN DE LA CANDIDATURA PRESIDENCIAL DE FRONDIZI
En julio de 1956, el presidente provisional de la Nación, general Aramburu, anunció la próxima convocatoria a elecciones generales y, en base a tal declaración, la Junta Nacional del movimiento de Intransigencia y Renovación, tal como lo había hecho en 1951, dispuso realizar una encuesta, que dio como resultado la postulación del nombre del doctor Arturo Frondizi para la candidatura a presidente de la República.
Después de la encuesta, el doctor Ricardo Balbín renunció a uno de los cargos en el secretariado de dicha Junta Nacional y encabezó un nuevo movimiento interno en torno a la exigencia de la elección de la fórmula presidencial por el voto directo de todos los afiliados radicales, constituyendo el país un solo distrito único.
En esto está la disidencia fundamental que ha vuelto a dividir a la Intransigencia y Renovación en un proceso que no estaba terminado al momento de trazarse estas lineas. Sostiene la mayoría de la Junta de Intransigencia y Renovación, y con ella el Comité Nacional de la U.C.R., que la elección de la fórmula presidencial por el voto directo establecería un desequilibrio en favor de los distritos de numerosísima afiliación partidaria, lo cual, agrega, violentaría la armonía federal del partido. Presuntivamente, el radicalismo de las provincias menos pobladas, y por lo mismo con menos afiliación, no aceptaría nunca tal situación.
Entretanto, la mayoría dominante en la dirección del radicalismo decidió convocar a la Convención Nacional del partido en Tucumán el 9 de noviembre de 1956 y designó candidatos a la presidencia y vicepresidencia de la Nación a los señores Frondizi y Gómez. El nombre del doctor Frondizi fué votado por la unanimidad de los 136 convencionales presentes en la asamblea. El número corresponde a los dos tercios de la totalidad de miembros de la Convención.
Al finalizar el mes de enero las posiciones eran éstas: 
1º) La Unión Cívica Radical (Comité Nacional y Convención Nacional) que apoya a la fórmula Frondizi-Gómez, proclamada en noviembre de 1956.
2º) El movimiento de Unidad, con la jefatura del doctor Miguel Angel Zavala Ortiz, contrario a la fórmula votada en Tucumán, que ya ha formalizado su segregación y se dispone a actuar como otro partido;
3º) El movimiento radical intransigente que sigue a los señores Balbin y Larralde en la provincia de Buenos Aires, adverso también a la fórmula Frondizi-Gómez y que ha decidido desconocer al Comité Nacional.
4º) El movimiento de intransigencia popular de la capital federal, presidido por el señor Francisco Rabanal, también contrario a la fórmula proclamada en Tucumán y dispuesto a actuar como partido radical contra el radicalismo del Comité Nacional;
5º) Otros grupos menores, que alientan la esperanza declarada de conseguir la unión del radicalismo sobre la base de la renuncia de los candidatos y la plena reorganización del partido.
La división del radicalismo esta, pues, consumada y parece tan definitiva hoy como siempre lo fué en las grandes vísperas electorales. Es un hecho lamentable pero igualmente previsto.
¿Podrá esta gran fuerza nacional resistir la dura prueba a que será sometida antes de un año?

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febrero 1957



1) VEA Y LEA. — ¿Cuándo deben hacerse las elecciones generales?
FRONDIZI. — Las elecciones generales deben realizarse dentro del plazo señalado por el Gobierno Provisional, es decir, a más tardar en el último trimestre de 1957.
2) VEA Y LEA. — ¿Mantiene su oposición a la reforma de la Constitución? En caso afirmativo, ¿por qué?
