La hora de las consultas
En un diálogo mano a mano con todos los sectores, el gobierno intentará disipar los efectos de un debate político que duró dos semanas, y del que surgieron cuestionamientos significativos, en tanto una nube de rumores rozaba el futuro institucional
Panorama político nacional argentino

La ronda de consultas políticas que el gobierno nacional iniciará el miércoles 2 de abril, cuando María Estela Martínez de Perón dialogue con los integrantes del Frente Justicialista de Liberación (Frejuli) —al cual preside— tiene un objetivo claro: aliviar el cúmulo de inquietudes que a lo largo de dos semanas buscó expresarse a través de documentos, conciliábulos y rumores, elevando en forma gradual y sostenida la temperatura política del país.
No es extraño, entonces, que el Poder Ejecutivo Nacional haya comenzado por el Frejuli, es decir, por la estructura oficialista que fue conmovida en primer término por un documento crítico confeccionado por uno de sus socios: el Movimiento de Integración y Desarrollo (MID), que conduce Arturo Frondizi.
Es lógico, por otra parte, que la UCR fuera mencionada por el ministro del Interior, Alberto Rocamora, como segundo interlocutor político del gobierno: el permanente "apoyo al proceso" con que la primera minoría se obstinó en fijar los limites del debate político de días atrás en el plano político dio, al fin y al cabo, "aire" al gobierno, impidiendo que la discusión rozara las Instituciones. Ricardo Balbín fue explícito, entonces, cuando afirmó a un matutino que de ensayarse un golpe de Estado, él sería "el primer fusilado en la Plaza de Mayo".
Pero si bien el radicalismo fue llamado de inmediato por el gobierno, debe recordarse, antes de pensar en el "orden" de las entrevistas, que el diálogo abierto forzosamente implica que la mayor cuota de desasosiego se verificó en el ámbito gremial; que el poder sindical aguardaba aún, el jueves 27 de marzo, el día y la hora de conversar con la presidente.
Es necesario tener en cuenta, también, que Rocamora incluyó audiencias individuales con gobernadores en la ronda de consultas; algo que tiene importancia, ya que el debate político a nivel nacional no impidió que se detectara en el interior del país el reverdecer de un proyecto nacido tiempo atrás: la comentada "liga de gobernadores".
Por fin, se puede destacar que la etapa de consultas iniciada, al obrar como descompresor de la situación, ayudaría al plan normalizador sustentado por el Ministerio del Interior, que se iniciará en los hechos cuando llegue el domingo 13 de abril, fecha de los comicios misioneros. Pero, en la búsqueda de mejorar su espacio político, el gobierno, se aprestaría a tratar públicamente un tema político de relevancia: la reforma
constitucional. Con ese fin, el ministro de Justicia, Antonio Benítez, se reuniría con sus colegas provinciales entre el jueves 10 y el sábado 12 de abril.

UNA DENUNCIA IRRITANTE. Si alguien hubiera intentado durante la última semana buscar un modo más apto para trasladar el debate político a las profundidades nunca bien discernidas de la discusión sobre "la marcha de las instituciones", no podría haber encontrado algo mejor que denunciar un complot como el que describió el viernes 21 de marzo el matutino carioca Jornal Do Brasil, un periódico que, según ciertos expertos en política internacional sudamericana, mantiene estrechos vínculos con el Palacio de Itamaraty.
Tiene verdadero interés conocer dónde se originó esa denuncia, y si fue a través de un expediente de un servicio oficial de informaciones; pero es mucho más importante dejar establecida su grave incidencia en la temperatura del debate político.
La mención de la supuesta conjura afectó, en primer término, la imagen del secretario general de las 62 Organizaciones y la UOM, Lorenzo Miguel, y en segundo, la del ex presidente Frondizi. Su tercer efecto fue, sin duda, llevar un problema más al despacho del comandante general del Ejército, teniente general Leandro Anaya, ya que el ex presidente Alejandro Lanusse le solicitó —por teléfono ese día, y por escrito luego— una investigación de la cuestión.
Anaya desmintió poco más tarde todas los rumores golpistas, pero la irritante denuncia del Jornal Do Brasil, sumada al cúmulo de versiones caprichosas sobre la conformación de diferentes proyectos políticos en ámbitos castrenses, ya había obrado su efecto.
Lo cierto es que, si alguien buscó a través de una acusación arriesgada desalentar cualquier proyecto conspirativo, también halló la forma ideal para poner públicamente en tela de juicio el futuro de las instituciones.

