Periodismo y libertad
por HORACIO ESTOL
Se puede afirmar que el tema periodístico de actualidad más permanente es el propio periodismo. Desde el momento en que la libertad de prensa sirve de garantía para todas las demás libertades, y que hoy, más que nunca, el gran debate mundial gira en torno de las más diferentes formas de la libertad, tenemos entonces que el periodismo es a la postre la expresión más completa de la libertad en sí misma. Por eso, nada define mejor a un país que su prensa; inclusive por contraste, ya que una prensa castrada denuncia a un pueblo sometido.
A esa actualidad permanente del periodismo se suma la frecuente actualidad circunstancial que cobra el tema cuando los acontecimientos colocan a la prensa —directa o indirectamente— en el primer plano noticioso. Esto es lo que viene sucediendo en los últimos tiempos en el panorama mundial y lo que justifica —como en este caso— que la prensa se ocupe de la prensa.
libertad de prensa

UNA BUENA BASE. No hay que ir muy lejos para comprobar lo que decimos. En mayo pasado, al establecerse el gobierno electo el 11 de marzo, se expresó por boca del propio ex presidente Héctor J. Cámpora, la preocupación, constitucionalmente auspiciosa por la libertad de prensa, a punto tal que, de paso, se condenó la autocensura periodística. Esa fue una buena base para que se vayan ventilando preocupaciones más importantes todavía para la libertad de prensa, ya que la censura, especie de furca política, no es sino la más burda, obvia y primitiva de las restricciones. En la sociedad moderna, la existencia de una prensa libre depende de muchos y diferentes factores —económicos, jurídicos, tecnológicos, gremiales, políticos— que al cabo pueden influir tan peligrosamente como la misma censura; a la adulteración del periodismo se puede llegar por muy diferentes e inesperados caminos.
De modo que, desde la antigua cuestión de la fabricación nacional del papel para diarios hasta la delicada perspectiva de las restricciones publicitarias, los argentinos tenemos razones sobradas para debatir el futuro de nuestra prensa...
En tanto, miremos alrededor. En junio, al reunirse la Unión de la Prensa de la Comunidad de Naciones Inglesas —80 directores de diarios de doce países— el ex ministro William Deeds dijo en una parte de su discurso que "los propietarios, directores y gremios de los diarios parecían compelidos a una especie de baile ridículo que podía resultar un último tango macabro". Quería decir que la prensa inglesa atraviesa uno de sus peores momentos de los últimos 308 años, contando a partir del primer número de "The London Gazette", un bisemanario que sigue publicándose y que en su larga historia de primicias incluye
el relato exclusivo de la batalla de Waterloo, escrito por... Lord Wellington.
El problema de la prensa inglesa se resume en que los diarios son peligrosamente vulnerables al estilo industrial de nuestro tiempo. El diagnóstico es que "el chaleco de fuerza del comercialismo moderno y las técnicas que demanda tienden a corroer la conciencia del periodismo, son hostiles al espíritu de la libertad de prensa y disminuyen su valor para la comunidad". Esto es más grave, además, porque no se trata de un problema del periodismo inglés, sino mundial.

AUTOCRITICA. Aclaremos que a la prensa inglesa le corresponde un pequeño lugar aparte del que es justo dar cuenta. Con 488 ejemplares de diarios por cada 1.000 personas, ocupa el tercer puesto en la estadística mundial (1) que encabezan Suecia con 528 y Japón con 503. Ocupa, en cambio, el primer puesto en lo que se podría definir como la preocupación por la responsabilidad periodística, que es el andamiaje de la libertad de prensa.
Esa preocupación está a cargo del Consejo Británico de la Prensa, organizado espontáneamente por el periodismo inglés en 1954, con el fin de velar por la ética profesional. Se lo ha definido como un "bulldog" sin dientes porque carece de fuerza punitiva y todo lo que puede hacer es censurar ... en el mejor sentido de la palabra, los casos de inconducta ética. A esa sanción se agrega el entendimiento de que el texto de la misma aparecerá en la publicación censurada. El Consejo ha producido ya más de un millar de sanciones, pero sólo se han registrado cinco casos en los que no se hizo la publicación requerida.
A principios de julio, en París, los clubes "Perspectivas y Realidades" organizaron una mesa redonda para discutir el poder de la prensa. Entre los asistentes estaba el ministro de Economía y Finanzas, Valery Giscard d'Estaing, líder de los republicanos independientes. Al preguntársele si la prensa es efectivamente un poder, dio una respuesta prácticamente nueva: "Creo —dijo— que debe ser un antipoder. La prensa antipoder debe hablar de lo que nosotros (el gobierno) hacemos y criticarlo". La respuesta es nueva, pero la función no, porque la prensa francesa tiene una antigua vocación de antipoder.

