Revista Periscopio
27.01.1970 |
Como siempre, el verano es tiempo propicio para
que, en las capitales del furor atlántico —entre ellas, Villa
Gesell— se inauguren o remocen más y más catedrales del ruido. En
esta temporada enferma, doliente de una irremediable iliquidez, un
puñado de templos se disputa el favor de los adictos, una gracia que
le permitirá sobrellevar con dignidad las consecuencias de tan
magros presupuestos.
En Gesell, un reducto sempiterno de los adoradores del sol y del
bullicio nocturno, algunos locales consiguen las consumiciones más
generosas. Saravia's —una novedad con aires de café-concert
imaginada por tres porteños— alberga a los exquisitos. Con capacidad
para dos centenares de parroquianos, la innovación —fue abierto al
público el 26 de diciembre último— cuenta con un elenco estable que
anima las veladas. Lo encabeza Miguel Saravia; de allí, el nombre
del local. A esas virtudes se agregan las de Carlos Barocela, Inés
Miguens, Susana Juri y el Trío Contemporáneo. En los fines de
semana, Marikena Monti, Daniel Riolobos, el Cuarteto Zupay, Nacha
Guevara, Astor Piazzolla y otros colaboran para atraer turistas al
negocio.
"Trajimos el primer piano que vino a Gesell", se envanece uno de los
allegados a la casa. No es la única novedad. A las dos de la mañana
se sirve caldo, un aditamento tan insólito como bien venido. Por lo
demás, todas las copas posibles. Coquetas mesas ratonas rodean el
escenario. "Además —insiste el vocero—, se trajo la primera máquina
para hacer cubitos de hielo que existe en el balneario."
En tanto, Tom Tom Macoute es, sin discusiones, el bailadero de moda.
Música importada, luces psicodélicas, un jardín pulcro y hectolitros
de tequila —es la copa de la casa— aseguran a los habitués una
agradable estadía. Todos estos beneficios se gozan a cambio de
setecientos pesos viejos por la primera copa y cuatrocientos por
cada una de las que le sigan. Federico Hassel, 26, comanda el
boliche y resuelve las inquietudes de los parroquianos. A treinta
metros de la ruta principal, una playa de estacionamiento impide las
aglomeraciones automovilísticas. "A Tom Tom viene fundamentalmente
gente joven —explica Gary Bermejo, uno de los propietarios—. Aquí
hay ruido, mucho ruido."
Por su parte, La Jirafa Roja sostiene ofrecer "whisky a rolete", el
mejor café, "alfajores con sabor a nada pero que se comen" y buena
música para escuchar. Ocurre que el local es paradero inevitable de
las sobremesas vespertinas. Allí se decide en dónde se bailará más
tarde y cuál será el programa del día siguiente. En la vereda,
sillas de mimbre de altos respaldos; en el interior, "terrible
barra" y una colección de bancos. Cuarenta pesos por un café,
sesenta por una gaseosa y ciento ochenta por un "doblevé" son
suficientes para planear el futuro.
"¿Qué pasará cuando estos boliches pasen de moda?", se preocupaba un
novel hotelero. Tan obvia inquietud suscitó entre los presentes —fue
en el mostrador de La Jirafa— un coro de respuestas. Sin duda,
inauguraciones y cambios de fachada sustituirán lo existente.
"Gesell da para todo. Aquí llega gente bien, y gente bien existirá
siempre", auguró un veraneante jactancioso. Tiene razón. Sin
embargo, esas arenas no pueden transformarse en reducto de
"exclusivos". Está demostrado que las castas no tienen cabida en
materia de turismo y de diversión.
Justamente un acontecimiento tan noctámbulo como secreto —"repetido
noche a noche en los médanos más sureños del balneario"— promete
devolver a la villa la leyenda que lo erigió en pináculo de
informalidades: los encuentros nudistas.
Según la susurrada versión del informante "se trata de un pasatiempo
inocente que no exige otro ritual que el mutuo respeto y un profundo
amor por la naturaleza". Las bucólicas tertulias proponen, desde la
semana pasada, breves incursiones —también diurnas— que reclutan la
adhesión "de numerosos pintores y escritores de vanguardia y donde
las diferencias son menos notorias a pesar de los testimonios
visuales", concluyó el testigo.
De perdurar, la experiencia renovará un fervor sólo mantenido desde
Buenos Aires por un provecto grupo de vegetarianos y naturistas tan
mustios como sus teorías. "Perdurará —aseguró el informante—.Se
trata de un grupo joven lleno de ganas de vivir."
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