EL PENSAMIENTO VIVO DE JULIO JORGE NELSON
El más nostalgioso de los comentaristas tangueros apenas habla de Gardel. Confiesa, en cambio, su admiración por Yrigoyen y su adhesión al radicalismo. De Perón piensa que es un gran líder. Apoya las relaciones prematrimoniales y no le desagrada que lo llamen "La Viuda"
Julio Jorge Nelson

No obstante su pertinaz, agotadora labor radial, desplegada a lo largo de 45 años, para la mayoría de los argentinos su figura está indisolublemente ligada a la de Carlos Gardel. Convertido en apologista e historiador del más grande mito porteño, el ingenio popular —irónico, socarrón— se encargó de etiquetarle su pasión gardeliana rotulándolo como La Viuda del recordado cantante. Bamboleándose entre el cariño y la agresividad, ese apodo —"Me molesta cuando viene cargado de connotaciones maliciosas"— ha servido para distinguir con caracteres propios a uno de los personajes más pintorescos de Buenos Aires: el perdurable Julio Jorge Nelson.
No obstante ese infaltable sambenito, a los 60 años de edad, con dos infartos en su haber, atesora en su dilatado curriculum una variedad de labores que, en el ámbito profesional, incluye tareas de compositor, periodista, locutor y hasta director de una emisora, cuando apenas contaba 20 años de edad. Nostálgico, dueño de una memoria prodigiosa, interesado por los problemas del país, confeso adicto al radicalismo, su verborragia le permite abordar con Igual interés y convicción un vasto espectro de cuestiones.
Lejos de los micrófonos y de su permanente prédica gardeliana, Julio Jorge Nelson es capaz de sorprender a su interlocutor revelándose como ex pugilista amateur, profundo conocedor del mundillo turfístico local, analítico, imparcial estudioso del fútbol —a pesar de su desbordante pasión por el Racing Club— o incondicional defensor de la juventud "con todas sus virtudes y defectos", como él mismo detalla.
La semana pasada, mientras desgranaba su inconfundible glosa en los estudios de radio Rivadavia. Siete Días descubrió el otro yo del afamado comentarista de tango. A lo largo de una charla que insumió más de cuatro horas, no omitió evocar sus agitados comienzos en la radiofonía, enjuiciar la realidad política y social del país y hasta hablar de la música de Buenos Aires sin olvidar, claro está, a Carlos Gardel. Lo que sigue es un resumen de sus confesiones más importantes:
—¿Cómo fueron sus comienzos en la radiofonía?

—Yo debuté en radio cuando apenas tenía 15 años. Recuerdo que con Richard Russo, reconocido autor de tangos, teníamos un programa en LOV Brusa, que estaba en la calle Corrientes, entre Junín y Uriburu. A los 20 años ya era director de LS10 radio Callao, que hoy se llama Del Plata.
—En los medios artísticos usted ha trascendido, fundamentalmente. por su labor en favor de la difusión de la obra de Carlos Gardel ¿puede hacer otras cosas, aparte de eso?
—A mí me han encasillado en Gardel, pero mi actuación ha sido mucho más vasta. Por ejemplo, fui el primero en imponer la presentación en espectáculos de tango. En 1929, en el Florida Dancing, anuncié las obras que iba ejecutando la orquesta de Juan D'Arienzo. Me acuerdo que Francisco Fiorentino tocaba el bandoneón y cantaba con un megáfono. Hasta ese momento era costumbre anunciar las interpretaciones anotándolas con tiza en un pizarrón. Yo, en cambio, daba hasta el nombre del autor y el compositor. Después me convertí en el decano de los comentaristas de música popular. Hice mi primer programa en 1931, en radio Buenos Aires, que estaba en Suipacha 272.

TRADICIONALISTA, PERO NO FANATICO

Con 45 obras grabadas, Julio Jorge Nelson es también un prolífero autor de letras. Sólo de su mayor éxito, Margarita Gauthier, fueron realizadas 98 versiones, a cargo de intérpretes nacionales y extranjeros. Como es lógico suponer, su pasión por el tango excede los límites de lo gardeliano y se interna en análisis más profundos sobre el tango y su actual dimensión, como música que interpreta la realidad de la ciudad.
—¿Usted acepta que el tango está en decadencia?
—¿Cómo puede estar en decadencia teniendo como tiene poetas de la talla de Virgilio y Homero Espósito, Horacio Ferrer o Héctor Negro, por citar a algunos? ¿O músicos como Julio De Caro, Horacio Salgán, Aníbal Troilo, Eduardo Rovira, Astor Piazolla o Atilio Stampone?
—Pero muchos de los nombres que usted menciona son cuestionados como autores de tangos. ¿Qué opina de eso?
—Respecto a los poetas, creo que es una mentira eso de la renovación. Lo que ocurre es que las letras de hoy no están hechas para música bailable. Son para que se las canten al público, y no para el bailarín. Respecto a los músicos vanguardistas, se puede disentir con ellos, pero nunca negarlos.
—Si es verdad, como usted dice, que el tango no se muere ¿qué es lo que pasa entonces? ¿Por qué no concita el interés de la juventud?
—Vea, son varias las cuestiones a considerar. En principio debemos tener en claro una cosa: la decadencia del tango es sólo  visible en Buenos Aires, donde por un raro desdoblamiento ha debido refugiarse en una cantidad de cafés concert y cosas por el estilo. Pero en el interior, el tango se sigue oyendo y además bailando
—¿Qué otras cosas deben considerarse?

