Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


Las cosas que dijo Favaloro sobre el hoy argentino
Revista Gente y la Actualidad
noviembre de 1974

El doctor René Favaloro protagonizó un programa especial de televisión que acá resumimos para usted. Dijo cosas serias, polémicas, para pensar. Se puede estar o no de acuerdo con ellas. Pero, más allá de nuestro propio pensamiento, entendemos que es importante leerlas.
La polémica está abierta


NEUSTADT: —René Favaloro es un médico. Tiene un poquito más de cincuenta años. Es nacionalista, es católico; su mejor amigo es un judío. Es nacionalista, repito, y estudió y trabajó diez años en los Estados Unidos (es una contradicción, lo dirá él). Es un hombre que no viene aquí a hacerse notar. Es decir, vive de la medicina y acaso no necesite ninguno de este tipo de promociones. Acaso René Favaloro viene esta noche para ver cuál es el disconformismo social. Para establecer por qué los argentinos que somos una maravilla nunca terminamos de serlo definitivamente. El quiere analizar cómo está esta sociedad. Quiere tocar el tema de la juventud, de la Universidad, del autoanálisis que necesitan los argentinos. Quiere abarcar una especie muy importante de gama para que nos veamos en un espejo definitivo. Yo le dije que sí. Y de pronto me parece bien interrumpir el ciclo donde pasan, y pasarán, economistas, políticos, militares y gremialistas, para que René Favaloro, en el fondo un hombre común a pesar de ser un científico de nota, nos explique cómo es la Argentina que él vive estos días. ¿Doctor, usted tiene ubicación ideológica o política en la Argentina de hoy?
FAVALORO: —Yo quiero aclarar bien esto en este programa. Yo estoy acá como un simple ciudadano. Es decir, mi actividad es ser médico y no podría ser otra cosa. Yo trabajo diez, doce, catorce horas diarias en mi trabajo, e insisto: yo soy médico y nada más que médico. Yo no tengo otra actividad. Nunca he pertenecido a un partido político, no sé si es una ventaja o una desventaja. Y entonces no estoy en la cosa política, en la política en sí. Yo creo que éste va a ser el primero o el último programa en el cual yo venga a "desnudarme" como ciudadano en este momento tan especial del país. Si yo he aceptado venir acá y me siento muy cómodo es porque creo que voy a hablar con absoluta honestidad de una serie de cosas que, quizá, sean muy importantes porque creo que todo se está tratando en la superficialidad y no en la profundidad de la cosa. Pero insisto, yo en este momento me transformo en un simple ciudadano que nunca tuvo y creo que nunca tendrá afiliación política, pero que vive hasta el "tuétano" —yo diría así— el momento trágico que vive el país, que es la etapa más difícil de nuestra historia.
NEUSTADT: —¿Usted no está, de algún modo, muy seguro de que su actitud de neutralidad política sea la más adecuada?
FAVALORO: —No. Yo no sé por qué. No he tenido tiempo. Lo que sea. Yo conceptúo que estar en política es estar afiliado a un partido. Tratar de llegar a las posiciones dentro del partido, participar de la cosa. Eso es una cosa. Pero yo sé que en estos momentos los argentinos hagan como el avestruz y escondan la cabeza y no quieran mirar lo que pasa. Yo creo que hay una alta política que es analizar las cosas de nuestro tiempo. Y a mí siempre me ha interesado esto en mi país.
NEUSTADT: —¿Por qué usted, siendo nacionalista, estuvo diez años en los Estados Unidos? No es una pregunta reaccionaria ni provocadora. Es para que nos explique. Después quiero señalar lo siguiente: los argentinos creen que, a veces, el problema argentino es económico, es político o social. Curiosamente, en la primera conversación que tuve con el doctor Favaloro me dijo que el problema nuestro es de crisis moral. Como ésta puede ser una frase, quisiera que usted me la explique.
