Platos voladores
Lo que no sabíamos
Todo cuanto se puede revelar sobre los platos voladores ha quedado condensado en este informe. Por primera vez científicos y jefes militares expresan lo que no querían o no podían decir.
OVNI

Una oleada de "platos voladores" ha invadido nuevamente nuestro espacio aéreo. Coincidentemente, apariciones similares se registran en otras partes del planeta. ¿Son sólo alucinaciones psíquicas? O, por el contrario, ¿pilotos de una civilización extraterráquea nos acechan? La posibilidad parece bastante viable. Y más en estos momentos: ¿acaso nosotros no exploramos ya desde cerca a nuestro vecino Marte? De golpe los terráqueos nos enfrentamos con lo que será el acontecimiento más importante del género humano: la posibilidad de tomar contacto con seres inteligentes de otros mundos, ubicados a millones de kilómetros del nuestro. Detrás de esto está el afán científico que signa a nuestro siglo. También una tendencia mística: el hombre se aferra a pensar que seres provenientes de civilizaciones más avanzadas pueden ayudarlo a superar sus actuales problemas o a desentrañar algo más de su propio origen. Pero la información que cada uno de nosotros tiene sobre estos episodios es sólo parcial y la mayor parte de las veces distorsionada por la prensa sensacionalista. ATLANTIDA entendió que una verdadera ubicación en el tema sólo podía surgir de una revalorización seria y exhaustiva de estos episodios. En el curso de este trabajo usted encontrará revelaciones inéditas, declaraciones de figuras de peso que hasta el momento no querían o no podían hablar. En algunos casos hubo que vencer muchas barreras para conseguirlas. En otros, surgieron espontáneamente en el curso de la investigación que durante semanas me tocó coordinar al frente de un equipo de periodistas especializados. Se trabajó sin propósitos preconcebidos. Sin pretender demostrar o refutar cualquiera de las tesis existentes. Como resultado, nos encontramos frente a la aventura más fascinante de nuestra era.

Sí, existen
La historia comienza durante la segunda guerra mundial, cuando los pilotos de caza alemanes observaron que sus aparatos eran seguidos por "extrañas bolas luminosas". Pero comprobaron que se limitaban a eso: seguir su marcha sin atacarlos. Los alemanes estaban demasiado ocupados y resolvieron continuar su tarea despreocupándose de las "misteriosas apariciones". La historia periodística, empero, empieza después, cuando ya se han realizado las primeras explosiones atómicas. En junio de 1947, mientras volaba con su avioneta sobre el monte Rainier —estado de Washington— el empresario norteamericano Kenneth Arnold se vio sorprendido por una escuadrilla de discos aéreos que marchaban junto a él en fila india "a velocidades vertiginosas". Por su forma los comparó con "platos de café" y de allí surge el nombre popular de "platos voladores". Sin embargo, no todas las apariciones posteriores tienen contornos similares, y de ahí que prefiero adoptar en este informe la denominación de OVNI (objetos voladores no identificados) generalizada en los medios serios de investigación.
A partir del anuncio de Kenneth Arnold, la visualización de los OVNI se reproduce en todo el mundo. Curiosamente es también en ese momento cuando se intensifican las experiencias atómicas. En muchos casos los observadores no son solamente campesinos supersticiosos, sino también testigos idóneos: personal de torres de control aéreo, técnicos de radar, pilotos. Una de las más espectaculares se produce en los EE.UU. en las proximidades de la base de Godman Siel. Un aparato de reacción conducido por el comandante Mantell es enviado a perseguir al OVNI. Paulatinamente va dando información de su acercamiento. Se dispone a atacarlo. Pero en ese momento la transmisión se interrumpe. El aparato no volvió nunca a la base. Se desintegró en el aire. Tal la narración del mayor Donald Keyhoe, de la USAF (United States Air Force).
Algunas de las fotos más espectaculares que han podido captarse sobre apariciones de OVNI ilustran este informe. De otros muchos casos usted tiene relación a través de las crónicas diarias. Su análisis permite desentrañar algo: las oleadas se producen cada 26 meses, de acuerdo con las comprobaciones del francés Aimé Michel, un escritor que ante la renuencia de investigadores científicos se lanzó a analizar exhaustivamente estos fenómenos.
En nuestro país las apariciones comprobadas comienzan también en 1947. En La Plata, en la zona cordillerana de Mendoza. Una entidad de investigadores particulares, CODOVNI (Comisión Observadora de Objetos Voladores No Identificados) se encarga de comprobar y agrupar los casos. Ahora trabaja en la instalación de una red detectora a escala nacional. También aquí se suceden los testigos calificados que vieron OVNI. El ex comandante de la flota de mar, contraalmirante Eladio Vázquez. El ex canciller Diógenes Taboada. En nuestra mesa de trabajo se suman decenas de testimonios: del ingeniero Shang, del técnico Ricciardi. Pero hay tres casos que escapan del común. Uno ilustra nuestra portada. Otro denunciado por la familia Moreno, en Trancas, Tucumán, que durante 40 minutos afirma haber permanecido sitiada por dos OVNI que habían "aterrizado". Otro del camionero Douglas, que en igual circunstancia, declara haber pretendido disparar contra el piloto de extrañas formas. No alcanzó a hacerlo. Una estela luminosa desintegró su revólver y le quemó la mano. ¿Ilusión? ¿Superchería...? Lo cierto es que la mano estaba quemada. . .
Veamos.

