Mesa redonda: El Poder Juvenil delibera
Es un lugar común, en la política argentina, que los núcleos juveniles de los partidos tradicionales busquen formas autónomas de expresión. Casi siempre, el fenómeno fluye a través de dos andariveles convergentes: primero, estalla la rebeldía generacional en cada partido; luego, sus protagonistas procuran alianzas exteriores, preludio de una suerte de coordinación interjuvenil, que se estabiliza o no según los avatares del proceso político.
Juventudes políticas

El país ha conocido numerosas tentativas de solidificar una estructura común para las juventudes políticas. Todas fracasaron.

• Es que desaparecida la causa, generalmente circunstancial, que motorizaba la alianza, brotaban divergencias irreductibles, reveladoras de la ausencia de un proyecto estratégico común. La semana pasada Panorama quiso indagar si la Coordinadora Juvenil actualmente en vigencia es sólo un episodio más de la coyuntura o si en ella germinan coincidencias profundas, capaces de articularse en una organización estable y de incidir en el largo plazo. El resultado de la mesa redonda convocada por la revista no es concluyente, pero una lectura atenta del llamativo debate suscitado permite colegir ciertas constantes:

• Los jóvenes apoyan la línea de "unidad nacional" esbozada por Perón, en la inteligencia de que deben amalgamarse todos los sectores contra "el imperialismo yanqui".

• Los jóvenes —incluso los pertenecientes al MID y a otros núcleos no radicalizados— entienden que en dicha alianza de clases los trabajadores deben tener la hegemonía y que, a largo plazo, el objetivo es alcanzar alguna forma de socialismo.

• No hay acuerdo sobre si el Pacto Social en vigor, y otros aspectos de la política oficialista, expresan el tipo de alianza de clases buscada y la hegemonía de los trabajadores. Tampoco hay acuerdo acerca de si, dentro del peronismo, los trabajadores tienen la hegemonía. Por lo tanto, se discute si el proyecto de "unidad nacional" de Perón implica que la conducción de la alianza está, o puede estar en el futuro, en manos de los trabajadores.

Las juventudes de los partidos tradicionales desbrozaron, en una mesa redonda organizada por Panorama, las perspectivas de la coordinación juvenil y la posibilidad de vertebrar alianzas estables a propósito del llamado de Perón a la "unidad nacional". Un debate profundo y significativo.

—¿Cómo caracterizan la constitución de la Coordinadora de Juventudes Políticas y sus objetivos fundamentales?

—José Castelucci (Juventud Revolucionaria Cristiana): Nos unió el lema "liberación o dependencia". La victoria del primero de esos términos solamente se va a dar cuando derrotemos a la oligarquía y al imperialismo. Ahora necesitamos avanzar en la metodología porque el objetivo lo compartimos todos. El 11 de marzo el 80 por ciento de la población (peronismo, radicalismo, APR), votó por pautas programáticas muy claras. Nuestro esfuerzo es un aporte más en el desarrollo de ese programa.

—Enrique Folla (Juventud Intransigente): Hay un sistema capitalista que va muriendo en el país pero que no va a dejar el poder sin lucha. Por lo tanto, sostenemos que ningún partido, ninguna fuerza aislada va a conseguir derrotar a un organismo tan poderoso. Por eso nuestro apoyo a esta tarea unitaria.

—Raúl Goñi Moreno (Juventud Conservadora Popular): La nuestra es una liga que debe ser un poco el ejemplo de unidad de diversos sectores (obreros, empresarios) que deben unirse para cinchar para el mismo lado y lograr todos salir del estancamiento en que el país se encuentra. Perón representa la unidad nacional en la etapa de la reconstrucción nacional.

