TATO
la política, el humor y los argentinos

El primer domingo de mayo vuelve Tato Bores a la pantalla de TV, después de la sabia pausa de seis meses que se empeña en conservar anualmente. Esta vez, su ciclo se reinicia con la Espada de Damocles en suspensión: nadie sabe si este Gobierno —aparentemente desprovisto de humor, o de buen humor— tolerará la acidez del dúo Bores & Warnes.
Tato Bores

HE aquí a Tato, el laureado, el gracioso, el corrosivo. Tiene un aspecto bastante formal, después de todo: muy Joven, quemado, elegante, con cara de contento. Sólo las patillas —europeas y copiosas— alteran su presencia general de ejecutivo.
TATO: ¿Quiere que me disfrace de cómico para sacarme las fotos?
EXTRA: No, no se preocupe. Primero vamos a sacarle fotos "de civil", que también pueden interesar para la nota.
TATO: ¿Seguro? Por supuesto, Ud. sabe lo que hace, pero creo que la nota debe ser sobre "Tato". No es el ciudadano Borenstein el que dice las cosas, sino Tato.
EXTRA: De cualquier forma, queremos fotografiarlo de civil.
TATO: Bueno, bueno, usted manda. Desde el primer instante, Bores —seguro de si mismo, de lo que dice, de lo que hace, de la cara que pone— se granjea la agresividad del periodista metiéndose en su trabajo, con inteligencia.
TATO: ¿Usted cómo se llama?
EXTRA: Hanglin.
TATO: Ah. si Usted. Hizo una macana la vez pasada. Algo que escribió en PAIS-PAIS.
EXTRA: ¿Algo relativo a su oficio? Dijimos que Carret era mal cómico.
TATO: No, eso no puede ser, porque yo estoy de acuerdo. Tiene que ser otra cosa. Algo que leí y me molestó. A ver, a ver... haga memoria.
EXTRA: ¿Será que durante los últimos diez años el show televisivo ha venido decayendo estrepitosamente?
TATO: Debe ser eso. Puede ser ser eso. ¿Por qué lo dijo, ¿Usted ve muchas horas diarias de televisión?
EXTRA: Dos o tres horas. Además, usted sabe que es cierto. La TV nuestra es mala. ¿Alguna vez vió el Show de Julie Andrews, de la ABC?
TATO: Si, es muy bueno.
EXTRA: ¿Y lo comparó con el Special? No es cuestión de dólares
sino de buen gusto... ¿No le parece?
TATO: Tiene razón. Pero cuidado ustedes, los periodistas... Mire lo que hicieron con el cine argentino. Tanto decir que era malo (aparte lo era, no lo discuto), le crearon al público una fobia que llevó a nuestro cine a la ruina. Y hoy día vemos cada bodriazo extranjero ...
EXTRA: Habrá que decir que son bodrios. Pero este no es nuestro tema.
TATO: ¿No? ¿Cuál es?
EXTRA: Usted, el humor y la política. Dígame ¿Los presidentes que usted conoció tenían sentido del humor?
TATO: Los conocí a todos. Qué sé yo... son más público que el público.
EXTRA: ¿Público se llama al gusto inocente, popular, que no aprecia los detalles técnicos?
TATO: Claro, eso es público. Los presidentes se le ríen de cualquier cosa. Usted hace un chiste cualquiera y se ríen.
EXTRA: ¿Diría que son ingenuos?
TATO: Diría que no se sabe nunca para dónde van a agarrar.
EXTRA: Sin embargo demostraron con Ud. que tenían sentido del humor. Frondizi, Illia, Guido ¡Hasta Onganía!
TATO: Sí. Pero Onganía. ¿Tuvo sentido del humor con Landrú?
EXTRA: Ah. Es verdad. De cualquier forma, este es un país para el humor. A pesar de la decadencia de que hablábamos, los programas cómicos de TV son cada día mejores.
TATO: ¿Sabe lo que pasa con eso de la decadencia? Antes todos los programas tenían auspiciador. Traían figuras de primera porque había plata, había producción. Ahora... ¿Sabe cuántos quedan, patrocinados por una sola firma?
EXTRA: No.
TATO: Uno. El mío, que es de Molinos. Hay un noticioso de Gillette por ahí, algo de Alpargatas, Esso, IKA y nada más. ¡Nada más! ¿Qué quiere?
EXTRA: Yo nada. Lo que veo es que Ud. es un hombre de suerte.
TATO: Si. Bueno, para qué nos vamos a engañar a esta altura del partido. La verdad es que lo hago bien Eso no es suerte.
EXTRA: ¿Usted o Warnes? ¿Quien "lo hace bien"?
TATO: Indudablemente hay un equipo que funciona, y por eso lleva los años que lleva. Nosotros leemos los diarios, por eso podemos hacer humorismo político.
En realidad, Bores no es tan brillante como él mismo cree. En un país de cómicos talentosos. Tato muestra sólo oficio y sobriedad: eso sí, una economía de recursos y una precisión expresiva, además de su hábil verborragia que más que nada es un hecho anatómico, que entran en el nivel de los actores en serio. Lo que, como dice el mismo Tato, es indudable, es que con Warnes ha formado un equipo admirable. La presencia de Rodolfo Crespi y Raúl Ricutti en los sketches es siempre perfecta, y las creaciones de César Bruto orillan la genialidad por la alta categoría de su humor y su agudísima interpretación de la vida argentina. Sólo un porteño al mil por mil como Bores —a la vez— puede dar vida a ese mundo, urdido en un libreto lleno de ácidos corrosivos.

