Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


Televisión
Series dobladas en la Argentina,
sin balaceras, neveras ni papaítos
Revista Primera Plana
20.11.1962

El sábado último a las 21.30, se abrió un nuevo capítulo en la pequeña historia de la efervescente televisión argentina: se lanzó al aire, por vez primera, una serie filmada norteamericana, doblada en el país.
El episodio, de alguna manera, corona años enteros de quejas y críticas que llegaron, inclusive, hasta las esferas oficiales, mediante iniciativas de legisladores. Cuando las series tomaron volcánico auge al establecer más canales en Buenos Aires, aquellas críticas arreciaron; y las series, además de ofrecer argumentos para discusiones, proporcionaron pasajero material a los humoristas; mejor dicho, lo proporcionó el idioma en que esas películas estaban dobladas, ese "mexicano" lleno de términos desconocidos y al mismo tiempo exóticos: balacera, aparcar, carro, mesero, velador, etc.
Se criticaba, en principio, la deformación que esos neologismos aportaban al idioma argentino: tal la teoría esgrimida por docentes, puristas del castellano, filólogos.
Luego se encontró una salida menos lírica: el doblaje, en la Argentina, crearía inextinguible fuente de trabajo para los actores y, lógicamente, para los técnicos de la electrónica y los traductores.
Razones de este tipo ya comenzaron a girar, poco después de transmitirse por el veterano canal 7 las series iniciales entre ellas, Cuatro hombres justos, Cisco Kid y la ex popular Patrulla de caminos. Y esas razones crecieron con el incremento de las series. Lateralmente, se jugaba otro dilema todavía sin solución: la disminución de los espectáculos en vivo. Los ejecutivos de las emisoras permanecieron más o menos impermeables ante la baraúnda de ataques. Hubo un momento agudo, hace dos años, al circular la copia de un proyecto de ley que ordenaba (si se hubiera aprobado) el doblaje en nuestro país de todo el material extranjero destinado a la televisión. El proyecto nunca prosperó. Las autoridades de los canales agitaron dos campanas: 1º) costo excesivo del proceso; 2º) retracción de las empresas productoras de series, que no las enviarían, al perder una parte del negocio. La frase de rigor: "Hay que esperar el momento preciso. No es posible largarse a doblar sin una maduración previa. Primero tenemos que aposentarnos".

Menos España
A fines de 1961, el momento llegó: el canal 13 envió a su ejecutivo Roberto Airaldi a ver doblaje de cerca, en México, Puerto Rico y Estados Unidos. Regresó en febrero de 1962 y comenzó a preparar el personal y los equipos necesarios; el ingeniero Edmundo Moré se ocupó de la parte técnica, y del resto, Airaldi.
Toda esta labor se tradujo en nuevas dependencias del Canal 13; concretamente, en siete pequeñas oficinas ubicadas en el primer piso de la emisora, sobre el lado de la calle San Juan, que dispone de un elenco estable de 13 empleados; ese es el departamento de doblaje dirigido por el propio Airaldi. El escollo más difícil de superar fue el de hallar los traductores que se adaptasen a las extrañas características de la tarea; y después, instruir a los directores de doblaje, una profesión ignorada aún en nuestra ciudad.
El 16 de abril de 1962 —fecha que quizá no convenga olvidar— y luego de un desfile de aspirantes y la necesaria clasificación en fichero de las voces, comenzaron las actividades de doblaje, con una serie recién importada: Rawhide (aquí se llamará Cuero crudo), western no-violento cuyos capítulos duran una hora y que produce la Warner Brothers para la cadena norteamericana CBS, con la que está vinculado el Canal 13. Posteriormente, se decidió hacer lo mismo con otro ciclo: la comedia I love Lucy (Yo quiero a Lucy), de la productora Desilú, que fue la elegida para inaugurar las transmisiones. La decisión de doblar Lucy se debió, entre otras causas, a las continuas quejas del público por la voz que se utilizaba para Ricardo, el marido de Lucy en la ficción. Paradójicamente, esta serie no se doblaba en México, sino en España. Cuando el departamento de doblaje inició su labor, tenía ante sí 150 capítulos de Lucy y 78 de Cuero crudo; al escribir estas líneas, ya hay terminados 20 de la
primera y 30 de la segunda. ¿Cómo se efectúa el doblaje?

