Algunos
interrogantes sobre las relaciones futuras entre
la Argentina y Estados Unidos
En la tarde del
viernes, Buenos Aires asistió a una típica
estratagema diplomática protagonizada por el.
ministro de Relaciones Exteriores. En conocimiento
de que el enviado de Kennedy, Averell Harriman,
era portador de una carta de su presidente a
Arturo Illia, el doctor Zavala Ortiz dio a
conocer, pocas horas antes de la entrevista
Harriman-Illia, una nota de felicitación del
primer ministro ruso al presidente argentino.
Nuestra cancillería suponía así que en el impacto
sobre la opinión pública, una carta neutralizaba a
la otra.
Los observadores
diplomáticos intentaron descubrir el móvil de esta
actitud en un canciller que ha reiterado, en
diversas oportunidades, su posición
occidentalista. Lo más probable es que el doctor
Zavala Ortiz haya considerado importante demostrar
a Estados Unidos, en momento en que el
subsecretario de Estado para asuntos políticos
visita el país, que la diplomacia argentina tiene
medios para abrir un frente cuando corre peligro
de cerrarse otro.
Otro episodio
sorpresivo: se notó la ausencia del canciller
Zavala Ortiz en la comida que ofreció el embajador
de los Estados Unidos al señor Harriman en la
noche del viernes. Puesto que Harriman ocupa el
segundo cargo en los Estados Unidos en materia de
política exterior, no podía dejar de ser
llamativo. Y un episodio sorprendente más: el
vicepresidente de la Nación se excusó de asistir a
la comida, alegando tener un compromiso anterior.
Un juego sutil de típicas características
diplomáticas, que incluso daban la sensación de
que los Estados Unidos y Argentina se hallaban al
borde de un enfriamiento muy serio de sus
relaciones.
Sin embargo, sería muy
difícil o prematuro simplificar los
acontecimientos hasta este extremo o equivocarse
sobre los verdaderos móviles de la visita de
Harriman a Buenos Aires.
Un hecho es indudable,
y lo reconoció en su información Frank Manitzas,
corresponsal de Associated Press en Buenos Aires.
Harriman habló de petróleo con Illia, si bien
fuentes de la embajada de los Estados Unidos
expresaron que el tema fue iniciado por el mismo
jefe del Ejecutivo argentino.
A su vez, fuentes
argentinas indican que el único objeto del viaje
de Harriman a Buenos Aires fue el de discutir el
problema del petróleo. El influyente New York
Times coincidía con los voceros del gobierno en
esta apreciación, en una información que daba a
conocer en sus ediciones del jueves último,
aparecidas en Nueva York en la noche del
miércoles.
De todos modos, un
balance efectuado por cronistas de PRIMERA PLANA
permite hacer una valoración más vasta del tema.
Resulta poco factible que uno de los asesores
clave de Kennedy en política mundial, y el hombre
que tuvo sobre sus espaldas el peso del pacto anti
nuclear con Rusia, dedicara su tiempo al tema de
los contratos de petróleo exclusivamente. Las
compañías privadas de los Estados Unidos, como las
inversiones privadas de otros países en diferentes
áreas del mundo, constantemente se ven envueltas
en problemas. Sería la primera vez que una figura
del nivel de Harriman se ocupa de uno de esos
problemas. La explicación dispone de otros
elementos de juicio:
• La Alianza para el
Progreso, corazón de la política latinoamericana
de Kennedy, está estancada. Y crecen las críticas
en los Estados Unidos en un momento crucial:
vísperas de elecciones en las cuales Kennedy
necesita ser reelecto.
• A los Estados Unidos
les es muy difícil contener el desequilibrio
financiero de Brasil. Informaciones llegadas de
San Pablo, donde se encuentra reunido el Consejo
Interamericano Económico y Social indican, además,
que Brasil no participará en el comité ejecutivo
que intentará impulsar la Alianza para el Progreso
y que buscará apoyo económico en los países
comunistas.
• Por lo tanto,
únicamente en una estrecha asociación con la
Argentina, que en estos momentos puede demostrar
una ponderada estabilidad política, lograrían los
Estados Unidos reconstruir una política de
desarrollo político y económico en América latina.
Todos estos elementos
de juicio explican mejor la visita de Averell
Harriman. Y explican que un diplomático tan
avezado no tuviera empacho en cometer un pecado de
lesa diplomacia: afirmar enfáticamente que la
Argentina es el país líder de América latina, sin
desconocer el furor que esta declaración habría de
provocar en Brasil y en México.
