Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado


La Unión Cívica Radical
en la Unión Democrática

Opiniones radicales
A diferencia del socialismo, la UCR no fue, en ningún momento unánime con la UD. Su mística devoción a la intransigencia con todo lo que no fuera de! partido, en la más exigente ortodoxia yrigonista, hizo fracasar los intentos iniciales. La fracción antipersonalista en cambio bregó para lograr la unión. Repetto cuenta en sus memorias que: "La primera opinión radical sobre nuestra proposición fue contraria a la UD porque toda unión se opone a la conducta histórica y a los postulados de la UCR, siempre contraria a todo acuerdo o composición con personas o grupos". De todas maneras, pese a la intransigencia inicial, Gabriel Oddone, sucesor de Marcelo T. de Alvear en la jefatura de la UCR, al liderar el Comité Nacional del radicalismo, admitió a Repetto que la unión fue propuesta, según lo entendían los radicales, "para conseguir la inmediata normalización institucional, sin que sufra desmedro alguno de independencia y autonomía el Partido Radica!".
Por su parte, Amadeo Sabattini tampoco escatimó esfuerzos para combatir a la UD. Volcó en la lucha todo el peso de su prestigio de caudillo, auroleado por los dividendos de su gobernación en la provincia de Córdoba una década atrás. El 7 de setiembre sin ocultar su desagrado por la unidad expresó: "Estoy en la más absoluta intransigencia; me encuentro en ella y la UCR debe mantener su posición de partido tradicional; busco el comicio libre y la acción de los partidos tradicionales, pero sin combinaciones de ningún género". El 15 de diciembre, consultado por La Prensa, renovó su oposición: "Estoy contra la oligarquía que derrocó a Yrigoyen; nunca iré del brazo con ella —recalcó—. El programa radical es el alma de la vida nacional. A nuestro partido se le han ofrecido ministerios y gobernaciones y no las hemos aceptado. La limpia trayectoria del gobernador Santiago H. del Castillo, le ha valido un precio otorgado por el gobierno de la revolución, en forma de un alto cargo en la Corporación de Transportes". En la misma línea que el dirigente de Villa María, Honorio Pueyrredón, otro de los popes del radicalismo y en quien se veía a uno de sus futuros conductores, no consideró oportuno integrarse dentro de un movimiento donde el partido radical podía desvirtuarse. "Nuestro partido procederá en la línea radical ya que la fuerza de una idea radica en su pureza —definió—. La mezcla en política produce
precipitados y cuando el país vote se inclinará a las fórmulas principistas". También Elpidio González, a quien tantas veces se lo sindicó como el delfín de Yrigoyen, sumó su repudio a la unidad porque "a la obra del radicalismo la debemos realizar dentro de nuestros principios y con nuestros hombres. Soy contrarío a todo lo que signifique conjunción de fuerzas y acercamientos —protestó—; no creo en nada de consultas con los otros y creo que habría conveniencia en hacer la fórmula de inmediato".
Quienes respondían al radicalismo antipersonalista, los herederos de Alvear, tomaron una actitud opuesta y apoyaron sin reservas la creación de la UD. La alentaron en su germen. "La opinión del doctor Enrique Mosca —continúa relatando Repetto en su libro—era enteramente favorable a la misma. A su juicio cuatro eran las soluciones que se habían propuesto al Partido Radical para hacer frente a la grave situación política: la abstención, la concurrencia con candidatos propios, la revolución, y la conjunción de todas las fuerzas democráticas del país". Para Mosca, que había desempeñado la gobernación de Santa Fe y encarnaba una fracción considerable del alvearismo, la UCR no podía encontrar solución en las tres primeras variantes. La abstención, en un sentido sabattinista, no tenía objeto frente a los acontecimientos que hundían sus raíces en setiembre de 1930, o tal vez antes, se debilitaban en los resultados de las elecciones de 1937 y agonizaban después del 4 de junio de 1943. El radicalismo, por otra parte, se debatía en una lucha intestina que amenazaba con atomizar aún más de lo que estaba el viejo partido de Alem. Con respecto a los candidatos propios, descontaba que la intransigencia negaría su apoyo, quedando de esa manera el alvearismo en una evidente minoría, y en cuanto a producir una revolución era entrar en una faz delirante y grave para el partido en general. Por eliminación la Unión Democrática significaba, según Mosca, una salida correcta, acorde con las necesidades del radicalismo, incluso le confió a Repetto que en último término su partido debía aceptar un candidato extrapartidario y para reforzar su tesis recordó el consejo dado por Leandro Alem a sus partidarios de Santa Fe para que lograran una sola fuerza con los partidos opositores y proclamaran candidatos no afiliados a! Partido Radical. "Con la Unión Democrática —calculaba Mosca— conseguiremos aunar en el país un ochenta por ciento del electorado argentino". La evaluación del dirigente santafecino no era caprichosa y sí justificada, ya que la masa potencial de su partido, mancomunado con los demoprogresistas, socialistas, comunistas y prácticamente con los conservadores del Partido Demócrata Nacional, hacía que consideraran posible el triunfo. "La elección —acota Repetto— no confirmó estos cálculos, pues la fórmula de la Unión sólo tuvo en toda la República el 45 por ciento de los votos emitidos, pero, a no mediar el furioso boycott que los radicales intransigentes llevaron contra la fórmula Tamborini-Mosca, tal vez el cálculo no habría estado tan lejos de la realidad".