FAVALORO: —No. Esto no es una frase. Yo desde que tengo uso de razón vengo escuchando que éste es un extraordinario país. Que tenemos todas las condiciones necesarias para que sea un extraordinario país. Es decir, tenemos todos los climas, producimos de todo: trigo, lino, maíz, producción minera, petróleo, el mar..., lo que sea. Dios nos ha dado, o el destino, un país extenso con toda clase de posibilidades. No tenemos problemas raciales; coincide cualquier tipo de religión. En el lugar donde yo ejercía en La Pampa había tres comunidades diferentes. La mayoritaria era protestante, la de segundo tipo era judía y el tercero eran los católicos. Y en cambio todos convivían en paz, como amigos, trabajando esa tierra dura y agreste. Entonces no tenemos problemas raciales, religiosos, no tenemos el problema del negro que en los Estados Unidos es importante. No tenemos indios, es decir, no tenemos el problema que se puede ver en Ecuador, en Perú, en Bolivia. Entonces nos venimos repitiendo desde siempre que éste es un gran país, ¿pero por qué no es un gran país? Entonces de una vez tenemos que empezar a abrir los ojos y empezar a analizar por qué no es un gran país. Hoy hablamos de la gran crisis económica y le buscamos la vuelta a la cosa. Pero el argentino tiene que entender que en los últimos treinta años o cuarenta se ha acostumbrado a cierta amoralidad; yo me incluyo. Es decir, el argentino ha vivido a todos los niveles—yo hablo de los últimos treinta o cuarenta años— quizá los capítulos más trascendentes que empiezan en aquella trágica revolución del 30 que cambia toda la cosa. Y, entonces de ahí para adelante, y desde atrás también, el argentino se ha acostumbrado a vivir con esa amoralidad. Aquello del famoso tango de que "el que no llora no mama y el que no afana es un gil", ésa es la filosofía de muchos argentinos, nos guste o no nos guste. Porque muchos buscamos el acomodo, el camino fácil. Porque mire, cada vez que aparecen problemas, el argentino los resuelve así: ahora tenemos el problema de los autos, ¿no? No hay autos; hay que anotarse. Entonces ya está hecha la cosa. ¿Usted quiere un auto? Bueno, algunos ponen dos o tres millones de pesos de sobreprecio y por ahí lo consigue. Entonces ya está el vivo que se anota en cuatro, cinco, seis o diez casas de autos. Ahí está el ejemplo del problema del país.
NEUSTADT: —Doctor, usted que estuvo diez años en los Estados Unidos, ¿cuál es la comparación desfavorable para nosotros de un país donde acaban de expulsar a un presidente de la nación, donde usted, prácticamente, no puede salir de noche, como en Nueva York? Es decir, ¿cuál es la relación de fuerzas morales entre ellos y nosotros?
FAVALORO: —No hay ninguna duda de que esa sociedad de consumo ha llegado a tener grandes problemas y es bien cierto que en algunos distritos de Nueva York o en otras ciudades, especialmente en las de los negros, es muy difícil salir de noche. Pero al caso Nixon le puede buscar lo positivo y lo negativo. En un país como ése, un juez, un simple juez, hasta con apellido italiano, a lo mejor tiene sangre siciliana como yo. Este simple juez es suficiente que descubra que hay amoralidad para que el presidente caiga. Yo le pregunto a usted si en nuestro país, con esas cuatro cintas que se grabaron —porque Nixon en cierta forma era tan pulcro en sus cosas que hasta grababa sus conversaciones—. Y piense que un presidente puede decir muchas cosas entre bambalinas que no se pueden grabar. Por ese simple hecho el presidente del gran país cae. ¿Quién lo hace caer? La justicia común. Yo me pregunto si eso hubiese ocurrido en la Argentina.
NEUSTADT: —-En nuestro programa decimos que está prohibido criticar sin proponer. La pregunta es así: ¿qué hacemos?, ¿autoanálisis?