FRONDIZI. — Tal como lo he venido sosteniendo desde que se anunciara, mantengo mi oposición a que se convoque a una Convención reformadora de la Constitución, previa a las elecciones generales. Las razones en que se funda mi disentimiento son de orden constitucional y legal así como políticas. A mi entender, el Gobierno Provisional carece de atribuciones para hacer tal convocatoria. Si no existiera Constitución que reglara sus propias modificaciones, tal como sucedió en 1852, podría seguramente admitirse que el gobierno, pese a no estar investido de la representación popular, se atribuyera parte del poder constituyente, porque eso mostraría su voluntad de pasar de un estado de hecho a uno de derecho. Pero el Gobierno Provisional ha repuesto la Constitución de 1853. Para ser consecuente con ese acto, debe seguir sus prescripciones y hacer cuanto esté en sus medios para llegar al estado de derecho, que esa Constitución reglamenta. El Art. 30 indica que es el Congreso quien fija en todo o en parte la necesidad de la reforma. El Gobierno que se atribuye facultades legislativas como resultado de la situación "de facto", no puede, sin embargo, atribuirse la del Art. 30, porque ésta no es una facultad legislativa ordinaria sino una parte del poder constituyente. Dicho sumariamente, cuando el Congreso convoca a reforma de la Constitución se integra en un proceso, llamado "constituyente", y que tiene por protagonista supremo al pueblo, quien otorga expresamente, aunque en forma restringida, ese poder al Congreso. Por otra tparte, y pasando a las razones políticas, para reformar una Constitución hay que contar con condiciones de tranquilidad política y social que no existen en este momento. Hay presos políticos no sometidos a proceso, hay inhabilitados por razones políticas, lo cual, unido a la incertidumbre que existe, haría que la Constitución resultante fuera vulnerable y no resultara la expresión de todo el pueblo argentino. En tal sentido me expresé en el discurso pronunciado en Tucumán, en ocasión de ser designado candidato a la Presidencia de la Repúbica.
3) VEA Y LEA. — Ante la aparente seguridad de que las elecciones de constituyentes serán previa a las generales, ¿propiciaría usted la concurrencia de la U.CR. y aprobaría la adopción del sistema de representación proporcional para esas elecciones? ¿No hay contradicción entre la aceptación del sistema de representación proporcional para constituyentes y la intransigencia acerca del mantenimiento de la lista incompleta para diputados nacionales? (ver http://es.wikipedia.org/wiki/Reforma_de_la_Constituci%C3%B3n_Argentina_de_1957)
FRONDIZI. — Si finalmente se concreta la convocatoria, considero que la U. C. R. debe concurrir a las elecciones, sea cual fuere el sistema electoral que se aplique. Respecto de éste, también discrepamos con el anuncio oficial. Considero que no debe aplicarse el sistema proporcional en ninguno de los casos, sea para constituyentes como para legisladores, pues eso significaría una innovación que tampoco cabe dentro de las facultades del actual gobierno. Por otra parte, el sistema es inconstitucional, lo cual implicaría otro motivo de vulnerabilidad para la Constitución que resulte.
Como puede verse, nuestra posición no es contradictoria. En todos los casos sostenemos el sistema de lista incompleta.
4) VEA Y LEA. — Si la U. C. R. concurre a la Convención Constituyente, ¿qué posición sostendrían en ella sus hombres?
FRONDIZI. — En el momento en que se conozca el decreto convocando a la Convención, los organismos partidarios se reunirán y determinarán los planteos y las posiciones que sostendrá el radicalismo y que serán, sin duda, expresiones concretas del programa radical aplicadas al plano constitucional. En ese sentido, la Convención Nacional de la U. C. R. ha declarado que "concurrirá sin declinar ninguno de los principios que definen el sentido social de su programa".
5) VEA Y LEA. — Para el supuesto de que la Convención introdujera reformas sustanciales a la Constitución (por ejemplo el doctor Ernesto Sanmartino se declaró partidario de un gobierno colegiado), ¿en qué situación quedaría la fórmula que usted preside?
FRONDIZI. — No creo que en las actuales condiciones una Convención Constituyente adopte el sistema de gobierno colegiado. Por de pronto, el radicalismo no se ha pronunciado todavía en tal sentido. Por lo tanto, cualquier afirmación sobre la situación de la fórmula, si se produjera ese cambio de sistema, es prematura y carece de base real.
6) VEA Y LEA. — ¿Cuál es su actitud actual frente al Gobierno Provisional?
FRONDIZI. — En mi calidad de presidente del Comité Nacional de la Unión Cívica Radical y actualmente de candidato a la Presidencia de la República, me he manifestado siempre expresando posiciones adoptadas por e partido. La posición del radicalismo frente al actual gobierno ha sido fijada en un documento que el Comité Nacional emitió en marzo de 1956 y en el cual se da el apoyo del partido al programa de reconstrucción democrática de la revolución. No obstante se señala que el gobierno no debe hacer reformas de fondo y se le exige la fijación de un plan político y fecha de las elecciones. Esa actitud sigue siendo mantenida por el radicalismo como lo prueban las decisiones adoptadas por la Convención Nacional en su reunión de Tucumán.
7) VEA Y LEA — ¿Cómo deben resolverse las cuestiones vinculadas a investigaciones, presos políticos, presos gremiales, inhabilitaciones, interdicciones, etcétera?
