"Estoy realmente
satisfecho, ha sido una reunión muy cordial y
franca. El secretario del Tesoro nos ha informado
que piensa realizar un diálogo importante con
América Latina no sólo para analizar los problemas
económicos coyunturales, sino todos los temas
globales de la región."
—¿Eso quiere decir que
se han escuchado las demandas de los países
latinoamericanos surgidas de la reunión de
Cartagena y de Mar del Plata?
—Exactamente, señor,
eso está empezando a caminar.
El breve diálogo entre
Alfonsín y SOMOS se produjo algunos minutos
después de las siete de la tarde del domingo 23 en
un sector del inmenso salón principal del Waldorf
Astoria, cuando el presidente abandonaba la
recepción que le acababa de ofrecer la comunidad
argentina y mientras se dirigía al Star Light
Room, donde Ronald Reagan agasajaba a los jefes de
Estado que participan en la 39a Reunión de las
Naciones Unidas. Suavemente y como una evocación
concreta de los años 40, un piano desgranaba la
melodía 'Según pasan los años, que se apagaba
entre las mullidas alfombras de este hotel de 47
pisos y 1.852 habitaciones ubicado en Park Avenue
y la calle 50 de Manhattan, en Nueva York.
La optimista respuesta
de Alfonsín, enmarcada en una amplia sonrisa, era
la síntesis de una prolongada estrategia del
gobierno radical que desde diciembre de 1983
procura darle un contexto político al problema del
endeudamiento externo de los países
latinoamericanos y que sorprendería a todos dos
días después con la noticia del arreglo con el
FMI.
Alfonsín se instaló en
el piso 31 del hotel, se alojó en la suite 31 A, y
pidió un desayuno compuesto por jugo de naranja,
café, dos medialunas, manteca y mermelada. Luego
de un breve descanso se preparó para asistir a una
misa en la catedral de Saint Patrick. "Estoy
cansado de estar sentado, prefiero caminar", le
dijo Alfonsín a Germán López y a Dante Caputo que
se encontraban en la suite del Waldorf. Así fue
como el presidente se dirigió a pie hacia la
iglesia, ubicada a tres cuadras del hotel.
Atendiendo a todos los reclamos y saludando con la
mano a decenas de argentinos que le seguían,
Alfonsín llegó oficialmente a la catedral, que
clava las agujas de sus torres en el cielo de la
Quinta Avenida, casi exactamente frente al
Rockefeller Center. Entrando por el costado
izquierdo del altar, el presidente se hincó
brevemente, persignándose, y se ubicó en la primera
fila de bancos, especialmente reservada para él y
la comitiva oficial. Poco después regresaba
—también a pie— hasta el Waldorf para preparar la
entrevista con Ronald Reagan (que llegó al hotel
cuando Alfonsín estaba en misa). Luego de almorzar
con su hija Inés y con su yerno Guillermo Mila
Pratts, el presidente repasó nuevamente el temario
que abordaría con Reagan a partir de las 3 de la
tarde de ese caluroso domingo de otoño
norteamericano.
EL GOBIERNO EN PLENO.
Cuatro agentes del servicio secreto y del FBI
llegaron hasta la puerta de la suite 31 A y le
avisaron al presidente que estaban listos para
acompañarlo hasta el piso 35, donde Reagan lo
recibiría.
Alfonsín, Caputo,
Germán López, Carlos Muñiz y Lucio Garda del Solar
(embajador en los Estados Unidos) ingresaron al
ascensor privado, que se detuvo en el piso 34. Por
razones de seguridad el ascensor no llega hasta el
35, donde se alojó Reagan. Alfonsín y
sus acompañantes
subieron por las escaleras el piso restante y
entraron a la suite 3536 de Reagan, que estaba
flanqueado por el secretario del Tesoro Donald
Regan, el canciller George Shultz, el
subsecretario de Estado para Asuntos
Interamericanos, Langhorne Falane, la embajadora
norteamericana Jeanne Kirkpatrick, el embajador
norteamericano en la Argentina, Frank Ortiz, y el
asesor de Reagan Edwin Meese.