FAVALORO: —Yo creo que tenemos que ir al meollo de la cosa. Yo vengo a hablar acá y la gente dice: "Qué valiente, mire las cosas que dice". Yo no soy ningún valiente. Si esto lo va a decir un taximetrero cuando usted lo ve en la calle. El taximetrero le va a decir que el acomodo está a la orden del día. Se lo va a decir el ejecutivo. Mire, hace tiempo atendí a un paciente, un ejecutivo, y me dijo que tenía que ir al banco para buscar dinero para pagar una cuenta de una empresa importante y entonces un empleado le dijo: "No, doscientos millones, no. Le vamos a dar mil millones, pero le vamos a dar un interés especial y el uno por ciento de la platita me la tiene que dar a mí". Pero eso ocurre todos los días, ¿no?
NEUSTADT: —Doctor, si a René Favaloro mañana le dijeran que va a ser secretario de Salud Pública para cambiar el esquema moral, ¿va o se queda en su Sanatorio Güemes?
FAVALORO: —Yo no he nacido para funcionario. No es que no me guste la cosa de Salud Pública, quizá podríamos hablar mucho porque en este momento el país está en una crisis de salud impresionante. Los hospitales están todos desmantelados. Ahora parece que la Municipalidad compró setenta mil sábanas, que me parece muy bien y ojalá siga eso. Pero ustedes, los periodistas tendrían que ir a los hospitales y fijarse cómo está atendida la salud del pueblo, pero yo evidentemente no he nacido para funcionario porque pienso que duraría una semana. Cada vez que entro en un Ministerio y me reciben con el cafecito y me hacen sentar y veo toda esa burocracia impresionante de nuestro país, y lo veo al empleado que tendría que estar trabajando, no sé, juntando manzanas, labrando la tierra, hacer alguna cosa. Entonces yo no podría aguantar porque tendría que estar echando más o menos la mitad y después organizar la cosa de tal manera que con leyes o sin leyes la cosa anduviera. Fíjese el problema deja salud. Los hospitales estaban deteriorados, ¿no es cierto? Antes de que viniera este gobierno. Bueno, en un año y siete meses de gobierno los hospitales siguen estando tan deteriorados como antes o peor. Y mire qué fácil sería: ir a cada hospital y decirle al director: tiene dos semanas para decirme qué es lo que necesita este hospital para que ande. Entonces el director del hospital tendría que llamar a cada jefe de sala y decirles que tienen dos semanas para decirme a mí por qué este servicio no anda. Por qué algo está roto, o que los enfermos tienen que llevar gasas, alcohol, sutura, medicación, algodón.
"Este es un simple problema de educación. Al pueblo argentino hay que educarlo, especialmente al de la Capital Federal, el del interior es otra cosa. Yo vengo de estar en Santa Fe y tendríamos que hablar media hora de esa reunión en homenaje a un médico que yo quiero ver y que la gente quiere ver: el doctor Sauret. Es un cirujano que lleva cincuenta años de trabajo en un medio rural, y hace cincuenta años realizó su primera operación. Había más de mil, mil doscientas personas en ese homenaje. Tiene setenta y cinco años. Se levanta a las seis de la mañana. Opera todos los días. Tiene unas manos tranquilas, excelentes, un valor moral excepcional. Vive estudiando, preocupándose por la mejoría de la comunidad. Y entonces yo allí vi reflejado el médico que todos nosotros queremos ver, y que la gente también quiere ver. Pero entonces, especialmente acá en la Capital, hay un estado de amoralidad que se corrige nada más que con educación. Es decir, primero de todo tiene que haber leyes. Así como hablamos de leyes represivas en contra de la guerrilla, etc., etc., que en cierto modo a veces son necesarias. Aunque también hay que ir a buscar el problema de fondo y saber por qué tenemos esa guerrilla, y no solamente hacer la ley represiva, sino ir a buscar cuál es el origen y cómo hay que hacer para que eso no se repita. Entonces acá hay que ver dónde está el origen de eso y dónde está el problema y cómo educar al pueblo. Porque al pueblo hay que educarlo. Ahí está el problema. Es decir, pongamos un solo ejemplo: todo el mundo vive desesperado y va corriendo a ver si gana el PRODE. Entonces todo el mundo llena la boletita a ver si se hace millonario. ¡Pero es que la gente todavía no entendió que este mundo liberal, que busca la riqueza individual, de mejorarse en el sentido económico y de cuanto más dinero y más bienes ya se ha terminado en el mundo! Si lo único que me interesa a mí es que tenga un salario justo, una casa donde vivir, lugar para educar a mis hijos; cuando me enferme, un hospital, consciente que me van atender bien. Y cuando vea que ya no puedo trabajar más, una jubilación justa, para no vivir como un desgraciado. Esto es lo que hay que enseñarle a la gente.
