UNIVERSIDAD
LA AGRESION QUEDO
ATRAS
Pasó el tiempo de Botet.
Un largo año y medio aberrante pintó a la
Revolución Argentina como en esta
fotografía: una agresión "gendarme" contra
alumnos y profesores. Raúl Devoto asoma
como la última oportunidad de cambiar el
rumbo: este año será vital, y comienza con
un lento deshielo.
EL 29 de julio de 1966
la policía pudo darse —tras mucho esperar— un
gusto hasta entonces inédito; recibió
autorización para penetrar en el edificio de la
facultad de Ciencias Exactas y, una vez que lo
hizo, descargó una furia digna de la mejor causa
sobre estudiantes y profesores, que se
encontraban reunidos allí para discutir
actitudes ante la intervención que se ponía en
práctica.
Pocos días después otra policía —la
cordobesa— brindaba un espectáculo inusual en
pleno centro de la ciudad de Córdoba: un oficial
zurdo, cuyo nombre quedó en el anonimato, ponía
fin a una manifestación estudiantil reventándole
la cabeza de un balazo al estudiante Santiago
Pampillón.
Ninguno de esos dos actos era
azaroso y, lógicamente, estaban conectados entre
si. Ambos respondían a una premisa que sentó el
abogado Luis Botet cuando se hizo cargo de la
intervención a la Universidad de Buenos Aires
hacia principios de agosto de 1966: a partir de
entonces la casa debería normalizarse; lejos de
ser un germen de politiquería y transformarse en
un ente predominantemente académico, ajeno a
cualquier propósito fuera del científico.
En
realidad, la Universidad no había sido hasta esa
decisión una institución demasiado pragmática.
Sus planes de estudio habían orillado siempre en
la teoría, mientras dejaban de lado las más
urgentes necesidades del país. Producto de eso
fue el constante, incesante brain drain (drenaje
de cerebros) que consumió hasta hoy una cantidad
de técnicos, profesionales y científicos
argentinos que oscila en las 10.000 personas. El
¿qué hago luego de recibirme? fue un
interrogante que aquejó durante años a
sociólogos, psicólogos, asistentes sociales,
ingenieros y economistas salidos de las
facultades argentinas. Nunca, por otra parte, se
intentó relacionar esas disciplinas con las
reales necesidades del país, o crear otras que
las complementaran. Decenas de años de
funcionamiento significaron para las
universidades apenas una tradicional, rutinaria
producción de médicos, abogados y todo tipo de
profesionales que descendían incesantemente
sobre campos saturados.
A pesar de todo, no
sólo en el campo educacional la Universidad
argentina estuvo permanentemente de espaldas al
país; también en el político. La autonomía y el
gobierno tripartito significaban la gran
posibilidad de crear individuos sólida y
positivamente politizados; era la oportunidad de
transformar a la Universidad en un factor de
poder. En cambio, sólo fue un nido de
politiquería, de procesos ajenos a la realidad
argentina. La política universitaria estuvo,
entonces, totalmente desconectada de las
necesidades del país. Quizá porque sus hacedores
no supieron en ningún momento que la Argentina
es un país especial, con problemas y soluciones
especiales; ajeno a esquemas internacionales de
posible aplicación universal.
Todo eso había
que recauchutar. Esa era la tarea que un
gobierno revolucionario debía emprender. Por eso
llegó la intervención.
Pero la intervención
falló. Luis Botet no era el hombre. Su posición
inconfundiblemente academicista no era la
indicada para producir una Universidad moderna;
tampoco su rígido sentido de la disciplina, su
incapacidad para sostener el diálogo con la
materia prima de toda universidad y, desde ya,
de todo futuro desarrollado: los alumnos. Los
métodos -—frecuentemente mechados de violencia—
empleados para normalizar la Universidad no
resultaron, desde su base. Por eso esta vez se
produjo un brain drain voluntario: los más
avanzados profesores de Sociología —una
profesión imprescindible para el país—
renunciaron. Ahora es posible encontrarlos
produciendo, por ejemplo, en Venezuela (Hugo
Cállelo y María Eugenia Dubois), EE.UU.
(Torcuato Di Tella y Miguel Murmis), Puerto Rico
(Andujar, recientemente fallecido allí).
