EL GOLPE ESTA DE MODA
...¿QUE ES EL GOLPE?
Oficiales, ex presidentes, esposas de militares narran anécdotas inéditas y emiten su opinión sobre este crónico problema de los argentinos.

Ocho años atrás "el golpe" era un término desconocido en el diccionario político del país.
A partir de entonces fue tomando cuerpo rápidamente, y durante los gobiernos de Frondizi y Guido esta frase tan simple pero en el fondo tan dramática se fue haciendo de uso común.
Hoy, diarios y revistas de tono político vuelven a mencionar "el golpe" como algo que está en el aire, como algo posible Y "el golpe'' ganó la calle: "Es inminente para antes de fin de semana" "Ahora que fulano viaja, se hace el golpe". La frase se esparce, hace sentirse importantes a muchos. Pero, ¿qué significa realmente un golpe?
ATLANTIDA buceo en la historia política del país en busca de los orígenes del término e inclusive entrevistó a protagonistas de distintas épocas para que explicaran su significado y para que respondieran a la pregunta que se hacen muchos: "¿Realmente hay motivos para hablar de un golpe?"

¿Qué es un golpe?
En realidad el problema no es nuevo El primer golpe de estado se produjo en el mismísimo 1810. cuando el peso de la fuerza militar comandada por Saavedra volcó un proceso interno en la Junta de Mayo y se decidió el alejamiento de Mariano Moreno. De ahí en adelante los historiadores disienten en cuanto a la cantidad de golpes de estado producidos. Coinciden, sí, en que sobrepasa el centenar. Con posterioridad a 1930 —cuando un movimiento encabezado por el general Uriburu puso fin a la segunda presidencia de Yrigoyen— la tarea golpista se hace más intensa. El movimiento de septiembre de 1930 derrocó un gobierno constitucional. Era la primera vez que esto ocurría, y de ahí en adelante muchos otros quisieron repetir el experimento. Sin embargo, hay diferencias en cuanto a la nomenclatura que se le ha ido dando a través del tiempo. Al igual que en las ocasiones anteriores, cuando en 1943 un movimiento militar terminó con el gobierno del doctor Ramón Castillo, los diarios y la calle lo llamaron revolución. Perón —uno de los inspiradores de ese levantamiento del 4 de junio de 1943— prefirió en cambio llamar despectivamente "chirinadas" a las asonadas que intentaron derrocar su gobierno. Es sólo durante la presidencia de Arturo Frondizi cuando se populariza la expresión "golpe de estado". Hasta entonces sólo algunos sociólogos y tratadistas diferenciaban la "revolución" —como el cambio de un régimen político-estructural por otro diferente— del "golpe de estado", denominación que reservan para el mero cambio de un elenco gobernante por otro. Hoy esa diferenciación se ha generalizado. El coronel Juan F. Guevara, por ejemplo, definió al "golpe de estado" como "la toma del poder por las Fuerzas Armadas para simplemente reemplazar a un grupo de hombres por otro".

Sólo para militares
En esa definición del "golpe de estado" coincidieron la totalidad de las decenas de entrevistados por ATLANTIDA para concretar este estudio, entre ellos oficiales en actividad y en retiro, y especialistas. (Por motivos obvios los militares en actividad, y varios en retiro, solicitaron se mantuviera reserva de sus nombres.)
El doctor Julio C. Cueto Rúa —un estudioso político que tiene preparados los cuatro primeros capítulos de una obra dedicada a este tema— diferencia tres formas de concretar un golpe. A la primera la llama "isabelización", por comparación con la reina de Inglaterra, que "reina pero no gobierna". Como ejemplo, señala que con posterioridad al triunfo peronista del 18 de marzo de 1962 y vislumbrando que la suerte de su gobierno estaba echada.
Frondizi hizo llegar al teniente general Aramburu (actuaba como mediador) un proyecto de "isabelización" de su propio gobierno: él continuaría como presidente y un "primer ministro" de hecho tendría realmente el poder. El proyecto —que otros consideran se debió a la pluma del entonces ministro Martínez— fue rechazado y la "isabelización" no prosperó. La segunda forma de concretar el golpe sería la "sucesión", pasando el poder al vicepresidente o al presidente del Senado en virtud de la ley de acefalía. Es lo que en definitiva ocurrió en 1962, cuando el doctor José María Guido, titular provisional del Senado, asumió la presidencia de la República. La tercera forma sería la destitución lisa y llana del presidente constitucional y su reemplazo por otro gobierno cívico o militar. Tanto Cueto Rúa como los múltiples oficiales consultados coincidieron en que en la actualidad el único eje de los golpes de estado son las fuerzas militares. Los civiles, que en la revolución encabezada por Alem en 1890 llegaron a empuñar fusiles, "no ocupan hoy ningún papel activo en los golpes y su función se limita a visitar asiduamente los cuarteles tratando de convencer a los militares de que deben salir" o "a preparar estudios para futuros planes de gobierno".
En el caso de Cueto Rúa esta afirmación alcanzó aún ribetes más terminantes. Repitiendo frases del sociólogo Karl Manheinn sostuvo que "la época de las «revoluciones populares», como la francesa de 1789, donde fueron los civiles armados los que derrocaron al rey, han pasado definitivamente. En los estados modernos —sostiene— no hay posibilidad ni de «golpes de estado» ni de «revoluciones» sin la intervención de las Fuerzas Armadas. Es por eso que los comunistas no intentan reeditar las barricadas callejeras que caracterizaron los episodios de la «comuna de París», en 1848. Hoy procuran actuar con pequeños grupos guerrilleros para enfrentar a las Fuerzas Armadas. Es por eso también que tratan por todos los medios de desprestigiar a las instituciones armadas".

