Se llama Carlos Saldi
es rosarino, primero en el en ranking fotográfico argentino

ESTE SEÑOR QUE PASEA POR LA CALLE CORDOBA, EN ROSARIO, CON SU MUJER, LUISA, Y SUS TRES HIJOS, CARLOS GERMAN, FRANCO Y PAOLA, ES UN ILUSTRE
DESCONOCIDO QUE DESDE HACE TRES AÑOS FIGURA AL TOPE DE LOS RANKINGS DE LA FEDERACION ARGENTINA DE FOTOGRAFIA. ESTUDIO CUATRO AÑOS EN LOS ESTADOS UNIDOS. DENTRO DE TRES MESES SE VA A EUROPA "PARA SEGUIR ESTUDIANDO". NOSOTROS FUIMOS A CONOCERLO Y A VER SU OBRA. SE LO
PRESENTAMOS ANTES DE QUE TOME EL AVION.
Carlos Saldi

Diecisiete de setiembre de 1969. En Rosario arde medio centenar de ómnibus, trolebuses y coches. En cada esquina una barricada, fuego, manifestantes, policías, hombres de prensa. Casi un centenar de periodistas de todo el país habían llegado hasta la segunda ciudad argentina para cubrir la información de un hecho que ya tenia nombre propio: "el rosariazo". En meses posteriores la convulsión seguiría siendo una constante.
Difícilmente cualquiera de los que estaban allí entonces podría haber imaginado que ese muchacho rubio, de pelo largo, que como muchos otros reporteros gráficos registraban en sus cámaras, más allá de los balazos, el fuego y los gases lacrimógenos, imágenes de lucha, se convertiría a partir de un año después y hasta la actualidad, en el primer fotógrafo argentino. Era difícil imaginar que ese muchacho inquieto y arriesgado acapararía premios en nuestro país y en el extranjero.
Hablamos de Carlos Saldi, 30 años, casado, tres hijos, fotógrafo rosarino; un ilustre desconocido.
La memoria trae muchas anécdotas. Historias de fotógrafos que más de una vez arriesgan sus vidas en esa especie de "locura de la profesión", que hace que el que aprieta el obturador no repare en riesgos.
—Ahora contanos cómo es eso de que sos el primer fotógrafo argentino.
Luisa, su mujer, lidia con los 3 hijos de su pareja: Carlos Germán, Franco y la pequeña Paola. Luisa es ceramista, Luisa le ayuda a revelar fotos, a ordenar su gigantesco archivo.
—Mirá, la cosa empezó así. A comienzos de 1971 un fotógrafo de Esperanza escribió a la Federación Argentina de Fotografía quejándose porque entendía que los premios eran digitados y había, según él, una clara tendencia a favorecer a los profesionales porteños. La respuesta de la Federación al fotógrafo de Esperanza decía que estaba equivocado, ya que en el año 1970, Carlos Saldi, de Rosario, había ocupado el primer lugar en el ranking de la FAF. De cualquier manera a mí, oficialmente, no me comunicaron nada. Eso, respecto a 1970, pero en 1971 y 1972 sí fui notificado de que había obtenido el primer lugar.
La "prueba" está sobre el escritorio del comedor. En una hoja con membrete de la Federación Argentina de Fotografía se lee:
"Tengo el agrado de dirigirme a usted en nombre del Comité Central, a fin de hacerle llegar nuestras más sinceras felicitaciones al resultar ganador de nuestro ranking, en su sección monocromo" (blanco y negro). Ese testimonio prueba su éxito a lo largo de todo 1971. La otra carta, que recibió hace pocos días, reitera felicitaciones por haber ocupado el primer lugar, ahora por segunda vez consecutiva, en el ranking nacional.
Ranking, ranking, ¿qué es eso del ranking en fotografía?, ¿cómo se logra el primer puesto?
¿Por una foto, por la suma de premios? Carlos nos muestra el de 1971. Su nombre figura al tope, con 260 puntos.
