El 20º aniversario de la ley 9677
Por Juan F. Cafferata
Cafferata

La trascendencia de la vivienda, en el orden social, en el económico y el higiénico, ha sido reconocida por todos los pueblos y en todos los tiempos.
Por eso la celebración del veinte aniversario de la ley 9677, de Casas Baratas, es un hecho auspicioso en la vida de la Nación.
Ella procura resolver un problema que interesa fundamentalmente al individuo, a la familia y al Estado.
Me ha cabido el honor de iniciarla en el parlamento. La he visto nacer, crecer y producir sus benéficos frutos en esta Capital.
Su acción principal no ha consistido en multiplicar las viviendas. Apenas tres barrios de casas individuales y algunas colectivas. Los recursos han sido escasos. Pero ha hecho algo que es quizás más importante y conviene puntualizar.
Ha propulsado en el país el movimiento en favor de la vivienda popular, económica e higiénica y de la casa propia.
Ha contribuido a formar la conciencia pública sobre su alto significado social. A crear la preocupación y la inquietud, en los particulares, en los industriales, en la prensa, en los legisladores, en los hombres de gobierno, sobre la necesidad de extender al mayor número sus beneficios.
La habitación insalubre es un grave problema. Existe lo mismo en las grandes capitales como Buenos Aires, que en -los más apartados rincones de la República.
El conventillo y el inquilinato de la Capital Federal; el rancho de los suburbios y de la campaña del interior; la choza rudimentaria del aborigen, en los territorios nacionales, son ejemplares que muestran la intensidad del problema y la necesidad de resolverlo.
La vivienda insalubre, al margen de la higiene y de la moral es una lacra social.
De ella sale la tuberculosis, aliada del confinamiento y de la oscuridad. El alcoholismo del obrero que quiere olvidar su lobreguez, en la taberna, entre los vapores del alcohol y el humo del tabaco. La mala vida, hija de la promiscuidad en que se educa la niñez, al contacto de todas las desviaciones y las miserias inmorales.
No conozco nada tan doloroso como el espectáculo de la vivienda insalubre; sin aire, sin sol, sin alegría, donde la familia humana crece en condiciones de vida muchas veces inferior a las de los brutos.
Masía los pájaros tienen su nido y las fieras su guarida. El ser humano no puede eludir una de las condiciones esenciales para su desenvolvimiento, para la crianza y educación de sus hijos. Casa y familia son térmicos correlativos.
La ley aspira al ideal de la casa propia para todos los habitantes de la República. Ideal inseparable de la vida de familia. De la casa que haya abrigado la cuna de los hijos; que haya sido testigo de los días prósperos y de las horas adversas; de las ilusiones y de los pesares; seguridad del presente y tranquilidad para el porvenir; legado que un día pasará a las nuevas generaciones con historia y el recuerdo de los antepasados.
Que dé contenido espiritual, social y moral; que fortalezca, una y consolide el hogar; célula madre de la sociedad y piedra angular del Estado.
Este problema de la vivienda es el que Procura resolver la ley 9.677. La Comisión Nacional de Casas Baratas, ha interpretado y Cumplido desde el primer momento, sus altas finalidades. Por ella han pasado muchos hombres ilustres que le han consagrado y le consagran en el día sus preocupaciones, su interés y su patriotismo.
Después de cuatro lustros, pueden sentirse orgullosos de la obra realizada.
Por mi parte, siento la íntima, la legítima y patriótica satisfacción de haber aportado con mi iniciativa, que el decidido apoyo de mis colegas convirtiera en ley, una contribución más al bienestar social, a la defensa de la familia, a la tranquilidad pública y a la solución de uno de los problemas más importantes del país.
Revista Caras y Caretas
05/10/1935
Transcripción de .pdf de la Biblioteca Digital Hispánica

 

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