FRONDIZI. — La justicia es el instrumento para resolver estos problemas. La estricta aplicación de las normas legales vigentes acabaría con todos estos problemas con su secuela de injusticias, errores y resentimientos. El radicalismo ha dicho con toda claridad que se opone
a toda forma de revanchismo y de suspensión de garantías legales. Pero, como la pregunta involucra problemas vinculados por un nexo común, la normalización sindical, contestaré separadamente sus distintos aspectos.
Investigaciones sindicales. — Las investigaciones en los sindicatos no deben ser utilizadas como medio de persecución personal o ideológica. Terminada la actuación de la Comisión Investigadora en la C.G.T., los casos concretos deben ser elevados a la justicia, para que ésta sancione a los culpables y reivindique a los inocentes. Es injusto que antes de que la justicia se pronuncie, se señalen culpables o se comenten situaciones. Las investigaciones deben referirse a hechos que deben ser probados. De otro modo, con noticias prematuras y afirmaciones apresuradas se puede dar la impresión de que la Comisión Investigadora desea, además de señalar delitos e irregularidades administrativas, aprovechar las circunstancias para enjuiciar al movimiento obrero como tal.
Presos políticos y gremiales. — Debe disponerse de inmediato la libertad de los presos políticos y gremiales que no estén incursos en delitos comunes. Además, la justicia debe acelerar en lo posible su pronunciamiento en cuanto a los procesos, pues la demora perjudica a personas que pueden ser inocentes, que deben incorporarse cuanto antes al pleno goce de sus derechos. Lo que corresponde, pues, es agilizar los juicios y terminar ccn la intranquilidad que deriva de una situación que se prolonga sin motivo.
Inhabilitaciones. — Considero que no debe existir ninguna inhabilitación sindical para los que no hayan cometido delitos comunes. El gobierno no debe impedir a nadie la actuación sindical a causa de sus ideas; son los obreros, y nadie más, los que deben decidir quién dirigirá los sindicatos.
La resolución de estos problemas pondría a los trabajadores frente a la cuestión esencial que es la normalización sindical.
Para lograr este objetivo, considero que el llamado a elecciones en todos los gremios obreros es urgente e impostergable, hasta culminar con la designación del Consejo Directivo de la C.G.T. La anormalidad sindical es fuente de conflictos obreros y sociales que podrían superarse o evitarse. El conocimiento que estos tienen de los problemas de cada gremio y la confianza que los obreros les otorgan, son factores decisivos para la normalización gremial y el encauzamiento de los problemas laborales.
8) VEA Y LEA. — ¿Qué piensa usted de la rumoreada posible disolución del Ministerio de Trabajo y Previsión?
FRONDIZI. — La disolución del Ministerio de Trabajo y Previsión sería un gravísimo error y sería la prueba de que el Gobierno ha dado una oportunidad a los elementos que quieren inducirlo a realizar una política antiobrera y antipopular.
El Ministerio tiene una función importantísima que cumplir y su existencia es una de las garantías de que respeta y se reconocen los derechos laborales. El movimiento obrero, y las leyes de trabajo de fondo y los convenios colectivos tienen carácter y ámbito nacional. La disolución del actual Ministerio y la vuelta al viejo sistema de los departamentos provinciales del trabajo contribuirían a dividir el sindicalismo argentino y romperían la unidad en la legislación y en los convenios que amparan a los trabajadores. Respeto el principio federal a que aspiran algunas provincias, pero considero que debe concillarse con los altos intereses de la clase trabajadora y los intereses del país que están directamente vinculados a su desenvolvimiento normal. De cualquier manera, creo que debería mantenerse como hasta ahora el Ministerio y no alterar ni innovar el sistema actual, hasta tanto se normalice institucionalmente el país, para que sean las cámaras legislativas, a través de los auténticos representantes del pueblo, los que decidan esta delicada cuestión.
9) VEA T LEA. — ¿Cree usted que los problemas económicos, incluso la inflación, ejercen imperio sobre el panorama político? ¿Cómo los afrontaría el radicalismo?
FRONDIZI. — Los problemas económicos son fundamentales para determinar el clima político de una nación. No puede haber estabilidad política sin una economía integrada y coherente. Nuestras sucesivas crisis institucionales —especialmente la de los últimos años— han sido
consecuencia de una economía dependiente de intereses ajenos a la nación y cuyo crecimiento inarmónico obedeció a los dictados de los compradores extranjeros de nuestros productos primarios.