Precisamente Di Tella pronunció —antes de
renunciar— una frase posiblemente definitoria:
"Los gremios pueden librar matches de box que,
en el fondo, son partidas de ajedrez con
movimientos pensados y concatenados; en la
universidad uno cree
estar jugando una
partida de ajedrez pero al final todo es un
match de box donde siempre nos la dan por la
cabeza".
"Dar por la cabeza" significó en
este caso producir el éxodo de un material
humano invalorable —a nivel de todas las
facultades—; la necesidad de reemplazarlo casi
siempre a la apurada y con cíes-ventaja; la
modificación indebidamente planeada de planes de
estudio (casos Psicología y Ciencias
Económicas); una peligrosa tendencia al
limitacionismo (el Centro de Estudiantes de
Ciencias Económicas informa que "antes
ingresaban 5.000 a 7.000 alumnos por año y ahora
se impuso un examen previo que limita esa cifra
a solo 700 u 800); la orientación de muchas
cátedras que tienden hacia un cientificismo
alejado de lo social y lo concreto (exactamente
Licenciatura en Economía. Sociología,
Psicología, Contaduría, etc).
Las facetas de
la actual situación universitaria son muchas
más, Todas se resumen, sin embargo, en esto: la
Universidad argentina no está normalizada; por
el contrario, sigue esperando que se la coloque
al servicio del país, con los mejores profesores
que tenga el país, planes y nuevas carreras
adecuadas a la realidad del mismo, y alumnos que
ayuden y sean ayudados. Para eso es preciso un
presupuesto que no contemple restricciones en lo
referente a la Universidad: toda una política
adecuada.
En ese momento aparece el Dr. Raúl
Devoto. Asumió hace casi un mes —el 9 de
febrero— y fue el punto final de una enconada
puja entre Guillermo Borda y Mariano Astigueta
versus Botet, Mientras el ministro y el
secretario abogan por una Universidad moderna,
productora de técnicos y servicios, Botet seguía
aferrado a su academicismo a ultranza, su
desconocimiento de la opinión y el consejo de
los catedráticos y - sobre todo su adversión
personal a Borda (mientras Borda tuvo actuación
en el gobierno peronista, Botet es uno de los
más acérrimos e intransigentes personajes que
produjo el antiperonismo).
¿A qué viene
Devoto? La pregunta ha circulado en los últimos
días con una insistencia rayana en la obsesión.
No es para menos: Raúl Devoto llega en un
momento en que el destino de la Universidad se
juega a la Definición o nada.
Y bien: Devoto
llega a definir.
El mismo lo predijo a pocos
minutos de tomar posesión de su cargo: "esto es
algo más que un cambio de autoridades; es un
cambio de guardia". Ese cambio de guardia se
inició cuatro días antes del juramento de
Devoto; el 5 de febrero, cuando el general
Onganía decidió cortar las maniobras sediciosas
de Luis Botet aceptándole la renuncia.
Se
inicia el ciclo lectivo de 1968 —faltan apenas
unos días— y el proceso universitario tenderá,
con su nuevo rector y sus nuevos decanos, a
desarrollarse en las siguientes líneas.
Tras
el tácito reconocimiento de que un año y medio
se ha perdido en el empleo de una táctica
equivocada, el Gobierno cambiará la marcha. De
ninguna manera, sin embargo, se rectificará de
sus premisas iniciales. Los objetivos siguen
siendo los mismos; cambian las personas y los
métodos. Ese cambio se inició ya en la primera
semana de enero de 1968 cuando Rogelio Ñores
Martínez —ex rector cordobés— fue elegido
presidente del Consejo Universitario; Martínez
había logrado normalizar a la universidad de
Córdoba a través de una política flexible pero
segura. Ahora, como presidente del Consejo,
tendrá prácticamente a su cargo el delineamiento
de la política universitaria y eso, si bien no
ha producido aún una aceptación total, ha creado
ya entre los estudiantes una porción de
conformidad bastante destacable, cuyo resultado
más palpable es el relajamiento de la tensión
contenida que hasta hace poco no era difícil de
entrever, hablando con ellos. El diálogo que
Martínez se propone emprender puede ser la base
sobre la que se edifique, por fin, el nuevo
rumbo universitario comandado por Raúl Devoto.