NEUSTADT: —¿Por qué no hacemos una experiencia en sistema de educación? Hay un caso concreto. Usted acaba de venir de Santa Fe y a mí, el tema, realmente me lastimó mucho. Insisto que no me meto en la vida privada de nadie. El caso de Carlos Monzón. Un Campeón del Mundo que le pega a su mujer. Va a la comisaría, el juez que le permite salir del país, cuando cualquier individuo, notorio o no, por una simple lesión no puede irse de la Capital o de Santa Fe. Yo creo que el problema está en el juez, no en Monzón; en el juez o en el comisario.
FAVALORO: — Yo estoy totalmente de acuerdo con usted. Yo hago la misma crítica que usted. A mí me sorprendió tremendamente. Yo no entro en la vida privada de nadie. Yo no critico el hecho privado porque en los Estados Unidos el divorcio es cosa de todos los días y la separación en nuestro país también, porque aquí no hay divorcio. Aceptemos eso porque es privativo de la vida de cada uno. Pero el hecho de que alguien lesione a una persona, fuera su mujer, el vecino, eso está penado por la ley y no puede ser que porque uno sea un gran campeón mundial y haya hecho pasar momentos muy agradables, la ley se desvirtúe. Es que tenemos que cambiar todo eso. A todos los niveles tenemos que entender que esto fue una cosa equivocada. Tenemos que entender que hay que empezar a hacer un organigrama, se organiza todo, se discute, se propaga para hacer que ese pueblo tenga otra educación.
GRONDONA: —¿Usted cree en la minoría iluminada?
FAVALORO: —En absoluto. Yo no creo en la minoría iluminada. Soy un convencido que el pueblo debe tener representatividad, tiene que elegir sus cosas, tiene que tener acceso al voto. Tiene que ser realmente el partícipe de la cosa. No esa minoría privilegiada que va decidir la cosa. Pero entonces eso se hace a través de un intercambio de ideas y mostrando lo que nadie quiere mostrar. Yo insisto en esto que hablamos con nuestra mujer o que hablamos con nuestro amigo mientras tomamos un whisky o con un taximetrero, esto que todo el mundo conoce pero que nadie quiere mostrarlo porque unos están pensando en la elección, en los votos, o que a lo mejor viene la intervención y termina mi diputación, entonces no se atreve a decirlo, pero que este país tiene que empezar a tener otra filosofía de vivir. Mis amigos dicen que yo soy demasiado idealista. Yo digo que soy realista. De esto podríamos hablar horas y horas para mostrar a los diversos niveles como las cosas, por decenas y decenas de años, se han hecho al revés. Yo soy de los que creen que todavía a este pueblo se lo puede educar en otro sentido. Nosotros tenemos cosas tremendamente positivas. Nadie va a negar de que el latino tiene una serie de condiciones naturales que lo hacen destacable. ¿Cómo es posible que los argentinos que van a los Estados Unidos o Europa se destaquen? Porque tienen y la naturaleza los ha dotado de una suficiente cantidad de neuronas. Pero lo que pasa es que eso, quizá por intereses creados, por gente que tiene mucho interés porque la cosa siga así, entonces, se han escapado de la realidad. Y las cosas se han manejado muy mal. Es decir, los valores se han manejado al revés. Podemos citar diez mil ejemplos. Citemos el caso del capital extranjero. Y dicen: Oh, el capital extranjero..., visiten, etc. Es una de las banderas que usan los muchachos. Porque están en la izquierda y el capital extranjero viene acá y nos roba, nos explota... En un momento en que en Rusia hay fábrica de Coca-Cola, la FIAT puso una fábrica; se habla de que los Estados Unidos van a usar todo el gas de Siberia. Entonces yo digo al revés. El asunto no es así. Yo no le tengo miedo al capital extranjero y la importación de tecnología es importante. Yo le tengo miedo a los argentinos que se venden al capital extranjero. Eso es muy diferente. Si nos roban a nosotros, no es culpa de los capitales extranjeros que vienen a robarnos, es culpa de los argentinos que entran en la cosa, reciben su porcentaje y entonces le roban al país. Las cosas se pueden presentar de muchas maneras, pero tenemos que analizarlas en profundidad. Hay algunas cosas que nosotros todavía no las podemos desarrollar, pero por desgracia, porque ha estado preparado así, porque se maneja así.