ARAMBURU: ME TENIA LOCO
Bores ha tenido la particularidad de llegar a los altos niveles políticos con su humor, creando incluso un mundo especial alrededor de Álvaro Alsogaray, o de Arturo Illia. Uno de los más habituales blancos de esos dardos satíricos es don Pedro Eugenio Aramburu, que —recién llegado de París— se encuentra en particular estado de bonanza.
ARAMBURU: Le he dicho que no hago declaraciones políticas.
EXTRA: No le pido una declaración política. Sólo quiero conversar un rato sobre Tato Bores.
ARAMBURU: ¿Tato Bores?
EXTRA: Es decir, sobre el humor y la política. ¿No le parece interesante? ¿Qué vió en Europa? ¿Un humor muy agresivo?
ARAMBURU: No sé, no leo muchos chistes. Los franceses se orientan más hacia el humorismo fino, elegante. La vez pasada leí que era más fácil militarizar a los civiles que civilizar a los militares... esa clase de chistes me gustan. Son elegantes, no hacen daño.
EXTRA: En cambio Landrú le hacía daño.
ARAMBURU: Nunca entendí por qué me dibujaba como una vaca. Algunos dicen que por mi apellido vasco. Otros por mis facciones inexpresivas. Yo creo ser un tipo bastante expresivo. ¿No?
EXTRA: Entonces sí le hizo daño.
ARAMBURU: Para nada. Cuando yo me fui de la Presidencia los llamé a todos los humoristas, los felicité y me despedí de ellos.
EXTRA: ¿De verdad, tiene sentido del humor?
ARAMBURU: Una sola cosa me disgusta: la guarangada¿ Además creo que todo eso tiene que existir en clima de libertad. Lo peor que se puede hacer es perseguirlos. Vea, a mi Sánchez Sorondo con su Azul y Blanco me tenia loco. ¡Me tenía loco! Vendía noventa, cien mil ejemplares... Yo los dejé seguir, los dejé seguir... y al final fue muriendo.
Los políticos como Aramburu parecen tener, más que sentido del humor... sentido político.
Lo cierto es que en los últimos años el humorismo argentino ha recorrido todas las gamas de la audacia y aún de la insolencia, sin inconvenientes; Bores con Alsogaray e Illia, Landrú con Alejandro Gómez, Aramburu, Balbín, Pugliese... Flax con el propio Illia.
Sin duda, los radicales son blanco preferido de esa artillería. Por su pintoresquismo por sus flancos débiles, por ese aire inofensivo que los caracteriza.

