Panorama Nacional
Una tranquila inquietud se insinúa entre los militares azules
Balbín será reelecto, pero con tensiones
Una Tacuara izquierdista
Atentados: Una bomba desde Buenos Aires
Aramburu tiene un diputado menos
panorama nacional

Una tranquila inquietud se insinúa entre los militares azules

El jueves de la semana pasada, un oficial superior de la guarnición de Campo de Mayo relató una historia que, a su juicio, sintetizaba el estado de ánimo de los militares azules:
En un organismo estatal, hombres y mujeres, ubicados en paciente cola, esperaban su turno para llenar un formulario. Entre las preguntas que debían contestar figuraba una relativa a su sexo. Cuando llegó a la ventanilla un jovencito de modales atildados, vestido a la última moda, al planteársele la inevitable pregunta contestó:
—Hombre, pero no fanático.
El creciente disconformismo frente a medidas de gobierno, proveniente de gran parte de los cuadros "azules" del Ejército, no excluiría —según el oficial que contó el chiste— la posibilidad de alguna presentación al presidente de la República, para advertirlo sobre la adopción de un camino que esos militares consideran inadecuado. "Resulta —resumió el mismo oficial— que somos legalistas, pero parece que Illia no ha comprendido que no somos fanáticos."
La irritación militar se centra básicamente en la política que está siguiendo el gobierno con respecto a las mismas Fuerzas Armadas. El eje de las críticas giraba, en ese sentido, alrededor de distintas variaciones sobre un mismo tema:
• Cuando el brigadier Gallardo Valdez, simpatizante del "sector colorado", fue propuesto como secretario de Aeronáutica, los mandos de esa arma lo rechazaron terminantemente. El gobierno retrocedió entonces, y designó
al comodoro Cairo. Pero, inmediatamente, nombró a Gallardo Valdez como secretario de Informaciones de Estado. Este, a la vez, propuso al coronel Martínez —jefe de Operaciones del general Menéndez en la revuelta del 2 de abril pasado— como subsecretario de Informaciones de Estado. El general Avalos, titular de Guerra, se opuso al nombramiento y se negó a firmar el decreto correspondiente. No obstante, el coronel Martínez asumió esas funciones mediante el simple expediente de una orden del día de la SIDE, que comunicaba al personal de ese organismo que el citado jefe había sido designado subsecretario. En cuanto los diarios informaron, además, que el ex comandante en jefe del Ejército, general Poggi, había felicitado al coronel Martínez por su designación, la tensión psicológica —obviamente— aumentó en las Fuerzas Armadas.
• El general Fayt, sindicado como "nacionalista colorado", mantuvo —según una versión— una prolongada entrevista con un hombre de confianza del vicepresidente de la Nación. Poco después, el general Fayt, junto con un grupo de militares retirados, se hizo presente en el despacho de Perette para expresar su apoyo a la política del gobierno en materia petrolera. Perette habría hecho allí alguna alusión a la posibilidad de revisar los pases a situación de retiro de numerosos jefes de las Fuerzas Armadas.
• Sistemáticamente, en todos los puestos para-militares (Ministerio de Defensa, SIDE, Estado Mayor de Coordinación, etcétera) siguen siendo designados oficiales "colorados" para cubrir las distintas funciones.
• En el campo civil fueron nombrados numerosos miembros del llamado "equipo Azul y Blanco", que editaba el semanario de ese nombre.
• Pese a que el general Enrique Rauch pidió el retiro, la aceptación todavía no fue firmada por el Presidente de la Nación. Una versión indicaba, por otra parte, que el general Rauch sería enviado como delegado argentino ante la Junta Interamericana de Defensa.
• Trascendía en esferas militares que el ministro de Defensa, doctor Leopoldo Suárez, había pedido las carpetas con los antecedentes de los jefes y oficiales en situación de retiro.

Reincorporaciones
Todos estos hechos eran interpretados, por los "azules", como claros indicios de que el gobierno se proponía, lenta pero firmemente, seguir adelante con su plan en favor de las reincorporaciones. El primer paso, así, sería fortalecer a los "colorados" ubicándolos en posiciones para-militares desde las cuales pudieran ejercitar su influencia.
