Illia se
fortifica y amplía su acción
A mediados de la
semana pasada, una nueva etapa parecía abrirse
dentro de la historia del gobierno Illia. Por un
lado, en los despachos de los jóvenes y todavía no
designados colaboradores de la presidencia de la
Nación se recibía la noticia de que dos nuevos
funcionarios pasarían a integrar el estado mayor
presidencial: se trata de los doctores Roque
Carranza, secretario técnico del Consejo Nacional
de Desarrollo, y Bernardo Grinspun, secretario
ejecutivo del mismo organismo.
Al parecer, esta
medida había sido tomada por el doctor Illia
después de mantener varias entrevistas con un
destacado universitario, especialista en asuntos
económicos, quien, según todas las apariencias,
actúa en calidad de asesor privado del primer
mandatario. De esta manera tomaba cuerpo una
primicia adelantada por PRIMERA PLANA (Nº 61,
página 51) y se confirmaba el deseo manifestado
privadamente por el jefe del Estado, de asumir una
mayor injerencia en el espinoso campo de la
economía.
Por lo demás, otros
hechos y rumores completaban el panorama político
general al cierre de esta edición:
• Con el ascenso del
comandante en jefe del Ejército al grado de
teniente general —último rango de la escala— se
daba por finalizado el proceso de promociones y
nombramientos en el cuadro de las Fuerzas Armadas.
Eventualmente, y sin que tenga una trascendencia
superior a la anécdota, el teniente general Juan
Carlos Onganía quedaba transformado en el primus inter pares en su relación con los comandantes de
las otras dos armas. Tanto el brigadier mayor
Conrado Armanini (Aeronáutica) como el
contraalmirante Benigno Varela (Marina), por
razones de falta de antigüedad, no fueron
ascendidos a las máximas jerarquías de sus
respectivas carreras.
De todos modos —y he
aquí lo que los observadores consideran
importante— se cerraba una situación abierta en
noviembre de 1955, de acuerdo con la opinión de
algunos especialistas. Después de ocho años
trabajosos, las Fuerzas Armadas volvían a
estructurarse dentro del espíritu y la letra de
las reglamentaciones y tradiciones vigentes. Por
lo demás, mientras se nombraba a los jefes más
antiguos para ocupar los cargos de mayor
importancia, siguiendo un estricto orden de
prioridad, el Poder Ejecutivo encaraba la
necesidad de ofrecer la Secretaría de Aeronáutica
a un alto oficial en actividad (el candidato más
seguro era el brigadier Carlos Benavidez, actual
cuartelmaestre, vale decir, responsable de la faz
logística dentro del arma). Al mismo tiempo, como
señalaba un militar afecto a las tradiciones
hispa-no-criollas, "el Ejecutivo se daba el lujo
de dar la espalda al toro" al dejar al ministro de
Defensa, doctor Leopoldo Suárez, que
desarrollara un relativamente largo interinato en
la Secretaría de Aeronáutica.
• Aseguran los
observadores que esta tranquilidad reinante en el
interior de las Fuerzas Armadas podría coincidir,
más adelante, con otros episodios de posible
verificación. Entre ellos, el control del partido
oficialista por parte de Arturo Illia y la
reestructuración del gabinete para comienzos del
próximo otoño (versiones fidedignas aseguran que
una comisión secreta, creada por el propio Illia,
estudia el funcionamiento de los ministerios, con
facultades para sugerir nombramientos).
Tanto en los pasillos
del Congreso Nacional como en las vetustas salas
de la sede central de la UCR del Pueblo se
afirmaba que la vicepresidencia del Comité
Nacional será ejercida por el abogado cordobés
Eduardo Gammond (presidente provisional del
Senado), quien llevará allí la palabra de Illia y,
paulatinamente, con el apoyo nada despreciable del
gobierno y la virtual entente del eje
Mendoza-Córdoba (Leopoldo y Facundo Suárez-Justo
Páez Molina) deberá encauzar al partido dentro de
los lineamientos preferidos por el primer
magistrado.
Esta nueva situación
será vital para concretar un gabinete de coalición
que permita al Poder Ejecutivo entenderse mejor
con el Congreso y —según susurran disconformes
dirigentes políticos— "con el país". Dicha
coalición podría realizarse con un respaldo de las
Fuerzas Armadas al gobierno, como ningún otro lo
tuvo desde la caída de Juan Domingo Perón.
Respaldo que quizá sea sometido a prueba a
mediados de 1964 si se desencadenan las habituales
huelgas que acompañan a la negociación de los
convenios colectivos de trabajo.
Los observadores se
preocupaban en destacar que las Fuerzas Armadas,
siguiendo con su política retomada en setiembre de
1962, "apoyarán al gobierno nacional sin tratar de
apuntalar a un gobierno de partido". Dicen esos
observadores que una coalición de partidos que no
represente al país real muy difícilmente sería
bien vista por las Fuerzas Armadas, ya que
posibilitaría una recaída de ellas en el caos
institucional "que costó tanta sangre a sus
miembros", según palabras de un jefe militar en
retiro.