Así son
No hay fotografías realmente serias por parte de quienes dicen haber visto posados en tierra o suspendidos a sólo dos o tres metros del suelo a los OVNI. Se pueden, sí, empero, sintetizar las formas principales de esos artefactos de acuerdo con las coincidencias de la mayor parte de los testigos. Antonio Azcuy —un escritor que por iguales motivos que Michel se ha lanzado a compilar estos casos— individualiza por un lado a los "cigarros voladores", de 200 a 300 metros de longitud, verticales al detenerse, que' se ubican en posición oblicua al partir y permanecen en esta inclinación al desplazarse. Estos serían una
suerte de centrales de energía o "naves madres" de las cuales se desprenden objetos más pequeños, de mucho mayor movilidad, que actuarían a modo de "exploradores" de nuestro planeta: los "platos voladores". Su diámetro más habitual, según los testigos, varía de 12 a 30 metros. Son rojizos, anaranjados o dorados y por debajo emiten destellos brillantes multicolores.
Los platillos se distinguen por su singular movilidad —virajes de 160° a 180o— y su velocidad vertiginosa, estimada en 25.000 kilómetros por hora. (Las apreciaciones más extremas elevan aún esa velocidad).
Estas cifras nos conducen a dos de las incógnitas fundamentales que plantean los OVNI. Por un lado, no se conocen materiales o aleaciones terrestres que puedan resistir una velocidad semejante. Por otro, cualquier tripulante humano que se sometiera a las "acrobacias" que describen los testigos —marcha vertiginosa, luego detención instantánea, virajes pronunciados— no podría resistir la prueba: directamente se desintegraría. Salvo que tuvieran un "campo gravitatorio propio". ¿Qué es esto? Simplemente. La tierra actúa como un gran imán. Cualquier objeto lanzado al espacio cae inexorablemente —ley de gravedad— porque la tierra lo atrae inexorablemente. En la misma forma se cumplen en nuestra atmósfera las leyes de la inercia. Cuando el colectivo frena bruscamente usted y los restantes pasajeros son lanzados inexorablemente hacia adelante. Pues bien: los OVNI actúan como si, para ellos, no se cumplieran esas leyes. Los virajes y violentas detenciones se explican sólo si quien conduce o tripula esos aparatos permanece cómodamente porque no sufre la atracción gravitatoria de la tierra. El francés Plantier —y de ahí en adelante muchas otras teorías similares se han esbozado— los imagina también rodeados por una atmósfera propia, una suerte de burbuja producida por sus emanaciones. Esto explicaría la falta de fricción con la atmósfera terrestre y por ende la carencia de ruidos al desplazarse. En suma, actuarían como un pequeño planeta particular. Así como la tierra gira a millones de kilómetros por hora en torno del sol, y nosotros sin embargo la sentimos quieta, los tripulantes de los OVNI no sentirían nada anormal pese a sus acrobacias.