El país no adquirirá su madurez política mientras no se modifique substancialmente esa estructura económica para lo cual tenemos que crear riqueza para beneficio de la comunidad nacional entera y no para grupos locales y clientes extranjeros. Debemos desarrollar armónicamente nuestra industria y nuestro agro, fomentar la constitución de grandes empresas modernamente organizadas y equipadas, asegurar el pleno empleo y altos salarios. Toda solución que consista en congelar salarios a niveles de mínimo vital degrada automáticamente la economía porque empobrece la capacidad potencial del mercado interno.
De ahí que resultan paliativos engañosos las medidas antiinflacionarias basadas en la reducción del crédito y del consumo, porque congelan la economía a un nivel de miseria. La verdadera solución consiste en aumentar la masa de bienes producidos y con ello nivelar la demanda. Es en ese sentido que el radicalismo sostiene que hay que reestructurar totalmente la economía e independizarla de los intereses minoritarios y antinacionales que la han gobernado tradicionalmente. Los remedios fragmentarios que no consideren las soluciones de fondo ni tomen en cuenta nuestras necesidades de desarrollo y de independencia, sólo provocan fricciones que debilitan el organismo nacional. De este modo se agrava la anarquía económica y el malestar social, al mismo tiempo que se da la paradoja de que mientras los argentinos nos peleamos por las achuras, los extranjeros se comen nuestras reses.
10) VEA Y LEA. — ¿Cómo obtener la unidad completa del radicalismo?
FRONDIZI. — Una sola forma existe de lograr la unidad de los radicales y ésta consiste en que todos los afiliados respeten las normas que reglan la vida interna del partido, el programa que sustenta y las decisiones de los cuerpos autorizados. El partido está organizado y, dentro de su estructura democrática caben las discrepancias, pero eso implica un ineludible respeto por las decisiones de la mayoría. El pueblo sigue las banderas radicales independientemente de los hombres y, sobre todo, de los hombres que se van del partido por no aceptar las normas que lo rigen. En varias oportunidades, corrientes internas que no se resignaban a seguir la línea impresa por la mayoría se segregaron. Ello no significó pérdida alguna para el radicalismo, que supo, desde el gobierno y desde el llano, encarar los auténticos problemas nacionales con energía y lucidez. En el partido no hay hombres imprescindibles sino un ideario cuya realización es imprescindible. Por otra parte, la fortaleza del programa radical hace que el pueblo radical no se deje llevar a ninguna aventura promovida por personalismos ni por intereses ajenos a la esencia de la doctrina partidaria.
11) VEA Y LEA. — ¿Qué opinión le merecen las recientes afirmaciones hechas públicamente por el Dr. Sabattini en el sentido de un "contubernio con la dictadura y con el ex dictador prófugo" por parte del Comité Nacional?
FRONDIZI. — La actitud que mantuvo el Comité Nacional con respecto al gobierno depuesto es bien clara y está ampliamente documentada en las declaraciones y resoluciones de los organismos partidarios. Considero que esos elementos de juicio son suficientes para aclarar todas las afirmaciones equivocas o malintencionadas que quieran hacerse.



He aquí las catorce preguntas formuladas por VEA Y LEA al doctor Miguel Ángel Zavala Ortiz, y las respuestas dadas por el presidente de la Junta Nacional de Unidad Radical:
1) VEA Y LEA. — ¿Cuándo deben hacerse las elecciones generales?
ZAVALA ORTIZ. — En las épocas anunciadas por el gobierno; es decir, las de constituyentes, "apenas estén listos los padrones" (expresión usada por el presidente provisional de la Nación, general Aramburu, y las generales, en el último trimestre del corriente año.
2) VEA Y LEA. — ¿Cuál es su posición frente a la reforma de la Constitución?
ZAVALA ORTIZ. — En cuanto respecta a su oportunidad, considero que antes de que se elija el gobierno, el pueblo debe dar su opinión sobre cuál es la Constitución a que ha de estar sometido el país. De no hacerse así, podría reabrirse, peligrosamente, la discusión sobre si la que está en vigencia es lisa y llanamente la Constitución del 53 o dicha Constitución con las reformas introducidas en 1949 o el mismo estatuto con las reservas impuestas por el gobierno de la Revolución. Independientemente de que para dar cumplimiento a los objetivos revolucionarios, es mucho más importante determinar el sistema de gobierno y las normas de la convivencia nacional que elegir el gobernante.