La base de este
razonamiento serían las experiencias sufridas en
la última década, durante la cual el
profesionalismo militar se vio comprometido con
intereses partidarios. Una frase atribuida al
teniente general Onganía tocaba el tema: "Toda la
estructura del Ejército apoyó la acción que
condujo a la salida electoral, pero jamás hubiese
apoyado una solución que detentase tono
partidario".
En consecuencia, los
observadores reflexionan que una situación que
obligue a colocar al gobierno contra la Nación
comprometería irremediablemente el status
conseguido a partir de setiembre de 1962. Claro
que la forma en que el doctor Illia superó la
crisis de la Fuerza Aérea, con la estrecha
cooperación de su ministro de Defensa, hacía
entrever que el presidente sabe percibir y
controlar los acontecimientos.
______
Juegos
Fixture de disputas en el oficialismo
En los medios
vinculados con la Casa Rosada y en los locales del
radicalismo del Pueblo se ha impuesto un juego
verbal: el fixture. A distinto nivel, en toda la
estructura del gobierno, se registran
enfrentamientos entre dos personalidades que, de
alguna manera, tienen competencia sobre un mismo
problema. De esas dos personalidades, en muchos
casos, una puede ser asignada a la "línea Perette"
y otra a la "línea Illia". Pero el mecanismo no es
tan simple: en algunas ocasiones, la ecuación es
resumible en otros términos, correspondientes a
"gobierno" versus "partido" o "azules" versus
"colorados", sin que deban desdeñarse los
problemas casi estrictamente personales o locales.
Una rápida
recapitulación del fixture permite la siguiente
enumeración de enfrentamientos:
• Illia versus
Perette. Motivo: la clara vocación cogobernativa
del vicepresidente.
• Raúl Fernández
(presidente del bloque parlamentario de la UCR del
Pueblo) versus Juan Carlos Pugliese
(vicepresidente del mismo). Motivo: lucha por el
predominio, en el partido, entre los amigos de
Illia (Fernández) y los amigos de Balbín
(Pugliese).
• Facundo Suárez
(presidente de Yacimientos Petrolíferos Fiscales)
versus Antulio Pozzio (secretario de Energía y
Combustibles). Motivo: la forma de encarar la
política energética.
• Eugenio Blanco
(ministro de Economía) versus Félix F. Elizalde
(presidente del Banco Central) y Alfredo
Concepción (secretario de Industria e interino de
Comercio). Motivo: la línea a adoptar con respecto
al problema de la carestía de la vida.
•Miguel Ángel Ferrando
(ministro de Obras y Servicios Públicos) versus
Pedro Fleitas (secretario de Transportes). Motivo:
algunas designaciones y cuestiones de jurisdicción
sobre la reestructuración ferroviaria.
• Emilio Parodi
(secretario de Prensa de la Presidencia) versus
Antonio Pagés Larraya (secretario de
Comunicaciones). Motivo: el control de la Comisión
Administradora de Radios y TV y, en general, de la
propaganda y difusión de los actos de gobierno.
• Illia versus Miguel
Ángel Zavala Ortiz. Motivo: las designaciones de
embajadores propuestas por el canciller y
rechazadas por el presidente.
• Perette versus
Leopoldo Suárez (ministro de Defensa Nacional).
Motivo: las resistencias del segundo a aceptar la
política procolorada del primero.
• Julián Sancerni
Giménez (dirigente oficialista de la Capital)
versus Francisco Rabanal (intendente de la ciudad
de Buenos Aires). Motivo: el control del
radicalismo del Pueblo en el distrito
metropolitano.
Como puede observarse,
si se prescinde de los pleitos más o menos
localizados entre Ferrando y Fleitas, y Rabanal y
Sancerni Giménez, en los demás casos, a través de
cuestiones más o menos anecdóticas, se expresan
tendencias que se vinculan con toda la estructura
del gobierno. Las decisiones, en ese sentido,
pueden ir indicando avances o retrocesos de líneas
concretas, y los observadores tratan de
interpretar, en los posibles episodios, la
orientación general que prevalecerá en el poder
político.
________
Cancillería
Los
ministros no siempre gobiernan
Cuando el martes
pasado un comunicado de prensa emitido por el
doctor Oscar Alende, presidente de la junta
ejecutiva nacional de la UCRI, anunció que no
aceptaba el ofrecimiento efectuado por el ministro
de Relaciones Exteriores, para ocupar una
importante embajada o, eventualmente, una vocalía
en una posible junta asesora de política exterior,
jóvenes allegados a la Presidencia de la Nación,
sin ocultar una sonrisa, comentaron que "las cosas
de la Cancillería se van a arreglar a pesar de
todo".
Esta esperanzada
manifestación probaba a algunos observadores
políticos que el campo de maniobras del canciller
se limitaba sensiblemente. Por lo demás, esos
mismos jóvenes asesores informaban
confidencialmente que, "siguiendo la tradición de
Yrigoyen, el ministro de Relaciones Exteriores
será el mismo Presidente".