Un hecho hay que
subrayar como conclusión: las respuestas que
recibió Harriman de parte de Illia y Zavala Ortiz
lo convencieron de las intenciones occidentalistas
del gobierno argentino, pero no le dieron
informaciones suficientes para ilustrar a Kennedy
sobre las posibilidades de éxito que tiene el
equipo de la UCRP en la aplicación de su
política, considerando los enormes problemas de
orden financiero por los que atraviesa la
Argentina.
De todos modos, quedó
claro en las entrevistas que el gobierno de Illia
abriga, por encima de todo, la intención de
preservar el orden jurídico. En este sentido, su
actitud respecto de los contratos de petróleo, o
de cualquier otro problema que envuelva a
inversiones norteamericanas, dejará a salvo el
concepto de justicia que existe en Occidente: no
habrá expropiaciones.
______________
Democristianos
Sueldo
obtendrá una victoria a lo Pirro
Hacia fines de la
semana pasada, la entrevista entre Horacio Sueldo
y el ex presidente Perón había provocado una
crisis limitada en el partido Demócrata Cristiano.
Sueldo había participado en una reunión
internacional de agrupaciones democristianas en
Francia y luego, especialmente invitado, recorrió
los países europeos con gobiernos de esa
ideología. Sorpresivamente aprovechó la cercanía
física para hacer un viaje a Madrid. Al regresar a
la Argentina se ocupó de hacer trascender
confidencialmente que había llegado a un acuerdo
político con Perón, sobre la base de la
reciprocidad y la acción solidaria. Sin embargo,
advertido rápidamente de que ese acuerdo había
provocado una reacción contraproducente en las
filas de su partido, sostuvo luego que la versión
sobre su pacto político era "una infamia". "Fui a
España —dijo entonces— para visitar a algunos
parientes y conversar con profesores
universitarios."
Entre los dirigentes de
la democracia cristiana, todos creen, sin embargo,
que el acuerdo, efectivamente, se realizó. La
opinión generalizada allí es que sus resultados
son negativos, ya que:
• De hecho, el acuerdo
puede ser denunciado por el peronismo, pero no por
los democristianos. Una "acción solidaria"
significa que el partido debe abstenerse si el
peronismo es proscripto, pero si los
justicialistas no son proscriptos, no quedan
obligados a nada.
• El pacto compromete a
los democristianos en una acción opositora, que
las autoridades de los distintos distritos (juntas
provinciales) no comparten y que, inclusive, han
desautorizado de antemano mediante una
colaboración concreta con el gobierno.
A esas críticas se
añaden las objeciones comunes sobre lo que muchos
consideran una "conducción unipersonal e
inconsulta del partido, que ha llevado a la
agrupación a situaciones inconvenientes y ha
mermado su prestigio y su seriedad políticos". Se
cita especialmente, en ese sentido, la experiencia
del "operativo Matera" y, paralelamente, se
comentan en forma agresiva algunas denuncias
espectaculares realizadas por Sueldo en la campaña
electoral.
Lo cierto es que Sueldo
parece haber quedado francamente en minoría dentro
de la democracia cristiana. Un balance de la
composición y distribución de fuerzas que
presentará la próxima convención partidaria, que
se reunirá a fines de noviembre (posiblemente el
28) en Avellaneda, ofrece los siguientes síntomas
en ese sentido:
• Los 20 convencionales
de la "línea patagónica", encabezados por los
representantes de Neuquén y Río Negro, comparten
las tesis antisueldistas de los senadores Corradi
y Roberto De Regge y responden a la orientación
general de Francisco Ramos Mejía.
• Quince convencionales
de la línea del noroeste (Jujuy, Salta y Tucumán)
respaldan las posiciones de Carlos Imbaud, ex
interventor federal en Tucumán y ex candidato a
gobernador de la provincia que, peleado con
Sueldo, organizó el "Movimiento de Recuperación
Tucumana".
• José Antonio Allende,
líder indiscutido del distrito Córdoba, con área
de influencia en La Rioja, La Pampa y Catamarca
(20 convencionales) se ha enfrentado directamente
al sueldismo.
• La alianza "Provincia
de Buenos Aires-Litoral" aparece influida
decisivamente por Enrique De Vedia. Aspira a que
la provincia de Buenos Aires controle el partido y
De Vedia sea el presidente de la Junta Nacional.