3) VEA Y LEA. — Ante la aparente seguridad de que las elecciones de constituyentes serán previas a las generales, ¿propicia usted la concurrencia de la U. C. R. y aprueba la adopción del sistema de representación proporcional para esas elecciones? ¿No hay contradicción entre aceptación de representación proporcional para convencionales constituyentes y retorno a la lista incompleta de la Ley Sáenz Peña para diputados nacionales?
ZAVALA ORTIZ. — Consecuente con mi contestación precedente, estoy de acuerdo con que mi partido concurra a las elecciones de constituyentes y que se someta al sistema de voto proporcional. Por otra parte, estoy convencido de que no existe ninguna contradicción en aceptar dicho sistema electoral para constituyentes y repudiarlo para la elección de autoridades. En efecto; una constitución es una concepción de vida para todo un pueblo y con pretensiones de eternidad; es un verdadero credo jurídico de la Nación misma por encima de sus
diferencias o matices políticos y sociales; es casi un destino de todos y de cada uno de los ciudadanos. Por eso, a su formación debe concurrir el mayor número de voluntades y opiniones, con vistas a encontrar el punto de identificación más general. Una Constitución de partido o de grupo, obtenida por una mayoría ocasional aun libremente elegida, sería un verdadero golpe de Estado. De ahí es que acepte el sistema proporcional, que permitirá conocer la opinión y voluntad constituyente del mayor número de sectores.
En cambio, un gobierno es conducción y ejecutoriedad. Por eso mismo, se requiere que sea homogéneo, definido, univoco. Los gobiernos que tienen que integrarse posteleccionariamente son imprecisos, casi siempre inestables. Los gobiernos, pues, deben elegirse con mayorías definidas. Para ello, la lista incompleta de elección que, asimismo, permite el acceso de las minorías a la fiscalización de la gestión pública.
4) VEA Y LEA. — Si la U. C. R. concurre a la Convención Constituyente, ¿qué posición sostendrán en ella sus hombres?
ZAVALA ORTIZ. — No podría decirlo hasta que el partido no se pronunciase concretamente. Sólo diré mi opinión personal. Debe confirmarse la benemérita Constitución de 1853, atemperando su centralismo gubernativo y su individualismo jurídico. Aquel, cerrando las puertas al despotismo político, acrecentando la colaboración del Congreso, afirmando el federalismo, fomentando el régimen municipal, sosteniendo la independencia del poder judicial y posibilitando el ingreso, al gabinete nacional, de representantes de las minorías. Este, remojándolo en una visión más social y universal de la vida, a fin de asegurar el desarrollo e integración del ser nacional, con resguardo concreto de su patrimonio fundamental para que no salga de sus propias manos la conducción económica de la Nación. También y especialmente, protegiendo el desarrollo y bienestar de la persona humana, afirmando sus libertades políticas y sus derechos sociales y económicos, como el derecho al empleo, a la retribución justa, a la vivienda sana, a la seguridad familiar, a la huelga, al libre aprender y enseñar, etcétera.
Todo esto debe procurarse obtener sin olvidar que la reforma constitucional hay que hacerla para coincidir y no para dividir al pueblo argentino. Por eso, no debemos auspiciar niguna modificación que despierte resentimientos en sectores del pueblo. El progreso institucional debe ser discreto para ser duradero.
5) VEA Y LEA. —Para el supuesto de que la Convención introduzca reformas sustanciales a la Constitución (por ejemplo, el doctor Ernesto Sanmartino se declaró partidario de un gobierno colegiado) , ¿en qué situación quedaría la fórmula que encabeza el doctor Frondizi?
ZAVALA ORTIZ. — Seria preferible que el propio doctor Frondizi advirtiera la situación en que puede quedar su candidatura, en ese supuesto o en cualquier otro de los tantos posibles, antes que lo advirtamos nosotros.
6) VEA Y LEA. — ¿Puede concretarnos el estado en que se encuentran las gestiones para la formación de un frente radical opuesto a las candidaturas proclamadas por la Convención celebrada en Tucumán en noviembre de 1956?
ZAVALA ORTIZ.— No conozco gestiones para formar "un frente radical" y menos para oponerlo a determinadas candidaturas. Las gestiones que conozco, porque intervengo en ellas, tienen por finalidad unir el radicalismo en el acatamiento a su ética política, a la doctrina y al programa consagrados, para lo cual se procura su reorganización total mediante padrones y comicios internos limpios, en los que trascienda la auténtica voluntad de los afiliados.