¿Trastornos psíquicos?
a esta altura lo más fácil sería detenerse en este estudio y decir que en realidad artefactos tan singulares no existen. Que quienes los observan sufren un momentáneo trastorno psíquico, que esto se contagia y que a lo que estamos asistiendo es a una extendida psicosis colectiva. Empero, no sólo existe una multitud de testimonios coincidentes. Aimé Michel concretó una observación singular. Cuando un mismo objeto volador es avistado en una misma jornada en puntos diferentes, no cumple una trayectoria caprichosa, sino una ruta en línea recta perfectamente delineada. En la pag. 102 usted encontrará los mapas ejemplificativos de esta "teoría de las alineaciones", que a su juicio demuestran, por un lado, que "no se trata de psicosis —es imposible que la alucinación se contagie formando una recta todas las ciudades en que se dice verlos— y por otra parte que son tripulados o teledirigidos por seres inteligentes. Algo más: hay una línea constante en torno de la tierra donde se concentran la mayoría de las apariciones. Pasa por Francia —De Bayona a Vichy—, Portugal, el norte del Brasil, la Argentina, Nueva Zelandia, la Nueva Guinea oriental. Formosa y el continente euroasiático.

¿Qué pretenden? ¿Quiénes son?
De acuerdo con esta teoría, los pasajes efectuados en los primeros años por los OVNI tenían por objeto explorar nuestro planeta. Hoy, de responder sus tripulantes a un esquema de pensamiento similar al humano, tratarían de tomar contacto con nosotros. ¿Por qué no lo hacen? Para un grupo de investigadores franceses es porque se limitan a buscar "algo". Los más aventurados aluden a la búsqueda de materiales terrestres que, agotados en planetas más antiguos, necesitan hoy para sobrevivir.
Pero éstas son sólo hipótesis. De lo que no hay dudas en cambio es de que las características apuntadas —coincidencia de testimonios, alineaciones ordenadas— hacen descartar la posibilidad de una mera psicosis colectiva. En este punto la investigación debe ser cauta. Es cierto que hay múltiples testimonios fraguados. George I. Adamsky conmovió al mundo hace unos años: había subido a un OVNI. Sus tripulantes eran venusianos. Las mujeres, hermosas, rubias y estilizadas. La historia siguió y hasta de tanto en tanto iban a visitarlo al hotel en que vivía. Todo se transformó finalmente en una superchería totalmente descartada por los círculos serios de investigación. Pero muchos otros testimonios pertenecen en cambio a figuras centradas, que no han buscado publicidad posterior. Más aún. En nuestra investigación hemos encontrado personalidades conocidas que se brindaron a prestarnos colaboración, pero bajo la condición de que no se publiquen sus nombres. Temen caer en el ridículo. Hoy, empero, esa posibilidad se aleja. Aun los científicos que niegan la existencia de "platos voladores" aceptan que los testigos ven "algo". ¿Qué es?

De una nueva religión a un arma secreta
Para los físicos consultados todo se reduce a fenómenos ópticos. (Ver explicación del profesor Cernuschi en pág. 97).
El psicólogo alemán C. G. Jung —uno de los padres del psicoanálisis— al estudiar detenidamente el problema, no entra a negar o fundamentar la existencia de los OVNI. Concreta, en cambio, esta apreciación sugestiva: El hombre del tecnificado siglo XX se ha alejado de los principios religiosos pero trata de cubrir ese vacío con una religión también técnica, a su medida: la de los platos voladores. En suma, más allá de que existan o no, hay una predisposición natural —esté o no mezclada con temores— a que se concrete un contacto con seres de otros mundos que mágicamente traigan solución a sus problemas.
Para otros, en cambio, los OVNI tienen una explicación mucho más simple: son vehículos construidos por potencias terrestres —los norteamericanos, los rusos, o quizás ambos—. Esta teoría —sostenida por Henry J. Taylor, que aseguró en su momento tener información confidencial— no es casual y se basa en hechos concretos.
A fines de 1946, en Inglaterra, se anunció oficialmente que estaba en estudio un proyecto de vehículos que revolucionarían la técnica aérea. Podrían alcanzar velocidades superiores a los 2.000 kilómetros horarios, iban a estar propulsados por energía electromagnética, podrían despegar vertical-mente y detenerse en el aire. Siete años después la empresa británica AVRO dio a conocer públicamente que tenía ya diseñado el prototipo y que en sus establecimientos de Canadá comenzaría la construcción para la USAF. Pero al año siguiente, en 1954, la misma empresa anunció que el proyecto había fracasado y la construcción quedaba desestimada. Quienes pese a todo siguen sosteniendo el origen terrestre de los OVNI aluden a cierto fotógrafo norteamericano que, un año después, habría volado sobre las instalaciones de la AVRO en Canadá y obtenido fotografías de un "plato volador" a media construcción. Que en un determinado momento se encaró la construcción, no cabe duda. (Ver fotos pág. 99). Se conocen por lo menos dos planos serios: uno del ingeniero alemán Epp, otro del canadiense Frost. Pero que sean esos artefactos en prueba los que ahora se ven en distintos lugares es una teoría sumamente endeble, que se desmorona ante razones contundentes.
En primer lugar, las apariciones son anteriores a la construcción encarada por la AVRO. En segundo —y en esto todos los científicos son terminantes—, no existen ni máquinas ni tripulaciones terrestres que puedan soportar los virajes y bruscas detenciones que experimentan los OVNI. El solo descubrimiento de fórmulas científicas que lo posibilitaran derrumbaría toda la armazón de nuestra física contemporánea —habría desplazado las teorías de Einstein— aun sin necesidad de que el aparato en sí mismo estuviera construido. Por otra parte, de tener en su poder un vehículo similar, ni los norteamericanos ni los rusos gastarían las sumas enormes que actualmente gastan para desarrollar las experiencias espaciales, cuando con uno solo de esos aparatitos lograrían fantásticos resultados.

