El país ha conocido
numerosas tentativas de solidificar una estructura
común para las juventudes políticas. Todas
fracasaron.
• Es que desaparecida
la causa, generalmente circunstancial, que
motorizaba la alianza, brotaban divergencias
irreductibles, reveladoras de la ausencia de un
proyecto estratégico común. La semana pasada
Panorama quiso indagar si la Coordinadora Juvenil
actualmente en vigencia es sólo un episodio más de
la coyuntura o si en ella germinan coincidencias
profundas, capaces de articularse en una
organización estable y de incidir en el largo
plazo. El resultado de la mesa redonda convocada
por la revista no es concluyente, pero una lectura
atenta del llamativo debate suscitado permite
colegir ciertas constantes:
• Los jóvenes apoyan
la línea de "unidad nacional" esbozada por Perón,
en la inteligencia de que deben amalgamarse todos
los sectores contra "el imperialismo yanqui".
• Los jóvenes —incluso
los pertenecientes al MID y a otros núcleos no
radicalizados— entienden que en dicha alianza de
clases los trabajadores deben tener la hegemonía y
que, a largo plazo, el objetivo es alcanzar alguna
forma de socialismo.
• No hay acuerdo sobre
si el Pacto Social en vigor, y otros aspectos de
la política oficialista, expresan el tipo de
alianza de clases buscada y la hegemonía de los
trabajadores. Tampoco hay acuerdo acerca de si,
dentro del peronismo, los trabajadores tienen la
hegemonía. Por lo tanto, se discute si el proyecto
de "unidad nacional" de Perón implica que la
conducción de la alianza está, o puede estar en el
futuro, en manos de los trabajadores.
Las juventudes de los
partidos tradicionales desbrozaron, en una mesa
redonda organizada por Panorama, las perspectivas
de la coordinación juvenil y la posibilidad de
vertebrar alianzas estables a propósito del
llamado de Perón a la "unidad nacional". Un debate
profundo y significativo.
—¿Cómo caracterizan la
constitución de la Coordinadora de Juventudes
Políticas y sus objetivos fundamentales?
—José Castelucci
(Juventud Revolucionaria Cristiana): Nos unió el
lema "liberación o dependencia". La victoria del
primero de esos términos solamente se va a dar
cuando derrotemos a la oligarquía y al
imperialismo. Ahora necesitamos avanzar en la
metodología porque el objetivo lo compartimos
todos. El 11 de marzo el 80 por ciento de la
población (peronismo, radicalismo, APR), votó por
pautas programáticas muy claras. Nuestro esfuerzo
es un aporte más en el desarrollo de ese programa.
—Enrique Folla
(Juventud Intransigente): Hay un sistema
capitalista que va muriendo en el país pero que no
va a dejar el poder sin lucha. Por lo tanto,
sostenemos que ningún partido, ninguna fuerza
aislada va a conseguir derrotar a un organismo tan
poderoso. Por eso nuestro apoyo a esta tarea
unitaria.
—Raúl Goñi Moreno
(Juventud Conservadora Popular): La nuestra es una
liga que debe ser un poco el ejemplo de unidad de
diversos sectores (obreros, empresarios) que deben
unirse para cinchar para el mismo lado y lograr
todos salir del estancamiento en que el país se
encuentra. Perón representa la unidad nacional en
la etapa de la reconstrucción nacional.
—Federico Storani
(Juventud Radical): Los partidos políticos no son,
individualmente, una garantía que —por sí sola—
pueda asegurar la ruptura de los lazos que nos
ligan al imperialismo. Creemos necesaria esta
Coordinadora por los intereses contrapuestos que
se dan en el seno de los grandes partidos. Esta
Coordinadora recogió una experiencia que nació en
la lucha contra la dictadura. Proponemos como
método la movilización de las juventudes con un
objetivo concreto. Sobre esa base aspiramos a
contribuir a sentar un frente popular. Nosotros
militamos en un partido que conserva inserción en
la masa popular, para ganarlo para la causa
revolucionaria. Entendemos como lógica la
aspiración de las masas de que Perón sea
presidente. Entendemos, sin embargo, que el
episodio del 13 de julio estuvo digitado por
sectores que poco tienen que ver con el programa
de liberación nacional. El Pacto Social está
alejado de la verdadera liberación nacional. Los
sectores populares carecen de una alternativa
cierta y clara en esta coyuntura electoral.