Esa línea tiene el eventual apoyo de 10 ó 15
convencionales.
• En la Capital
Federal, bajo la conducción de Salvador Busacca y
José Ignacio Rivera, hay fuerte oposición al
sueldismo (5 convencionales).
Con un quórum ideal de
115 convencionales, el antisueldismo tendría así
asegurados unos 70 convencionales. Y, sin embargo,
cuando llegue el momento de la renovación de
autoridades, seguramente Horacio Sueldo será
reelecto. El mecanismo democristiano consiste en
que la convención elige a los miembros de la Junta
Nacional y la Junta Nacional, a la vez, designa
sus autoridades. Ahora, el partido Demócrata
Cristiano está empeñado en mantener la imagen de
su continuidad y apareció demasiado comprometido
con las experiencias de Sueldo como para dar un
giro brusco sin desacreditarse. El operativo
consiste en anular a Sueldo sin eliminarlo: en
lugar de una Junta Nacional adicta, se lo rodeará
de otra integrada por sus opositores. José Antonio
Allende será allí la figura decisiva, como jefe de
la oposición antisueldista, y la táctica
consistirá en transformarlo primero en
presidente "paralelo"
del partido y después, en un segundo paso, en el
reemplazante de Sueldo.
_________
Senadores
Ahora,
un bloque regional patagónico
Así como en los
partidos políticos comienza a hablarse del
predominio de las "líneas geográficas" sobre las
estrictamente ideológicas, en el Senado de la
Nación puede aparecer ahora un bloque
suprapartidario unificado en torno de ineludibles
afinidades geográficas. En la última semana,
flamantes senadores electos por el Cono Sur de la
Argentina se aprestaban a constituirse en sector
pluripartidista para promover el desarrollo
económico de la Patagonia.
Según Elías Sapag, uno
de los promotores del bloque regional, la acción
coordinada de los senadores patagónicos permitirá
concretar iniciativas de interés regional —y, en
consecuencia, nacional— con el apoyo de los tres
sectores sureños representados en el Senado:
radicales del Pueblo, neoperonistas y
democristianos. "Una magnífica plataforma
—comentó-— para luego convencer a los otros
senadores."
De los ocho senadores
que envían Santa Cruz, Neuquén, Río Negro y
Chubut, seis ya estarían comprometidos en la "idea
regional", y las conversaciones para incorporar a
los otros dos están avanzadas. Los senadores ya
comprometidos son Adolfo Barbich, José Enrique
Gadano y Jorge Oscar López, de la Unión Cívica
Radical del Pueblo; Roberto De Regge y Luis
Corradi, de la democracia cristiana, y el
neoperonista Elias Sapag.
Los propósitos de los
unificados representantes patagónicos son:
• Lograr una salida al
Pacífico para los productos de la región. Piensan
que en la zona baja de la cordillera —por ejemplo,
en San Martín de los Andes, donde existe una
altitud de 640 metros— puede construirse una
carretera destinada a empalmar con las
comunicaciones chilenas al puerto de Valparaíso;
en reciprocidad, podría ofrecerse a Chile el
puerto de Bahía Blanca, sobre el Atlántico.
• Impulsar el proyecto
Comahué (El Chocón-Cerros Colorados), evitando que
esas obras sean postergadas por las de Salto
Grande (en eso chocarán con Perette, que reclama
prioridad para Salto Grande).
• Puesta en marcha de
las minas de hierro de Sierras Grandes e
intensificación de los trabajos en los yacimientos
carboníferos de Río Turbio.
• Instalación de
lavaderos de lana y creación de hilanderías y
fábricas industrializadoras de cueros.
• Promoción integral
del desarrollo patagónico, "reserva potencial del
país."
Según Sapag, la acción
mancomunada de los senadores tiene que traducirse
en un "formidable florecimiento del extremo sur
argentino".
________
Petróleo
Facundo Suárez logra una alianza con Illia
A la semana de asumir
la presidencia de Yacimientos Petrolíferos
Fiscales, el mendocino Facundo Suárez (40 años)
expresó en rueda muy íntima de amigos: "La
anulación de los contratos es un detalle; me
preocupa el día siguiente a la anulación. Me
preocupa que el país esté abastecido de petróleo."
Parecía que intentaba dejar a un lado, por un
momento, el aspecto político del debate sobre los
contratos, y abocarse a los problemas industriales
y económicos que podía crear la interrupción en la
producción y, por lo tanto, las dos opciones que
determinaría esa interrupción: importación de
petróleo o racionamiento de combustibles.
