UNA BUENA BASE.
No hay que ir muy lejos para comprobar lo que
decimos. En mayo pasado, al establecerse el
gobierno electo el 11 de marzo, se expresó por
boca del propio ex presidente Héctor J. Cámpora,
la preocupación, constitucionalmente auspiciosa
por la libertad de prensa, a punto tal que, de
paso, se condenó la autocensura periodística. Esa
fue una buena base para que se vayan ventilando
preocupaciones más importantes todavía para la
libertad de prensa, ya que la censura, especie de
furca política, no es sino la más burda, obvia y
primitiva de las restricciones. En la sociedad
moderna, la existencia de una prensa libre depende
de muchos y diferentes factores —económicos,
jurídicos, tecnológicos, gremiales, políticos— que
al cabo pueden influir tan peligrosamente como la
misma censura; a la adulteración del periodismo se
puede llegar por muy diferentes e inesperados
caminos.
De modo que, desde la
antigua cuestión de la fabricación nacional del
papel para diarios hasta la delicada perspectiva
de las restricciones publicitarias, los argentinos
tenemos razones sobradas para debatir el futuro de
nuestra prensa...
En tanto, miremos
alrededor. En junio, al reunirse la Unión de la
Prensa de la Comunidad de Naciones Inglesas —80
directores de diarios de doce países— el ex
ministro William Deeds dijo en una parte de su
discurso que "los propietarios, directores y
gremios de los diarios parecían compelidos a una
especie de baile ridículo que podía resultar un
último tango macabro". Quería decir que la prensa
inglesa atraviesa uno de sus peores momentos de
los últimos 308 años, contando a partir del primer
número de "The London Gazette", un bisemanario que
sigue publicándose y que en su larga historia de
primicias incluye
el relato exclusivo de
la batalla de Waterloo, escrito por... Lord
Wellington.
El problema de la
prensa inglesa se resume en que los diarios son
peligrosamente vulnerables al estilo industrial de
nuestro tiempo. El diagnóstico es que "el chaleco
de fuerza del comercialismo moderno y las técnicas
que demanda tienden a corroer la conciencia del
periodismo, son hostiles al espíritu de la
libertad de prensa y disminuyen su valor para la
comunidad". Esto es más grave, además, porque no
se trata de un problema del periodismo inglés,
sino mundial.
AUTOCRITICA.
Aclaremos que a la prensa inglesa le corresponde
un pequeño lugar aparte del que es justo dar
cuenta. Con 488 ejemplares de diarios por cada
1.000 personas, ocupa el tercer puesto en la
estadística mundial (1) que encabezan Suecia con
528 y Japón con 503. Ocupa, en cambio, el primer
puesto en lo que se podría definir como la
preocupación por la responsabilidad periodística,
que es el andamiaje de la libertad de prensa.
Esa preocupación está
a cargo del Consejo Británico de la Prensa,
organizado espontáneamente por el periodismo
inglés en 1954, con el fin de velar por la ética
profesional. Se lo ha definido como un "bulldog"
sin dientes porque carece de fuerza punitiva y
todo lo que puede hacer es censurar ... en el
mejor sentido de la palabra, los casos de
inconducta ética. A esa sanción se agrega el
entendimiento de que el texto de la misma
aparecerá en la publicación censurada. El Consejo
ha producido ya más de un millar de sanciones,
pero sólo se han registrado cinco casos en los que
no se hizo la publicación requerida.
A principios de julio,
en París, los clubes "Perspectivas y Realidades"
organizaron una mesa redonda para discutir el
poder de la prensa. Entre los asistentes estaba el
ministro de Economía y Finanzas, Valery Giscard
d'Estaing, líder de los republicanos
independientes. Al preguntársele si la prensa es
efectivamente un poder, dio una respuesta
prácticamente nueva: "Creo —dijo— que debe ser un
antipoder. La prensa antipoder debe hablar de lo
que nosotros (el gobierno) hacemos y criticarlo".
La respuesta es nueva, pero la función no, porque
la prensa francesa tiene una antigua vocación de
antipoder.
FUNCION PRINCIPAL.
Esa vocación es el común denominador de la prensa
en todas las sociedades democráticas que, con
diferentes estilos, atienden siempre al mismo
principio de vigilancia. La fortaleza del
principio reside en la independencia de la
publicación que comienza por el rechazo de favores
económicos especiales del gobierno porque eso
significa aceptar obligaciones, también
especiales, y perder la independencia.
Consecuentemente, es bueno que esa independencia
esté siempre bien establecida.
Al caso hay ejemplos
reconfortantes. El diario "The New York Times",
por ejemplo, en el primer trimestre de este año
tuvo ingresos por 84.500.000 dólares y gastos por
78.800.000, de lo que resultó un dividendo de 0,35
centavos de dólar por acción. Esto es tan
interesante como el hecho de que ¿os balances se
publiquen periódicamente en el propio diario, y
éste no es el único que expone así sus finanzas.