Nuestra participación en el mismo será
esclarecedora, y planteando la necesidad de
reivindicar el programa de liberación.
—Pascual Albanese
(Ateneo de la Nueva Generación): El desarrollo de
la lucha ha generado entre todos nosotros una
vocación de coincidencias cuyo objetivo
primordial, a mi juicio, consiste en la
articulación orgánica de Jo que el general Perón
ha denominado "generación de emergencia",
encargada de tener una presencia decisiva en el
actual proceso político. Este debe transitar dos
andariveles esenciales: la unidad nacional frente
al imperialismo y la articulación de un poder
popular. La juventud argentina debe ser el nexo
entre ambos procesos. A partir del 12 de octubre,
se reencontrarán, por primera vez, la legalidad y
la legitimidad.
—Guillermo Beltrami
(Juventud del Movimiento Socialista para la
Liberación Nacional): Este proyecto político en
que estamos empeñados reconoce varios
antecedentes. El fundamental fue la experiencia de
lucha contra un individuo que creyó podía gobernar
el país durante 20 años. Las experiencias que se
dieron desde el 28 de junio de 1966 en adelante
unieron de manera profunda las juventudes
populares. La contradicción fundamental en nuestro
país se da en términos de imperialismo contra la
Nación. En nuestro país, esto significa la unidad
de la clase obrera y vastos sectores de la clase
media.
—Miguel Godoy
(Juventud Partido Socialista Popular): La
situación nacional está caracterizada
fundamentalmente por la existencia de un país
capitalista dependiente, cuya riqueza tendía a ser
expropiada por los capitalistas extranjeros en
combinación con la oligarquía terrateniente. El
PSP plantea la necesidad de un amplio frente
popular que unifique a los sectores de la clase
trabajadora, la clase media y la burguesía
nacional, a todos los sectores que están
interesados en el desarrollo de una nación
independiente. En contribución a ese proyecto, el
PSP votará a Perón el 23 de septiembre.
—Juan Carlos Dante
Güllo (Juventud Peronista): Cuando la J. P.
convocó al conjunto de las fuerzas que expresan
las Juventudes Políticas, tuvo en claro dos cosas.
El general Perón nos planteó una directiva
respecto al rol que tiene que jugar la juventud
como generación de emergencia, unida por encima de
diferencias políticas e ideológicas. Por otra
parte, esta coordinación no hace sino expresar una
realidad: el proceso de lucha contra la dictadura,
los trabajos de esclarecimiento político de las
diversas fuerzas durante la campaña electoral y el
diálogo sostenido desde mayo hasta ahora entre los
diversos grupos. Las Juventudes Políticas están
cumpliendo lo que las bases juveniles reclaman, o
sea, unidad concreta contra el imperialismo. Pese
a alguna confusión que anda por ahí, Perón
Presidente es la síntesis de 18 años de lucha.
Cuando votemos, el pueblo va a refirmar un sí a la
liberación y un rotundo no a la dependencia.
—Susana Carlino
(Juventud de UDELPA): Los jóvenes debemos estar
juntos en esta etapa antiimperialista y empezar a
enfocar la liberación social. El 11 de marzo el
candidato de las mayorías populares no pudo ser
votado por el pueblo. El 23 de septiembre se va a
refirmar el proceso iniciado el 25 de mayo.
—Claudio Arrechea
(Juventud del MID): La juventud, no entendida como
una categoría biológica, tiene un espacio político
y naturalmente es muy conveniente, dada la dureza
de la lucha antiimperialista, que los sectores
juveniles ocupen ese espacio de una manera
orgánica y tiendan a unir sus esfuerzos a efectos
de que los resultados sean logrados de la manera
más rápida posible. Este proyecto político tiene
como integrantes a todos los participantes del
movimiento nacional. O sea, desde la clase obrera
y la clase media, a los empresarios nacionales, la
intelectualidad y las Fuerzas Armadas. Rescatamos
de este esfuerzo la sinceridad con que han sido
planteadas todas las conversaciones. Lo peor que
puede ocurrir en este momento, sería romper la
alianza de clases establecida. Pero creemos que el
Pacto Social no es el marco adecuado para que esa
coalición se proyecte con posibilidades de éxito.