FUNCION PRINCIPAL. Esa vocación es el común denominador de la prensa en todas las sociedades democráticas que, con diferentes estilos, atienden siempre al mismo principio de vigilancia. La fortaleza del principio reside en la independencia de la publicación que comienza por el rechazo de favores económicos especiales del gobierno porque eso significa aceptar obligaciones, también especiales, y perder la independencia. Consecuentemente, es bueno que esa independencia esté siempre bien establecida.
Al caso hay ejemplos reconfortantes. El diario "The New York Times", por ejemplo, en el primer trimestre de este año tuvo ingresos por 84.500.000 dólares y gastos por 78.800.000, de lo que resultó un dividendo de 0,35 centavos de dólar por acción. Esto es tan interesante como el hecho de que ¿os balances se publiquen periódicamente en el propio diario, y éste no es el único que expone así sus finanzas.
A mediados de julio, en Europa, hubo una conmoción periodística debido a una información exclusiva del "Times" de Londres, denunciando que tropas coloniales portuguesas eran responsables de una matanza de indígenas que había ocurrido unos meses antes en Mozambique. La información fue recogida por diarios de Francia, Italia, Alemania Occidental, Dinamarca, Suecia y la agencia noticiosa oficial de la URSS. Al día siguiente se registró en Lisboa una irritada reacción de la prensa local. El "Diario de Noticias" anunciaba: "Sórdida campaña Desatada por Londres", y "El Siglo", uno de los diarios portugueses de mayor circulación, decía: "Increíble Ataque del "Times" a Portugal". En los dos diarios fue reproducido el artículo del diario inglés y en los dos casos ese artículo aparecía... censurado! Por supuesto, el grueso del pueblo portugués sólo se entera —como ocurre en todas partes— de lo que sus diarios le informan. En ese caso nadie pudo imaginar que el artículo que se reproducía estaba censurado porque ... bueno, cuando hay censura nadie sabe que hay censura porque hay censura ...

BATALLA PERMANENTE. Recientemente en Brasil fueron prohibidas 69 revistas y... dos canciones. En Chile, "El Mercurio", diario opositor, dejaba de aparecer por primera vez en 73 años debido a una disposición judicial que suspendió la publicación durante seis días. En el Uruguay está prohibido el ingreso de diarios extranjeros, y nosotros, el 13 de julio, tuvimos la radio y la TV "encadenadas" literal y figuradamente. En Grecia, durante 1971, fueron detenidos 48 periodistas al tiempo que se editaba una ley de "ética de la prensa" de acuerdo con el concepto que tienen algunos coroneles griegos sobre la ética y sobre la prensa. También en Portugal se imponía una "ley de prensa" que ya vimos cómo funciona; en Singapur se prohibía el diario "Singapore Herald", publicado en inglés. Y en "El Diario de China", James A. Michener (Relatos del Pacífico Sur) cuenta que durante una de las dos entrevistas que tuvo con Chu En-lai llegó ej, director de "El Diario del Pueblo", con el diagrama de la primera página, para que el primer ministro lo aprobara...
La larga lista de los embates que sufre la prensa mundial no sólo tiene que ver con la libertad de prensa directamente. Desde hace años, las dificultades económicas provocan una verdadera mortandad de publicaciones, con los índices más altos, naturalmente, para las más débiles. Corresponde por eso señalar la iniciativa adoptada a mediados de 1971 por el gobierno de Suecia. Y recuérdese que ése es el país que tiene el más alto porcentaje de lectores de diarios. Se estableció un impuesto del 6 % para los diarios y el 10 % para las revistas, sobre los ingresos por publicidad que excedieran de los tres millones de coronas. El producto de ese impuesto, unos 50 millones de coronas, se reparte entre las empresas periodísticas pequeñas a razón de 3.000 coronas por tonelada de papel consumido, excluyéndose de ese papel la proporción correspondiente a la publicidad. No hay milagros. Se explica así que para cada millar de personas haya 528 ejemplares de diarios.

PRENSA Y GOBIERNO. Es de dominio público que los debates más espectaculares sobre la función de la prensa se vienen registrando últimamente en EE.UU. Allí el tema tiene tanta preponderancia como antigüedad. Cuando todavía no existía la Constitución --antes de 1789— Thomas Jefferson había dicho que "si debiéramos decidir entre tener gobierno y no tener diarios o no tener gobierno y tener diarios, no dudaría en preferir lo último".
Al margen de los casos que traspasan las fronteras, el historial de la libertad de prensa en EE.UU. —su defensa y los ataques que sufre periódicamente— es tan denso como diverso. En estos momentos, por ejemplo, y después de muchos meses de estudio y debate, ha tenido aprobación legislativa preliminar una medida de enorme importancia: el derecho del periodista de rehusarse a revelar ante la Justicia, tanto una determinada información como la fuente de la misma o la fuente de cualquier información que haya obtenido. Esto, que simplificamos mucho en su enunciado, tiene una enorme complejidad: sustancialmente se trata de la libertad de prensa, porque si la fuente informativa no se siente protegida nunca podría proporcionar una información crítica ...
Es imposible tratar este tema sin recordar el caso sensacional de "Los Documentos del Pentágono" que el diario "The New York Times" comenzó a publicar el 13 de junio de 1971. Ese caso tuvo un doble valor trascendental: primero la revelación de cómo un gobierno tras otro, a espaldas del público, había arrastrado al país a una guerra insensata; y segundo, la cuestión que se planteaba entre la libertad de la prensa para informar sobre la conducta de un gobierno versus el poder de ese gobierno para impedir cualquier publicación en nombre de la seguridad nacional.
En la larga cuestión que se desarrolló lo más importante fue que por primera vez un gobierno de EE.UU. pidió a la Justicia y obtuvo una acción legal contra los diarios donde apareciese el citado material del Pentágono, prohibiéndose temporariamente su publicación, ya que cuando esa medida afectó al "New York Times", otros diarios habían iniciado la publicación del mismo material.