A mediados de julio,
en Europa, hubo una conmoción periodística debido
a una información exclusiva del "Times" de
Londres, denunciando que tropas coloniales
portuguesas eran responsables de una matanza de
indígenas que había ocurrido unos meses antes en
Mozambique. La información fue recogida por
diarios de Francia, Italia, Alemania Occidental,
Dinamarca, Suecia y la agencia noticiosa oficial
de la URSS. Al día siguiente se registró en Lisboa
una irritada reacción de la prensa local. El
"Diario de Noticias" anunciaba: "Sórdida campaña
Desatada por Londres", y "El Siglo", uno de los
diarios portugueses de mayor circulación, decía:
"Increíble Ataque del "Times" a Portugal". En los
dos diarios fue reproducido el artículo del diario
inglés y en los dos casos ese artículo aparecía...
censurado! Por supuesto, el grueso del pueblo
portugués sólo se entera —como ocurre en todas
partes— de lo que sus diarios le informan. En ese
caso nadie pudo imaginar que el artículo que se
reproducía estaba censurado porque ... bueno,
cuando hay censura nadie sabe que hay censura
porque hay censura ...
BATALLA PERMANENTE.
Recientemente en Brasil fueron prohibidas 69
revistas y... dos canciones. En Chile, "El
Mercurio", diario opositor, dejaba de aparecer por
primera vez en 73 años debido a una disposición
judicial que suspendió la publicación durante seis
días. En el Uruguay está prohibido el ingreso de
diarios extranjeros, y nosotros, el 13 de julio,
tuvimos la radio y la TV "encadenadas" literal y
figuradamente. En Grecia, durante 1971, fueron
detenidos 48 periodistas al tiempo que se editaba
una ley de "ética de la prensa" de acuerdo con el
concepto que tienen algunos coroneles griegos
sobre la ética y sobre la prensa. También en
Portugal se imponía una "ley de prensa" que ya
vimos cómo funciona; en Singapur se prohibía el
diario "Singapore Herald", publicado en inglés. Y
en "El Diario de China", James A. Michener
(Relatos del Pacífico Sur) cuenta que durante una
de las dos entrevistas que tuvo con Chu En-lai
llegó ej, director de "El Diario del Pueblo", con
el diagrama de la primera página, para que el
primer ministro lo aprobara...
La larga lista de los
embates que sufre la prensa mundial no sólo tiene
que ver con la libertad de prensa directamente.
Desde hace años, las dificultades económicas
provocan una verdadera mortandad de publicaciones,
con los índices más altos, naturalmente, para las
más débiles. Corresponde por eso señalar la
iniciativa adoptada a mediados de 1971 por el
gobierno de Suecia. Y recuérdese que ése es el
país que tiene el más alto porcentaje de lectores
de diarios. Se estableció un impuesto del 6 % para
los diarios y el 10 % para las revistas, sobre los
ingresos por publicidad que excedieran de los tres
millones de coronas. El producto de ese impuesto,
unos 50 millones de coronas, se reparte entre las
empresas periodísticas pequeñas a razón de 3.000
coronas por tonelada de papel consumido,
excluyéndose de ese papel la proporción
correspondiente a la publicidad. No hay milagros.
Se explica así que para cada millar de personas
haya 528 ejemplares de diarios.
PRENSA Y GOBIERNO.
Es de dominio público que los debates más
espectaculares sobre la función de la prensa se
vienen registrando últimamente en EE.UU. Allí el
tema tiene tanta preponderancia como antigüedad.
Cuando todavía no existía la Constitución --antes
de 1789— Thomas Jefferson había dicho que "si
debiéramos decidir entre tener gobierno y no tener
diarios o no tener gobierno y tener diarios, no
dudaría en preferir lo último".
Al margen de los casos
que traspasan las fronteras, el historial de la
libertad de prensa en EE.UU. —su defensa y los
ataques que sufre periódicamente— es tan denso
como diverso. En estos momentos, por ejemplo, y
después de muchos meses de estudio y debate, ha
tenido aprobación legislativa preliminar una
medida de enorme importancia: el derecho del
periodista de rehusarse a revelar ante la
Justicia, tanto una determinada información como
la fuente de la misma o la fuente de cualquier
información que haya obtenido. Esto, que
simplificamos mucho en su enunciado, tiene una
enorme complejidad: sustancialmente se trata de la
libertad de prensa, porque si la fuente
informativa no se siente protegida nunca podría
proporcionar una información crítica ...
