Las perspectivas
abiertas por el Concilio Ecuménico Vaticano II
para el acercamiento entre el catolicismo romano y
las otras confesiones cristianas han suscitado
curiosidad y expectativa entre protestantes y
ortodoxos de todo el mundo. Una pauta de esos
sentimientos puede darla una reciente carta
enviada al presidente Illia por Sante Barbieri,
obispo metodista para la Argentina, Bolivia y
Uruguay, quien había recibido un cortés pero firme
rechazo a su deseo de ser invitado oficialmente a
las ceremonias de la transmisión del mando:
"Sentimos que no participamos plenamente de todos
los derechos ciudadanos, otorgándose, a veces
ostensiblemente, privilegios a la rama cristiana
de más tradición en el país. Entendemos que
también formamos parte de la nacionalidad ya que,
igual que los demás, trabajamos por el progreso
del país y colaboramos por su bienestar material,
moral, intelectual y espiritual".
Los cristianos no
romanos residentes en la Argentina suman,
aproximadamente, 1.500.000 personas, o sea,
alrededor del 8 por ciento de la población. Estos
datos no son, sin embargo, muy seguros. En
entrevistas separadas, Luis Bucafosco (pastor
metodista, presidente de la Federación Argentina
de Iglesias Evangélicas), Jorgelina Lozada
(secretaria de la misma Federación y pastora de la
Iglesia de los Discípulos de Cristo) y Amoldo
Canclini (pastor bautista), coincidieron en
señalar la precariedad de las estadísticas, en
razón de que "a diferencia de los católicos
romanos, nosotros contamos solamente a los fieles
en real comunión con la iglesia, o sea, los que
asisten regularmente al templo y abonan su cuota
para el mantenimiento del culto".
Las iglesias
evangélicas, entre las que también cabría
considerar al Ejército de Salvación, mantienen una
doctrina común, distinta de la católica romana en
tres puntos fundamentales: la teología mariana,
que no aceptan; los sacramentos, a los que no
otorgan valor objetivo (todas coinciden en afirmar
que son "ceremonias de carácter simbólico que no
facilitan gracia por sí"), y el dogma relativo al
Purgatorio, en el que no creen porque "nada dice
la Biblia al respecto". Pero hay también en la
Argentina ramificaciones de otras iglesias que no
admiten (o a las que no les es admitido) el título
de "evangélicas". Son organizaciones que, en
general, se remiten también a las Sagradas
Escrituras como su fuente originaria, y a la
predicación de Jesucristo; pero casi todas tomaron
su forma y doctrina actuales en el siglo pasado,
en los Estados Unidos. Fundamentalmente son: los
Adventistas del Séptimo Día, los Santos de los
Últimos Tiempos (mormones), los Testigos de Jehová
y los Nuevos Apóstoles.
Dentro de este grupo,
los más importantes parecen ser los adventistas,
que suman unos 90 mil en todo el país,
distribuidos en cerca de 150 iglesias. El pastor
Héctor Verini (argentino, 57 años, casado, tres
hijos) es presidente de la Unión Austral
Adventista, que incluye las asociaciones
adventistas de Argentina, Uruguay, Chile y
Paraguay.
Ésta doctrina se
inspira en cierta interpretación de las profecías
del Antiguo Testamento (especialmente del Libro de
Daniel) y del Apocalipsis, que anunciarían el más
o menos inminente fin de los tiempos. El ascetismo
de los adventistas es estricto: no beben ni fuman
y son partidarios del vegetarianismo. A fin de
promover el consumo de cereales fundaron la
empresa "Alimentos Granix S. A.", cuyo presidente
es también el pastor Verini. Este establecimiento,
y numerosas editoriales propias, participan en el
sostenimiento económico de la iglesia adventista,
que posee asimismo un sanatorio en La Plata, una
clínica en Belgrano y un hospital en Entre Ríos,
con escuela anexa de enfermería.
Los adventistas
comparten con la mayoría de los evangelistas
cuatro ceremonias básicas: el bautismo, la Cena
del Señor, la ordenación sacerdotal y el
matrimonio (aceptan el divorcio, siempre que se
base sobre una "razón bíblica", como la
infidelidad, por ejemplo). También admiten la
unción de los enfermos.
Los mormones están más
alejados del movimiento protestante. Su iglesia
nació también en los Estados Unidos en el siglo
XIX (PRIMERA PLANA, número 11). En la Argentina
tienen unos 10 mil fieles y utilizan, como medio
de predicación, agrupaciones orquestales y
conjuntos que interpretan música folklórica
americana.
También es de origen
estadounidense la Primera Iglesia Cientificista
Cristiana (Christian Science). Sus adeptos parten
de un espiritualismo radical: el espíritu puede
dominar a la materia en tal forma que las
enfermedades pueden ser curadas mediante un método
intensivo de oraciones. En USA poseen uno de los
diarios más respetados, el Christian Science
Monitor, de Boston. Sus fieles suman en la
Argentina unos 1.500, distribuidos en seis
centros.