CHINO POR CARIÑO
Cada vez más callado a pesar de su mote partidario ("pico de oro") Ricardo Balbín soporta varias décadas de chistes de apodos, de "cargadas" en todos los tonos. ¿A él lo lastimó Tato? ¿Tiene humor?
Ese rostro sombrío no lo aparenta, pero hay que preguntar.
EXTRA: Doctor Balbín se lo nota más delgado. ¿Hace régimen para estar más liviano y correr mejor?
BALBIN: Parece que ustedes, los de EXTRA, no pierden el sentido del humor. A ver si nos toman en serio y nos atacan menos en sus publicaciones.
EXTRA: ¿El humorismo político argentino es sano?
BALBIN: Creo que el humorismo manejado por los auténticos humoristas, es un vehículo útil que invita a soñar sonriendo. Pero cuando el humorista tiene una pasión propia y la utiliza como arma de combate, en tal caso sirve su causa, no la del humorismo propiamente dicho.
EXTRA: ¿A pesar de las vicisitudes que pasa su partido, usted conserva el humor?
BALBIN: Tengo sentido del humor, y cuando estoy alejado de las preocupaciones, lo pongo de relieve en mi charla. Yo creo que el humorismo hace a la personalidad feliz.
EXTRA: ¿Se sintió molesto alguna vez, por que lo llaman chino?
BALBIN: ¡Cómo me voy a sentir molesto, si este apodo nació en el seno cariñoso del pueblo! Cualquier alteración no modifica el concepto.
EXTRA: ¿Festeja los chistes políticos?
BALBIN: Mucho... me río como un chico, como cuando veía las películas de "Carlitos".
EXTRA: ¿Que humorista recuerda con cariño?
BALBIN: "Blas", fue el primer dibujante que tuve, cuando dirigía el diario "Adelante". Es un distinguido profesional de La Plata. En estos momentos lo sigo con admiración, por su agudeza psicológica, en la Revista "Inédito".
EXTRA: ¿Qué le parece Tato Bores?
BALBIN: Es un personaje muy especial dentro del humorismo argentino, que cuando alcanza a ser totalmente natural, es admirable. Lo acompaña un libretista (César Bruto) de condiciones sobresalientes, que tiene al igual que "Tato", una buena dosis de lo que está haciendo falta en el país: Aprender nuevamente a reír.
EXTRA: ¿Si usted fuera presidente castigaría una caricatura que no fuera de su agrado?
BALBIN: El pueblo es el que juzga esos actos. Yo reaccionaría muy suavemente. Si en mis manos estuviera auspiciarlos o prohibirlas, me decidiría abiertamente por lo primero. Irigoyen, que es el personaje argentino a quien más se pretendió ridiculizar con las caricaturas, haciendo alusión al "peludo", triunfó a pesar de ellas y por sobre ellas. Sólo se muestran molestos lo que no tienen personalidad ...

LA REVOLUCION
Así pues, Onganía se encuentra ante una grave prueba: ¿Tiene personalidad? Toda su trayectoria dice que sí. Pero algunos golpes de intolerancia (caso "Tía Vicenta") hablan de esas molestias a que alude Balbín. El país, resquebrajada la noción de autoridad, necesitó quizá esos desplantes. Pero las grandes empresas —como la Revolución— exigen inteligencia, y la inteligencia presupone humor. Tato será pues un problema más en un año 68 colmado de incertidumbre política. Pero Bores no se preocupa: lee las palabras de Balbín y Aramburu con un encogerse de hombros, y se dirige a la Cantina del Piacere, donde arruinará con un pollo al oreganato toda su semana de dieta. Vive así, eufórico, cabalgando sobre sí mismo como cuando, ante las cámaras, se calza el smoking y la peluca. En esa despreocupación lo sostiene una verdad: los que hacen cosas necesitan humor. El Gobierno no puede cerrarle el programa. ¿O sí?.
Revista Extra
05/1968

Tato Bores

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