—Federico Storani (Juventud Radical): Los partidos políticos no son, individualmente, una garantía que —por sí sola— pueda asegurar la ruptura de los lazos que nos ligan al imperialismo. Creemos necesaria esta Coordinadora por los intereses contrapuestos que se dan en el seno de los grandes partidos. Esta Coordinadora recogió una experiencia que nació en la lucha contra la dictadura. Proponemos como método la movilización de las juventudes con un objetivo concreto. Sobre esa base aspiramos a contribuir a sentar un frente popular. Nosotros militamos en un partido que conserva inserción en la masa popular, para ganarlo para la causa revolucionaria. Entendemos como lógica la aspiración de las masas de que Perón sea presidente. Entendemos, sin embargo, que el episodio del 13 de julio estuvo digitado por sectores que poco tienen que ver con el programa de liberación nacional. El Pacto Social está alejado de la verdadera liberación nacional. Los sectores populares carecen de una alternativa cierta y clara en esta coyuntura electoral. Nuestra participación en el mismo será esclarecedora, y planteando la necesidad de reivindicar el programa de liberación.

—Pascual Albanese (Ateneo de la Nueva Generación): El desarrollo de la lucha ha generado entre todos nosotros una vocación de coincidencias cuyo objetivo primordial, a mi juicio, consiste en la articulación orgánica de Jo que el general Perón ha denominado "generación de emergencia", encargada de tener una presencia decisiva en el actual proceso político. Este debe transitar dos andariveles esenciales: la unidad nacional frente al imperialismo y la articulación de un poder popular. La juventud argentina debe ser el nexo entre ambos procesos. A partir del 12 de octubre, se reencontrarán, por primera vez, la legalidad y la legitimidad.

—Guillermo Beltrami (Juventud del Movimiento Socialista para la Liberación Nacional): Este proyecto político en que estamos empeñados reconoce varios antecedentes. El fundamental fue la experiencia de lucha contra un individuo que creyó podía gobernar el país durante 20 años. Las experiencias que se dieron desde el 28 de junio de 1966 en adelante unieron de manera profunda las juventudes populares. La contradicción fundamental en nuestro país se da en términos de imperialismo contra la Nación. En nuestro país, esto significa la unidad de la clase obrera y vastos sectores de la clase media.

—Miguel Godoy (Juventud Partido Socialista Popular): La situación nacional está caracterizada fundamentalmente por la existencia de un país capitalista dependiente, cuya riqueza tendía a ser expropiada por los capitalistas extranjeros en combinación con la oligarquía terrateniente. El PSP plantea la necesidad de un amplio frente popular que unifique a los sectores de la clase trabajadora, la clase media y la burguesía nacional, a todos los sectores que están interesados en el desarrollo de una nación independiente. En contribución a ese proyecto, el PSP votará a Perón el 23 de septiembre.

—Juan Carlos Dante Güllo (Juventud Peronista): Cuando la J. P. convocó al conjunto de las fuerzas que expresan las Juventudes Políticas, tuvo en claro dos cosas. El general Perón nos planteó una directiva respecto al rol que tiene que jugar la juventud como generación de emergencia, unida por encima de diferencias políticas e ideológicas. Por otra parte, esta coordinación no hace sino expresar una realidad: el proceso de lucha contra la dictadura, los trabajos de esclarecimiento político de las diversas fuerzas durante la campaña electoral y el diálogo sostenido desde mayo hasta ahora entre los diversos grupos. Las Juventudes Políticas están cumpliendo lo que las bases juveniles reclaman, o sea, unidad concreta contra el imperialismo. Pese a alguna confusión que anda por ahí, Perón Presidente es la síntesis de 18 años de lucha. Cuando votemos, el pueblo va a refirmar un sí a la liberación y un rotundo no a la dependencia.

—Susana Carlino (Juventud de UDELPA): Los jóvenes debemos estar juntos en esta etapa antiimperialista y empezar a enfocar la liberación social. El 11 de marzo el candidato de las mayorías populares no pudo ser votado por el pueblo. El 23 de septiembre se va a refirmar el proceso iniciado el 25 de mayo.