El último escollo
A principios de.agosto, cuando la unidad estaba concretada, Gabriel Oddone, desde la tribuna alzada en la Plaza Urquiza, del barrio de San Vicente, Córdoba, estuvo a punto de desbaratarla. Inesperadamente atacó al socialismo, a quien motejó de "partido municipal"; de agrupación de jefes, pero sin pueblo, definió al Partido Demócrata Progresista, sin olvidar el calificativo de "totalitarios" para designar a los comunistas y de "agazapados" a los Demócratas Nacionales, que estaban fuera de la estructura unionista.
En Buenos Aires las palabras del jefe desorientaron a los que se habían abocado a la tarea de configurar la Junta de Coordinación Democrática. "A pesar de lo que diga Oddone, la unidad está resuelta", alegó Carlos Cisneros, miembro de la mesa directiva de la UCR. El 14 de agosto en el 4° piso de la Casa Radical de la calle Tucumán, mientras deliberaba la Mesa Ejecutiva, la puerta del recinto fue golpeada por quienes esperaban el resultado de las deliberaciones. Molesto, Oddone los enfrentó para increparlos: "¡Vamos a respetarnos; les pido un poco de paciencia!". "¡Esperamos demasiado!", le respondieron desde el grupo. "¡Sepan que jamás ha existido una mesa directiva que obrase con la claridad con que procede ésta!", les gritó. Melchor Arana, sumado al grupo de los que protestaban, dijo entonces: "Hay que obligar a los dirigentes, a los que tiene autoridad dentro del partido, a respetar las resoluciones del Comité Nacional. Las actitudes deben ser categóricas contra los hombres que no se definen. Todas las mañanas al despertar consulto los diarios para ver a qué radical le ha correspondido pasarse a las filas del gobierno". Cortando el discurso de Arana, Oddone trató de explicar: "¡Estamos construyendo la grandeza del partido. Estamos salvando al radicalismo!". En medio de las voces que tomaban fuerza, Santiago Nudelman se encaró con Oddone para reprocharle. "El doctor ha ido a Córdoba como presidente del partido, y no a título personal, y ha ido para desautorizar las resoluciones de la mesa directiva y de todos los que hemos prestado apoyo a este organismo. ¡Queremos exigirle la dirección necesaria al dirigente máximo de! partido!". Irritado, Oddone gritó: "¡No tolero esas cosas! Tengo tanta o más responsabilidad que ustedes. Entiendan que estamos contra el frente popular o la unidad política de los partidos y estamos sí en la coordinación democrática para terminar con el gobierno. Pero nos quieren llevar al frente popular, ¡y yo les garantizo que no habrán de conseguirlo!".
Por fin, venciendo las prevenciones de fusión, el 28 de agosto el radicalismo se definió con respecto a la Unión Democrática. Sucedieron dos cosas a la vez: una, la declaración que Oddone entregó a la prensa; otra, el telegrama que desde Villa María remitiera Sabattini bloqueando la decisión de ingresar a ella. A las diez y cuarto de la noche, después de doce horas de deliberaciones, Oddone entregó el documento por el que, aunque aceptaban ingresar oficialmente a la UD, debía quedar en claro que "con su inquebrantable tradición política, el radicalismo es contrario a toda clase de alianza, o pactos con fines electorales, pues considera que si bien pueden significar un solución transitoria, en definitiva retardan e! desenvolvimiento de la nación". También brindó una sorpresa la lectura del telegrama de Sabattini, fechado el mismo día a las siete y veinte de la tarde, por el cual encarecía "no cometer gravísimo error de abandonar intransigencia. Solos y unidos fraternalmente los radicales debemos organizamos democráticamente". Pero la suerte ya estaba echada.
Carlos Russo, Centro Editor de América Latina, 1972

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