EL DOCUMENTO SINDICAL. Aun cuando todavía no han concluido las repercusiones sobre el documento producido por el sindicalismo peronista el lunes 24, es evidente que las expectativas y las especulaciones que se tejieron sobre su supuesta dureza y trascendencia ulterior comenzaron a desarmarse lentamente a partir de su conocimiento público.
Para muchos observadores —incluso sindicalistas— el memorándum obrero llegó hasta el justo punto donde puede permitirse un regreso más o menos rápido a la mesa de las negociaciones.
La inquietud sindical tiene como base las diferencias sustentadas con el peronismo ortodoxo duro que han venido agudizándose en los últimos tiempos, sin que por el momento las soluciones definitivas estén a la vista.

UNA LARGA ESPERA. La ofensiva sindical partió y creció a instancias de dos hechos concretos: un pedido de audiencia a la Presidente formulado el 27 de febrero pasado y la presión en el Congreso para que el sindicalismo ocupe lugares de mayor preeminencia y más a tono con su calificación de columna vertebral del Movimiento Peronista. Ninguna de estas aspiraciones fue contemplada y el descontento dio lugar a consultas y sonados cónclaves que dieron una pauta: los gremialistas exigirían una reparación importante. Con ese ánimo, al menos, se arribó al lunes 24, día en que —según no pocos representantes obreros— se definiría con claridad el papel que le cabe a esa rama del peronismo dentro del espectro total del gobierno y el movimiento. Se habló, incluso, de pedidos de reestructuración ministerial y críticas subidas a determinadas figuras de gran peso en la cúspide gobernante. El epílogo, puede considerarse duro, por cuanto precisa observaciones en contra de actitudes y modos de conducción de ciertos funcionarios —a los que no alude— además de recordar a la Presidente su desvinculación con los dirigentes obreros y sus representados. Pero no es rígido, ya que admite la negociación y, de hecho, fue perfectamente asimilado por el sector al cual iba dirigido.
Estos resultados motivaron versiones y explicaciones diversas. Se dijo, por ejemplo, que Lorenzo Miguel había participado en un extenso cónclave con José López Rega antes de la reunión de la tarde. Ese encuentro, que habría sido posterior al mantenido por el jefe de las 62 Organizaciones con Raúl Lastiri, habría servido para limar las asperezas más agudas y preparar la distensión. Luego, en el salón Augusto Timoteo Vandor de la sede metalúrgica, se habría afirmado que un documento secreto sería elaborado para ser presentado a la señora Isabel Martínez. Ese memorándum reservado indicaría con precisión y claridad los cargos que los sindicalistas harían a funcionarios del gobierno, identificados, en este caso, con nombre y apellido. La existencia o no de esas acusaciones es, sin embargo, muy controvertida.

LA REUNION, Lo real es que el encuentro sindical en la UOM, estrictamente vedado al periodismo, no habría tenido la trascendencia, al menos formal, de las reuniones donde se supone que saldrá una decisión de considerable importancia. Así, por ejemplo, el cónclave sólo se extendió por el escaso plazo de dos horas —igual tiempo había invertido Miguel en hablar con Lastiri ese mediodía—; fue evidente la ausencia de dirigentes de primera línea de algunos gremios claves o de peso; no se pasó lista, modo de tener una mínima apreciación d? la cantidad y representatividad de la concurrencia; y tampoco se discutió el documento definitivamente aprobado.
El balance, para muchos de los presentes, no dejó de ser decepcionante. Si bien se consideraba que el paso dado tenía su importancia en una futura negociación, aún imprecisa en sus resultados posibles también se sostenía que los objetivos primitivos se habían diluido en una proporción elevada.