Es imposible tratar
este tema sin recordar el caso sensacional de "Los
Documentos del Pentágono" que el diario "The New
York Times" comenzó a publicar el 13 de junio de
1971. Ese caso tuvo un doble valor trascendental:
primero la revelación de cómo un gobierno tras
otro, a espaldas del público, había arrastrado al
país a una guerra insensata; y segundo, la
cuestión que se planteaba entre la libertad de la
prensa para informar sobre la conducta de un
gobierno versus el poder de ese gobierno para
impedir cualquier publicación en nombre de la
seguridad nacional.
En la larga cuestión
que se desarrolló lo más importante fue que por
primera vez un gobierno de EE.UU. pidió a la
Justicia y obtuvo una acción legal contra los
diarios donde apareciese el citado material del
Pentágono, prohibiéndose temporariamente su
publicación, ya que cuando esa medida afectó al
"New York Times", otros diarios habían iniciado la
publicación del mismo material.
CENSURA Y TEMOR.
Prácticamente se levantó la prensa entera del país
con la bandera de "Los Documentos del Pentágono".
Después del "New York Times" fue el "Washington
Post", con 300 diarios pequeños afiliados a los
servicios de su sindicato, luego el "Boston
Globe", el "St. Louis Dispatch", el "Christian
Science Monitor", los 11 diarios de la cadena
Ring... Esa actitud tenía que ver con algo que en
EE.UU. no ignoran ni los periodistas ni las
empresas periodísticas: la prensa nunca se aseguró
la libertad sometiéndose a la censura por temor a
lo que pueda ocurrir si se publica la verdad...
De los dos aspectos de
"Los Documentos del Pentágono", el de la libertad
de prensa fue el principal, como que la cuestión
desembocó en la Corte Suprema con una carátula sin
precedentes: "The New York Times vs. United States
of America", lo que era igual a un diario contra
el Estado. La publicación de los artículos se
reanudó el 1º de julio porque el día antes la
Corte Suprema afirmó el derecho de la prensa
abriendo acceso a la respuesta del gran
interrogante sustancial que había en ese caso:
¿cuándo el interés fundamental del país y de los
ciudadanos puede tener prioridad sobre la
preocupación convencional de la seguridad
nacional, y cuándo las demandas de seguridad
nacional justifican la violación de las garantías
de la democracia? Dejemos aquí este caso, ya que
su análisis y sus implicaciones tienen
proporciones enciclopédicas. En otro nivel,
también se ha dado una circunstancia similar en el
caso de Watergate, puesto en marcha por dos
reporteros investigadores del diario "Washington
Post". En los comentarios internacionales sobre
este affaire se destacan los de la prensa inglesa.
UN PEQUEÑO PRECIO.
La preocupación, para esa prensa, es que lo
ocurrido en EE.UU. con Watergate nunca hubiera
podido suceder en Inglaterra debido a la
existencia del... ¡Consejo Británico de la Prensa!
Claro. Suponemos que Ud. aplaudió mentalmente la
existencia de ese Consejo, porque siempre
preferimos lo mejor. Pero ahora sucede que los
ingleses reconocen la impedimenta que hubieran
sido las consideraciones éticas para que el
periodismo inglés llegara adonde llegó el
norteamericano en su función investigadora; el
cargo automático es que en EE.UU. la prensa no
tiene las "inhibiciones" que tiene su contraparte
inglesa. Y no es un cargo gratuito. No hace mucho,
Arthur Krock, uno de los más distinguidos decanos
del periodismo de ese país, decía: "La mayor parte
de los norteamericanos ha llegado a entender que
los excesos irritantes de la prensa son el pequeño
precio que se paga por tener una prensa
independiente de todo control del gobierno. Se
comprende que solamente una prensa independiente
puede contribuir vigorosa y efectivamente a la
amplia discusión crítica de los asuntos públicos,
que es el pre-requisito inconmovible de una
sociedad democrática".
Digamos, por último,
que al hablar de la prensa lo hacemos tomando la
idea como un símbolo del ejercicio de la
información, la crítica y el esclarecimiento, en
todas sus formas, desde las publicaciones impresas
como el diario y la revista hasta las
conferencias, pasando por la radio, la TV, el
cine, el teatro, el libro y sin excluir los nuevos
medios de comunicación que puedan aparecer. Ley
que decimos de la prensa, por lo tanto, se aplica
a todos los formatos señalados de acuerdo con el
consenso que lleva hecho la humanidad sobre este
tema. Resulta justo, además, que la idea general
de esta cuestión se simbolice en la prensa, diaria
o periódica. Porque la palabra impresa está en el
principio de toda esta gran cuestión, con una
historia que ya tiene cuatro siglos, como el
primer recurso que tuvo el hombre para multiplicar
el alcance de las ideas que fueron componiendo los
términos que en el acuerdo de la democracia
constituyen la primerísima libertad.
(1) Anuario
Estadístico de la ONU. (Punto de referencia:
Argentina, 128 ejemplares)
Revista Panorama
02.08.1973
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