—Claudio Arrechea (Juventud del MID): La juventud, no entendida como una categoría biológica, tiene un espacio político y naturalmente es muy conveniente, dada la dureza de la lucha antiimperialista, que los sectores juveniles ocupen ese espacio de una manera orgánica y tiendan a unir sus esfuerzos a efectos de que los resultados sean logrados de la manera más rápida posible. Este proyecto político tiene como integrantes a todos los participantes del movimiento nacional. O sea, desde la clase obrera y la clase media, a los empresarios nacionales, la intelectualidad y las Fuerzas Armadas. Rescatamos de este esfuerzo la sinceridad con que han sido planteadas todas las conversaciones. Lo peor que puede ocurrir en este momento, sería romper la alianza de clases establecida. Pero creemos que el Pacto Social no es el marco adecuado para que esa coalición se proyecte con posibilidades de éxito. Precisamente es un mecanismo que provoca el deterioro de esa alianza.

—José Díaz (Juventud del Encuentro Nacional de los Argentinos): Nosotros también entendemos que la contradicción fundamental se da en el marco de la liberación o la dependencia. El ENA fue una experiencia interesante en la vida política nacional, pero a su vez, una experiencia limitada. Ahora necesitamos superar la etapa de confluencia de personalidades que supuso el ENA y debemos integrar colectividades políticas avanzadas y progresistas que enarbolen las banderas antiimperialistas. La burocracia sindical irrepresentativa debe ser arrancada de la dirección de la CGT, la que debe ser puesta al servicio de la clase trabajadora. No consideramos positivo el proceso iniciado el 13 de julio. Entendemos, como decía una declaración de nuestra Junta Central que, al abrigo de nombres prestigiosos, se infiltraron en el gobierno sectores claramente reaccionarios, antipopulares y antinacionales.

—Guillermo Cherashny (Juventud Radical Revolucionaria): Creemos que si bien la candidatura del general Perón constituye una alternativa para el pueblo, la candidatura vicepresidencial, junto con López Rega y Rucci, representa a ese veinte por ciento del pueblo argentino que se opone a los cambios estructurales. Entendemos que la tarea de la liberación nacional y social no es propia de un partido político, ni siquiera de los dos partidos mayoritarios, sino que el proceso pasa, como se ha dicho aquí en forma diana, por un Frente de Liberación. Allí deben estar el peronismo, las organizaciones FAR y Montoneros, la Unión Cívica Radical, el Movimiento de Renovación y Cambio que lidera Raúl Alfonsín, el Partido Comunista y las agrupaciones que integran la Alianza Popular Revolucionaria. Estos sectores, mediante la movilización de las masas, habrán de imponer los cambios estructurales que requiere el país. Entendemos como positiva la posición asumida por el Ejército argentino, junto al peruano, en la conferencia militar interamericana, lo que significa una valla al avance de la CIA, instrumentado a través del eje Washington-Brasilia.

—Patricio Echegaray (Federación Juvenil Comunista): Es necesario destacar que al calor del proceso de lucha contra la dictadura de la "revolución argentina" comenzó a generarse un proceso de coordinación de las fuerzas juveniles. El 28 de junio de 1972, una gran movilización simbolizó esta actitud unitaria. En el documento que suscribimos en el hotel Savoy quedó plasmada una propuesta que supone superar una etapa de coordinación coyuntural. El método que hemos adoptado para actuar es el de la movilización de masas. La constitución de 5 comisiones indica la intención clara de profundizar los acuerdos abordando los temas concretos a través de los cuales se va a canalizar la lucha. En la Argentina existe una nueva situación. Las masas obreras y populares participan de más en más y van poniendo su sello de combate a todos los aspectos del proceso político. El 13 de julio se desarrolla un proceso que se desenvuelve en dos planos. Por un lado, se trata de que, especulando sobre el prestigio, el arraigo de la figura del general Perón y del hecho cierto de que el pueblo, en más del" 50 por ciento votó por el FREJULI —es decir por Perón—, se infiltra una maniobra derechista que tiende a desplazar a los sectores más progresistas del peronismo. Por otra parte, es obvio que las masas, al pronunciarse el 11 de marzo, quisieron llevar a Perón a la primera magistratura. Nuestro partido ha resuelto frente a esta situación, pese a que la fórmula del justicialismo es limitativa —por ser unipartidaria— apoyarla el 23 de septiembre.