DISTANCIAS
El realineamiento empresario
Como en otros estratos de la sociedad argentina, en los núcleos empresarios se observa en estos momentos una "toma de distancia" con respecto al proceso.
Cuando Gelbard asumió la cartera de Economía, hace 22 meses, contaba con un sólido apoyo para poner en práctica un programa económico. Su sucesor, Alfredo Gómez Morales, ocupó el sitial, rodeado de las esperanzas empresarias y con un buen margen de aceptación de los medios políticos y gremiales. Hoy, su gestión ofrece reparos entre sus correligionarios y los aliados del gobierno, en tanto los opositores se muestren más reticentes, quizás porque piensan que su reemplazo crearía un interrogante aún mayor.
No caben dudas de que la política económica ha variado de uno a otro ministro. Algunos estiman que el cambio ha sido sustancial, otros creen que es sólo una cuestión de flexibilidad en la aplicación de la teoría. "Sigue la mano de hierro —dicen estos últimos— sólo que ahora está enfundada en un guante de seda."
Quizá sea más preciso señalar que lo que ha cambiado es el entorno político en el cual la economía se desarrolla. Un entorno, que por su fluidez, obliga a replantear el juego de los apoyos y las divergencias. En política, esa actitud es calificada como de "toma de distancia". Posiblemente, el problema de Gómez Morales sea el haber tenido que aceptar la herencia de Gelbard, sin el consabido "beneficio de inventario". Las circunstancias políticas no le permitieron "abrir el paquete" y deslindar responsabilidades en su momento y ahora se encuentra con que los que podrían haber sido sus aliados, también están en la vereda de enfrente. La Confederación General Económica, sostén de la conducción anterior, comenzó a apartarse de la línea de fuego y empezó a desplegar una estrategia de reclamos; política de precios, falta de créditos, mejores condiciones para la exportación, lentitud en la descentralización industrial.
Por su parte, la CGT, otro puntal de la política de concertación, también comenzó a disparar sus dardos contra la conducción económica, particularizando su crítica en la gestión del Secretario de Comercio, contador José Alloatti. Si la devaluación del peso no recibió los embates cegetistas —pese a que sus dirigentes se mostraron adversos a medidas de tal índole— fue porque el decreto correspondiente lleva ,1a firma de la Presidente de la Nación. Obviamente, un cuestionamiento al respecto podría haber sido interpretado como una ruptura del principio de verticalidad celosamente sostenido por la CGT y las 62 organizaciones.
Paralelamente, dentro de la Confederación de la Industria Argentina (CIÑA) —nucleamiento que se nutrió de la ex Unión Industrial Argentina (UIA) y la Confederación General de la Industria, entidad de segundo grado de la CGE— comenzaban a percibirse movimientos secesionistas que, aparentemente, trataban de devolver aquella fusión a fojas cero. Las declaraciones de los dirigentes fueron, en general, confusas, y tendieron a dar la impresión de que allí "no pasaba nada". Pero la renuncia a sus cargos de dos dirigentes de la CGE que provenían de la UIA parece confirmar lo contrario.
El panorama no termina allí, la Federación Económica de la Provincia de Buenos Aires (FEBA), integrante de la CGE, también ha disparado aceradas críticas a la conducción de la central empresaria y divergencias similares se han planteado desde la regional Córdoba de la Confederación General Económica.
Hasta el presente "la sangre no ha llegado al río", pero el barómetro pronostica "tiempo inestable, con posibilidad de cambios". Quizás no sean cambios bruscos, pero posiblemente este realineamiento de fuerzas en el sector empresario —que reitera el que se produce en otros estamentos de la sociedad— cueste el sacrificio de algunas cabezas. Ceder piezas importantes es también una táctica válida en el ajedrez empresario. Lo importante es no perder la partida.