—Algo que es fundamental. Preguntarse, por qué la juventud de la capital dejó de oír bailar y gustar del tango. Fíjese que a nadie se le puede obligar a que le agraden determinadas cosas. Pero el mercado musical local fue distorsionado por los sellos grabadores. En los años 60, con la aparición del recordado Club del Clan nos inundaron de música importada. Se rompieron cientos de matrices de artistas argentinos. Se llegaron a contrabandear, incluso, cintas fonomagnéticas del exterior para no pagar impuestos. Entonces el tango, buscando una nueva apertura, dejó de ser bailable y la televisión metió otros ritmos en la sangre de los chicos.
—Pero eso fue hacia los años 60. ¿Ahora qué pasa?
—Ocurre que los empresarios no quieren arriesgarse. Entonces, en materia de tango sólo promocionan a los que le aseguran un éxito taquillero razonable. Desplazan a los jóvenes, les niegan la posibilidad de abrirse camino. Ahí tiene por ejemplo ese programa de televisión, Grandes Valores del Tango, donde los mejores son eliminados por algunos que, seguramente, son acomodados. Yo no sé, pero creo que de seguir así, dentro de un par de años los chicos van a ver un bandoneón y lo van a confundir con una oruga.

JUVENTUD, DIVINO TESORO

Aunque sus modales y sus costumbres delaten a un porteño de ley, que algunos podrían tildar de
chapado a la antigua, Julio Jorge Nelson —sin embargo— no reniega de la juventud.
—¿Qué visión tiene usted de la juventud actual?
—La acepto con todas sus virtudes y defectos. Entiendo que ya no hay diques que permitan su contención, todo lo desborda. En ella está el futuro de nuestro país y del mundo. Eso sí, yo me permito recordarles a los jóvenes unas palabras de Atahualpa Yupanqui que, entiendo, son fundamentales: Que venga la juventud, pero que no tire a los viejos.
—¿Admite todo de la juventud?
—Bueno, yo admito todo de la juventud organizada, no de la exaltada. De la que tiene un adoctrinamiento político, pero con sentido nacional y no importado. Por mí, pueden dejarse el pelo largo, la barba, en tanto no atropellen o agravien. Que sean limpios de cuerpo y alma, eso es lo que pretendo de la juventud.
—¿Entonces tiene algunas cosas que reprocharle a la juventud?
—Yo no le reprocho nada. Pero no puedo aceptar de ninguna manera que la juventud sea sucia, violenta o drogadicta. Ese último problema yo ya lo denuncié hace dos años en el curso de una mesa redonda que organizó, justamente, Siete Días.
—Todo parecería indicar que usted, por lo menos en su imagen pública, es también un tradicionalista en cuanto a la relación amorosa entre el hombre y la mujer. Un esquema de conducta que la juventud parece desechar. ¿Está de acuerdo con las libertades que se toma la juventud actual en esta materia?
—Entiendo que el amor no ha cambiado, lo que se ha modificado son los conceptos y las formas. Antes uno pasaba frente a un zaguán en penumbra y al ver una pareja abrazándose sonreía. Ahora se besan en medio de la calle con el mayor desparpajo. Esos no eran hábitos de nuestra juventud. Tal clase de hábitos se lo debemos a la invasión de modismos extranjeros que llegaron, fundamentalmente, con la televisión y el cine. Muchos lo hacen por exhibicionismo barato. Pero en el fondo es una actitud falsa.
—Por lo visto, usted está contra ciertos espectáculos cinematográficos y costumbres extranjeras ...
—Yo no soy un puritano, pero me molesta el falso exhibicionismo. En ese sentido, muchas cosas que se ven en el cine son imitadas por simple mimetismo.
—Con ese criterio podría asegurarse también que las relaciones prematrimoniales, tan comunes entre las parejas jóvenes, son producto de ese mimetismo. ¿Está contra eso también?
—Mire, el casamiento en definitiva es apenas un documento que acredita a la pareja. De modo que no puedo estar contra las relaciones prematrimoniales. En el fondo yo creo más en la mujer en su etapa de amante que en la de esposa. Puede dar más, se me ocurre. Incluso, el amor de una pareja en condiciones furtivas se vive mucho más intensamente que en otras circunstancias.
—¿Admite la infidelidad?
—Jamás admití la infidelidad, ni entre los componentes de la pareja ni entre amigos.
—¿Cree en la amistad?
—Totalmente, aunque tiene sus límites. La amistad no es una cosa barata, que se usa. Es algo que se demuestra en hechos, en comunicación. Es la ayuda, es el apoyo y también la crítica.
LOS TRES BERRETINES
Con una prosapia porteña a fuerza de desengaños, y una infancia jugada en el barrio de Villa Crespo, singular reducto de Italianos y judíos, donde su padre atendía un comercio dedicado a la venta de calzado, Julio Jorge Nelson —no podía ser de otra manera— tiene tres berretines comunes a la mayoría de los habitantes de Buenos Aires: el turf, el fútbol y el box. Pasiones que debió suavizar tras los dos infartos sucesivos que lo postraran en abril y junio de 1972.
—¿Toda la vida le gustaron las carreras de caballos?
—No sólo eso, desde hace muchos años tengo caballos de carrera. creo que a partir de 1940.

Revista Siete Días Ilustrados

21.01.1974

Julio Jorge Nelson

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