Precisamente es un mecanismo que provoca el
deterioro de esa alianza.
—José Díaz (Juventud
del Encuentro Nacional de los Argentinos):
Nosotros también entendemos que la contradicción
fundamental se da en el marco de la liberación o
la dependencia. El ENA fue una experiencia
interesante en la vida política nacional, pero a
su vez, una experiencia limitada. Ahora
necesitamos superar la etapa de confluencia de
personalidades que supuso el ENA y debemos
integrar colectividades políticas avanzadas y
progresistas que enarbolen las banderas
antiimperialistas. La burocracia sindical
irrepresentativa debe ser arrancada de la
dirección de la CGT, la que debe ser puesta al
servicio de la clase trabajadora. No consideramos
positivo el proceso iniciado el 13 de julio.
Entendemos, como decía una declaración de nuestra
Junta Central que, al abrigo de nombres
prestigiosos, se infiltraron en el gobierno
sectores claramente reaccionarios, antipopulares y
antinacionales.
—Guillermo Cherashny
(Juventud Radical Revolucionaria): Creemos que si
bien la candidatura del general Perón constituye
una alternativa para el pueblo, la candidatura
vicepresidencial, junto con López Rega y Rucci,
representa a ese veinte por ciento del pueblo
argentino que se opone a los cambios
estructurales. Entendemos que la tarea de la
liberación nacional y social no es propia de un
partido político, ni siquiera de los dos partidos
mayoritarios, sino que el proceso pasa, como se ha
dicho aquí en forma diana, por un Frente de
Liberación. Allí deben estar el peronismo, las
organizaciones FAR y Montoneros, la Unión Cívica
Radical, el Movimiento de Renovación y Cambio que
lidera Raúl Alfonsín, el Partido Comunista y las
agrupaciones que integran la Alianza Popular
Revolucionaria. Estos sectores, mediante la
movilización de las masas, habrán de imponer los
cambios estructurales que requiere el país.
Entendemos como positiva la posición asumida por
el Ejército argentino, junto al peruano, en la
conferencia militar interamericana, lo que
significa una valla al avance de la CIA,
instrumentado a través del eje
Washington-Brasilia.
—Patricio Echegaray
(Federación Juvenil Comunista): Es necesario
destacar que al calor del proceso de lucha contra
la dictadura de la "revolución argentina" comenzó
a generarse un proceso de coordinación de las
fuerzas juveniles. El 28 de junio de 1972, una
gran movilización simbolizó esta actitud unitaria.
En el documento que suscribimos en el hotel Savoy
quedó plasmada una propuesta que supone superar
una etapa de coordinación coyuntural. El método
que hemos adoptado para actuar es el de la
movilización de masas. La constitución de 5
comisiones indica la intención clara de
profundizar los acuerdos abordando los temas
concretos a través de los cuales se va a canalizar
la lucha. En la Argentina existe una nueva
situación. Las masas obreras y populares
participan de más en más y van poniendo su sello
de combate a todos los aspectos del proceso
político. El 13 de julio se desarrolla un proceso
que se desenvuelve en dos planos. Por un lado, se
trata de que, especulando sobre el prestigio, el
arraigo de la figura del general Perón y del hecho
cierto de que el pueblo, en más del" 50 por ciento
votó por el FREJULI —es decir por Perón—, se
infiltra una maniobra derechista que tiende a
desplazar a los sectores más progresistas del
peronismo. Por otra parte, es obvio que las masas,
al pronunciarse el 11 de marzo, quisieron llevar a
Perón a la primera magistratura. Nuestro partido
ha resuelto frente a esta situación, pese a que la
fórmula del justicialismo es limitativa —por ser
unipartidaria— apoyarla el 23 de septiembre.
