Revista Siete Días Ilustrados
30.06.1969 |
Los atentados contra 13 supermercados, el jueves 26, revelan la
existencia de una aceitada organización, presumiblemente
izquierdista e inspirada en los Tupamaros.
Después del cordobazo, la agitación continúa. Insólitos entretelones
de la violencia
El jueves 26, en horas de la madrugada, 13 supermercados de la
cadena Minimax, en Buenos Aires, estallaron simultáneamente en
llamas. En ocho de ellas se registraron pérdidas totales. Era el
inicio de una serie de atentados terroristas perpetrados con motivo
del arribo de Nelson Rockefeller (con intereses en los Minimax),
enviado especial del presidente Richard Nixon, previsto para el
domingo 29; era, también, un eslabón de la cadena de actos
vandálicos desatados a partir del espectacular cordobazo, producido
el 29 y 30 de mayo, y que provocó la caída del gabinete nacional.
Por supuesto, el ejercicio del terrorismo es la más nefasta
exteriorización del descontento popular, al parecer poco atendible
por parte del gobierno nacional.
Ya en la noche del miércoles 25, la inquietud por el anuncio del
arribo del emisario Rockefeller había generado graves disturbios en
la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
Ese día, aproximadamente a las 8 de la noche, cerca de 500
estudiantes intentaron orquestar una asamblea en el aula central de
esa casa, en el barrio del Once. Después de algunos cabildeos, los
integrantes de la Coordinadora de Agrupaciones Estudiantiles
decidieron efectuarla en el vestíbulo de la planta baja. Según
información suministrada a SIETE DIAS por alumnos de filosofía, la
asamblea había sido propuesta por estudiantes de la carrera de
sociología quienes intentaban analizar algunos problemas
estrictamente vinculados a sus estudios. El permiso, al parecer, fue
denegado por el decano, Juan Albino Herrera, medida que originó una
manifestación y la consiguiente captura del edificio. La
intervención policial —que intentó desalojar a los universitarios,
ya instalados en los pisos altos de la casa— provocó heridos,
contusos (alrededor de 80) y la detención de más de un centenar de
revoltosos, alojados en distintas comisarías de la Capital y en la
cárcel de Villa Devoto. Uno de los hechos más significativos fue la
destrucción del archivo que Coordinación Federal tenía en el segundo
piso de la Facultad; en él se encontraban los legajos de una gran
cantidad de estudiantes con antecedentes políticos.
COMESTIBLES EN LLAMAS
Pero, sin duda, el siniestro mayor fue el incendio de 13
supermercados, provocado aparentemente por elementos de un sector de
la extrema izquierda. Es poco probable que la acción deba endilgarse
a miembros del Partido Comunista, como pretendía el vespertino La
Razón en su edición del jueves 26: información recogida por SIETE
DIAS en los servicios de seguridad del Estado, revela que la
operación comando (presentó evidentemente esas características)
estuvo a cargo de grupos marxistas, coordinados quizás con núcleos
peronistas de los llamados "combatientes". Es curioso el comunicado
número 1 del FAL (Frente Argentino de Liberación) remitido a todas
las redacciones periodísticas del país, en el que se revela que el
asalto al vivac del Regimiento 1 de Infantería Patricios (con
asiento en Campo de Mayo), perpetrado el 5 de abril último, fue obra
de esa organización izquierdista. Hay quienes asocian a este
nucleamiento político con la secta uruguaya Tupamaros, que actúa con
métodos semejantes, y por supuesto con los recientes atentados.
Hacia fines de semana, por otra parte, se extendía la versión de que
un dirigente allegado al sindicalista Raimundo Ongaro, habría
recibido una carta de Raúl Castro (hermano de Fidel) en la que
alentaría a la CGT de Paseo Colón a continuar con la acción
subversiva. Esta carta habría sido secuestrada por los servicios de
informaciones, los cuales la utilizarían como elemento probatorio de
una delirante confabulación dirigida desde La Habana. Esos
servicios, según se pudo saber, tendrían confeccionada una lista de
400 personas a detener en caso de que se produjeran atentados como
los registrados contra los Minimax. Un elemento revelador fue lo
dicho por Ongaro en una reunión realizada el martes 24, cuando
profetizó que la misiva de Castro, si existe, iba a ser utilizada
para justificar la represión contra su sector.
La semana —que concluía con la adopción de extraordinarias medidas
de seguridad en previsión de atentados, y el anuncio de un acto de
la Federación Universitaria Argentina (FUA) en Plaza Once, el
viernes 27— se completaba con una carta emitida por los
Coordinadores Regionales del Movimiento Sacerdotes para el Tercer
Mundo. Con la firma de su secretario general, Miguel N. Ramoendetti,
el grupo, luego de analizar los sucesos de Córdoba y proclamar la
instalación de un estado socialista, repudia la política sustentada
por el emisario Rockefeller.
Revista Siete Días Ilustrados
30 de junio de 1969
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