"Como usted verá, señor
presidente, su visita es muy importante para
nosotros, y por eso hoy me acompaña casi todo mi
gabinete. El secretario del Tesoro dejó la reunión
del Fondo Monetario para venir, y creo que lo que
le va a decir tiene gran trascendencia", le dijo
Reagan a Alfonsín mientras le estrechaba la mano.
"Esto me honra enormemente. No sólo hablo por mí,
sino en representación de todos mis ministros y
del pueblo argentino", le respondió Alfonsín,
intérprete mediante.
Después de las primeras
formalidades, Reagan no pudo con su genio y lanzó
el primer chiste. "Achiquemos nuestras barrigas
—le dijo a Alfonsín en alusión a las fotografías—:
yo estoy en plena campaña y no puedo aparecer
gordo. Además, en los momentos de austeridad que
ustedes están atravesando, también es conveniente
que lo vean con el cinturón apretado".
Mientras un par de
fotógrafos y camarógrafos de televisión captaban
los primeros momentos del encuentro (hubo
estrictas medidas de seguridad para el ingreso,
que en realidad se aplicaron más para los
argentinos que para los norteamericanos), un
periodista neoyorquino le preguntó a Reagan sobre
la situación en Beirut luego del atentado que
sufrió la embajada norteamericana. Pasados los dos
minutos permitidos para las fotos comenzó el
diálogo. Sus términos (pese a la reserva) fueron
trascendiendo con el correr de las horas.
Mientras el vocero
presidencial José Ignacio López leía a los
periodistas argentinos un comunicado oficial sobre
el encuentro, en el Jade Room del Waldorf Astoria
George Shultz ofrecía una conferencia de prensa
para el periodismo norteamericano.
De acuerdo con la
versión de López, Donald Regan comentó —a pedido
de su presidente— el punto de vista de su gobierno
sobre la necesidad de "entablar un diálogo entre
las naciones industrializadas y los países en vías
de desarrollo para abordar las cuestiones
sustanciales de la relación económica entre unos y
otros". Un testigo del encuentro dijo a SOMOS que
cuando el secretario del Tesoro terminó su
exposición, Alfonsín le dijo: "Eso es música
celestial para mis oídos".
La afirmación de Donald
Regan es de singular importancia por provenir
precisamente del titular del organismo que en las
jornadas posteriores a las reuniones de Cartagena
y Mar del Plata hizo pública su oposición al
tratamiento global del endeudamiento externo
norteamericano que cada país está desarrollando
con sus acreedores.
Las precisiones del
secretario del Tesoro fueron más allá: anunció que
el comité interino del Fondo Monetario
Internacional y el comité de desarrollo del Banco
Mundial han resuelto mantener dos reuniones
anuales a partir del 18 de abril de 1985
exclusivamente para analizar la deuda
latinoamericana y encontrar soluciones comunes a
largo plazo.
Shultz, ante los
periodistas norteamericanos, repitió luego lo
dicho por Donald Regan en la reunión con Alfonsín
ubicando la fecha del tratamiento global del
problema del endeudamiento externo "en la próxima
primavera" del hemisferio norte. Tanto las fechas
como el ámbito de los futuros contactos son el
nudo mismo de la propuesta, ya que es evidente que
tanto la Argentina como los países
latinoamericanos (como la expresión en las
reuniones de Cartagena y Mar del Plata) propician
un mecanismo que eluda la burocracia de los
organismos financieros internacionales para
acentuar —en cambio— el carácter político de la
deuda del continente.
Estos datos bastan para
establecer un balance francamente positivo para la
visita de Alfonsín a los Estados Unidos. A tal
punto que horas después de este encuentro
—precisamente en la mañana del lunes— una fuente
diplomática confirmaba que "Alfonsín volverá a los
Estados Unidos en abril o mayo del año que viene".
El próximo encuentro entre Reagan y Alfonsín
(prácticamente ya agendado) marca el nuevo rumbo
que las relaciones bilaterales han tomado en las
últimas horas.
Es que para los Estados
Unidos la democracia argentina es un foco de
irradiación y una suerte de ejemplo continental.