A pesar de sus casi
violentas discusiones con el vicepresidente
Perette y su equipo, a pesar de que en reiteradas
oportunidades el presidente Illia le hizo saber
que contaba con todo su apoyo, Facundo Suárez no
siempre pudo desprenderse de la envoltura política
e ideológica que rodeaba el tema del petróleo.
Comprendió así que al margen de cualquier
consideración no podía siquiera pensar en una
renegociación de los contratos, o en que se
asumiera una actitud más realista en el estudio
detallado de los mismos,, que nadie tuvo tiempo de
hacer durante la agitada campaña electoral. Se
dedicó, por lo tanto, a ese "día siguiente" tan
temido, y a las formas por las cuales se podría
seguir asegurando el autoabastecimiento de
petróleo para la Argentina.
Estos signos de
realismo en Facundo Suárez ya llamaron la atención
de los observadores políticos durante su acción
como diputado nacional de la UCRP en el último
parlamento. En su bloque defendió en un debate el
aumento de las cuotas en el Fondo Monetario, y
ante las violentas críticas de Zavala Ortiz, le
expresó: "Me sorprende mucho eso que usted dice.
Lo que ahora se hace es consecuencia directa de la
gestión de la Revolución Libertadora, que usted
apoyó como miembro de la Junta Consultiva."
Durante los dramáticos
días previos al derrocamiento de Frondizi, Facundo
Suárez fue el único legislador de la UCRP que
formuló violentas declaraciones contra la actitud
de las Fuerzas Armadas, y al mismo tiempo instó al
presidente del bloque de diputados de su partido,
Anselmo Marini, a formular una declaración oficial
señalando las terribles consecuencias que podía
tener para el país la interrupción del orden
constitucional.
Estas actitudes de
independencia de criterio debían asimismo
manifestarse en el delicado cargo de presidente de
YPF. La primera propuesta de Suárez a Illia fue
muy simple: cualquiera sea la actitud que se
adopte con los contratos petroleros, que la misma
no afecte la producción de petróleo. Solicitó, por
lo tanto, que la política petrolera del gobierno
se ajustara a las siguientes características:
• Que el vicepresidente
de la Nación no interfiriera en una tarea que no
corresponde a su esfera específica;
• Conceder a YPF un
tiempo prudencial, entre 45 y 90 días, para
estudiar su reorganización. Al mismo tiempo, se
estudiaría su real capacidad de producción y las
posibilidades de encontrar en diferentes compañías
internacionales un inmediato apoyo de carácter
financiero y técnico, para reemplazar a aquellas
compañías que podrían alejarse del país si se
anularan drásticamente los contratos;
• Que el ministro de
Economía estudiara las indemnizaciones que
corresponderían a las compañías petroleras, y que
de ellas se hiciera cargo el gobierno para no
poner sobre las espaldas de YPF el peso de dichas
indemnizaciones. Afrontar ese esfuerzo financiero
era condenar a YPF a un paulatino desangrarse y a
un estancamiento.
• Que el ministro de
Educación y Justicia analizara el aspecto jurídico
de los contratos, para que su anulación se hiciera
de acuerdo con la ley. Sería muy difícil para YPF
poder salir al mercado mundial del petróleo en
busca de asistencia financiera o técnica si
existiera un precedente antijurídico en el
tratamiento dado a conocidas firmas
internacionales.
En términos generales,
este plan se fue cumpliendo. Lógicamente, con las
típicas interferencias nacionales e
internacionales. Sin embargo, hacia fines de
semana, daba la impresión de que el problema del
petróleo era lentamente dominado y encauzado.
En su última entrevista
con el presidente Illia, la noche del jueves,
Facundo Suárez había llegado a concretar la
continuación de su plan. Aparentemente, el
presidente lo había aceptado.