—Luis María de Madrid (Juventud del Movimiento Nacional Yrigoyenista): Como Yrigoyenistas tenemos una vocación movimientista, frentista. Por eso decimos que constituye un hecho histórico la convocatoria de la JP en el hotel Savoy. Entre nosotros existen diferencias ideológicas, pero éstas no impiden el acuerdo político. Aquí no existe acuerdo electoral. Si hay algo que hemos sostenido es que no se trata de construir un acuerdo para comicios. Creemos que Perón al Poder, la consigna levantada por la JP, es el reflejo y la intención de estar junto al pueblo en la lucha por la liberación. Hoy ésa es la consigna. Por eso, con todos los matices que tiene, el proceso es positivo.

—Julio Pitt (Juventud del Partido Popular Cristiano): Las grandes corrientes de pensamiento tienden, hoy en la Argentina, a reagruparse. Vemos así cómo peronistas, socialistas, radicales, comunistas, cristianos, vamos construyendo el gran movimiento de liberación, el gran frente popular que se mencionó en casi todas las intervenciones anteriores. El marco político ha cambiado, respecto de la situación que afrontábamos frente al gobierno militar. El marco social también y tiende a cambiar en favor de las mayorías nacionales y populares, el proceso económico y cultural.

—A punto de lograrse el funcionamiento normal de nuestra institucionalidad liberal, sería interesante que se hiciera algún juicio acerca del proceso político verificado entre 1963 y 1966, el último intento de acercamiento a la Constitución antes de 1973.

—Storani: Ese gobierno no era revolucionario, pero en alguna medida afectaba, era contrapuesto a los intereses del imperialismo. Pero en ese proceso, como en todos los movimientos populares argentinos, casi como una constante, existieron fuerzas contrapuestas, infiltradas, que trataron de torcer el rumbo del proceso antiimperialista. No sólo en nuestro partido sino en otros. Eso lo tenemos que decir. Algunos sectores dijeron que "un general de la Nación era por sí solo una garantía". Otros plantearon la necesidad de "profundizar" la "revolución" argentina. Tenemos la memoria fresca en este sentido. A pesar de militar en un sector de oposición a la conducción de nuestro partido, tenemos que señalar que hubo, desde el primer instante del onganiato, una postura de enfrentamiento a la dictadura. A partir de entonces, una serie de viejos métodos, de viejas prácticas, fueron desterrados. Esa fue una virtud de la R. A. que permitió dar paso a una nueva generación de militantes políticos. La situación política planteada entonces permitió colocar al pueblo de un lado y a la dictadura de otro, en dos campos perfectamente identificados. Luego del 11 de marzo, lo dice el documento conjunto de la juventud radical y la peronista, dos días antes del 13 de julio, se produce una vieja práctica del imperialismo: la infiltración en el movimiento popular. Así ocurrió con Yrigoyen, combatido por los sectores de la Concordancia, y así pasa ahora con los grandes partidos nacionales.

—¿Qué piensa Gullo acerca de este tema?

—Gullo: Comparto esa teoría de la infiltración en los movimientos populares. También en nuestro movimiento existen sectores que intentan medrar con 18 años de lucha, persecuciones, muertos y torturados, y procuran desarrollar una política reaccionaria.

—¿La infiltración de esas tendencias se expresaría en la integración del binomio presidencial de su movimiento?

—Gullo: No. Creo haber sido claro al respecto al señalar que Perón presidente es un anhelo de 18 años de lucha. Más allá de un comicio, Perón significa el sí rotundo del 80 por ciento del pueblo comprometido con la liberación.

—Aquí se ha observado —Cherashny lo ha hecho— la candidatura vice-presidencial peronista ...