¿Cómo se hace un golpe?
Esta exclusividad de los militares en la protagonización de "golpes" ha ido variando la fisonomía de los levantamientos. Antes eran "cantados", como en 1930, cuando los diarios conocían el itinerario que iban a seguir las tropas aún antes de que éstas salieran del cuartel. Hoy, en cambio, una de las características básicas es la sorpresa. Así, un general en actividad que en ocasión del derrocamiento del general Lonardi se desempeñaba en el Estado Mayor del Ejército (entonces era coronel), nos relata: "Un ejemplo de lo sorpresivo de una conspiración lo constituye el hecho de que en la noche del 12 de noviembre de 1955 yo me había ido tranquilamente a mi casa. A las 6.30 del 13, cuando llegué de vuelta a mi despacho, me enteré de que un conjunto de jefes había resuelto reemplazar a Lonardi por Aramburu en la presidencia. Cuando los militares adictos a Lonardi quisieron reaccionar, todos los resortes claves habían escapado de sus manos".
—Pero, ¿cómo es que hay ocasiones en que la conspiración tiene prácticamente estado público y sin embargo los gobiernos no pueden pararlas?
—Hay muchas causas. Una es que en la mayoría de los casos el presidente no cree en las informaciones que se le proporcionan sobre la gravedad de la situación.
Relató así que en 1930, cuando se preparaba el levantamiento contra Yrigoyen. entre los militares comprometidos hubo un delator —no quiso dar el nombre— que facilitó al Ministerio de Guerra una nomina completa de los conjurados. El ministro llevó esa información a Yrigoyen pero "El Peludo" no la quiso creer.
—¿Otras causas?
—Bueno. Cuando los Servicios de Inteligencia están comprometidos con la asonada y proporcionan informaciones falsas al gobierno. Otra, cuando esos servicios tienen deficiente o equivocada información sobre los hechos. Eso pasó cuando debimos enfrentar el levantamiento peronista del 9 de junio de 1956. Sólo se tuvo una evidencia plena del mismo cuando se cruzaron los primeros tiros. Sólo la tarde anterior hubo algunos indicios cuando los oficiales de los regimientos 1 y 2 nos alertaron sobre la inusitada presencia de suboficiales francos en los cuarteles esa noche. Algunos decían que iban a escuchar una pelea de boxeo. Ese movimiento fuera de lo común es el que motivó que, al filo del levantamiento, se adoptaran ciertas medidas de prevención.