—Luis María de Madrid
(Juventud del Movimiento Nacional Yrigoyenista):
Como Yrigoyenistas tenemos una vocación
movimientista, frentista. Por eso decimos que
constituye un hecho histórico la convocatoria de
la JP en el hotel Savoy. Entre nosotros existen
diferencias ideológicas, pero éstas no impiden el
acuerdo político. Aquí no existe acuerdo
electoral. Si hay algo que hemos sostenido es que
no se trata de construir un acuerdo para comicios.
Creemos que Perón al Poder, la consigna levantada
por la JP, es el reflejo y la intención de estar
junto al pueblo en la lucha por la liberación. Hoy
ésa es la consigna. Por eso, con todos los matices
que tiene, el proceso es positivo.
—Julio Pitt (Juventud
del Partido Popular Cristiano): Las grandes
corrientes de pensamiento tienden, hoy en la
Argentina, a reagruparse. Vemos así cómo
peronistas, socialistas, radicales, comunistas,
cristianos, vamos construyendo el gran movimiento
de liberación, el gran frente popular que se
mencionó en casi todas las intervenciones
anteriores. El marco político ha cambiado,
respecto de la situación que afrontábamos frente
al gobierno militar. El marco social también y
tiende a cambiar en favor de las mayorías
nacionales y populares, el proceso económico y
cultural.
—A punto de lograrse
el funcionamiento normal de nuestra
institucionalidad liberal, sería interesante que
se hiciera algún juicio acerca del proceso
político verificado entre 1963 y 1966, el último
intento de acercamiento a la Constitución antes de
1973.
—Storani: Ese gobierno
no era revolucionario, pero en alguna medida
afectaba, era contrapuesto a los intereses del
imperialismo. Pero en ese proceso, como en todos
los movimientos populares argentinos, casi como
una constante, existieron fuerzas contrapuestas,
infiltradas, que trataron de torcer el rumbo del
proceso antiimperialista. No sólo en nuestro
partido sino en otros. Eso lo tenemos que decir.
Algunos sectores dijeron que "un general de la
Nación era por sí solo una garantía". Otros
plantearon la necesidad de "profundizar" la
"revolución" argentina. Tenemos la memoria fresca
en este sentido. A pesar de militar en un sector
de oposición a la conducción de nuestro partido,
tenemos que señalar que hubo, desde el primer
instante del onganiato, una postura de
enfrentamiento a la dictadura. A partir de
entonces, una serie de viejos métodos, de viejas
prácticas, fueron desterrados. Esa fue una virtud
de la R. A. que permitió dar paso a una nueva
generación de militantes políticos. La situación
política planteada entonces permitió colocar al
pueblo de un lado y a la dictadura de otro, en dos
campos perfectamente identificados. Luego del 11
de marzo, lo dice el documento conjunto de la
juventud radical y la peronista, dos días antes
del 13 de julio, se produce una vieja práctica del
imperialismo: la infiltración en el movimiento
popular. Así ocurrió con Yrigoyen, combatido por
los sectores de la Concordancia, y así pasa ahora
con los grandes partidos nacionales.
—¿Qué piensa Gullo
acerca de este tema?
—Gullo: Comparto esa
teoría de la infiltración en los movimientos
populares. También en nuestro movimiento existen
sectores que intentan medrar con 18 años de lucha,
persecuciones, muertos y torturados, y procuran
desarrollar una política reaccionaria.
—¿La infiltración de
esas tendencias se expresaría en la integración
del binomio presidencial de su movimiento?
—Gullo: No. Creo haber
sido claro al respecto al señalar que Perón
presidente es un anhelo de 18 años de lucha. Más
allá de un comicio, Perón significa el sí rotundo
del 80 por ciento del pueblo comprometido con la
liberación.
—Aquí se ha observado
—Cherashny lo ha hecho— la candidatura
vice-presidencial peronista ...
—Gullo: Esa
candidatura es, en estos momentos, más un elemento
secundario que uno fundamental o prioritario. La
política del general Perón es tan contundente que
arrastra al conjunto del pueblo y, por ende, a la
candidatura vicepresidencial.