La primera confesión
no católica establecida oficialmente en la
Argentina fue la anglicana, reconocida por Juan
Manuel de Rosas en 1825, a condición de que sus
ministros se atuvieran a oficiar los cultos en
inglés, sin efectuar proselitismo. El número de
fieles anglicanos en el país está limitado casi
sin excepción a la colonia británica.
Extranjeros residentes
comenzaron a llamar a pastores de sus iglesias, y
éstos arribaron a Buenos Aires a partir de 1836.
Uno de ellos fue el bautista Diego Thompson, un
pionero de la educación masiva, ásperamente
reprobado por la jerarquía católica local de
aquella época. Los historiadores coinciden en que
las agrupaciones más influyentes en los primeros
tiempos de la actividad protestante en la
Argentina, fueron la iglesia Metodista y los
bautistas. Cuando, después de Caseros, el gobierno
de la Confederación autorizó a los protestantes a
predicar en castellano, el primero en acogerse a
esta franquicia fue el pastor metodista Juan F.
Thompson, en un local de la calle Cangallo, detrás
de la iglesia de La Merced.
Esto ocurría en 1867,
cuando empezaba a correr por el país un viento
anticlerical. Muchos políticos acudían a las
conferencias de Thompson, entre ellos, Domingo
Faustino Sarmiento, quien muy pronto se hizo gran
amigo del pastor metodista. Cuando Sarmiento fue a
USA en busca de nuevos métodos educativos y de
profesores, el pastor Goodfellow le dio cartas
para instituciones pedagógicas del Norte; de ahí
que la mayoría de las maestras normales que
Sarmiento "importó" a la Argentina, fueran
metodistas. Allí comenzó el gran auge evangélico
en el Plata: William Morris, nacido metodista y
convertido después al anglicanismo, colaboró
eficazmente con el cometido sarmientino. El famoso
Colegio Americano de Rosario se inauguró en esos
tiempos. En la actualidad, las iglesias
evangélicas están reiniciando su labor educativa
y, desde hace un par de años, cada templo
protestante lleva anexa una escuela parroquial.
Mientras los
metodistas influían sobre la educación, los
bautistas suizos de Colonia Esperanza (Santa Fe)
inauguraban, con la guía de su pastor Paul Besson,
el sistema de registro civil, antes de su
instauración oficial. Los colonos protestantes
galeses de la Patagonia fueron los primeros en
enarbolar la bandera argentina en los Andes
patagónicos. El protestantismo había adquirido ya
carta de ciudadanía y, vencidas las resistencias,
bajo el gobierno de Roca llegaron nuevas iglesias
evangélicas: Pentecostales, Discípulos de Cristo,
luteranos.
El "protestantismo
1963" tiene vida propia y colabora en el quehacer
cultural y social argentino. Cuenta con tres
teólogos importantes: José Miguez Bonino
(metodista), observador de su iglesia en el
Concilio Ecuménico Vaticano II (PRIMERA PLANA
número 19); el húngaro Bela Lasko, rector de la
Facultad Teológica Luterana; y Rudolf Obermuller
(también luterano). Otras personalidades
importantes: Adán F. Sosa (copresidente del
Movimiento Judío-Cristiano), Jonás Villanueva
(presidente de la Federación Argentina de Iglesias
Luteranas Unidas) y Juan Gatinoni (vicario de la
Iglesia Evangélica Metodista Central, hijo del
primer obispo metodista argentino). Tampoco falta
la versión protestante del católico Padre
Alejandro: el pastor Federico Pagura, autor de
varias zambas y de un tango de inspiración
religiosa, rechazado en un reciente concurso
televisivo.
Una ojeada a la labor
de algunas de las principales iglesias, podría
resumirse así:
• Luteranos: Divididos
en tres grandes grupos (Sínodo Evangélico Alemán,
100.000 miembros; Iglesia Evangélica, dependiente
del Sínodo de Missouri, 18 mil; Federación
Argentina de Iglesias Luteranas Unidas, 4 mil),
además de las congregaciones independientes para
las colectividades finesa, sueca, noruega y
danesa. Tienen escuelas parroquiales, asilos para
ancianos y niños, pensionados de estudiantes. Un
luterano, Rolf Lilljeskjóld, es el actual
intendente de Oberá (Misiones).
• Metodistas: 15 mil
miembros; cuentan con hogares estudiantiles y un
centro de acción social integral (director: Luis
Bucafosco); estudia la creación de un Hospital
Evangélico. Entre sus adherentes figuran Jorge
Vifials Blake (asesor del ministro de Educación y
Justicia) y Alfredo Fichter (presidente del
Concejo Deliberante de Bahía Blanca).
• Ejército de
Salvación: 5 mil "soldados" y cerca de 10 mil
simpatizantes; cuatro asilos, un pensionado para
estudiantes y empleados, varios centros de ayuda
social en "villas miseria" y cincuenta centros de
predicación callejera.