Además, la anulación de los contratos petroleros —que, como medida en sí, tuvo la adhesión de algunos y las críticas de otros, sin que el Ejercito asumiera ninguna posición por entender que se trata de un tema que compete al poder civil— trajo también a los militares algunas preocupaciones adicionales. Muchos se preguntan si la medida no provocará una retracción de los capitales occidentales que obligue al gobierno a un acercamiento con los países comunistas y temen, al mismo tiempo, que una de las consecuencias inmediatas sea una suspensión del envío de armamentos —por parte de los Estados Unidos— que el Ejército Argentino necesitaba y que difícilmente pueda adquirir en otro país, fuera de la órbita comunista.
Hacia fines de semana, era evidente que el descontento de ciertos sectores castrenses no se exteriorizaría en forma espectacular; no por eso dejaba de ser advertible un constante enfriamiento de las relaciones entre los poderes civil y militar.
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UCR del Pueblo
Balbín será reelecto, pero con tensiones
En distintas fechas de diciembre, a partir del 8 -—cuando se realizarán comicios en Buenos Aires y varaos distritos del interior—, irán por primera vez a elecciones, desde que Illia asumió la presidencia, los radicales del Pueblo. Seguramente, Ricardo Balbín será luego reelegido por los nuevos delegados como presidente del Comité Nacional. Pero no por eso las elecciones internas dejarán de expresar la existencia de los distintos sectores que se disputan el control del partido.
Balbín necesita los votos de los dos tercios de los delegados al Comité Nacional para poder ser reelecto como presidente. Sobre este problema suele existir alguna confusión entre los observadores: para que Balbín sea elegido como delegado al Comité Nacional, le basta únicamente con obtener mayoría simple. Luego, el Comité Nacional debe elegir, entre sus delegados, al presidente. Y, para ese segundo paso, Balbín sí necesita los dos tercios. El artículo 36 de la Carta Orgánica Radical del Pueblo dice concretamente, en tal sentido: "Todo afiliado que ejerza la presidencia de un organismo del partido no podrá ser reelegido en ese cargo sino por dos tercios de votos".
Aunque a los sabattinistas y larraldistas les disgusta que Balbín sea reelecto como presidente del Comité Nacional, han decidido no presentar lucha abierta y, en caso necesario, votar en favor de la reelección. Consideran desde ya muy improbable obtener más del tercio de delegados necesarios para impedirla y entienden, en consecuencia, que un acuerdo previo presenta más ventajas para ellos que la lucha abierta.
Por lo demás, aunque al gobernador de Córdoba —doctor Justo Páez Molina— y, según se dice, al mismo presidente Illia no les resulta conveniente la reelección de Balbín, encuentran que ni siquiera tendrían —en caso de querer llegar al enfrentamiento— una figura con suficiente prestigio partidario como para oponer su nombre al del actual presidente del Comité Nacional. Leopoldo Suárez, cuya candidatura a presidente del Comité Nacional fue alguna vez alentada —antes del 7 de julio—, es ahora ministro de Defensa Nacional. Pero hay un motivo fundamental que inhibe a la "línea cordobesa" para enfrentar directamente a Balbín. La "línea cordobesa" está integrada por los más directos y dilectos amigos de Illia, y sería inevitable que, para la opinión pública, los comicios de la UCR del Pueblo se convertirían en una batalla entre Balbín y el presidente de la República. Si a eso se suma que, casi seguramente, los "cordobeses" serían derrotados, se llega a un riesgo demasiado grande para ser abordado por el sector sabattinista: Illia quedaría como vencido electoralmente en su propio partido.
La "operación anti-Balbín" se transformará, así, en una batalla por los flancos. Los amigos de Illia, a cambio de su apoyo a Balbín, tratarán ahora de imponer a Eduardo Gamond como vicepresidente primero del Comité Nacional, de modo que un "hombre del presidente de la Nación" tenga una función importante a cumplir en la dirección partidaria.