Entre San Jorge y el Dragón
¿Qué papel han jugado en todo esto las logias militares? En algunos casos decisivo. La Logia Lautaro, fundada por el general San Martín juntamente con Alvear y otros, fue la primera en dar un golpe estrictamente militar, en 1812, exigiendo un cambio en el Triunvirato que gobernaba al país. Hablando de hechos más recientes, el GOU (Grupo de Oficiales Unidos), una logia formada entre 1941 y 1942. fue la desencadenante del derrocamiento de Castillo, el 4 de junio de 1943. En otras ocasiones se menciona como logias a afinidades que en rigor no son tal. Así, la tradicional camaradería de los oficiales de caballería ("la trenza de caballería"), cuyo patrono es San Jorge. La más difundida de los últimos tiempos fue la denominada "logia del Dragón Verde", de quien se sindicó como jefe al coronel Manuel Reymúndez. Varios oficiales señalados como pertenecientes a ese núcleo negaron a ATLANTIDA la existencia real de una logia. La denominación habría nacido de las reuniones que frecuentemente mantenía a mediados de 1958 un grupo de oficiales en la casa del coronel Reymúndez; en cuyo hall existe una figura de bronce verde que simboliza a un dragón.
¿Hay logias de suboficiales? Insistentemente se ha hablado de una "Logia San Lorenzo", que en 1962 habría respondido a la inspiración del general Iñíguez, de tendencia peronista. Empero, la mayoría de los jefes consultados negaron la posibilidad de que los suboficiales de por sí puedan alzarse contra sus mandos.

Y ahora ¿qué?
Los últimos enfrentamientos militares no se limitaron a un mero chequeo de radiogramas para saber qué bando contaba con más unidades. Corrió sangre. ¿Existe el propósito de que hechos similares se repitan? Un buceo efectuado por nuestro equipo en las esferas castrenses permite delinear este panorama. Los altos mandos militares son favorables a mantener la legalidad, salvo ante la posibilidad de episodios que "incidan" sobre los ideales y tradiciones del país, que son los que defienden las Fuerzas Armadas. Como, por ejemplo, el comunismo y cualquier otro totalitarismo. En los núcleos que se oponen más drásticamente a la política gubernamental se habla en cambio de "vacío de poder". Se dice que el gobierno no esgrime soluciones y que "alguien debe producirlas". Detrás de esto se halla el problema peronista, el posible triunfo de esa tendencia en los comicios de gobernadores de 1967. Para algunos oficiales que militaron en el sector "colorado" —hoy a la antigua lucha de colores trata de superársela— "es mejor dar un golpe ahora y no cuando los peronistas hayan ganado la provincia de Buenos Aires". Muy pocos hablan hoy del mero "golpe" por parte de algunos efectivos. Se piensa que "en caso necesario quien tomaría el poder serían las instituciones armadas en conjunto y para ordenar al país por un tiempo". ¿Es ésa la solución? Tal como damos cuenta en un recuadro aparte, el doctor Cueto Rúa ensaya otra: "La solución sólo podrá hallarse —dice— mediante un compromiso entre los mandos militares y los directivos peronistas sobre qué candidatos presenten éstos para la gobernación de Buenos Aires". ¿Es ésa? Puede haber otras. Más allá de las diferencias el país parece sentir como esencial la preservación del orden institucional. Hay una anécdota que quizás pueda servir como corolario a este trabajo: Triunfante el movimiento "azul" en los sucesos de septiembre de 1962, junto al general Onganía se hallaba en el Centro de Instrucción Logística Lemos el general Enrique Rauch, una de las tres únicas figuras militares que se tutean con Onganía (los otros son el general Repetto y el coronel Laprida). Rauch —todavía no se habían producido sus proclamas en rebeldía— le habría dicho a Onganía—: "Ahora te vas hasta la Casa de Gobierno y te instalás en el sillón de Rivadavia".
—"Sí, y después, ¿qué hago", habría respondido el actual Comandante en Jefe del Ejército.
Esta es una de las anécdotas que le ha valido a Onganía la fama de poseer un buen sentido común. Y quizá sea precisamente eso, la cordura de todos, la única receta valedera para institucionalizar definitivamente al país.

BALBIN: "SOLO GUERRA PSICOLOGICA"
Durante los últimos tiempos han vuelto a aparecer en la Argentina rumores sobre conspiraciones militares y preparación de planteos y golpes de Estado —preguntó ATLANTIDA al doctor Ricardo Balbín—. ¿A qué los atribuye? ¿Considera que tienen algún fundamento?
"Cuando como ahora en la Argentina existe total y absoluta libertad de prensa, los rumores no tienen sentido", contestó. "Si se los difunde hay que pensar que hay alguien interesado en dar una imagen falsa de la realidad del país, para servir quién sabe qué inconfesables intenciones, entre las que está, seguramente, destruir la fe y la confianza del pueblo argentino. Hay que pensar en eso, ya que no es posible que todavía haya miedo en el país de usar bien y a su beneficio y para su progreso la libertad vigente." "Estoy seguro —dijo después— que recobrada la institucionalidad en el país, el pueblo la quiere y la custodia. Entiendo que la mayoría del pueblo desea no solamente mantenerla, sino vigorizarla, fortaleciendo también la democracia".