NEUSTADT: —Usted le tiene un terror pánico a la burocracia. Es decir, ¿la burocracia qué es: exceso de gente o exceso de trámite?
F AVALORO: Mire, es el exceso de gente: vaya a muchas reparticiones públicas; nosotros los argentinos nos damos el lujo de que en una sociedad que todavía tiene que producir, una inmensa parte de la población vive del presupuesto nacional. Entonces hay oficinas atestadas de gente, que están mamando el presupuesto nacional, que están cobrando su sueldo y que contribuyen al desastre económico. O sea que no hay manera de arreglar el presupuesto nacional. Y eso es cosa que se ve todos los días a cualquier nivel. La burocracia nuestra es por exceso de personal y porque no se han modificado las cosas. Supongamos que usted en los Estados Unidos va a hacer un trámite bancario. Va con su libreta y dice: yo vengo a depositar. Lo único que hace es mostrar la libreta y el cheque o lo que sea y el empleado que está ahí le toma la libreta, anota sus datos y se la devuelve. Ese es todo el trámite. Ahora usted va a sacar dinero. Agarra la libreta y para estar seguro el empleado busca en un fichero los datos suyos. ¿Qué puede tardar?, dos minutos, o tres. Acá necesitamos ocho, diez, doce empleados bancarios. Yo le podría contar que si usted viene a la aduana y tiene que sacar algo, tiene que pasar por 440 oficinas, sellos que no caben más en el papel y de un empleado a otro, cuando el trámite es tan simple porque tienen que averiguar si es doloso, no es doloso, etc. Y así en todas las esferas. Yo el otro día tenía que viajar a un país sudamericano, fui al Aeropuerto y me puse en la fila sabiendo que tenía el asiento reservado y todo. Es una distinción de la empresa que no me parece mal, pero en fin. Como el avión estaba por salir y había mucha gente en la cola la gente comenzó a protestar. Yo me pasé mirando los diez, quince funcionarios. Uno trabajaba bien, el otro trabajaba regular, y todos los demás caminaban, fumaban, hablaban entre ellos, tenían galones de diversas categorías. Entonces como yo no había aparecido llaman por los parlantes diciendo que por favor el doctor Favaloro preséntese en la ventanilla tal. Bueno, me presenté en la ventanilla tal y un funcionario dijo por qué no se presentó. Bueno, qué sé yo, estaba allí en la fila. Bueno, dice, vamos a hacer los papeles rápido porque el avión está por salir y dice: "discúlpeme que no lo he podido atender porque estaba tremendamente ocupado." Era uno de los más ineficaces que estaba del otro lado.