—Lo del ranking es muy simple. Uno presenta, en las distintas exposiciones, una serie de fotos. Si son aceptadas compiten. La suma de fotos premiadas en todos los salones del país hacen el puntaje.
Recorremos la casa de los Sal-di. Entre las miles de fotos perfectamente archivadas descubrimos las del Rosariazo.
—Sí, aquella vez vendí un montón de fotos a distintos diarios y revistas de Buenos Aires. Pero ojo, las fotos de exposición, las premiadas, no las vendí, ni las venderé nunca. Puede ser que se la regale a un amigo, pero no la vendo como una mercancía.
—¿De qué vivís?
—Hago fotos publicitarias, trabajo para agencias, hago retratos, ilustro tapas de discos de empresas da Buenos Aires, me las rebusco. Soy profesor del Ateneo Foto Cine de Rosario, aunque allí no cobro un peso, en cambio sí me pagan para dar clases en una escuela de modelos.
—¿Cuáles fueron los medios periodísticos en los que trabajaste?
—Aquí, en Rosario, colaboré con todos. En Buenos Aires lo mismo. En el 70, junto con un grupo de amigos hicimos "Boom", una revista que hizo historia dentro del periodismo del interior. Trabajaban Svend Segovia, el Negro Ielpi, el humorista Roberto Fontanarrosa, es decir, mucha gente importante. Yo era jefe de fotografía y ADEPA me dio el primer premio por mis fotos de tapa, hecho inusual, ya que no registraba antecedentes dentro del periodismo del interior. Tuve propuestas para incorporarme a los diarios de Rosario, pero no quise porque de aceptar tenía que sujetarme a un horario y sentí como si me fueran a quitar la libertad.
Carlos es un poco la imagen del fotógrafo de Blow Up. Rubio, cabello largo, anda siempre con las cámaras a cuestas. No para llamar la atención sino para captar la imagen que le interesa.
Juega con sus chicos, famosos en Rosario por los cortos publicitarios que él mismo dirigió, trabaja "porque tengo que entregar una foto publicitaria para una compañía de Buenos Aires" y explica:
—Miré, la fotografía para mí es un estado de ánimo. Me interesa todo, pero fundamentalmente la gente, la gente que me rodea y a la que trato de entender y que me entienda. No me gusta hacer fotografía de "adorno" o "para colgar". Te repito, para mí, obturar es un estado de ánimo.
Nos muestra El Nido, una foto que ganó en el Salón de Hong Kong, y nos cuenta la historia de la placa que aún hoy sigue acumulando premios.
—Mi mujer estaba embarazada de Paola, mi hija menor. Ya tenía dos chicos y nunca había hecho nada sobre el tema. La idea me perseguía, pero no sabía bien qué era lo que quería hacer. Una noche, Luisa me dijo que tenía fuertes contracciones y que suponía que la criatura podía nacer de un día para el otro. Estaba acostado, me levanté y lo vi a Pachi (Carlos Germán, el chico mayor) que todavía no se había acostado. Le pedí a mi esposa que se quitara la ropa y al nene también. En un momento dad0 vi que Pachi, señalando el vientre de la madre, dijo: acá está el hermanito ¿no? Le dije que se quedara quieto, y disparé dos o tres veces, fuera de foco y en movimiento. Horas después le mostraba la foto a Luisa. Le gustó mucho y, cosa poco común en mi, también se la mostré a gente amiga; todos quedaron enloquecidos, cada cual la veía desde su punto de vista; para algunos el bracito de Pachi señalando el embarazo de su madre semejaba el cordón umbilical, un arquitecto amigo me habló de la plasticidad de la foto. Todos, sin excepción quedaron maravillados. Después la mandé a Hong Kong y allá ganó.
—¿Es la foto que más querés?