Entiendo que esas gestiones están por lograr el anhelado éxito.
7) VEA Y LEA. — ¿Designará este bloque radical candidatos? En caso afirmativo, ¿cuándo y para qué cargos?
ZAVALA ORTIZ. — La Unión Cívica Radical me supongo que, una vez reorganizada, elegirá sus candidatos. Desde luego que la elección de los candidatos se hará sólo cuando el pueblo sea convocado a elecciones.
8) VEA Y LEA. — ¿Qué sistema aplicaría para designar candidatos?
ZAVALA ORTIZ. — El voto directo de los afiliados.
9) VEA Y LEA. — ¿Pueden citarse nombres de precandidatos?
ZAVALA ORTIZ. — Cualquier mención sería incompleta. Felizmente el radicalismo no tiene el hombre único e insubstituible.
10) VEA Y LEA- — ¿Cuál es su actitud actual frente al Gobierno Provisional?
ZAVALA ORTIZ. — La actitud que tuve siempre: colaborar con el gobierno para que cumpla los objetivos revolucionarios y señalarles, sin resentimientos, los errores que comete.
11) VEA Y LEA. — ¿Cómo deben resolverse las cuestiones vinculadas a investigaciones, presos políticos y gremiales, inhabilitaciones, interdicciones, etcétera?
ZAVALA ORTIZ. — Sin arriesgar la seguridad material, política y jurídica del gobierno de la Revolución ni la del gobierno constitucional que le siga, se debe procurar con la tolerancia, el olvido y el perdón afirmar el entendimiento democrático de los argentinos. No debe olvidarse que el castigo es cruel cuando es tardío y es inútil cuando la conciencia social lo resiste. Pero también debe tenerse muy en cuenta que hay sectores que pretenden, validos del sabotaje y la rebelión, frustrar el principio de la vida libre y justa, afirmado por el sacrificio y la angustia del pueblo durante muchos años de despotismo. El gobierno, pues, es quien puede juzgar mejor que nadie cuándo es la oportunidad para olvidar y perdonar y quiénes merecen esa consideración.
En lo que respecta a las interdicciones, deben ser resueltas con toda premura, para que no sobrevengan perjuicios a los patrimonios afectados, sea que ellos deban ingresar al Estado, probado su ilegitimo origen, sea que deban volver a sus titulares aparentes.
12) VEA Y LEA. — ¿Qué piensa usted de la rumoreada posible disolución del Ministerio de Trabajo y Previsión?
ZAVALA ORTIZ. — Me parece sencillamente un disparate. No solamente debe subsistir el Ministerio de Trabajo, sino que, además, habrá que dar mayor intervención en la vida pública a las fuerzas del trabajo.
13) VEA Y LEA —¿Cree usted que los problemas económicos, incluso la inflación, ejercen imperio sobre el panorama político? ¿Cómo los afrontará el radicalismo?
ZAVALA ORTIZ. — Considero al económico uno de los problemas fundamentales del país en estos momentos, porque aparte de su trascendencia típica en el campo económico, está influyendo en el desarrollo de la Nación y en la tranquilidad del pueblo. No será posible
tratar el problema económico con un criterio meramente técnico, sino que habrá que completarlo con un sentido moral, nacional y humano. No debemos hacer de un sistema económico la finalidad de nuestra política, sino el instrumento apto para el cumplimiento de nuestras finalidades políticas y sociales. Con esto quiero decir, también, que no es posible atener la gestión del gobierno a fórmulas o leyes de un sistema económico, que no son más que presupuestos abstractos, como la ley de la oferta y la demanda, que solamente tiene un funcionamiento relativo, muy lejos de la perfección y de la justicia. Así, por ejemplo, congelar los salarios y dejar libres los precios, en circunstancias que hay escasez o arreglos colectivos de las empresas o dificultades para instalar o ampliar las fuentes de producción, es una contradicción inadmisible para los que veneran la ley de la oferta y la demanda.
14) VEA Y LEA. — ¿Cómo obtener la unidad completa del radicalismo?
ZAVALA ORTIZ. — Convenciendo a todos los correligionarios de que, dentro del alineamiento de las fuerzas políticas nacionales, la Unión Cívica Radical debe seguir siendo el centro y la izquierda de la democracia argentina y que, en ninguna forma, es posible convertirla en la derecha de cualquier totalitarismo, como lo han pretendido algunos hombres del partido.