Y también —según lo
aseguró un observador que sigue de cerca la
política norteamericana— un reaseguro para evitar
brotes extremistas. "Quiero felicitarlo —le dijo
Reagan a Alionan— por la restauración de la
democracia y la justicia, por el imperio de la ley
y la libertad en su país".
Durante el encuentro en
la suite 3536 también se habló del problema
centroamericano (aunque Shultz no lo mencionó a
los periodistas norteamericanos) y de la cuestión
del proteccionismo de los países centrales en
torno al cobre y al acero. La diferencia en la
forma de abordar las diferentes cuestiones marcó
el distinto grado de entusiasmo con que cada país
observaba la problemática sudcontinental. "Aquí
hubo un cambio notable con respecto a lo que
pasaba anteriormente. Luego de Cartagena y Mar del
Plata, en los Estados Unidos se bifurcaron dos
líneas de pensamiento: algunos interpretaban que
todo lo que se hacía era poco serio, pero otros se
dieron cuenta de que lo que se estaba tratando
tenía verdadera sustancia. Ahora ha triunfado esta
segunda tesis. Han tomado muy en cuenta la
necesidad de iniciar un diálogo general con los
países endeudados para tratar de solucionar los
problemas", dijo a SOMOS un hombre muy cercano al
staff que acompaña a Alfonsín. "¿Se podría decir
que ha triunfado la línea Kissinger?", preguntó el
periodista.
—Efectivamente
—respondió la fuente.
SIEMPRE EN DOMINGO. El
encuentro con Reagan había durado algunos minutos
más de lo previsto. Alfonsín se despidió del
equipo norteamericano, en tanto que Caputo habló
brevemente con Jeanne Kirkpatrick. Quienes conocen
de cerca la estrategia exterior que viene
desplegando el canciller aseguran que en esa corta
charla se habló de Malvinas, tema que será tratado
por la Asamblea de las Naciones Unidas a fines de
octubre.
Alfonsín y sus
acompañantes abordaron el ascensor —esta vez sí en
el piso 35— y comenzaron a bajar hasta el 31. Sin
embargo, unos instantes después el ascensor se
detuvo. Nadie sabía lo que sucedía. Una voz
aconsejaba mantener la calma en el interior. Hubo
algunas sonrisas nerviosas, pero el ascensor no se
movía. Así estuvo durante 15 minutos. Cuando la
inquietud iba en aumento y una monótona voz
repetía la sugerencia de mantener la calma, la
enorme caja metálica se puso en marcha,
deteniéndose en el piso en donde se alojó
Alfonsín.
Después vino un primer
análisis de trabajo y comenzaron los preparativos
para asistir a la recepción que Reagan ofrecía a
los jefes de Estado presentes en Nueva York.
Antes, Alfonsín fue al agasajo de los argentinos
residentes: uno de los momentos más emotivos.
Cientos de personas se apretujaban en el salón
Luis XVI del Waldorf
dispuestos a perder sus ropas con tal de darle la
mano al presidente.
Cumplido este
compromiso, el presidente subió hasta el octavo
piso, donde lo aguardaban Reagan y su esposa
Nancy. En el inmenso salón Star Light, Alfonsín
pudo saludar otra vez al jefe de la Casa Blanca y
habló largo tiempo con Jaime Lusinchi, presidente
de Venezuela, al que conoció a principios de junio
cuando viajó a Caracas para asistir a su asunción
del mando. Al final del agasajo, Reagan subió a
una tarima, dio la bienvenida a los mandatarios
extranjeros y adelantó algunos conceptos del
discurso que al día siguiente diría ante la
Asamblea de las Naciones Unidas. No hubo aplausos:
en estos casos no es de estilo. Pese a que la
agotadora jomada prácticamente ya había concluido
—eran las 8 y media de la noche—, Alfonsín quiso
tener un momento de distensión. "¿Quiere que
vayamos a cenar comida italiana?", le preguntó uno
de sus allegados. "Y bueno, vamos", le respondió
el presidente. Sin cambiarse de ropa, Alfonsín,
Caputo, Germán López y José Ignacio López
partieron en media docena de negras limousines
hasta el barrio Little Italy, donde se celebraba
la fiesta de San Jenaro. Una zona colorida y llena
de bullicio donde abundan cafés y restaurantes
italianos, y quioscos y puestos de venta de
souvenirs. Los vecinos de Little Italy se
conmovieron un poco al ver llegar los automóviles
y a un enjambre de hombres con trajes oscuros.