La actitud de Alende
de limitarse a "estudiar la posibilidad de ofrecer
los nombres de miembros de la UCRI para algunas
embajadas", y la más extrema de Horacio Sueldo,
presidente de la junta nacional del partido
Demócrata Cristiano, de rechazar un cargo en la
junta asesora de política exterior parecían echar
por tierra la eventual constitución de dicho
organismo o, traducido a otro lenguaje por uno de
los miembros de la Secretaría General de la
Presidencia, "Zavala Ortiz veía peligrar la
formación de su coalición propia".
¿Aspiración
desbaratada?
Ya el 12 de octubre
pasado, en el momento en que el actual ministro de
Relaciones Exteriores y Culto juraba su cartera,
muchos observadores sabían que, según opinión del
interesado, ese no era su cargo. El mismo Zavala
Ortiz había sugerido, en una entrevista efectuada
"en la cumbre" (Cruz del Eje) con Arturo Illia y
Ricardo Balbín, su designación para el ministro de
Economía. Quizá temía que el nuevo presidente
esperaba ser "su propio canciller".
Los hechos posteriores
avalaron ese temor. Por de pronto, Illia detuvo,
por el simple expediente de guardarlas en los
profundos cajones de su escritorio, un par de
listas de candidatos a embajadores enviados por su
ministro. Además, un proyecto anunciado por Zavala
Ortiz en la ceremonia de la puesta en funciones de
Ramón J. Vázquez, subsecretario de Relaciones
Exteriores, que comprendía la creación de dos
nuevas subsecretarías, dedicadas al comercio
exterior y a la política latinoamericana, había
caído paulatinamente en el campo de lo improbable.
Aunque la próxima reestructuración de la Ley de
Ministerios contemple la creación de la
subsecretaría para asuntos latinoamericanos, una
fuerte presión del equipo económico —especialmente
Félix Elizalde y Juan José Antonio Concepción—
parece haber desbaratado la aspiración del
canciller de llegar a controlar la política
económica exterior. La "prescindencia" de Illia al
respecto ayudó al triunfo de la tesis del equipo
económico.
Según algunos
radicales del Pueblo desafectos a la línea del
canciller, cuando Illia comenzó su "operación
afianzamiento político" solicitando a los partidos
que habían apoyado en el Colegio Electoral la
fórmula de la UCRP su colaboración para desempeñar
puestos dentro de los directorios de los bancos
oficiales, entes autárquicos y servicio exterior,
la oportunidad favoreció al ministro de Relaciones
Exteriores con el fin de "concretar un campo de
operaciones propio".
Variaciones sobre un
tema
La idea sería lograr,
por medio de la cooperación de los representantes
de estas agrupaciones —Federación de Partidos de
Centro, Partido Socialista Democrático, Partido
Demócrata Cristiano—, junto con otras, cuyo
acercamiento a la UCRP es dable suponer, tal como
la UCRI alendista, un mayor campo de maniobras
para el canciller. Este campo tendría su real
importancia dentro del frente interno antes que en
la conducción de la política exterior.
Al parecer, el non
placet presidencial para nombres de amigos de
Zavala Ortiz a los cuales ya se les había
asegurado su designación (uno de los casos fue el
de Marcelo Sánchez Sorondo, jefe del equipo
nacionalista de derecha Nueva República) mostraba
la urgencia con la que Zavala Ortiz debía buscar
su independencia ministerial.
La idea de
colaboración ya había encontrado terreno propicio
en la Federación de Partidos de Centro —o, por lo
menos, en sus actuales directivos—, cuyo
presidente, el doctor Emilio Hardoy, concurrió
varias veces al Palacio San Martín con el objeto
de concretar algunos detalles. Sin embargo, muy
prudentemente, Hardoy señaló que su aprobación
dependería de! eco que la propuesta pudiese hallar
dentro de los otros partidos. Las declaraciones de
Horacio Sueldo y Oscar Alende (ésta última,
adelantada por un matutino) enfriaron
considerablemente el entusiasmo conservador.
Por lo demás, el
intento de Zavala Ortiz de enviar a la fundamental
embajada en Washington a un correligionario del
doctor Hardoy parecía frustrarse a mediados de la
semana pasada. Allegados al presidente Illia
indicaban que "es deseo del gobierno designar para
tal puesto a un radical del Pueblo compenetrado
del pensamiento de Arturo Illia". Otro proyecto
ministerial, la creación de una oficina
coordinadora de inversiones extranjeras en Suiza,
ya había sido prácticamente olvidado en las
oficinas de la Presidencia de la Nación.
Una versión que no
pudo ser confirmada aseguraba que Illia "no había
encontrado mala la idea", pero consideraba que
tales funciones podían ser cumplidas por un íntimo
suyo, probablemente el sabattinista porteño Juan
Octavio Gauna, sin necesidad de crear nuevos
organismos. Se descontaba que, si la versión era
correcta, Gauna dependería directamente del jefe
del Estado.
PRIMERA PLANA
14 de enero de 1964
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