Esta batalla por los flancos, para los antibalbinistas, se resuelve finalmente así: guste o no, la realidad política impondrá votar por Balbín. Pero eso no significa renunciar al propósito de alejarlo de la presidencia del partido. Como señalaba un dirigente larraldista, "todo se reduce ahora a esperar dos años. En ese tiempo, un oficialismo hábilmente manejado puede hacer variar las posiciones provinciales". Dentro de esos dos años, los balbinistas deben enfrentar comicios internos cuyo manejo ya están estudiando sus adversarios. Córdoba (Illia-Páez Molina) y Mendoza (hermanos Suárez) confían para entonces en formar un eje mucho más sólido que el actual.
Pero, en lo que hace a las elecciones de diciembre, el panorama concreto presenta las siguientes características: Hasta fines de la semana pasada, se consideraba un valor aceptado que no habrá enfrentamiento electoral en la provincia de Buenos Aires. Balbinistas y larraldistas habrían coincidido sobre la base de la candidatura de Alfredo Ghiglione —considerado como un hombre de transacción aceptable para los dos grupos— para la presidencia del Comité Provincial, y la distribución de cargos en proporción de dos balbinistas por cada larraldista. Para candidatos a delegados al Comité Nacional se incluiría en la lista única a tres balbinistas y un larraldista. Los tres primeros serían: el mismo doctor Ricardo Balbín, Longin Prat y Enrique Vanolli; el cuarto sería el doctor Recio, intendente de Tigre.
• En la Capital Federal, las elecciones internas se realizarán el 15 de diciembre. Parece que tampoco habrá enfrentamiento: por lo menos, los partidarios de Sancerni Giménez no lo desean y han señalado ya al gobierno "lo poco conveniente que puede resultar la acción de una máquina electoral como la de Rabanal (a la que temen) movilizada sobre la base de los puestos municipales". Por lo demás, los sancernistas recuerdan que en puestos importantes de la Municipalidad también hay funcionarios de ese sector, que, en ese caso, "harían uso con todo derecho de la parte de aparato que dominan". Actualmente, los unionistas metropolitanos están negociando sobre la base de la candidatura de Julián Sancerni Giménez para la presidencia del comité metropolitano y listas mixtas paritarias para todos los otros cargos.
• En los otros distritos tampoco existen dificultades insalvables para un acuerdo, excepto quizá en Mendoza Allí existe un agudo problema local, que enfrenta, por una parte, a los amigos políticos de los hermanos Facundo y Leopoldo Suárez y, por la otra, al senador Felipe Abdala y al diputado Llaver. Los hermanos Suárez controlan el distrito Capital, y Abdala el departamento San Martín
• En Córdoba, la puja es entre dos sectores sabattinistas: uno oficialista y otro, que se considera "heredero doctrinario de la ortodoxia sabattinista". Este último puede aliarse a loa unionistas de Carlos Becerra. La lista de posibles delegados al Comité Nacional por Córdoba quedaría, de todas mane ras, integrada así: Eduardo Gamond, Héctor Llorens, Horacio García y J. Chalí.
El acuerdo no evitará que la "línea cordobesa" prosiga con su ofensiva ideológica contra Balbín. Según algunos notorios sabattinistas, la provincia de Buenos Aires "ejerce una influencia conservadora sobre el gobierno". Dirigentes como el santiagueño Ángel Roberto Freytes, de esa corriente, acusaron estos días a Balbín de "apoyarse en los grandes ganaderos de Buenos Aires" y de "tratar de obstaculizar el programa de liberación del gobierno radical". Freytas, por lo demás, se declara algo decepcionado con el mismo Illia, "que no apoya a los sabattinistas en la lucha interna del partido". El vicepresidente Perette y el canciller Zavala Ortiz alientan, sotto voce, la disconformidad sabattinista, pero sin presentar lucha. Perette se considera inhabilitado para enfrentar a Balbín, pues es el actual presidente del Comité Nacional quien lo impuso como candidato a la vicepresidencia.
Pocos días antes de que comenzaran los comicios internos del partido oficialista, el panorama demostraba en general que los acuerdos locales sólo cumplían la finalidad de disimular la lucha hasta el momento oportuno.
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Nacionalistas
Variante: Una Tacuara izquierdista
Días pasados, la crónica periodística dio cuenta de un violento tiroteo entre integrantes del Movimiento Nacionalista Tacuara. La noticia llamó la atención sobre un hecho: Tacuara se había dividido y de su seno había surgido una tendencia evidentemente contrapuesta a sus primitivos ideólogos y a sus eventuales protectores iniciales. Ahora, junto a una Tacuara tradicionalista, apareció una Tacuara de izquierda.