—El Partido Comunista
no concurrió a comicios el 11 de marzo porque
existía una ley anticomunista y un estatuto de los
partidos que el PC entendió como proscriptivo y
represivo. ¿Por qué motivos el PC no ha pedido al
gobierno la derogación del Estatuto para poder
presentarse como fuerza propia el 23 de
septiembre?
—Echegaray: Hace pocos
días, una delegación de nuestro partido entrevistó
al ministro Benito Llambí, y le planteó entre
otros temas, la opinión del PC en relación al
Estatuto. Se le pidió su derogación. Entendemos,
como nuestro partido, que es un instrumento
proscriptivo. Baste decir que fue establecido por
el gobierno anterior...
—... Pero, ¿por qué la
bancada comunista de diputados no planteó en un
proyecto su derogación?
—Echegaray: La bancada
de la Alianza Popular Revolucionaria ha planteado
reiteradamente el problema de la abrogación de
toda la legislación represiva y, entre ella, la
del Estatuto de los Partidos Políticos. Nosotros
entendemos que la respuesta del señor Llambí es
interesante: se va a estudiar —dijo— la derogación
de ese estatuto. Nosotros vamos a luchar
incansablemente para que este estatuto, como
también lo desean los demás sectores populares,
sea derogado.
—¿No considera
necesario que la bancada comunista presente un
proyecto en ese sentido?
—Echegaray: Esto se
verá en su momento.
—¿Cómo visualizan
ustedes la situación económica a partir de la
nueva política gubernativa en la materia?
—Castellucci: Hasta el
11 de marzo regía en el país una estructura
económica capitalista. El Frente Justicialista al
hacerse cargo del gobierno intentó dar los
primeros pasos hacia el establecimiento de un
sistema socialista de producción. Pero Gelbard
como ministro de Economía, representante de la
infiltración de esos intereses de que hablábamos
antes, tratará de distorsionar las pautas
programáticas que fijara el FREJULI. Nuestra
obligación es hacer cumplir ese programa.
—¿La Juventud
Peronista comparte ese juicio?
—Gullo: Estoy de
acuerdo en que el 11 de marzo se abrió en el país
la posibilidad de transitar hacia la construcción
de un sistema económico que tienda a desarrollar
las propuestas del socialismo nacional. El Pacto
Social que, de hecho es acompañado por el conjunto
de las fuerzas, es en estos momentos un acuerdo
que vemos como auspicioso. Lo que sí apuntamos es
que en ese Pacto, estructurado entre la clase
obrera y por sectores del empresariado aquélla no
tiene el suficiente poder como para imponer todas
sus aspiraciones.
—Storani: No estoy de
acuerdo con ese juicio. Nuestro país es
dependiente a diversos niveles, entre ellos el
tecnológico. Cuando logremos poner en manos del
Estado los resortes básicos de la economía, el
comercio exterior, los bancos y podamos hacer la
reforma agraria y nacionalizar el petróleo,
diremos que comenzamos a transitar la primera
etapa, que es la de la liberación nacional.
—Como representantes
de los partidos que han obtenido el 80 por ciento
de los votos el 11 de marzo, han planteado
programas políticos que implican, por lo menos,
una política nacionalista revolucionaria. Han
propuesto un Frente de Liberación y de poder
popular. ¿Qué fuerza política o social debe
conducir ese Frente? ¿Ese modelo que ustedes
proponen tiene como objetivo el socialismo? ¿Cómo
se construye en términos concretos ese poder
popular?
—Storani: Para que el
proceso de liberación nacional sea auténtico, el
mismo debe estar dirigido por la clase
trabajadora; no decimos clase obrera. Si
siguiéramos al cientificismo marxista, no
podríamos encuadrar el esquema social de la
Argentina. Por lo tanto, es la clase trabajadora
—incluidos en ella los intelectuales, los
empleados—, la que debe orientar este proceso. El
peronismo representa sectores mayoritarios de la
clase trabajadora y también de la clase media. El
radicalismo, por su parte, no es sólo expresión de
las capas medias sino de otros sectores
antagónicos con el imperialismo y la oligarquía.