"Estoy seguro de que nos confundieron con algún
personaje de la mafia", bromeó después uno de los
argentinos.
Alfonsín y su comitiva
entraron en el restaurante S.P.Q.R (sigla latina
usada en el antiguo imperio romano que significa
El Senado y el pueblo romano). Después de comer
pastas y tomar vino tinto italiano, el presidente
y su comitiva volvieron al imponente hotel de Park
Avenue y la calle 50. La escapada del presidente
se había consumado en completo secreto. Ningún
fotógrafo ni periodista pudo registrar la escena.
Toda la mañana del
lunes 24 Alfonsín la dedicó a repasar el discurso
que diría ante la 39 Asamblea General de las
Naciones Unidas. Desde muy temprano tuvo una
reunión de trabajo con Germán López y otros
miembros de su equipo, en tanto que Caputo fue al
recinto para estar allí cuando hablara Reagan (a
las 11 de la mañana). Luego de los retoques
finales al mensaje, Alfonsín se ubicó cómodamente
en un sillón de su suite y miró la intervención de
Reagan por televisión. El presidente fue a la
misión argentina en el piso 25 del United Nations
Plaza para saludar al cuerpo diplomático y luego
partió para entrevistarse con Javier Pérez de
Cuellar en el piso 38 de Naciones Unidas. Sólo 15
minutos duró ese encuentro, pero sirvió para
abordar un tema candente que estaba en manos del
secretario general: Malvinas.
La sala de la ONU
estaba prácticamente colmada. Sólo faltaron
algunas delegaciones (fue notoria la ausencia de
Sudáfrica, ya que en el discurso del presidente se
hizo una expresa condena al apartheid). Luego de
las formalidades Alfonsín se instaló en el estrado
central y recibió un largo aplauso de los
presentes. Tras una corta pausa comenzó la lectura
de su mensaje —15 carillas impresas—: era la
segunda vez en 23 años que un presidente argentino
hablaba ante ese foro internacional. En 1961 lo
había hecho Arturo Frondizi.
Los aspectos más
salientes del mensaje:
* Estoy convencido de
que el orden mundial sufre una peligrosa
distorsión. La más simple comprobación en ese
sentido es que existen países que no parecen
querer para el resto del mundo lo mismo que desean
para ellos.
* A partir de
concepciones estratégicas se ha iniciado una nueva
etapa en la carrera armamentista nuclear, por la
cual se hace todavía más precaria y endeble la
frontera entre la paz y la guerra. Es decir, la
frontera entre la vida y la muerte de la
humanidad.
* Las razones éticas
que no llevan a pedir un orden internacional más
equitativo convergen con las razones prácticas.
Porque un mundo injusto es hoy más que nunca un
mundo inestable e inseguro. La justicia en el Sur
es hoy más que nunca una condición necesaria para
la paz en el Norte.
* Otro de los datos
preocupantes de la actualidad es que el orden
económico se está convirtiendo exclusivamente en
orden financiero. Distorsiones dramáticas que
debemos impedir, porque un mundo en el que la
política es reemplazada por los arsenales y la
economía por las finanzas es, sencillamente, un
mundo en peligro.
BRILLO EN LA ONU. Entre
las seis y media y las ocho y media de la tarde
del lunes, Alfonsín y Pérez de Cuellar ofrecieron
una recepción en el salón de las delegaciones de
las Naciones Unidas. Entre los invitados, Amalia
Lacroze de Fortabat (deslumbrante vestido de gala
negro), el coronel Prémoli, Carlos Ruckauf, Jeanne
Kirkpatrick, China Zorrilla y Jaime Lusinchi
Luego de saludar y
dejarse fotografiar con residentes argentinos en
Nueva York, Alfonsín-abandonó la recepción y
partió hacia Brooklyn, donde cenó (en la fiesta de
la ONU no probó bocado ni bebió absolutamente
nada) en un restaurante italiano. Pero, como en la
noche del domingo, prefirió hacerlo sin aviso
previo para tener un momento de tranquilidad.