—Gullo: Esa candidatura es, en estos momentos, más un elemento secundario que uno fundamental o prioritario. La política del general Perón es tan contundente que arrastra al conjunto del pueblo y, por ende, a la candidatura vicepresidencial.

—El Partido Comunista no concurrió a comicios el 11 de marzo porque existía una ley anticomunista y un estatuto de los partidos que el PC entendió como proscriptivo y represivo. ¿Por qué motivos el PC no ha pedido al gobierno la derogación del Estatuto para poder presentarse como fuerza propia el 23 de septiembre?

—Echegaray: Hace pocos días, una delegación de nuestro partido entrevistó al ministro Benito Llambí, y le planteó entre otros temas, la opinión del PC en relación al Estatuto. Se le pidió su derogación. Entendemos, como nuestro partido, que es un instrumento proscriptivo. Baste decir que fue establecido por el gobierno anterior...

—... Pero, ¿por qué la bancada comunista de diputados no planteó en un proyecto su derogación?

—Echegaray: La bancada de la Alianza Popular Revolucionaria ha planteado reiteradamente el problema de la abrogación de toda la legislación represiva y, entre ella, la del Estatuto de los Partidos Políticos. Nosotros entendemos que la respuesta del señor Llambí es interesante: se va a estudiar —dijo— la derogación de ese estatuto. Nosotros vamos a luchar incansablemente para que este estatuto, como también lo desean los demás sectores populares, sea derogado.

—¿No considera necesario que la bancada comunista presente un proyecto en ese sentido?

—Echegaray: Esto se verá en su momento.

—¿Cómo visualizan ustedes la situación económica a partir de la nueva política gubernativa en la materia?

—Castellucci: Hasta el 11 de marzo regía en el país una estructura económica capitalista. El Frente Justicialista al hacerse cargo del gobierno intentó dar los primeros pasos hacia el establecimiento de un sistema socialista de producción. Pero Gelbard como ministro de Economía, representante de la infiltración de esos intereses de que hablábamos antes, tratará de distorsionar las pautas programáticas que fijara el FREJULI. Nuestra obligación es hacer cumplir ese programa.

—¿La Juventud Peronista comparte ese juicio?

—Gullo: Estoy de acuerdo en que el 11 de marzo se abrió en el país la posibilidad de transitar hacia la construcción de un sistema económico que tienda a desarrollar las propuestas del socialismo nacional. El Pacto Social que, de hecho es acompañado por el conjunto de las fuerzas, es en estos momentos un acuerdo que vemos como auspicioso. Lo que sí apuntamos es que en ese Pacto, estructurado entre la clase obrera y por sectores del empresariado aquélla no tiene el suficiente poder como para imponer todas sus aspiraciones.

—Storani: No estoy de acuerdo con ese juicio. Nuestro país es dependiente a diversos niveles, entre ellos el tecnológico. Cuando logremos poner en manos del Estado los resortes básicos de la economía, el comercio exterior, los bancos y podamos hacer la reforma agraria y nacionalizar el petróleo, diremos que comenzamos a transitar la primera etapa, que es la de la liberación nacional.

—Como representantes de los partidos que han obtenido el 80 por ciento de los votos el 11 de marzo, han planteado programas políticos que implican, por lo menos, una política nacionalista revolucionaria. Han propuesto un Frente de Liberación y de poder popular. ¿Qué fuerza política o social debe conducir ese Frente? ¿Ese modelo que ustedes proponen tiene como objetivo el socialismo? ¿Cómo se construye en términos concretos ese poder popular?

—Storani: Para que el proceso de liberación nacional sea auténtico, el mismo debe estar dirigido por la clase trabajadora; no decimos clase obrera. Si siguiéramos al cientificismo marxista, no podríamos encuadrar el esquema social de la Argentina. Por lo tanto, es la clase trabajadora —incluidos en ella los intelectuales, los empleados—, la que debe orientar este proceso. El peronismo representa sectores mayoritarios de la clase trabajadora y también de la clase media. El radicalismo, por su parte, no es sólo expresión de las capas medias sino de otros sectores antagónicos con el imperialismo y la oligarquía. Por cierto, ni en el Pacto Social ni en la CGT están representados los trabajadores.