JOSE MARIA GUIDO: 2 golpes
El ex presidente provisional doctor José María Guido no deseó opinar. "Ustedes discúlpenme —dijo a ATLANTIDA—, pero no quiero abrir juicio sobre estas cuestiones. Por otra parte, considero que aún es muy pronto para referirme a hechos o pormenores de mi gobierno." Como se recordará, el doctor Guido asumió el gobierno en oportunidad de la crisis del 29 de marzo de 1962, que culminó con el derrocamiento de su correligionario Arturo Frondizi. Mientras el entonces comandante en jefe del Ejército, general Poggi, se aprestaba a jurar el cargo en la Casa Rosada, el miembro frondizista de la Corte Suprema de Justicia, doctor Julio Oyhanarte, preparó todo para que el senador Guido, primer término de la sucesión presidencial, jurara ante el alto tribunal. Ya como primer mandatario, Guido se dirigió después de la Corte a la Casa de Gobierno, "obligando" a Poggi a abandonar "entre rezongos" el despacho presidencial, que había ocupado por sólo unos momentos.

ARTURO FRONDIZI: 32 planteos
"Sólo diría que actualmente lo que no puede continuar por mucho tiempo es una política económica que paraliza al país, una política social que lo divide y una acción internacional que lo somete a intereses exteriores", contestó el doctor Arturo Frondizi. "Si la continuidad constitucional sufriera en el país —agregó— una interrupción en el futuro —condición que sólo aceptó como hipótesis para responder a la pregunta—, es evidente que no se puede saber si significará un simple golpe de Estado o una revolución, hasta que su proceso se desenvuelva".
A una pregunta sobre si considera que la asunción del poder por las FF.AA. seria una solución, el ex presidente contestó así: "En cuanto tal, nunca lo ha sido ni lo será. Puede ser un medio para alcanzar esas soluciones. Las Fuerzas Armadas son un sector del país y nunca podrían dar por si mismas una adecuada respuesta a los problemas nacionales. Esto, por otra parte, sucede con todos los otros sectores. Sólo un Movimiento Nacional, que los incluya, puede dar soluciones verdaderas y permanentes".
Estimó que lo deseable es no llegar a una nueva interrupción del orden constitucional, pero que "sí la Argentina debiera, en algún momento de su proceso histórico, elegir este camino en lugar de los comicios, lo deseable, aunque difícil, seria que un Movimiento Nacional asumiera la conducción.

P. E. ARAMBURU: Una "intentona"
"¿Sufrió durante su gestión de gobierno algún golpe de Estado, aun abortado?". "No, solamente hubo que reprimir una intentona peronista en junio de 1956. Se sublevaron parcialmente unidades del ejército cuando yo estaba en Rosario y hubo muchos vandálicos atentados contra la población", nos contestó el Tte. Gral. Pedro Eugenio Aramburu.
"¿Estamos en vísperas de un golpe que trate de derrocar al gobierno?" "La situación del país es difícil en sus aspectos económico y social. Hay muchos factores concurrentes que hacen presumir que si el gobierno nacional no cambia su gestión se pueden dar las motivaciones para que ocurra cualquier cosa. Lo que se ría lamentable para el país, que está dentro de una trayectoria constitucional".
"¿Entonces usted no es partidario de un golpe de estado?" "Creo que el gobierno debe arbitrar todos los medios a su alcance para evitarlo. Por el país y por las Fuerzas Armadas, que ya tuvieron otras veces la responsabilidad del gobierno (1955) y que sufrieron un verdadero desgaste que incidió en su detrimento. Luego hay que considerar que el golpe es un hecho con graves riesgos. Se sabe cómo se inicia pero no cómo termina. Creo que el gobierno tiene todos los resortes a su alcance para buscar las soluciones democráticas que resolverán los problemas que hoy perturban la mente de los ciudadanos."