• Iglesias Bautistas:
15 mil miembros, 45 mil simpatizantes; es una de
las que registra el mayor número de conversiones.
Posee un importante seminario en Buenos Aires y
gran número de escuelas parroquiales en todo el
país.
Todas las fuentes
consultadas concuerdan en que la mayoría de los
fieles en plena comunión con sus iglesias son
hombres y mujeres de entre 30 y 40 años de edad.
Aunque no hay ninguna razón teológica que lo
impida, los casos de pastoras son raros: una
excepción es Jorgelina Lozada, de los Discípulos
de Cristo, y algunas adeptas a la Iglesia del
Nazareno, ambos movimientos pequeños. Las Iglesias
Pentecostales y la Unión Evangélica hallan buen
eco en la clase obrera. Las Iglesias Bautistas
encontraron muchos de sus fieles en la clase media
baja. Los metodistas son quizá los poseedores de
la mayor proporción de intelectuales y
profesionales.
Por su parte, la
Iglesia Ortodoxa en la Argentina se halla
repartida en varias ramas: sirio-libanesa, griega,
armenia, rumana, servia y rusa (ésta dividida en
dos). Sus obispos -—que comparten el gobierno de
sus diócesis con un grupo de laicos encargados de
la administración— mantienen en general buenas
relaciones entre sí y con la jerarquía católica
romana.
• Iglesia Católica
Apostólica Ortodoxa de Antioquía (sirio-libanesa):
120 mil fieles (entre ellos, el ex ministro de
Economía Jorge Wehbe, el ex secretario de Hacienda
Ricardo Lumi, varios legisladores nacionales
salteños y santiagueños, los profesores
universitarios Jorge Nasser y Saad Chedid). El
arzobispo es monseñor Meletios Swaity (53 años),
que ocupa su cargo desde 1956. Nominalmente
depende del patriarca de Antioquía, monseñor
Theodosios VI, si bien la iglesia es por completo
autónoma en la Argentina.
• Iglesia Católica
Ortodoxa Griega: Monseñor Timoteo Haloftis (46
años, diplomado en la Universidad de Atenas y en
el Instituto Católico Romano de San Sulpicio, ex
capellán de los ejércitos griegos que combatieron
la invasión nazi-italiana) es el obispo de los 30
mil ortodoxos griegos del país, que forman una
comunidad económicamente muy fuerte: el tesorero
de la iglesia es Arris Onassis, primo del notorio
armador greco-argentino del mismo apellido. La
sede de monseñor Haloftis depende del Patriarca
Ecuménico de Constantinopla, monseñor
Athenágoras, quien vendrá a la Argentina el año
próximo.
• Iglesia Ortodoxa
Rusa: Dividida de hecho en dos grupos. Uno
responde al arzobispo Athanasios Martos (57 años),
dependiente de monseñor Anastasios, residente en
Nueva York. El otro es guiado por el
archipresbitero Tomás Herasimchuk (64 años,
casado), quien se encuentra bajo la autoridad del
Gran Patriarca de Moscú, Alexis. La división
deriva de que los primeros no aceptan a la
jerarquía religiosa moscovita, por razones
políticas. Estos cuentan con 30 mil fieles, y 15
mil son los que responden a Herasimchuk.
Una rápida encuesta
realizada entre veinte dirigentes ortodoxos,
protestantes y de otros grupos cristianos en el
país, demuestra que el optimismo acerca de las
posibilidades de unión entre los cristianos de
diferentes iglesias y los católicos romanos oscila
dentro de una gama muy variada.
Ante todo, la unión
total es prácticamente postergada por los
entrevistados como posibilidad para un futuro
remoto. El acercamiento, en cambio, es visto con
positivo entusiasmo, excepto por los adventistas,
que no lo creen posible de inmediato. Los
ortodoxos son los más optimistas, menos los rusos
(muy centrados en cierto "eslavismo" los de
monseñor Martos, y muy cautelosos los del
archipresbitero Herasimchuk). La mayoría de los
protestantes se sitúa en un prudente término
medio: "La Iglesia Romana ha dado un gran paso"
—afirma Bucafosco—: sin embargo, la unidad no se
concretará al precio de convicciones muy queridas
para unos y otros. Pero el primer paso se ha dado.
No se puede predecir qué ocurrirá en el futuro".
PRIMERA PLANA
17 de diciembre de
1963
Nota: me referencian en facebook
que: Carlos Ibarguren
https://www.facebook.com/Carlos-Ibarguren-546818158693079:
"En 1825 Rosas no era gobernador, así que entonces
no podía autorizar algo así. Fue años después."
Mágicas Ruinas: es textual en la crónica, el
convenio (mas amplio) fue firmado por Manuel J.
García, si no busqué mal, el gobernador era Las
Heras. Rosas participó en el tema de la
construcción de la Catedral San Juan Bautista,
sobre la calle 25 de mayo en la capital. Cuando
entrás a esa Catedral, hay un letrero muy grande
donde está este tema de la construcción.
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