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pie de fotos
-Abogado Raymond Burr, en USA entre los primeros
-El detective millonario, curvas, dólares e ingenio
-Patrullero Crawford, diez años

 

 

Amos Burke, después de circular con su Rolls-Royce por un laberinto de sospechosas que lo adoran, y de atrapar al criminal a golpes de ingenio, desembarcó en los brazos de una resplandeciente trigueña que se entretuvo, durante todo el capítulo, jugando al billar. La estridente música de jazz se llevó a las últimas imágenes, y en la pantalla se asomó el inevitable 'The end'. Inmediatamente, cerca de un millón de personas se restregaron los ojos; de cada tres, una se dispuso a ver el próximo programa, y las dos restantes, satisfecha la cuota diaria de evasión, se zambulleron en la cama.
Fulminantemente, "El detective millonario" se empinó en el ranking de verano de los programas de televisión: según el videómetro IPSA, en enero obtuvo un rating de 19.8, en febrero pasó a 21.6, y finalmente, en marzo alcanzó 24.2. En el mismo escalón del ranking, el sexto, se instaló otra serie con ciertos ribetes policíacos: "El fugitivo". Con la estruendosa "Combate", son los únicos islotes que no han sido invadidos por una marea de comedias y de shows musicales. Se trata de un movimiento no solamente local: en los Estados Unidos, programas como "El show de Dick Van Dyke", "Los Beverly Ricos" y "Walt Disney", han desalojado de los primeros puestos a las películas de médicos, a las de guerra y a las policiales, con la única excepción de "Perry Mason".

El comienzo del torbellino
El primer detective que se asomó a las pantallas argentinas fue el robusto Matthews, héroe de "La patrulla de caminos"; entonces, en 1955, tenía un solo competidor en su lucha por la justicia: el bucólico "Cisco Kid". Durante diez años, el corpachón de Matthews transitó por todas las rutas norteamericanas y por todos I03 canales locales, mientras otras series, que habían sido botadas espectacularmente, naufragaban en la indiferencia del público. Poco después, el frente de la ley fue reforzado con el mujeriego Mike Hammer, un torbellino de puñetazos que hizo elevar casi verticalmente la curva de contusos en la televisión argentina.
Hace cuatro años, Canal 7 decidió terciar en el mercado de la violencia, y compró, en encarnizada puja con otros canales, una serie que se anunciaba como un verdadero monopolio de la pólvora: "Los intocables". Desde el primer capítulo, las ametralladoras comenzaron a segar vidas y a agujerear toneles de whisky escamoteados a los inspectores de la Ley Seca. Sin embargo, pese al derroche de balas, las aventuras de Eliott Ness no consiguieron igualar la crueldad que destilaban las andanzas de Mike Hammer, y de otro personaje envuelto en jazz que en seguida encontró innumerables adictos: "Peter Gunn".
La serie más ambiciosa de Canal 11 —si se clasifica "El fugitivo" entre las comedias dramáticas— fue "Arresto y Juicio", una maratón de celuloide, que se repartían, por igual, las peleas y los discursos, estos últimos en la corte de justicia. Actualmente, la proporción de series policiales, en relación con las de los restantes géneros, oscila entre el 10 por ciento (Canal 11, Canal 13) y el 30 por ciento (Canal 7). 