La organización ya había sufrido una escisión "ultraderechista" hace pocos años, que determinó la creación de la Guardia Restauradora Nacionalista. Pero, indudablemente —pese a la formal disciplina monolítica del movimiento— siguieron subsistiendo dos tendencias básicas: una, encabezada por Alberto Ezcurra, "jefe nacional" de Tacuara, que se caracteriza básicamente por un catolicismo intolerante y cerrado; otra, dirigida por Joe Baxter, que trataba de asimilar posiciones de izquierda.
Los amigos de Baxter han resuelto ahora desconocer, con el apoyo de numerosos comandos de Tacuara, la jefatura nacional de Alberto Ezcurra, y han hecho su propia "apertura a la izquierda". El miércoles último, en un acto realizado en la Facultad de Filosofía y Letras con asistencia de sectores hasta ayer irreconciliablemente opuestos a Tacuara (como comunistas y miembros del Movimiento de Liberación Nacional), Joe Baxter fijó la nueva línea del movimiento.
Cuando pidió que a la anulación de los contratos petroleros siguieran las nacionalizaciones de los bancos y de los frigoríficos, los izquierdistas presentes aplaudieron. "Recorrimos siempre un camino paralelo en muchas cosas, y no nos habíamos dado cuenta", dijo entonces el orador. Simultáneamente, con la firma de Tacuara se arrojaron volantes con los siguientes lemas: "Guerra al imperialismo"; "Atrás, imperialistas" y "En marcha hacia la liberación nacional".
Los tacuaras del grupo Baxter señalan ahora que la actitud que han asumido hace que se "sientan liberados". "Nos sacamos de encima a toda la Segunda Guerra Mundial; ya no nos consideramos derrotados en la batalla de Berlín y empezamos un nuevo camino. ¿Comprende usted lo importante que es eso para todos nosotros?", confesaba días pasados a un redactor de PRIMERA PLANA el rubicundo Baxter.
Por lo demás, sintetizó su explicación de la ruptura con un concepto: "No sólo hay liberalismo cipayo e izquierdismo cipayo; hay, también, nacionalismo cipayo". Para Baxter, "nacionalistas cipayos" son quienes creen que la batalla por la soberanía argentina "se jugó en la cancillería de Berlín en 1945". Entonces —agrega— comienzan por considerarse derrotados. "¡Cómo no se van a considerar derrotados —acota— si fueron derrotados en Berlín!"
Baxter señala que hay una tradición correcta del nacionalismo —por ejemplo, el revisionismo histórico— y una tradición equivocada, que hace que muchos nacionalistas "terminen siendo delatores policiales o fuerzas de choque de la oligarquía". "Un nacionalismo argentino debe ser —dice— profundamente antiimperialista, y respaldarse en las fuerzas reales del anti-imperialismo. Por de pronto, nosotros no vamos a caer más en el maccartismo".
El antisemitismo también es enjuiciado por Baxter: "Hacer antisemitismo ahora es crear un problema artificial de tipo divisionista. Divide inútilmente y fabrica confusión en torno del verdadero enemigo". En sus tres números, el periódico Tacuara —editado por el grupo Baxter, pues hay otro del mismo título publicado por Ezcurra— omite celosamente toda mención al tema judío y, por el contrario, hace algunas alusiones contra el racismo:
• "El problema no se da entre blancos y negros, sino entre explotadores y explotados. Si los explotadores blancos son muchos más que los explotadores negros, no es eso un motivo de orgullo para la raza blanca" (Nº 3).
• "El color de nuestros pueblos y de nuestras razas no importa, lo que importa es el color del amanecer que llega" (Nº 3).
• "Creemos que la realidad espiritual de América está dada por el catolicismo, pero entendiendo que todas las demás minorías religiosas merecen nuestro respeto" (Nº 1).