En primer lugar, no
interrumpir la producción de petróleo por parte de
las compañías. Efectivamente, en la misma semana
YPF solicitaba a esas empresas que aumentaran la
producción, en vista de un incremento en el
consumo que se estaba registrando. En segundo
lugar, iniciar la reconstrucción jurídica de los
contratos, para colocarlos dentro de la ley. En
este proceso, obtener de las compañías condiciones
mucho más favorables que las logradas en las
negociaciones realizadas por el gobierno de
Frondizi. En tercer lugar, iniciar una violenta
ofensiva comercial para colocar a YPF en el lugar
adecuado en el mercado interno de distribución de
combustibles, que el ente estatal estuvo perdiendo
en los últimos años. Cuarto, estudiar, ya con el
autoabastecimiento asegurado, la posibilidad de
que el grupo petrolero italiano ENI (Ente
Nazionale Idrocarburi) ingresara en la Argentina
no sólo como contratista —condición actual—, sino
como explorador, productor, refinador y
distribuidor, con las mismas características en
que se encuentran Shell y Esso. A cambio de
otorgarle una participación en el mercado de
ventas de combustibles —aproximadamente un 10 por
ciento—, obtener del ENI las sumas necesarias para
capitalizar a YPF y permitirle construir en
Ensenada una refinería de lubricantes.
Actualmente, el mercado interno se distribuye así:
40 % entre Shell y Esso; 60 % YPF. De este 60 %,
YPF aprovecha sólo una parte por su deficiente
política de comercialización.
Hacia fines de semana,
el vicepresidente de la Nación amenazaba con un
escándalo político si el plan secreto de Facundo
Suárez se aplicaba.
______________
UCR del Pueblo
Los
antibalbinistas, enfrascados en articular su
estrategia
Todas las
gestiones que se venían realizando para que los
distintos sectores del radicalismo del Pueblo
llegaran a un acuerdo que evitara la lucha interna
en diciembre próximo, cuando deben elegirse nuevos
delegados al Comité Nacional, parecían estar
encaminadas al fracaso, durante los últimos días.
La fugaz experiencia del distrito metropolitano,
donde los dos caudillos principales —Julián
Sancerni Giménez y Francisco Rabanal— habían
logrado una unidad más o menos precaria,
difícilmente pueda ser consolidada o extendida a
los otros distritos.
Por de pronto, los
sabattinistas se manifiestan disconformes con la
hegemonía que la provincia de Buenos Aires tiene
sobre el resto del partido. Según un hombre de esa
tendencia, "los dirigentes de la provincia de
Buenos Aires representan en su mayoría a la clase
pudiente y están divorciados del sentido popular
del radicalismo". En términos políticos, esa frase
expresa el enfrentamiento entre la llamada "línea
cordobesa" y el balbinismo y el evidente disgusto
con que los primeros recibieron una serie de
designaciones que colocaron a amigos de Ricardo
Balbín en puestos importantes de la administración
pública.
Los adversarios de
Balbín esgrimen, en el pleito interno, otro
argumento con carga emocional. El mismo dirigente
sabattinista agregó: "Por lo demás, no es posible
apoyar la reelección de Balbín como presidente del
Comité Nacional, porque llegó la hora de que,
también en el partido, las provincias reclamen la
plena vigencia del federalismo y dejen de estar
sometidas al puerto y a la provincia de Buenos
Aires".
El esquema previsible
es, entonces, que los adversarios de Ricardo
Balbín basen su campaña interna sobre tres
principios: 1) Demasiada influencia de Buenos
Aires en el gobierno: 2) Conducción partidaria por
"los ganaderos ricos"; y 3) Excesiva hegemonía de
la primera provincia dentro del partido. Una
suerte de "federalismo popular" pasará así a
marcar la acción de los hombres que tratarán de
desplazar a Balbín del Comité Nacional.
Esa acción puramente
interna coincide con objetivos de gobierno: los
mismos sectores son los que postulan que, por
ejemplo, el manejo del crédito "pase a manos de
hombres del interior, y que los directorios de los
bancos se integren con hombres directamente
vinculados a las actividades empresarias en el
Norte, Cuyo y la Patagonia".
Para las corrientes
antibalbinistas, el Comité Nacional tampoco acertó
a elaborar una estrategia en las relaciones con
los militares. "El partido —sostienen— debe hacer
todos los esfuerzos posibles para salir de su
crónico antimilitarismo y de sus contactos
exclusivos con sectores perimidos de las Fuerzas
Armadas; debe acercarse al Ejército real,
concreto, actual, sin prejuicios."
Lo evidente, sin
embargo, es que lo que está comenzando a
articularse en algunos sectores de la U CR del
Pueblo no constituye una estrategia militar, sino
una estrategia para terminar con el dominio de
Balbín. Muchos aseguran que el presidente de la
República no es totalmente ajeno a esas
inquietudes.
12 de noviembre de 1963
PRIMERA PLANA
|