La trascendencia de la
vivienda, en el orden social, en el económico y el
higiénico, ha sido reconocida por todos los
pueblos y en todos los tiempos.
Por eso la celebración
del veinte aniversario de la ley 9677, de Casas
Baratas, es un hecho auspicioso en la vida de la
Nación.
Ella procura resolver
un problema que interesa fundamentalmente al
individuo, a la familia y al Estado.
Me ha cabido el honor
de iniciarla en el parlamento. La he visto nacer,
crecer y producir sus benéficos frutos en esta
Capital.
Su acción principal no
ha consistido en multiplicar las viviendas. Apenas
tres barrios de casas individuales y algunas
colectivas. Los recursos han sido escasos. Pero ha
hecho algo que es quizás más importante y conviene
puntualizar.
Ha propulsado en el
país el movimiento en favor de la vivienda
popular, económica e higiénica y de la casa
propia.
Ha contribuido a
formar la conciencia pública sobre su alto
significado social. A crear la preocupación y la
inquietud, en los particulares, en los
industriales, en la prensa, en los legisladores,
en los hombres de gobierno, sobre la necesidad de
extender al mayor número sus beneficios.
La habitación
insalubre es un grave problema. Existe lo mismo en
las grandes capitales como Buenos Aires, que en
-los más apartados rincones de la República.
El conventillo y el
inquilinato de la Capital Federal; el rancho de
los suburbios y de la campaña del interior; la
choza rudimentaria del aborigen, en los
territorios nacionales, son ejemplares que
muestran la intensidad del problema y la necesidad
de resolverlo.
La vivienda insalubre,
al margen de la higiene y de la moral es una lacra
social.
De ella sale la
tuberculosis, aliada del confinamiento y de la
oscuridad. El alcoholismo del obrero que quiere
olvidar su lobreguez, en la taberna, entre los
vapores del alcohol y el humo del tabaco. La mala
vida, hija de la promiscuidad en que se educa la
niñez, al contacto de todas las desviaciones y las
miserias inmorales.
No conozco nada tan
doloroso como el espectáculo de la vivienda
insalubre; sin aire, sin sol, sin alegría, donde
la familia humana crece en condiciones de vida
muchas veces inferior a las de los brutos.
Masía los pájaros
tienen su nido y las fieras su guarida. El ser
humano no puede eludir una de las condiciones
esenciales para su desenvolvimiento, para la
crianza y educación de sus hijos. Casa y familia
son térmicos correlativos.
La ley aspira al ideal
de la casa propia para todos los habitantes de la
República. Ideal inseparable de la vida de
familia. De la casa que haya abrigado la cuna de
los hijos; que haya sido testigo de los días
prósperos y de las horas adversas; de las
ilusiones y de los pesares; seguridad del presente
y tranquilidad para el porvenir; legado que un día
pasará a las nuevas generaciones con historia y el
recuerdo de los antepasados.
Que dé contenido
espiritual, social y moral; que fortalezca, una y
consolide el hogar; célula madre de la sociedad y
piedra angular del Estado.
Este problema de la
vivienda es el que Procura resolver la ley 9.677.
La Comisión Nacional de Casas Baratas, ha
interpretado y Cumplido desde el primer momento,
sus altas finalidades. Por ella han pasado muchos
hombres ilustres que le han consagrado y le
consagran en el día sus preocupaciones, su interés
y su patriotismo.
Después de cuatro
lustros, pueden sentirse orgullosos de la obra
realizada.
Por mi parte, siento
la íntima, la legítima y patriótica satisfacción
de haber aportado con mi iniciativa, que el
decidido apoyo de mis colegas convirtiera en ley,
una contribución más al bienestar social, a la
defensa de la familia, a la tranquilidad pública y
a la solución de uno de los problemas más
importantes del país.
Revista Caras y
Caretas
05/10/1935
Transcripción de .pdf
de la Biblioteca Digital Hispánica
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