EDELMIRO J. FARRELL: 1 planteo
—¿Considera usted que estamos en vísperas de un nuevo 4 de junio? —preguntamos al general Edelmiro J. Farrell, que fue llevado a la presidencia de la República por el levantamiento militar del 4 de junio de 1943. La respuesta fue un tanto sorprendente:
—Bueno. . . no creo que hoy todos los sectores estuvieran de acuerdo en que yo fuera nuevamente presidente.
—¿Hubo muchos planteos militares durante su gobierno?
—Algunos. Pero los fui superando. Hubo uno que fue terminante.
—¿Cuál?
—El que me hicieron en torno de Perón. Campo de Mayo se oponía a su permanencia en el elenco gubernativo revolucionario. Era el 12 de octubre de 1945. Todo culminó cinco días después, el 17. . .
—¿Usted qué postura adoptó?
—Traté de defender a Perón, como se lo expliqué en una de las dos únicas ocasiones en que lo visité cuando él ocupaba la presidencia. Yo le tenía simpatía porque había servido mucho tiempo a mis órdenes. Además, había sido el principal inspirador del GOU (Grupo de Oficiales Unidos, una logia que inspiró el levantamiento de 1943).
—¿Usted cree que hay ahora clima de golpe de Estado?
—Perdone, soy mudo (sonríe). En fin, estoy retirado y no quiero meterme en política. Me parece que este mozo Onganía está imponiendo el orden que se necesita en el Ejército.
—¿Usted es peronista?
—No.

Y LAS MUJERES DE MILITARES ¿QUE DICEN?
Los militares no son sólo funcionarios uniformados. Son también hombres en los que la familia ocupa un lugar muy importante. Las reuniones entre esposas de oficiales son cosa de todos los días, sobre todo en los destinos apartados. En ellas se crea una amistad que perdura y se cultiva. Es lógico pensar que sus opiniones tienen repercusión de sus esposos.
Y bien, ¿qué opinan las mujeres de militares de "los golpes".

OLGA NELLY FORBES DE ARMANINI: esposa del comandante en jefe de la Aeronáutica, es vivaz, espontánea, muy juvenil. Tiene tres hijos de 19, 18 y 16 años. Colecciona lámparas antiguas, decora su casa, gusta de ir al supermercado. "Cuando hay rumores soy la primera en no hacer caso. De las épocas bravas. . . recuerdo una vez, cuando vivíamos en Mendoza. Mi marido nos visitaba el fin de semana. Una noche lo vi que no podía dormir. «Estoy desesperado», me dijo. Yo le previne una sola cosa: «Si te sirve de algo, te digo que no pienses en nosotros. Somos una familia sana, fuerte.» ¿Si las esposas de militares sabemos siempre lo que se prepara? Conocemos a nuestros maridos, y sabemos si están preocupados."

ZULEMA LEGORBURO DE ALSOGARAY: esposa del general Julio Alsogaray, director nacional de Gendarmería, dos hijos de 19 y 21 años. Es inteligente, reflexiva, elegante, sensible. Es miembro directivo de ALPI, a donde concurre diariamente. "En tiempos de Perón mi marido estuvo preso cuatro años en el Sur. Viví dos de ellos en Trelew y me enfermé, de soledad, de tristeza. Tuve que volver a Buenos Aires. Cuando el bombardeo de Constitución, mi marido comandaba las columnas que avanzaban hacia allí. Oí un llamado por radio que se repetía. Era del centro de Rehabilitación Respiratoria María Ferrer. donde yo trabajo todos los días. Pedían al comandante que no bombardeara esa zona, pues si se producía un corte de electricidad morirían todos los enfermos que estaban en los pulmotores o aparatos respiratorios. ¡El comandante era mi marido! Y yo hacía una semana que nada sabía de él. Con mi marido somos muy compañeros, y él me informa de lo que van a hacer en momentos de crisis. Personalmente, jamás le he pedido que desistiera de nada por nosotros. Siempre estoy de acuerdo con é! "

ROSALIA CAMBAS DE PISTARINI.
Tres hijos, uno subteniente. Esposa del general Pascual Pistarini. Es hogareña, suave, paciente. "Durante cuatro años estuvimos en San Martín de los Andes. Mi marido adoraba las prácticas de montaña. Yo me deprimía tanto que he pasado dos meses metida en cama. Cuando los líos de colorados y azules, recuerdo con espanto los tres días y noches que pasamos sin dormir, sin noticias. Es una vida dura. .. Desde el 43 vivimos de revolución en revolución. Nunca he tratado de hacer desistir a mi marido de algo que considerara su deber."