CENSURA Y TEMOR. Prácticamente se levantó la prensa entera del país con la bandera de "Los Documentos del Pentágono". Después del "New York Times" fue el "Washington Post", con 300 diarios pequeños afiliados a los servicios de su sindicato, luego el "Boston Globe", el "St. Louis Dispatch", el "Christian Science Monitor", los 11 diarios de la cadena Ring... Esa actitud tenía que ver con algo que en EE.UU. no ignoran ni los periodistas ni las empresas periodísticas: la prensa nunca se aseguró la libertad sometiéndose a la censura por temor a lo que pueda ocurrir si se publica la verdad...
De los dos aspectos de "Los Documentos del Pentágono", el de la libertad de prensa fue el principal, como que la cuestión desembocó en la Corte Suprema con una carátula sin precedentes: "The New York Times vs. United States of America", lo que era igual a un diario contra el Estado. La publicación de los artículos se reanudó el 1º de julio porque el día antes la Corte Suprema afirmó el derecho de la prensa abriendo acceso a la respuesta del gran interrogante sustancial que había en ese caso: ¿cuándo el interés fundamental del país y de los ciudadanos puede tener prioridad sobre la preocupación convencional de la seguridad nacional, y cuándo las demandas de seguridad nacional justifican la violación de las garantías de la democracia? Dejemos aquí este caso, ya que su análisis y sus implicaciones tienen proporciones enciclopédicas. En otro nivel, también se ha dado una circunstancia similar en el caso de Watergate, puesto en marcha por dos reporteros investigadores del diario "Washington Post". En los comentarios internacionales sobre este affaire se destacan los de la prensa inglesa.

UN PEQUEÑO PRECIO. La preocupación, para esa prensa, es que lo ocurrido en EE.UU. con Watergate nunca hubiera podido suceder en Inglaterra debido a la existencia del... ¡Consejo Británico de la Prensa! Claro. Suponemos que Ud. aplaudió mentalmente la existencia de ese Consejo, porque siempre preferimos lo mejor. Pero ahora sucede que los ingleses reconocen la impedimenta que hubieran sido las consideraciones éticas para que el periodismo inglés llegara adonde llegó el norteamericano en su función investigadora; el cargo automático es que en EE.UU. la prensa no tiene las "inhibiciones" que tiene su contraparte inglesa. Y no es un cargo gratuito. No hace mucho, Arthur Krock, uno de los más distinguidos decanos del periodismo de ese país, decía: "La mayor parte de los norteamericanos ha llegado a entender que los excesos irritantes de la prensa son el pequeño precio que se paga por tener una prensa independiente de todo control del gobierno. Se comprende que solamente una prensa independiente puede contribuir vigorosa y efectivamente a la amplia discusión crítica de los asuntos públicos, que es el pre-requisito inconmovible de una sociedad democrática".
Digamos, por último, que al hablar de la prensa lo hacemos tomando la idea como un símbolo del ejercicio de la información, la crítica y el esclarecimiento, en todas sus formas, desde las publicaciones impresas como el diario y la revista hasta las conferencias, pasando por la radio, la TV, el cine, el teatro, el libro y sin excluir los nuevos medios de comunicación que puedan aparecer. Ley que decimos de la prensa, por lo tanto, se aplica a todos los formatos señalados de acuerdo con el consenso que lleva hecho la humanidad sobre este tema. Resulta justo, además, que la idea general de esta cuestión se simbolice en la prensa, diaria o periódica. Porque la palabra impresa está en el principio de toda esta gran cuestión, con una historia que ya tiene cuatro siglos, como el primer recurso que tuvo el hombre para multiplicar el alcance de las ideas que fueron componiendo los términos que en el acuerdo de la democracia constituyen la primerísima libertad.
(1) Anuario Estadístico de la ONU. (Punto de referencia: Argentina, 128 ejemplares)
Revista Panorama
02.08.1973

 

Ir Arriba