Entretelones de la historia
Quedan, pues, dos tesis. O son ilusiones ópticas o naves extra-terrestres. Sea uno u otro el origen, ¿por qué los organismos competentes —centros científicos, instituciones armadas— no aclaran definitivamente el gran enigma? Hay dos motivos. En primer lugar porque en una buena proporción de los casos no hay explicaciones racionales —por lo menos a la luz de nuestros conocimientos actúale?—. En segundo, porque en aquellos en que los organismos militares dedicados al estudio de estos temas consideran terminantemente que se trata de vehículos extraterrestres, temen que un anuncio de tal tipo pueda provocar una verdadera conmoción mundial. El mayor norteamericano Donald Keyhoe —que en su momento participó oficialmente de estas investigaciones en su país— dio cuenta de este proceso en dos libros impactantes, publicados entre 1952 y 1957. El primero de ellos, donde se puntualizan cada una de las apariciones comprobadas, fue incluso realizado sobre la base de aportes oficiales de la USAF. Pero después se tiende un manto de silencio. A cargo de la misma Fuerza Aérea norteamericana se lleva a cabo una investigación del profesor Donald Menzel y éste concluye en que se trata de fenómenos ópticos provocados por inversiones en la atmósfera. Salvo las impactantes declaraciones formuladas en 1947 por el general Douglas Mc Arthur —"los Estados Unidos y Rusia deben unirse para enfrentar la agresión de otro planeta"—, ninguna otra declaración oficial había aludido al tema decididamente y sin tapujos, fuera para negar totalmente o aceptar la presencia de vehículos extraterrestres.
De ahí la especial importancia que revisten las declaraciones oficiales de la Marina Argentina del 7 de julio de este año al reconocer —por primera vez una fuerza armada del mundo lo hace— que el objeto avistado por el Departamento Naval Decepción (Antártida Argentina) no producía sonido en sus evoluciones vertiginosas, e incluso permanecía súbitamente en estado estacionario, lo que en otros términos implica decir que se trataba de un vehículo no conocido hasta ahora en el ámbito terrestre. Y de ahí también la trascendencia espectacular de las revelaciones que formula para ATLANT1DA el jefe del organismo de la Marina dedicado al estudio de los OVNI (ver pág. 102).
¿Fue una simple "aurora" lo que sobresaltó a los integrantes del destacamento antártico? Una "aurora" es una luminosidad producida por la precipitación en la atmósfera terrestre de partículas eléctricas que surgen a raíz de las tormentas solares. Para uno de nuestros físicos de mayor renombre, Félix Cernuschi, eso es lo que ocurrió. Las "auroras" tienen el poder de alterar los instrumentos de medición electromagnética, como ocurrió en la Antártida. Sin embargo, otro científico de renombre —Carlos Varsavsky, astrónomo, graduado en Harvard y hoy profesor de nuestra Universidad—, aun sin aceptar la existencia de los "platos voladores" afirma que "es muy difícil que personas acostumbradas a estudiar el cielo, como son los que están en la Antártida, confundan a una aurora, que es un fenómeno demasiado conocido".
Luego -lo de la Antártida no fue un simple fenómeno físico. Entonces, ¿qué fue? ¿Quiénes nos acechan?
Al llegar a esta altura, nuestra investigación puede permitirse ya algunas conclusiones. En primer lugar, si realmente se trata de un mero fenómeno óptico, ¿por qué no se lo explica?
—¿Usted está estudiando el tema? —fue una pregunta repetidamente reiterada por nuestro equipo periodístico a los físicos consultados. Respuesta: "NO". ¿Por qué? Parece existir —y decimos esto muy respetuosamente— una suerte de temor a que, a la luz de una civilización más adelantada, pueda derrumbarse la catedral de nuestros conocimientos físicos actuales.
—De existir vehículos así se sepultarían todas las bases de nuestras leyes físicas —nos dice el doctor Cernuschi.
—¿Y por qué no? ¿No ocurre lo mismo con cada descubrimiento científico fundamental?
—Sí, pero cada descubrimiento nuevo gana al anterior sólo por puntos. Las leyes físicas nunca pierden por K.O...
—Y sin embargo, ¿no fue un espectacular knock out... el de Galileo cuando demostró que era la Tierra la que giraba en torno al Sol y no a la inversa...? Si, en cambio, son vehículos extraterrestres —podemos afirmar que ése es el criterio en varios investigadores militares— o por lo menos hay un indicio de ello, ¿por qué no se dice claramente? ¿Temor al pánico? Hay una evidencia incontrovertible: si quienes los conducen o teledirigen son seres inteligentes, sin duda no pueden o no quieren atacarnos. Si no ya lo habrían hecho. Pero, incluso, aunque se trate de seres provenientes de civilizaciones más antiguas y avanzadas que la nuestra, pueden sentir simplemente, ellos, miedo. Colón lo tuvo de los indios...

