¡Objeto la pregunta
del señor defensor! -—exclama Félix Luna.
—Objeción rechazada
—dice tajante Manuel Rey Millares—. El señor
abogado defensor puede continuar con su
interrogatorio.
Manuel Gurrea, con la
delectación de quien ha logrado un triunfo
psicológico, se recuesta contra el estrado
judicial, esboza una sonrisa, amaga la elegancia
de un ademán que describe un arabesco de
agradecimiento en el aire y continúa con sus
incisivas preguntas dirigidas al testigo de
Proceso 70, la flamante audición de Luis Pico
Estrada, que se trasmite por el Canal 7, todos los
martes, a las 23.
Creado y producido a
un costo de un millón de pesos viejos por mes y
por un equipo que integran María Herrera Vegas y
Diego de Elizalde a cargo de la investigación
periodística, el programa incluye además, a un
"jurado" compuesto por Adriana Civita (Siete Días
Ilustrados), Miguel Brascó (Panorama), Diego
Lucero y José Dominiani (Clarín) y Julio Ardiles
Gray (Periscopio).
La estructura del
programa es igual a los juicios orales verdaderos,
de ahí que los argumentos utilizados tanto por la
conducción como por la defensa sean tan
apasionados y cargados de dinamita como podría
suceder en la vida real.
Luis Pico Estrada, ya
había creado anteriormente un programa similar
("Apelación Pública"), y recogió aquellas
experiencias para aplicarlas en este nuevo
intento, que incluye algunos detalles nuevos.
"Una vez elegido el
tema, procedemos a analizarlo y luego consultamos
toda la bibliografía existente sobre el asunto a
más de cuanto archivo llegue a nuestras manos",
informa a Semana Gráfica, María Herrera Vegas. Un
grupo de profesionales, entre los que se cuentan
con preferencia sociólogos, psicólogos y abogados
aportan la información necesaria para condimentar
cada audición. El entusiasmo por el programa; que
va ahora por la cuarta edición, se manifiesta en
el énfasis de Manuel Rey Millares cuando dice: "En
el programa hago las veces de juez, pero
también soy «parten de todo cuanto hacemos".
El movedizo
orquestador que es Pico Estrada no ahorra energía
durante las emisiones, y no resulta extraño verlo
agazaparse por entre las cámaras corrigiendo
detalles o haciendo indicaciones a los
participantes a fin de que la improvisación no se
desbarate en el caos. El mejor ejemplo del interés
que despierta la audición se refleja en la actitud
del personal técnico: sin descuidar sus propias
tareas no desean perder detalle de las violentas
réplicas que tanto acusadores como defensores
utilizan para afirmar sus opiniones sobre el tema
elegido.
Entusiasmado por la
marcha del programa, y sin dejar de observar nada
de lo que sucedía en la sala, Pico Estrada decía a
Semana: "Intentamos reflejar a través de «Proceso
70», una autocrítica a los problemas que vive el
país".
En las próximas
audiciones se propone avivar el fuego de las
polémicas que ya han alcanzado su punto máximo.
Basta enumerar algunos de los temas que
apasionarán a la teleplatea y que serán tratados
en "Proceso 70" el psicoanálisis, los derrumbes,
el tango; la moda masculina actual.
Mientras los
responsables del programa se documentan sobre los
asuntos mencionados, los televidentes ya han
comenzado a tomar partido por uno u otro bando
esperando, ansiosos, el resultado que el jurado
concederá a los "acusados".
El tema tratado en una
de las últimas audiciones despertó las más
acaloradas polémicas entre los integrantes de los
paneles de acusadores y defensores: las tibias
sonrisas que se intercambian durante el juicio
eran solamente una manera inútil de endulzar
situaciones cada vez más tensas. Se trataba, a
todas luces, de algo singularmente interesante:
"Establecer si la televisión argentina es hoy
nociva para el telespectador. En voz baja, la
gente que presenciaba el programa detrás de las
cámaras, seguía discutiendo sobre tan interesante
asunto al punto que, sin que lo supiera el
televidente, otra polémica, tan violenta como la
que salía por las pantallas, se continuó hasta las
primeras horas de la madrugada. "La telenovela es
la industria de la lágrima" mencionó Brascó, y la
suya no era la única de las frases con que el
acalorado debate trascurrió ante la expectante
ansiedad de todos. •
pie de fotos
MEJOR DEL MUNDO
Alberto Salem, gerente
general de Proartel, entiende que la telenovela refleja
la idiosincrasia del pueblo argentino. Tampoco lo
asusta la competencia extranjera a través de
satélites. "La TV argentina —dijo— es la mejor del
mundo."
SOBRE SARMIENTO
Darío Castel (Canal
11) no se hizo problemas. Dijo que "hay que aceptar la TV que
más le convenga al pueblo". También se ocupó de
los escritores: "Se mantienen en su torre de
marfil y no escriben para la TV". Habló sobre
Sarmiento.
LO BUENO, LO MALO
El presbítero Héctor
Grandinetti, director de la Escuela de Televisión de la
Universidad de El Salvador señaló las bondades y
los defectos de la TV argentina. "Poca creatividad
pero buena técnica", dijo. Sus juicios fueron
imparciales.
VALORES FICTICIOS
El psicólogo Antonio
Caparros dijo de la televisión: "Crea valores ficticios y es
una máquina de mensajes subliminales. Desde la
pantalla, se trata constantemente de ocultar la
realidad". Sus afirmaciones fueron seguidas con
interés.
PINKY: TODOS LOS
RUIDOS EL RUIDO
Fue la más parlanchina
del grupo. "Se dice que la familia no dialoga por
culpa de la televisión —dijo—, pero yo pienso que
una pareja que no habla por culpa de la TV,
tampoco lo hacia antes." Entre
anécdotas y sonrisas, recordó que fue ella la
primera cronista de TV que tuvo el país, mientras
se preocupaba por señalar a los demás su profesión
de periodista: "Por si alguno duda —comentaba al
margen de la audición— les digo el número de mi
carnet: es el 4606".
PROCESO 70: FABRICAR
POLEMICAS
Los creadores del
programa investigan pacientemente cada tema. "Nos
asesoran sociólogos y psicólogos", dijeron. Un
vocero del grupo, sin embargo, expresó que algunas
personas más se encargan de elaborar el programa,
"pero —agregó— no podemos dar sus nombres". En la
foto, Luis Pico Estrada, Félix Luna, Manuel
Gurrea, María Herrera Vegas y Diego de Elizalde,
quienes se preocupan para que la inversión
provoque las más encendidas y ásperas polémicas.
Revista Semana Gráfica
20.03.1970
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