—Y... motivos habría, es una cosa muy dulce, tierna, pero no es la que más quiero. La foto que más quiero se llama "Carlitos y sus aparatos", con la que gané el segundo premio del concurso mundial de CAESPO, sobre el tema "La salud del hombre". Pero no es por el premio. Logré otros más importantes. Es por lo que significa, por la crítica que despertó. Según las bases del concurso había que mostrar la recuperación, la felicidad del hombre a pesar de sus males. El chico de esa foto es mi hijo mayor, que usa, ahora con menos frecuencia, unos aparatos para corregir genu-valgum (deformación congénita del talón) que al caminar tiende a deformar las piernas en "patas de catre". Actualmente también las usa Franco, el segundo de mis pibes, lo que evidencia que el mal es hereditario. El mostrar a mi hijo así me valió el siguiente comentario, publicado en una columna de fotografía de un diario metropolitano: "Para obtener «la foto» y ganar un premio, su autor no vaciló en colocar a su hijo sano una prótesis para que posara como enfermo de parálisis infantil. Es un caso penoso que muestra la desviación de un individuo perdido por su deseo de brillo. Sin duda ha trastrocado los valores."
—En la foto se ve a Pachi muy feliz y, es más, el autor de la crítica, además de juzgar sin saber se equivoca: los aparatitos del chico no son para parálisis infantil. Yo nunca tuve ni tendré reparos en mostrar a mi hijo así, y tampoco me hubiera dado vergüenza mostrarlo con verdaderas prótesis para corregir la parálisis, si es que realmente la hubiese sufrido. Además en la foto se ve que el chico se siente realmente feliz. Yo no lo obligué a que sonriera. Lo hizo espontáneamente, jugando con su padre. Por todo esto que te expliqué, y aun cuando no sea la más premiada, "Carlitos y sus aparatos" es la fotografía que más quiero.
Saldi habla con bronca. Le duele que alguien haya pensado que especuló con la enfermedad de su hijo. Cuesta sacarlo del tema, pero la pregunta interrumpe su monólogo de rabia:
—De acuerdo con los rankings sos el primer fotógrafo argentino en tu especialidad, blanco y negro. ¿Por qué no hacés color?
—Hago monocromo y también color, lo que pasa es que a los salones de exposición, por mi afán de artesano, es decir, que me gusta "hacer" toda la foto, mando blanco y negro. En color tengo una gran producción también. Casi te diría que as la mitad del total, pero más que nada para trabajos publicitarios. Para mandar a los salones fotos en color me falta tiempo, tiempo para hacer lo que me gusta y no mandar cualquier cosa.
—¿Te vas a Europa con una beca o algo por el estilo?
—De la beca no quiero hablar. Hay dos posibilidades bastante importantes y en eso ando. Lo concreto es que dentro de tres meses me voy por dos o tres años. Me voy a estudiar, a trabajar; quiero aprender más. Es muy importante vivir un tiempo en Europa. Pero te repito, no voy en plan de turismo ni a ganar plata. Voy a estudiar.
Carlos Saldi. Un desconocido que desde hace mucho tiempo guarda, con una frecuencia poco común, decenas y decenas de premios. Es nacido y criado en Rosario. Estuvo fuera del país, en los EE. UU., durante cuatro años, cuando también decía que quería aprender. Carlos Saldi es un ignorado que desde hace tres años viene anotando su nombre en el ranking de la Federación Argentina de Fotografía en el lugar más alto de la lista. Atrás de él, Raota y otros muchos apellidos famosos. Saldi es un muchacho humilde, sin vedettismos, inteligente. Es además, conocido como brillante reportero gráfico.
Ahora está en su estudio, que fue armando de a poco y con sacrificios, con su hermano Pepe.
—¿Qué es lo que te gusta más?: ¿entrar en un lugar prohibido y hacer una foto de "asalto", registrar una manifestación, hacer fotos publicitarias, buscar temas, y plasmarlos luego en fotos para concursos?
—A mí me gusta sacar fotos. Sería complicado que te dijera que sigo teniendo alma de reportero gráfico. Me gusta mucho hacer publicidad, o buceo permanentemente la realidad que me circunda. La cosa es simple. Simplemente soy fotógrafo.
JORGE MARRONE
Fotos: EDUARDO GIMENEZ
revista Gente y la actualidad
17.05.1973

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