Pese a la poca
repercusión que tuvo Alfonsín en la prensa
norteamericana (la atención del periodismo fue
atrapada por Reagan y Gromyko), para el gobierno
de Reagan la visita tuvo una trascendencia que fue
calificada como histórica por un miembro del
departamento de Estado. "Piense usted que en la
reunión del Waldorf estuvo prácticamente la flor y
nata del gobierno de Reagan", dijo a SOMOS un
hombre muy cercano al presidente norteamericano.
"En la charla pude percibir vibraciones muy
satisfactorias", agregó.
Sin embargo, los
episodios de Puerto Madryn no estuvieron ausentes
en alguna conversación privada entre argentinos y
norteamericanos. Una fuente diplomática de primer
nivel admitió que se había tratado el tema, pero
negó que hubiera estado presente en el encuentro
entre Reagan y Alfonsín. Quedó en evidencia —así—
que la hostilidad hacia los barcos norteamericanos
que trataron de amarrar en el muelle Almirante
Storni de Puerto Madryn es un hecho que preocupa a
los Estados Unidos.
ALFONSIN CON SOMOS. En
la suite 31 del Waldorf Astoria, el presidente
Alfonsín (traje gris claro, corbata oscura) está
sentado con Bernardo Grinspun, que acaba de llegar
de Washington, donde el martes 25 se anunció el
acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Se
los nota contentos. Faltan dos horas para que
ambos se reúnan con un grupo de banqueros privados
en la residencia de Kissinger.
Alfonsín respondió
brevemente a SOMOS sobre la trascendencia de ese
encuentro y sobre el balance final de su viaje a
Nueva York, (emprendió el regreso a la Argentina
el miércoles 26 a la tarde, horas antes del cierre
de esta edición).
—¿Cuáles son sus
expectativas respecto de la reunión con los
banqueros privados norteamericanos?
—Más que nada, lo que
interesa es explicar nuestra situación económica,
social y política. Explicarles también nuestra
voluntad de que el país cumpla con sus
compromisos, y darles toda suerte de tranquilidad
en ese sentido. Pero también reclamar un esfuerzo
con el propósito de que todos podamos llegar a las
soluciones que corresponden.
—¿Me puede dar su
impresión de su intervención en las Naciones
Unidas? Me refiero a su exposición ante el grupo
de los 77. . .
—Fue una excelente
reunión con ese grupo de representantes, de modo
que ya damos por completada nuestra tarea en Nueva
York.
—¿Su balance de este
viaje?
—Considero que el
balance es muy bueno. Ha sido muy buen viaje para
el país.
Luis F. Torres
Fotos: Aldo Abaca
(Enviados especiales a Nueva York)
Revistas no
Con relación al viaje a
Estados Unidos, la Asociación Argentina de
Editores de Revistas envió al presidente Raúl
Alfonsín el siguiente telegrama: "Revistas
argentinas expresan respetuosamente su desagrado
por reiterada exclusión de sus periodistas de
entre los que acompañan al señor Presidente en sus
viajes de alto interés público, en tanto a otros
medios facilitase el acceso a tan directa fuente
de información. Estimamos sinceramente que las
revistas componen un sector vital de la
información, el comentario y la opinión. Por ello
solicitárnosle providencias que las coloquen en
equitativa igualdad con los demás medios de
comunicación general".
Los medios que fueron
invitados a viajar en el avión presidencial son
los siguientes: agencias DYN, Noticias Argentinas
y Télam; diarios Tiempo Argentino, La Voz del
Interior, El Litoral, Los Andes, El Cronista
Comercial y Clarín; las radios Mitre, Continental,
Rivadavia, Belgrano y Nacional; los Canales 7
(ATC) y 13.
Revista Somos
28/09/1984
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