NEUSTADT: —Esto parece una lucha entre el doctor René Favaloro por hacernos ver cómo es la Argentina o cómo debiera ser. Y nosotros por mostrarle cómo es la Argentina y que no creemos que sea inmodificable. Y estamos tratando de hacer de lo negativo lo positivo. No es que discrepemos de Favaloro en algunos de los juicios, pero de algún modo queremos probarnos y comprobarnos que no somos tan malos, porque a los argentinos les va bien; le va mal al país. Y entonces planteamos el tema con todo respeto y con toda libertad; si en el fondo se planteara al doctor Favaloro: "¿Señor, quiere ingresar a la función pública, en la Secretaría de Salud Pública o en algún ministerio?" Y él no tiene la vocación de funcionario. Se queda en su casa, o se queda en su trabajo porque es médico y punto. Y de pronto le pregunta
y porqué no ingresa a un partido político y lo reemplaza a Manrique, a Balbín, entonces, claro, es un poco difícil el proceso. ¿Doctor, le he escuchado alguna vez que usted ve a la juventud desubicada, es así?
FAVALORO: —Acá entramos, quizá, a uno de los problemas serios de nuestro tiempo y de nuestra sociedad porque tenemos que analizar el problema actual de la juventud que está volcada, en su mayoría, hacia una izquierda, algunos hacia una ultraizquierda y tenemos que entrar a hablar, quizá, sobre este tema de la guerrilla y de todas sus consecuencias. La juventud siempre es idealista. Entonces quizá ve los errores, los defectos, más que las cosas positivas. Esta es una de las cosas que más me torturan. La juventud nuestra se ha ido yendo con esta ola de izquierdismo y de socialismo que hay en el mundo y se ha ido volcando paulatinamente. No lo ha hecho así solamente por cosa espontánea, sino porque ha habido una cosa muy bien preparada, muy bien orquestada con los profesores de filosofía, sociología, y la llevó a esa posición.
Yo no critico a la izquierda. Yo soy un convencido que en el fondo el mundo en el futuro va a ser un ochenta por ciento social (no te quiero llamar socialista porque en este momento no se entiende muy bien) pero donde el hombre entra en un mundo social y él es parte y no puede escaparse. En los Estados Unidos la gente se va yendo hacia la izquierda. En Rusia de a poco se están yendo a la idea de la sociedad de consumo. Ahora dan crédito para comprar el televisor, crédito para la heladera. Así que nos guste o no nos guste nosotros vamos hacia un mundo social. Lógicamente el basamento de todo esto está en todo lo que comentamos. Hay muchos slogans de esa juventud que tienen un fondo de verdad. De eso no hay duda. Pero esa juventud se ha volcado a una guerrilla que no tiene sentido. No existe una sola demostración histórica de que la guerrilla urbana haya sido positiva y haya llevado al desarrollo de su mundo marxista. No hay una sola demostración. Entonces es una juventud que está totalmente desubicada porque cree que secuestrando, matando, robando, etc., etc., van a cambiar el medio social. Yo a esa izquierda le daría mañana Buenos Aires. Aquí está, Buenos Aires es de ustedes, ocúpenla y gobiérnenla. Tendrían a las 24 hs. una guerrilla en contra de ellos y no la podrían tomar. Fíjese que en Vietnam llegaron a Saigón y no la pudieron tomar y se vuelven atrás. Quiere decir que esa guerrilla no va a solucionar el problema del país. Insisto en que hay que diferenciar entre las cosas que me alejan, que son realidades de mi país, que tenemos que aceptarlas, y si nosotros que queremos la democracia no entendemos que nosotros tenemos que hacer la reforma social que el tiempo justifica, entonces esta carrera siempre va a estar armada en este sentido. Pero los métodos que utilizan son la locura del siglo. Yo lo comenté en ese viaje que hice a Rusia cuando me preguntaron sobre la Argentina y dije que yo no entendía este asunto de la guerrilla. Ellos me dijeron que tampoco la entendían porque la gente cree que en la Argentina Rusia está a favor de esa guerrilla. Incluso había una delegación de médicos cubanos y ellos también me dijeron que tampoco la entendían y que Cuba no tenía ningún interés en este tipo de guerrilla. ¿Por qué no tienen interés? Porque es una cosa muy simple. ¿A qué lleva esa guerrilla de ultraizquierda? Al desarrollo de la guerrilla de la ultraderecha. Entonces esa juventud en vez de salir a decir "esta idea es la que nosotros tenemos". Y los argentinos tenemos que respetar eso. Mire, si alguien dice "yo creo en la cosa de Mussolini", perfecto señor; "yo creo en la cosa Maoista", perfecto señor. Publique los diarios. No hay que reprimir. Todo el mundo puede exponer acá. Cuando llegue el momento de votar, veremos cuántos somos. Cuántos somos los que estamos en la ultraizquierda, cuántos somos los que estamos en la ultraderecha. No hay que impedirles que tengan sus diarios, sus periódicos, que informen a la gente. Porque las ideas se combaten con las ideas.