El Rolls-Royce detective. 
"Compramos 'El detective millonario' porque los capítulos piloto nos parecieron muy buenos", dijo a PRIMERA PLANA un ejecutivo de Canal 13. Pero, por las dudas, los estrategos de la emisora se decidieron a poner en práctica el principio del 'lead-in', muy utilizado en Estados Unidos, que consiste en anteponer a una serie que se desea promover, otra de probado arrastre; según los norteamericanos, la mayoría de los teleespectadores es perezosa, y no se molesta en girar el dial después de haber visto su programa predilecto. Para lanzar a "El detective millonario", se ubicó en la media hora anterior a "El show de Dick Van Dyke", una serie que, precisamente, en USA fue catapultada por "Los Beverly Ricos", con tanto suceso, que al poco tiempo superó, en los ratings, a la serie madrina. En Buenos Aires, durante los meses de enero y febrero, se produjo un fenómeno parecido: el inalterable Amos Burke dejó atrás a su protector, el desopilante Dick Van Dyke.
La nueva serie, en realidad, tenía ganado de antemano un trozo substancial de la audiencia. El protagonista, Gene Barry, había capitalizado la admiración de las mujeres y la simpatía de los hombres, detrás de un personaje que lo hizo célebre: Bat Masterson. Los que esperaron su reencarnación en Amos Burke, no se sintieron defraudados: se trataba del mismo Bat Masterson, elegante, aplomado, pero ahora sazonado con ingenio, y sobre todo rodeado de sofisticadas mujeres.
En la serie está proscripta la violencia. Cada capítulo se abre con un enigma criminal: "¿Quién mató a...?", que el capitán Burke desenrosca en abierto conflicto con la lógica, pero la mecánica del asesinato nunca se exhibe. Por lo general, el espectador, sobresaltado por la aparición en pantalla de rutilantes estrellas invitadas —ya desfilaron Mickey Rooney, Don Ameche, June Allyson, Rhonda Fleming, Ivonne de Carlo, Macdonald Carey y Marilyn Maxwell, entre otras—, por la intercalación de personajes estrafalarios, y por los gags que derrochan algunos capítulos, se pierde en el laberinto de la pesquisa y admite la conclusión de Burke sin mayores exigencias.
En los diálogos suelen despuntar destellos antológicos. "¿Por qué se ha metido usted a policía?", le pregunta al detective una sofisticada damisela. "Porque me agrada el uniforme", responde Burke, envuelto, como siempre, en un impecable ambo de corte italiano. Hay una segunda carga: "¿No es más bonito el de los acomodadores de cine?" "Sí —contesta Burke—, pero me aburre ver dos veces la misma película, y la lectura de los títulos me fatiga.". El capitán gasta su mejor pólvora, el ingenio, hasta con sus subalternos: antes de remolcar hasta la casa de un sospechoso al teniente Tim —que con su jopo, sus grandes ojos y su hermosa sonrisa de caballo es otro festín para las presuntas criminales—, Burke le pregunta: "¿Tienes buen estómago? Tenemos que investigar los artículos de un periodista."
Pero, sin duda, el arma más contundente de Burke, tanto para sortear los obstáculos que le proponen los libretistas, como para adueñarse de la audiencia, es su condición de millonario: una cosa es arribar al escenario del crimen en medio de un democrático alarido de sirenas, a la manera de Matthews, y otra muy diferente desembarcar de un imponente Rolls-Royce, dotado de todo confort imaginable: chofer chino, teléfono, cafetería y televisión. Además, la libreta de cheques del detective le permita utilizar recursos que harían quebrar a cualquier repartición policial, incluso en Estados Unidos: veladas en costosos nigth clubs y equipos de violinistas gitanos capaces de ablandar a la delincuente más endurecida.

Las balas nuevas
El éxito de "El detective millonario" ha reverdecido los laureles del género, en el que ahora se enrolan nuevas series; Canal 13 incorporó "Jungla de Asfalto" y "La patrulla fantasma", y ha trascendido que cambiará "Los detectives" por otra policial de mayor impacto; Canal 11 abrió la temporada con una nueva, "Yo fui un criminal", y la reprise de otras dos que obtuvieron buenos ratings en otras emisoras; Canal 7 elevó a diez el número de series policiales, entre las que se destacan —además de "Los intocables"— "El santo", "Los perseguidores", "Cita con la muerte" y "Policía".
Las series son adquiridas en los Estados Unidos, a través de un distribuidor en plaza o directamente a la empresa productora. Los compradores realizan tres o cuatro expediciones anuales, durante las cuales deben digerir cuarenta o cincuenta series, para volver con diez o doce de ellas al país. El riesgo, a veces, es enorme: hay que comprar series que recién han sido encargadas por los avisadores norteamericanos, y cuyo suceso no pueda más que conjeturarse.
Alfredo Odorisio (soltero, 31 años), director de TOA, una de las empresas distribuidoras locales, dijo a PRIMERA PLANA: "Compramos las series cuando todavía no han sido dobladas, trabajo que se hace, por lo general, en México o en Puerto Rico. Cada serie consta de 39 episodios, y la pagamos en dólares en el curso del año." Los precios de las series son variables: "Arresto y Juicio" costó al Canal 11 alrededor de 2.000 dólares; las reprimes, en cambio, son substancialmente más baratas.
La empresa de Odorisio lleva vendidas en el país 100 series, 20 de las cuales son policiales. En su último viaje capturó una docena de nuevos ejemplares, que recién será estrenada en Estados Unidos en setiembre. Dos películas policiales aguardan a las emisoras locales en los estantes de TOA: "I spy" ("Espía"), que desgrana las aventuras de dos agentes secretos, uno blanco y otro negro, que para el hampa son un inocente jugador de tenis y su masajista, y "Lee Marvin", una serie de acción a la manera de "La patrulla de caminos".
La causa de la brusca desaparición de series de indudable arrastre fue explicada por un directivo de la distribuidora Jerry Gómez, introductora en el país de "Los intocables": "Es común que un anunciante, en Estados Unidos, financie una seria durante un año, y cuando termina no quiera renovar el contrato, aunque haya tenido éxito." Este parece ser el caso de Nick Charles, "Dragnet" y especialmente de "En la cuerda floja", de la que existen solamente 39 episodios, un año de exhibición. Pero tal vez los asesinos de series dramáticas no son quienes les retiran el apoyo económico, sino el público, que prefiere evadirse por el camino de las carcajadas, en vez de hacerlo por el de la pólvora.
PRIMERA PLANA
04 de mayo de 1965