Por cierto, ni en el Pacto Social ni en la CGT
están representados los trabajadores.
—Albanese: El proceso
de liberación en la Argentina no puede ser al
mismo tiempo, sino un proceso de construcción de
un socialismo humanista, nacional, comunitario,
basado en la democratización integral, en las
estructuras políticas, económicas, sociales y
culturales del país. Poder popular supone la
organización de instituciones políticas
revolucionarias desde el mismo pueblo.
—Gullo: Obviamente,
todo el peronismo reconoce como columna vertebral
a la clase trabajadora que congrega a sectores más
amplios de la población en la lucha contra el
imperialismo. De ahí que los votos del 11 de marzo
están expresando no solamente a la clase
trabajadora.
—El jefe montonero
Firmenich dijo en el mitin de la cancha de Atlanta
que la clase obrera no es hegemónica todavía en
este proceso. ¿Comparte ese juicio?
—Gullo: Coincido en
que hoy no se puede expresar totalmente lo que la
dase trabajadora buscó en 18 años de lucha. Lo que
de ningún modo descarto es que con este proceso
político tan rico, la clase obrera tomará junto a
su Líder la conducción del gobierno peronista.
—Arrechea: Desde hace
algún tiempo expresamos que la clase obrera
organizada y la no sindicalizada constituyen el
eje central del proceso de liberación nacional.
Creemos en todo proceso de liberación, en la
medida que modifica las bases estructurales de un
país a nuevas formas sociales que se van a ajustar
a las condiciones históricas concretas de cada
país y de cada región. Las Fuerzas Armadas también
deben participar de este proceso. Ellas juegan
papeles diversos de acuerdo a los
condicionamientos de la sociedad. En cada país el
papel de los militares es particular, por eso no
se puede asimilar la experiencia peruana a nuestra
etapa argentina.
—Storani: Todos los
cambios se hacen sobre la base del protagonismo
popular. Los militares no van a dirigir ningún
proceso nacional porque toda la revolución la
dirige el pueblo. Hay una frase muy conocida que
dice que la revolución se hará con los militares,
sin los militares o contra los militares.
—Cherashny: Yo hice
una alusión a la reciente posición del Ejército en
la conferencia militar panamericana calificándola
como positiva. En el caso peruano apoyamos el
proceso, pero siempre que se sostenga o se
prolongue en la línea de movilización de las
masas, ya que sólo mediante ese método se van a
producir cambios en América latina. Pero en la
República Argentina, pese a qué de ningún modo el
Ejército se ve que esté comprometido con el
proceso revolucionario, adopta ahora la línea de
afirmar que la subversión en A. latina no proviene
de las masas sino de los grandes intereses
económicos que impiden el desarrollo productivo de
los países.
—Echegaray: La
experiencia histórica indica que la burguesía ha
claudicado permanentemente ante el imperialismo y
que sólo la clase obrera es capaz de llevar el
proceso de liberación nacional hasta sus últimas
consecuencias. En la actual etapa existen
numerosos sectores populares que participan en la
lucha de liberación: en el peronismo, en el
radicalismo, y en otras fuerzas populares. El
poder popular surge de las luchas contra las
patronales, el imperialismo y la burocracia
sindical como en Brazo Largo, las regionales
Córdoba y Salta de la CGT. De un lado están los
más (los obreros, los campesinos, los estudiantes)
y del otro las minorías que han usufructuado el
trabajo de nuestro pueblo durante décadas.
—Pitt: Acá no podemos
soñar en hacer una revolución de la noche a la
mañana. El 25 de mayo se inicia la
institucionalización, luego de las luchas
populares, de ese proceso por la ¡liberación
nacional y social. La clase trabajadora es
hegemónica en este proceso. Para que el poder
popular se estructure hay que entender que el
conductor estratégico de ese proceso es el general
Perón, cabeza —en esta instancia— del Movimiento
Nacional y Popular.
PANORAMA, SEPTIEMBRE
6. 1973
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