El fascinante universo de Axel Amuchástegui
un zoológico en el atelier

Viajando, analizando y leyendo ávidamente todo lo escrito sobre el reino de los animales, el pintor cordobés Axel Amuchástegui concibe sus más bellas creaciones. Sus dibujos -con enorme éxito- se exponen en las más importantes
galerías del mundo
Alex Amuchastegui

Su estudio no guarda la apariencia que tienen los atelieres. Por el contario, más bien semeja el de un abogado o el de un escritor. Sin embargo, en ese hábitat, Axel Amuchástegui (45, dos hijas) concibe los más cotizados cuadros y láminas del animal mundo animal que son reproducidos en libros.
"Esto no es un clásico atelier atestado de elementos para pintar o dibujar —apunta sonriente—; aquí sólo me encuentran a mí". Esta aparente soledad, no obstante, se encuentra rodeada de una imponente biblioteca que encierra en sus volúmenes la vida de las más insólitas especies del reino animal.
"Creo que desde siempre, es decir de muy niño, sentí una profunda atracción por la naturaleza —explica—. Empecé pintando paisajes muy malos, y luego me enamoré de los pájaros, las aves de rapiña, patos, leopardos y otras especies". Nacido en Córdoba, Amuchástegui terminó sus estudios de electromecánica y decidió emigrar a Buenos Aires. Aquí, la suerte le deparó un destino singular: abandonó la electromecánica y munido de un lápiz y pinceles decidió hacerle conocer al mundo el arte que bullía en su interior.
No necesitó andar mucho. En una de sus primeras —y desconocidas— muestras realizadas en una galería porteña, le propusieron exponer durante un año en la Galería Kennedy de Nueva York. "Mi mayor éxito se produjo a partir de esa exposición", acota. Sus trabajos son desde entonces adquiridos por los más importantes coleccionistas. "Actualmente tengo un acuerdo con la Tryon Gallery de Londres —amplía AA—: ellos compran mis láminas, las exponen, realizan la venta y luego las imprimen en un libro. Ahora preparo el tercer tomo de una serie titulada: Birds and animals of South Afrika (Pájaros y mamíferos de Sudáfrica).
Volcado de lleno al dibujo naturalista, confiesa ser un autodidacta en el más amplio sentido del término. Se considera también admirador de Ingres "por su técnica, su maestría en el manejo del pincel, la composición, la riqueza de matices y, sobre todo, su sutileza". Exageradamente sensible a los detalles, asegura que para conocer mejor a sus criaturas pasa todos los meses del año estudiando hasta los aspectos más íntimos. Viajero incansable, suele llegar hasta el escenario mismo donde habitan las especies que luego dibujará impecablemente.
Pero el mundo de Axel Amuchástegui es tan vasto y rico como indescriptible. Se confiesa amante de la buena música, "sobre todo la que escucho en la vieja pianola que tengo junto a mi escritorio". Otro de sus hobbies es coleccionar antigüedades: armas (que ya ha vendido), bronces y porcelanas chinas. Su residencia —una elegante casona en el porteño barrio de Belgrano— guarda también el encanto sugestivo que imprime a sus obras. En ese lugar, también, parecen sintetizarse la belleza y la inspiración.
Revista Siete Días Ilustrados
18/03/1974

Alex Amuchástegui

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