ONGANIA: JEFE RIGIDO PERO ABUELO BLANDO
Dos veces entrevistamos al Tte. Gral. Onganía con motivo de esta nota. Primero lo encontramos entregado al deporte que es su distracción predilecta: el polo. Empero, a poco de terminar el segundo chukker el Comandante en Jefe del Ejército dejó el partido reclamado por un urgente llamado. Procuramos entonces extender el diálogo en esa tarde de un sábado.
—Discúlpenme —dijo—, pero por lo menos los fines de semana quiero dedicarlos íntegramente a mi familia.
A pocos kilómetros de allí lo esperaban efectivamente su mujer, sus hijos y la debilidad máxima del general Onganía: sus nietos.
Días después en dependencias del Comando en Jefe del Ejército respondió a un cuestionario planteado por ATLANTIDA.
Si bien por motivos obvios no respondió a preguntas directamente políticas —se refirió en cambio a las relaciones existentes entre pueblo y Ejército; a la acción de éste en el panorama nacional y al enfoque del Ejército ante la penetración comunista—, la atenta lectura permite extraer conclusiones que van más allá de los términos estrictos de sus respuestas. Dijo: "El Ejército y el pueblo de la patria constituyen dos elementos estrechamente unidos y homogéneos, que amalgaman objetivos comunes sustentados por tres principios inmutables: el sistema republicano y representativo de gobierno; el respeto por los derechos del hombre en el orden político, social y económico y el cristianismo en el orden moral". Sostuvo asimismo que el Ejército —junto con las otras Fuerzas Armadas— debe trascender el marco de su misión de
capacitarse y capacitar militarmente a los ciudadanos. Debe proyectarse abiertamente —añadió— en todos aquellos aspectos que sin desmedro de su finalidad esencialmente castren se tiendan al engrandecimiento de la Nación y al bienestar de sus habitantes". Afirmó después que América latina es uno de los principales objetivos del comunismo, "tanto chino como soviético". Indicó que su expansión se ve favorecida por "la crítica situación interna por que atraviesan la mayoría de las naciones del hemisferio, signadas por una evolución social que no siempre ha marchado paralela con su desarrollo económico" Reiteró finalmente al respecto la decisión de las Fuerzas Armadas de no permitir la entronización de ningún régimen comunista "en cualquiera de sus variadas formas".

CUETO RÚA, SUAREZ E IÑIGUEZ
Para CUETO RUA —que en su momento presidió la Federación de Centro y hoy en cabeza el PRAR—-, "el obstáculo que se levanta en el camino de la estabilidad constitucional es el posible triunfo peronista en la provincia de Buenos Aires, en marzo de 1967". Sostiene que "para superarlo se requiere el esfuerzo de todas las fuerzas políticas y, en última instancia, un entendimiento, implícito o explícito, entre el peronismo y las Fuerzas Armadas, que posibilite la conformación de un gobierno de orden y paz".
Preguntado sobre la posibilidad de que se quiebre o interrumpa el régimen institucional, el ministro de Defensa, LEOPOLDO SUAREZ, fue terminante: "Absolutamente, no". Basó su afirmación en que "estamos ante un gobierno indiscutiblemente honrado y democrático" y que las Fuerzas Armadas están institucionalizadas "con conciencia de su misión y patriótico sentido de su responsabilidad".
En su momento, las mayores esperanzas de los peronistas en provocar un golpe de estado a su favor se cifraron en el general MIGUEL ANGEL IÑIGUEZ, quien encabezó un intento de levantamiento en Rosario.
—¿Usted conspira ahora? —preguntamos.
—Ahora no. Conspiré y mucho, cuando al peronismo no se lo dejaba votar. Si no era legal, era legítimo conspirar".
Luego hizo un elogio del teniente general Onganía. Dijo que "está empeñado en restituir al Ejército su verticalidad. Por eso hay tantos que lo critican. Yo tengo mucha fe en Onganía. Lo conozco desde hace mucho. Cuando él era cadete, yo era oficial del Colegio Militar; después fue alumno mío en la Escuela Superior de Guerra. Desde pichón apuntaba como un buen soldado".
Iñíguez tiene experiencia en levantamientos: "¿Cómo se subleva un regimiento?"
"Bueno, eso ha variado mucho. Antes, cuando la disciplina estaba asentada en una rígida verticalidad, bastaba la opinión del jefe. Pero la intensa politización que vinieron sufriendo los cuadros de las Fuerzas Armadas deterioró esa base de la organización militar e hizo que se comenzara a deliberar en distintos niveles. Con esta situación, como es lógico, cualquier proyecto de sublevación debe contar con un consenso más amplio de opiniones'

Revista Atlántida
08/1965


Dictador Onganía y familia

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