¿Estamos preparados para el gran encuentro?
Y aquí nuestra investigación se abrió a un campo fascinante.
Aun cuando en momentos en que este número de ATLANTIDA toma publicidad todavía están siendo analizadas las primeras fotografías de Marte, obtenidas por el Mariner, hay algo en que los científicos están ya de acuerdo. Son escasas las posibilidades de una vida inteligente allá. A lo sumo puede reducirse a vegetales menores y ciertas bacterias. Marte y la Tierra son los dos únicos planetas de nuestro sistema solar con posibilidades de vida inteligente, es decir, de que existan seres racionales semejantes a nosotros. Marte sería, pues, a lo sumo, una simple estación en el tránsito de nuestros eventuales visitantes. Empero, las últimas investigaciones del astrónomo de Harvard, Carl Sagan, llegan a esta conclusión alucinante: solamente en nuestra galaxia existen actualmente no menos de un millón de civilizaciones con vida inteligente, prestas a tomar contacto con la nuestra. Pero hay algo más. El astrónomo ruso Nicolai Kardashev acaba de sostener públicamente que, en una de sus sesiones de trabajo, logró captar ondas electromagnéticas de una civilización indeterminada, ubicada fuera de nuestra galaxia. A estas comprobaciones se llega mediante el ejercicio de la radioastronomía. En vez de captar imágenes, los radiotelescopios toman las ondas electromagnéticas que son naturalmente emitidas por los cuerpos celestes. Esta es una tarea habitual. Pero según Kardashev se trataba en este caso de ondas moduladas, lo que en otras palabras significa ondas radiales similares a las nuestras, pero de una potencia inusitada y provenientes de una civilización indeterminada. Si bien ese anuncio soviético no tuvo aprobación por parte del Instituto Tecnológico de California —el mayor laboratorio de astronomía del mundo occidental—, no se duda, en cambio, que una emisión auténtica de ondas moduladas extra-terrestres puede producirse en cualquier momento. En suma, el criterio predominante en los ámbitos científicos internacionales, evidenciado en la reciente reunión del COSPAR —Committee On Spacial Research—, es que la existencia de otras civilizaciones es indudable.
"Cuando dudo de la existencia de los platos voladores en sí
—nos dice el astrónomo Varsavsky— no es que ponga en duda la existencia de vida en otros mundos, en lo cual creo firmemente. Simplemente pienso que si se trata de civilizaciones tecnológicamente capaces de producir artefactos de esa magnitud, ya se habrían hecho conocer por otros fenómenos más simples, por ejemplo: una emisión radial modulada".
Y frente a este tipo de afirmaciones, la discusión sobre la verdadera índole de los platos voladores, incluso, pierde importancia. Simplemente porque aunque no fueran realmente vehículos espaciales de otras civilizaciones, hoy sabemos que en cualquier momento puede producirse ese contacto definitivo. Y entonces, no es del caso eludir la realidad —la fascinante realidad— por pequeños atajos o negaciones momentáneas, sino preguntarnos seriamente si estamos preparados para el gran encuentro.
_______________________
Recuadros de la crónica
LA ROCCA: NO ALARMAR
"A esta altura de los acontecimientos, y con las pruebas de que se dispone, es difícil negar la existencia de los platos voladores", dice el vicecomodoro Dante La Rocca, de nuestra Fuerza Aérea. El Vcm. Oscar R. Bario, también tuvo una experiencia directa en materia de OVNI. El vicecomodoro La Rocca admite como probable que se haya establecido un acuerdo en los altos niveles científicos y militares del mundo para no hablar demasiado del posible carácter extraterrestre de los objetos. "Tengo entendido que el problema por lo menos ha sido materia de algunas consultas extraoficiales", dice. Por su parte, el vicecomodoro Bario, en 1951, fue testigo de la observación de un plato volador. "Era un disco amarillo-plateado, con bordes bien rojos, que se desplazaba a gran velocidad a unos 500 metros de altura. Tengo la convicción de que no se trataba de un meteorito u otro fenómeno natural", nos dijo. Nuestras fuerzas armadas muestran hermetismo, y » también una lógica preocupación.