Cuidado con los labios
De Estados Unidos llegan dos copias por episodio. Una de ellas, se mantiene intacta. La otra, pasa a la sección Corte y Montaje, donde es minuciosamente separada en pequeños trozos, de acuerdo con los cambios de toma y diálogo: quedan, así, los "loops", tramos donde hay diálogo, y los "trims", fragmentos de pura imagen. Esos "loops" (hay de 90 a 120 por cada capítulo de media hora; y unos 200, en los de 60 minutos) son llevados a la sección traducción: allí, el traductor cuenta con un proyector, una máquina de escribir, papel y el libreto en inglés. Este último, le sirve de guía —ya que muchas veces, al filmar, se cambian réplicas o se modifican— para realizar una versión literal; luego, al ver la escena proyectada, el traductor busca que lo que ha puesto en castellano, pueda encajar con los movimientos de labios de los personajes, para lo cual procederá a mantener el espíritu de la letra e introducir reformas de sintaxis o de palabras. De tal forma, el "how do you do?" se convertirá, por ejemplo, en "¿qué tal le va?" o algo similar.
La traducción es una parte trascendental de la operación, ya que significa un 50% de la tarea, si está realizada con cautela. De lo contrario. dificulta el doblaje posterior, pues los actores se verán obligados a corregir frecuentemente la letra para que coincida con el movimiento labial. En esta sección trabajan: Inés Hernández, Alan Craig, Juan Calderón. Adriana Piña y Mónica Merello, esta última sobrina del secretario de Guerra; general Rattenbach. Finalizada esta parte (se calcula que, al ritmo actual, se demora unos 3 días en hacer la versión de un capítulo de media hora) se procede a la copia de los libretos. Luego, el doblaje en sí.
En una salita contigua al set, un técnico de sonido, Aldo Rabino, se instala junto a un alto aparato grabador, que registrará las voces de los intérpretes. Cerca de allí, el operador Ricardo Martínez, proyecta cada uno de los "loops" cuya dos puntas están unidas, formando un sinfín que desfilará cuantas veces sea necesario.

Siete horas y treinta minutos
En el set, hay una pantalla, un escritorio, y una especie de atril; en el medio, un alto y sensible micrófono. En el atril, además de los libretos se hallan tres teléfonos, por los que sale el diálogo en inglés de la película y que generalmente sirve de orientación a los actores. El proceso, técnicamente simple, es endemoniado por su extensión, sobre todo teniendo en cuenta el calor reinante en el set. "Vamos a terminar locos", comentó una de las intérpretes. "Nos van a tener que llevar en camilla al terminar".
El doblaje se hace entre las 18.30 y las 2 de la mañana y se necesitan alrededor de siete horas intensas para dejar listo un capítulo de media hora. Pues bien: la operación se efectúa siguiendo el propio orden de la película. Cada "loop" está numerado; el proyectorista lo coloca en su cámara y el sonidista ubica, en su aparato, una cinta magnética para registrar el diálogo. Los actores ven de dos a tres veces la diminuta escena y ensayan "in mente". Luego, dicen el diálogo en voz alta, para comprobar su coincidencia con el movimiento de los labios en la pantalla. De vez en cuando, se modifica parcialmente la réplica o se le agregan exclamaciones o pequeñas frases destinadas a cubrir huecos o a permitir una mejor exhalación de la letra. Después, se graba. Cuando se estima listo el doblaje, vuelve a pasar la imagen, ahora acompañada de su nuevo registro. El director, Horacio Torrado, da su aprobación y se sigue con el próximo "loop". Si así no ocurriera, se repetirá hasta encontrar mejor versión.
Concluido el capítulo, se exhibe la copia del film que quedó intacta, al mismo tiempo que la banda sonora, en una supervisión que controla Airaldi y donde se observan las imperfecciones, a fin de neutralizarlas con posteriores "retomas". Y, por fin, ese material es encerrado en latas y enviado a Miami, donde se procede a la "mezcla" de la cual saldrán las copias definitivas con imagen y sonido; de Miami, regresan a Buenos Aires y sólo queda televisarlas. Como ocurrió el sábado pasado, a las 21.30, en que Carmen Vallejos prestó su voz a la inquieta Lucille Ball. Los otros personajes centrales de Yo quiero a Lucy, son doblados por José Díaz Lastra, cubano, yerno de Pepe Biondi, en el rol de Ricardo; J. Bordignon Olarra y Marga de los Llanos.
Los 7 protagonistas fijos de Cuero Crudo, son doblados, a su vez, por Aldo Barbero, Rolando Ruso, Eduardo Lanza, Leandro Reinaldi. Héctor Ricutti, Eduardo Conlazo y Manuel García Alonso, casi todos ellos de extracción radial, al parecer los más adecuados a la operación.
¿Es un buen negocio, para quienes lo hacen, el doblaje? A los traductores, se les paga $3.000 por cada libreto de 30 minutos. Y los actores —de acuerdo con un convenio suscripto con la asociación que los agrupa— perciben $ 48 por "loop", además de un plus inicial de $250. En un capítulo de Lucy, la protagonista alcanzó un máximo de 78 "loops", lo que le significó $3.994. Y en Cuero Crudo (tiene menos diálogo, pues que acapara más acción) el máximo conseguido fue de 108 "loops", es decir S 5.146. En cuanto a los personajes secundarios, como se comprende, el pago varía a veces desde los iniciales $298 hasta unos $1.500. En resumen: doblar aquí un episodio de media hora exige de $ 40.000 a $45.000. Este es, a grandes rasgos, el detalle de la nueva etapa abierta para la televisión local.

 

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Doblaje de series de tv
El sonidista Aldo Rabino: un dedo en el control y "loops" colgantes

 

 

Doblaje de series
Micrófono, atriles y una pantalla son las armas básicas para doblar