El problema es que estos muchachos están totalmente desvirtuados. Desde el punto de vista médico yo diría que ya tienen alteraciones psiquiátricas. A algunos habría que estudiarlos. A lo mejor tienen problemas sexuales, a lo mejor tienen problemas de familia, tienen alguna cosa que ejercen que reaccionan de esa manera. Pero entonces la tragedia que no entienden es que esta gran guerrilla de izquierda a lo que ha llevado es a la guerrilla de derecha. Ahora tenemos a los triple A, se habla de grupos parapoliciales. Yo no sé si existen o no existen pero en este momento se formará una comisión bicameral para que analice en profundidad dónde estamos porque se habla y nadie comprueba si sí o no, si está el grupo parapolicial o la triple A. Entonces, se lleva ¿ adonde? Al desarrollo de la ultraderecha. Y cualquiera que tenga dos dedos de frente se va a dar cuenta que si en este país se va producir un cambio, va a ser el gobierno de derecha. Es decir, yo soy de los que creen que la Presidente merece absoluto respeto porque por algo está ahí y por algo se la ha elegido y se terminó, y si la eligieron hay que aceptarla. Y son dos añitos nomás. Dentro de dos años tenemos elecciones y veremos lo que vamos a hacer.
NEUSTADT: —Los argentinos, ni el 23 de setiembre, ni el 11 de marzo votamos ni por Marx ni por Hitler, y sin embargo estamos discutiendo a ese nivel.
GRONDONA: —La experiencia de esta noche, muy valiosa para la televisión, es traer de afuera de la política un hombre que nos hable de la comunidad, del país, de la sociedad. Esto fue para nosotros una experiencia muy interesante. El doctor Favaloro es un hombre virgen políticamente; es un inocente político, que nos habla absolutamente sin ninguna clase de elaboración político-profesional del problema político argentino.
FAVALORO: —Si ustedes han usado esos términos de la ingenuidad, de la inocencia, en eso quizá tendría que disentir. Yo no soy ni ingenuo ni inocente, yo soy demasiado realista. Yo como cosa positiva diría que si nosotros queremos arreglar esto y queremos hacer realmente la liberación tiene que estar cada uno de nosotros. Es decir, nuestro país tiene que liberarse por la acción del individuo. Hemos estado mucho tiempo viviendo, mirando hacia el extranjero. Tenemos que entender que nosotros tenemos que resolver nuestros problemas adentro, y la liberación vendrá cuando cada uno de nosotros a su nivel trate de resolver el problema. En mi especialidad, nosotros seguimos introduciendo muchas cosas del extranjero que deberíamos estar produciendo nosotros. Esa es una de las fallas de nuestra Universidad. Nuestra Universidad ha perdido el tiempo y no nos ha dado el técnico que el país necesita. Si tenemos que hacer un cateo de petróleo tenemos que llamar a alguien que venga a enseñarnos. Entonces esto no puede ser. Hemos perdido mucho tiempo. Yo insisto que la positividad de esto está cuando cada uno de los argentinos entienda en profundidad la tragedia que vive el país y no analice así, superficialmente. Y eso de la primera piedra es importante. Hay que agregarle muchas otras y entiendo que la solución del problema argentino está en cada uno de nosotros que empecemos a mirar hacia adentro y a construir el país, pero a construirlo honestamente, este país tiene solución. Mientras tanto yo no le veo solución.


 

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René Favaloro
Dr. René Favaloro

 

 

 

 

 

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