Teólogo Basso: vida en otros mundos
Hablar de platos voladores, tripulados o no pero provenientes de otros mundos, supone la existencia de otra vida inteligente ubicada fuera de la Tierra. Por descabellada que parezca para algunos, la hipótesis preocupa a muchas cabezas bien organizadas. Pero junto al ámbito científico existe también el religioso. En busca de una interpretación teológica para el problema que eventualmente plantearía la existencia de otra vida inteligente, entrevistamos a! R. P. Domingo María Basso, de la orden dominicana, uno de los jóvenes teólogos más eruditos del país. Aunque no cree que los platos voladores vengan de otros planetas ("entiendo que es un fenómeno físico que será explicado con el tiempo") admite "que Dios puede haber creado otros seres inteligentes, aparte del hombre". Si esos seres han pecado o no "no puede decirse, pues a nosotros no nos ha sido revelado. "Y en este caso no sería necesaria una nueva Encarnación y Redención, ya que el valor de los méritos de Cristo es infinito. Y el Verbo ya se encarnó una vez en la Tierra".

LO QUE NO SE HABIA DICHO
En otra parte de este informe aludimos a la reserva con que las fuerzas armadas de todos los países del mundo se manejan respecto a los OVNI y su posible origen extraterrestre. Posiblemente para no despertar el pánico, la actitud general ha sido de negación. De ahí la importancia de la comunicación de nuestra Marina de Guerra respecto a las observaciones registradas en la Antártida. Por cierto que no fue únicamente el avistamiento de la Antártida lo que impulsó a nuestra Marina a expedir ese comunicado. Existían otras informaciones que ATLANTIDA está en condiciones de revelar en este informe luego de múltiples gestiones realizadas en los altos niveles oficiales. Así se consiguió la autorización necesaria para que el jefe del grupo investigador de la Marina de Guerra, capitán de fragata Omar R. Pagani, pudiera por primera vez hacer declaraciones públicas sobre el tema. Los hechos son los siguientes: "Con los avistajes de la Antártida —dijo Pagani—, simultáneamente quedaron registradas variaciones magnéticas no normales. En otro avistaje en las islas Azores se detuvieron a un mismo tiempo 10 relojes magnéticos". Luego hizo revelaciones que hasta ahora eran secretas: "Coincidiendo con el pasaje de un OVNI a 2.000 metros de su popa, a gran velocidad, las agujas de los compases de un buque de la Armada se desviaron bruscamente en 25 grados a una banda y recién se pusieron nuevamente a rumbo después de 55 minutos de oscilaciones amortiguadas, habiéndose ¿escariado científicamente toda posibilidad de otras causas". Como características comunes a todos los OVNI avistados, mencionó: "Tamaño, color, ángulos de giro, falta de ruido. Espero que despierten la inquietud de algunos científicos que no le dispensan más tiempo al tema que el que se insume en decir: no existen".

Revista Atlántida
08/1965 

OVNI

OVNI

OVNI

OVNI

OVNI

OVNI

Ir Arriba