Tacuara de Baxter, también dejó a un lado el falangismo, el "culto a José Antonio Primo de Rivera", la apología de la fuerza, los elogios al Ejército Secreto francés (por el contrario, se lo ataca duramente). Y Baxter explica: "Para quienes nos acusan de golpistas resultará sorpresivo saber que en setiembre estuvimos de cuerpo y alma con los azules". En cambio, señala que Ezcurra, si bien también apoyó a los
azules en ese momento, respaldó después a Cayo Alsina y se comprometió con él. "Para nosotros, en cambio —dijo—, Cayo Alsina es simplemente un viejo reaccionario".
Los tacuaras de Baxter admiten, por lo demás, que tienen militantes "capaces de la acción directa", pero niegan que se trate de terroristas o "cachiporreros". No les gusta que se hable de "fuerzas de choque" ("Nos tratan como a una pandilla de patoteros, no como a gente que piensa", opinan) y piensan que Argelia ' "representa el ejemplo más completo de una revolución nacionalista".
Pese a que verbalmente abandonaron el antisemitismo, es posible rastrear en sus conversaciones privadas signos de que el antiguo odio persiste: "Tengo un amigo judío (aludiendo a un periodista) que es un muchacho extraordinario. Él escribió una vez algo contra nosotros, pero con honestidad, objetividad y de frente, y nosotros lo respetamos", contó Baxter. Cualquier psicoanalista podría deducir que la citación, a título excepcional, de judíos honestos es, precisamente, una de las características clásicas de los antisemitas. Al hablar de Cuba, Baxter expresó también: "¿Ve?... Nadie puede decir que Fidel Castro sea antisemita. Pero es un nacionalista cubano, terminó con los explotadores, y la mayoría de los judíos se tuvo que ir".
Como la Alianza Libertadora Nacionalista de Guillermo Patricio Kelly, es evidente que la Tacuara de Baxter se halla fuertemente influida por el peronismo y por las críticas de Perón a los viejos nacionalistas (a los que gráficamente llamó "piantavotos"). Por lo demás, Baxter se proclama peronista y su semanario hace la apología del justicialismo.
El sorprendente rostro de Tacuara que presentan Joe Baxter y sus amigos, ha intranquilizado ya a algunos funcionarios que se habían caracterizado por su protección a las actividades de ese grupo. Esos funcionarios observan ahora, demudados, cómo un grupo de acción admitido por hacer del anticomunismo su premisa básica puede convertirse, fácilmente, por un simple cambio de signo, en un grupo de acción al servicio de las izquierdas.
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Atentados
Una bomba desde Buenos Aires
Pocas horas después de anunciarse la división del bloque parlamentario ucrista, una poderosa bomba (dos kilos de gelinita) fue colocada en la casa del doctor Oscar Alende, en Banfield. Destrozó los vidrios de 50 propiedades, a lo largo de 120 metros; derribó puertas; deshizo persianas y retorció hierros. Sin la intervención del agenta de policía Rubén Clemente Verón, que advirtió la bomba, la llevó hasta la mitad de la calle y evitó que el tránsito circulara en los segundos previos al estallido, muy posiblemente el artefacto hubiera provocado consecuencias mortales: el dormitorio de los esposos Alende está situado, justamente, sobre la puerta de calle, donde se había depositado la bomba.
Para cualquier observador, resultan prácticamente descartables dos hipótesis contrapuestas que circularon en los antagónicos sectores de la UCRI: alendistas exaltados aseguraron que "los chicos de Marisa Liceaga pusieron la bomba", y frondizistas también exaltados dieron fe de que "el mismo Alende se fabricó el atentado para hacerse propaganda". No resulta verosímil que el atentado haya sido consecuencia del pleito interno de la UCRI, que en el plano personal se vino desenvolviendo en forma amistosa; tampoco puede resultar verosímil que el mismo Alende y sus amigos hayan colocado una bomba de tanto poder en momentos en que el ex gobernador de Buenos Aires estaba en su casa cuando, sin la intervención de un agente policial, lo más fácil es que el artefacto hubiera terminado con la vida del matrimonio Alende. Más bien parecería que el momento político —la división de la UCRI— fue elegido ingenuamente con el propósito de desorientar a la policía.
Alende asegura que no tenía enemigos personales. No se anima, por otra parte, a acusar a nadie, pero señala que le resultaría increíble que la bomba hubiera sido colocada por sus adversarios de la UCRI. "Nunca tuve problemas, ni ahora ni antes; nunca, siquiera, pintaron una inscripción en la puerta de mi casa."