—Albanese: El proceso de liberación en la Argentina no puede ser al mismo tiempo, sino un proceso de construcción de un socialismo humanista, nacional, comunitario, basado en la democratización integral, en las estructuras políticas, económicas, sociales y culturales del país. Poder popular supone la organización de instituciones políticas revolucionarias desde el mismo pueblo.

—Gullo: Obviamente, todo el peronismo reconoce como columna vertebral a la clase trabajadora que congrega a sectores más amplios de la población en la lucha contra el imperialismo. De ahí que los votos del 11 de marzo están expresando no solamente a la clase trabajadora.

—El jefe montonero Firmenich dijo en el mitin de la cancha de Atlanta que la clase obrera no es hegemónica todavía en este proceso. ¿Comparte ese juicio?

—Gullo: Coincido en que hoy no se puede expresar totalmente lo que la dase trabajadora buscó en 18 años de lucha. Lo que de ningún modo descarto es que con este proceso político tan rico, la clase obrera tomará junto a su Líder la conducción del gobierno peronista.

—Arrechea: Desde hace algún tiempo expresamos que la clase obrera organizada y la no sindicalizada constituyen el eje central del proceso de liberación nacional. Creemos en todo proceso de liberación, en la medida que modifica las bases estructurales de un país a nuevas formas sociales que se van a ajustar a las condiciones históricas concretas de cada país y de cada región. Las Fuerzas Armadas también deben participar de este proceso. Ellas juegan papeles diversos de acuerdo a los condicionamientos de la sociedad. En cada país el papel de los militares es particular, por eso no se puede asimilar la experiencia peruana a nuestra etapa argentina.

—Storani: Todos los cambios se hacen sobre la base del protagonismo popular. Los militares no van a dirigir ningún proceso nacional porque toda la revolución la dirige el pueblo. Hay una frase muy conocida que dice que la revolución se hará con los militares, sin los militares o contra los militares.

—Cherashny: Yo hice una alusión a la reciente posición del Ejército en la conferencia militar panamericana calificándola como positiva. En el caso peruano apoyamos el proceso, pero siempre que se sostenga o se prolongue en la línea de movilización de las masas, ya que sólo mediante ese método se van a producir cambios en América latina. Pero en la República Argentina, pese a qué de ningún modo el Ejército se ve que esté comprometido con el proceso revolucionario, adopta ahora la línea de afirmar que la subversión en A. latina no proviene de las masas sino de los grandes intereses económicos que impiden el desarrollo productivo de los países.

—Echegaray: La experiencia histórica indica que la burguesía ha claudicado permanentemente ante el imperialismo y que sólo la clase obrera es capaz de llevar el proceso de liberación nacional hasta sus últimas consecuencias. En la actual etapa existen numerosos sectores populares que participan en la lucha de liberación: en el peronismo, en el radicalismo, y en otras fuerzas populares. El poder popular surge de las luchas contra las patronales, el imperialismo y la burocracia sindical como en Brazo Largo, las regionales Córdoba y Salta de la CGT. De un lado están los más (los obreros, los campesinos, los estudiantes) y del otro las minorías que han usufructuado el trabajo de nuestro pueblo durante décadas.

—Pitt: Acá no podemos soñar en hacer una revolución de la noche a la mañana. El 25 de mayo se inicia la institucionalización, luego de las luchas populares, de ese proceso por la ¡liberación nacional y social. La clase trabajadora es hegemónica en este proceso. Para que el poder popular se estructure hay que entender que el conductor estratégico de ese proceso es el general Perón, cabeza —en esta instancia— del Movimiento Nacional y Popular.

PANORAMA, SEPTIEMBRE 6. 1973

Juventudes políticas

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