SENADO
Allende: "No me alarma la presencia del debate político"
La posición del sector gremial parlamentario, la violencia, el papel de las Fuerzas Armadas y la situación del FREJULI fueron analizados por José Antonio Allende en un diálogo con Panorama
En el marco de una semana atiborrada de versiones agoreras, de documentos políticos referidos a la situación institucional y de toma de posición (¿o de distancia?) con respecto al gobierno nacional, Panorama entrevistó, el martes 25, al presidente provisional del Senado de la Nación.
El encuentro se producía cuando recién comenzaba a ser debatido públicamente el documento producido por el "cónclave cumbre" de la dirigencia sindical peronista y luego que ese sector cuestionó y debatió la presencia de extrapartidarios en las funciones claves del parlamento; y uno de ellos es, precisamente, el cristiano-popular Allende. Se transcriben algunas de las tramos de lo conversado durante la entrevista:
—En los últimas días se conocieron ciertos cuestionamientos emanadas de diferentes sectores del oficialismo acerca de la permanencia en las cámaras de legisladores del FREJULI no encuadrados en el Justicialismo, ¿Cómo evalúa usted estos presuntos cuestionamientos?
—Creo que dentro de la vida política —y el Parlamento es por excelencia una actividad política— la libertad de opinión es un derecho que todo el mundo tiene. No me afecta que un legislador pueda expresar con absoluta sinceridad su pensamiento en ese sentido.
—¿No considera, doctor, que tales cuestionamientos entrañan una concepción distinta de la llamada vocación frentista?
—No creo interpretar que esto sea contrario a la vocación frentista. El Frente es una coalición política vertebrada, fundamentalmente, por la presencia del Justicialismo. De modo tal que si el Justicialismo plantea aspiraciones sobre la composición de la mesa directiva de las cámaras, no significa necesariamente que esté en contra de esa vocación.
—Sin embargo, en las últimas reuniones realizadas por los núcleos sindicales de la legislatura se insistió en la peronización de todas las esferas de autoridad.
—Resulta siempre muy difícil interpretar pensamientos ajenos. Pero simplemente yo acotaría, como comentario al margen, que el Frente Justicialista de Liberación no fue una idea originaria en los asesores de Perón, sino que fue una idea puesta en marcha por el propio ex presidente Perón.
—Su candidatura para un nuevo período en la presidencia provisional de! Senado ha sido propiciada por el senador Blanco. ¿Estaba usted al tanto de la propuesta de dicho senador, y de que éste tendría la anuencia de varios de sus pares?
—Creo que el senador Blanco puede tener esa actitud, como podría haberla tenido en contra de mí porque simplemente ha actuado dentro de la medida y el derecho que tiene un miembro de la Cámara para lo que debe ser la mesa directiva directiva del Frente.
—Últimamente una verdadera usina de versiones se ha puesto en acción. Inclusive se ha llegado a mencionar la existencia de un amplio debate político. ¿A qué obedecen y adónde apuntan estos rumores?
—Pienso que la Argentina tiene todavía que acostumbrarse a vivir en la democracia. Y democracia, por excelencia, es discusión, es deliberación y es critica. Por consiguiente, como opinión muy personal no me alarma en absoluto la presencia del debate. Al contraria, me parece muy estimulante para la vida democrática futura del país.
—¿No le alarma, doctor Allende, que hasta el propio Comandante en Jefe del Ejército se haya visto obligado a desmentir en Córdoba la existencia de un golpe de Estado?
-Bueno, me parece que eso entra dentro de lo lógico. Porque cuando asistimos al espectáculo de unas Fuerzas Armadas totalmente incorporadas al proceso institucional del país y dispuestas a servirlo en su afianzamiento, no pueden dejar de molestar esos rumores que según los conceptos del Comandante en Jefe carecen totalmente de asidero.
-—Hay otro problema, que es la violencia por causas políticas...
—Yo creo que el noventa y nueve por ciento del país detesta la violencia cualquiera sea su origen. Me parece que estos últimas episodios de violencia —que significan, por cierto, un nuevo brote—- no interpretan el país. Espero, y es mi deseo, que se encuentren los modos de controlarlo y evitar su repetición.
—¿Qué problemas entrarían estos brotes de violencia?
—Se me preguntó alguna vez sobre la intervención de las Fuerzas Armadas en Tucumán, y dije que cuando determinados episodios excedían la incapacidad policial estaba justificada la intervención de las Fuerzas Armadas, que son el brazo armado de la Nación para la defensa de su cauce legal. Creo que todo lo que sea represión ante hechos que alteran la paz pública debe ser ejecutada por quienes legalmente pueden hacer el uso de las armas; porque eso evita la presencia de grupos parapoliciales o paraestatales que se atribuyen facultades punitivas que no le corresponden en absoluto, ni por la ley ni por el sentimiento del pueblo argentino.
—Finalmente, ¿ha leído usted el proyecto de Ley de Acefalía presentado por el diputado Juan Carlos Cárdenas? ¿Cuál es su opinión?
—No, no lo he leído, simplemente que lo presentó. Creo que se da una importancia al tema que no la tiene en la dimensión que se le asigna. porque la Ley de Acefalía, con la solución actual o con cualquier otra, contempla situaciones provisorias y accidentales. Además, no podría decir cuáles son los datos que permiten una evaluación necesaria para reformar la Ley de Amnistía. No sé, tampoco, si es el momento oportuno para asumir un tema tan polémico como es ése.
Revista Panorama
29.03.1975

Frondizi por Flax

Ir Arriba