Las investigaciones policiales —que también fueron severamente reclamadas por la UCRI frondizista— están ahora trabajando sobre la base de que muy poca gente en Buenos Aires puede tener explosivos como para fabricar una bomba de ese tipo. Solamente algún grupo insurreccional o terrorista podía estar en condiciones de producir un atentado de esa naturaleza.
Una audaz teoría, que es registrable solamente a título de inventario, arriesga sindicar al posible grupo culpable. Esa teoría —que circuló ampliamente en ambas UCRI— expresa que solamente un grupo insurreccional (descartados tacuaristas y comunistas, que no pueden tener interés especial en un atentado contra Alende) puede contar con las posibilidades de fabricar una bomba de ese tipo y, a la vez, tener como enemigo importante a Oscar Alende: algunos sectores de la línea dura peronista, formados por vehementes jóvenes con vocación de "uturuncos".
En esos medios se dice que los peronistas insurreccionales de Héctor Villalón poseen armas y explosivos en cantidad. Los motivos que podrían tener para hacer objeto de un atentado a Alende serían los siguientes:
• Efectuar una demostración de poder, en momentos en que Perón, a través de Iturbe, desautorizaba a la línea insurreccional y se proponía "planchar" a Rubén Sosa. En ese caso, se quería provocar una situación similar a la que existió en la época de los atentados contra el mayor Cabrera y el general Lagalaye, y ésta no sería sino la primera de una serie de experiencias terroristas.
• Pero, en ese caso..., ¿por qué se eligió justamente a Alende para comenzar? Uno de los motivos podría ser que en recientes declaraciones periodísticas, Alende se especializó en atacar duramente a Villalón, y en su discurso de Monte llegó a decir que "Villalón es el Frigerio del peronismo".
• Esos ataques a Villalón, además, no son casuales. Alende —a través del doctor Pérez Pardo y de Oscar Albriu— ha conseguido recientemente realizar una "trenza" con los diputados provinciales neoperonistas que, a la vez, son los más acérrimos enemigos de Villalón y de la línea insurreccional.
De todos modos, se trata hasta ahora simplemente de hipótesis. El mismo Alende, por su parte, sólo se animó a hacer una aseveración: "Esto no partió de aquí —dijo a PRIMERA PLANA—; esto vino desde Buenos Aires".
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UDELPA
Aramburu tiene un diputado menos
A principios de la semana pasada, el bloque parlamentario de UDELPA intimó al diputado Luis Amura a efectuar el aporte, al partido, del diez por ciento de su dieta, tal como lo establece el reglamento interno del sector. La intimación es uno de los episodios de un largo conflicto entre Amura y su partido, conflicto que seguramente desembocará en la expulsión del diputado o en su voluntaria renuncia al nucleamiento aramburista.
Las diferencias de Amura con sus colegas de UDELPA son profundas. De extracción democristiana, Amura sostiene que el bloque está ubicado en una línea profrondizista y de defensa de los contratos de petróleo. El, por su parte, se manifiesta fervoroso partidario de la anulación.
La situación de Amura ya había hecho crisis cuando el bloque, para cubrirse ante sus disidencias, estableció que una comisión especial debía dar su aprobación a los proyectos que presentaran los diputados. Amura no acató la medida y se negó, en adelante, a participar de las reuniones de la mesa directiva, de la que era miembro.
Por lo demás, la situación de UDELPA presentaba a fin de semana pocas variantes, en vísperas de su convocada Convención Nacional; muchos dirigentes se aprestaban a evitar que el general Carlos Peralta ingresara en el nuevo Comité Nacional, para lo cual tratarían de que aceptara —en compensación— la presidencia del Tribunal de Conducta. El futuro comité, presidido por Aramburu, quedaría integrado por representantes de la "línea de los ingenieros" y de la "línea política", por partes iguales. Se mencionaba, entre sus participantes, a los diputados Luis Antón (Misiones), Clemente Colello (Santa Fe) y Araldo Ritacco (Buenos Aires).

PRIMERA PLANA
26 de noviembre de 1963

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