Este ha sido recibido con beneplácito por los
claustros universitarios; la serie de desastres
que cayó sobre 4a Universidad en los últimos
dieciocho meses hace que cierto escepticismo
ronde indefectiblemente entre la gente —"hasta
no verlo actuar no quiero decir nada", suelen
repetir los alumnos acerca de Devoto—, pero
nadie se atreve a negar las verdaderas
cualidades del nuevo rector: es un hombre de
neta extracción universitaria, conocedor de la
médula de la institución que va a regir. Su
objetivo inmediato es transformar inmediatamente
a la Universidad en una unidad productora de
técnicos que puedan ponerse prontamente al
servicio del país. La iniciativa de Devoto es
sólida y está dispuesto a cumplirla. Sin
embargo, no será de ninguna manera fácil. En
cuanto comience a andar —tarea en la que ya se
encuentra— se topará con los recuerdos que
produjo la gestión de su predecesor. Limpiarlos
será el paso inicial. He aquí algunos de los
siguientes:
• Un país en vía de desarrollo,
como Argentina, tiene que mantener pujantes a
sus facultades eminentemente técnicas. Sin
embargo, la intervención de Botet prefirió
ignorarlo cuando lanzó la violencia —física y
psicológica— sobre los alumnos y, como
consecuencia, sobre los profesores más aptos.
Resultado de eso es que se produjeron 850
renuncias; que el circuito cerrado de TV — único
en Sudamérica— quedara en silencio; que el Plan
de Exploración del Chaco, que se hacía en
colaboración con Francia, se truncara; que los
equipos de Química y de Genética Molecular
renunciaran en pleno y esas ramas dejaran de
funcionar; que los cargos reales quedaran
descubiertos en un 60 % según predican los
estudiantes.
• A nivel de Ciencias Económicas
deberá restaurar mucho el rector Se han
eliminado materias vitales como Matemática
Financiera, Geografía Económica Argentina y
General, Desarrollo Económico y Problemas
Económicos Argentinos; se promociona con
objetivos no muy claros la carrera de
Administrador en detrimento de las de Contador y
Licenciado en Economía; se ha incluido en la
carrera de Contador una serie inexplicable de
materias relacionadas con la Geometría y, en
general, se ha eliminado la orientación social
de las materias para trocarlas por una puramente
económica.
• En las carreras de Psicología y
Sociología también hay problemas. La primera ha
nadado durante 1967 entre planes de estudio que
se cambiaban frecuentemente y que iban desde 47
materias (aproximadamente ocho años de estudio)
hasta 28. Al mismo tiempo que los estudiantes de
Psicología desconocen la orientación y
organización de su carrera, ésta se desliza
hacia la formación de psicólogos académicos,
poco útiles en la realidad. La entrada (hace
pocos meses) del doctor Ipar —director de
Vieytes— ha cambiado esa orientación hacia otra
más práctica, pero aún sin confirmar. En
Sociología, los planes no han cambiado, pero en
cambio el 60 % de profesores renunciantes ha
sido reemplazado con desventaja e incluso con
ausencia (hay más de un caso de profesores que
durante el trimestre de 1967 fueron una o dos
veces a clase).
• En Arquitectura, docentes y
alumnos temen la aprobación de un nuevo plan que
eliminarla la materia Introducción al
Planeamiento y Urbanismo, considerada
fundamental en la carrera. "Mientras en Uruguay
y Chile tienen hasta cuatro cursos de esta
materia, acá estamos por eliminar el único que
tenemos", se quejan los arquitectos.
Este
panorama —que se extiende a otras facultades—
encuentra Raúl Devoto al tomar el rectorado de
la Universidad. A partir del mismo tiene que
construir una Universidad al servicio país Sus
mayores enemigos son los problemas mencionados y
un año y medio de ineficiencia. Sus armas: La
propia determinación —más la de Borda y
Astigueta— de hacer una Universidad moderna.
Este año parece el último plazo.
LA
UNIVERSIDAD "OF THE RECORD"
1. Asegurado por
un estudiante de Ciencias Exactas: "Según
cálculos norteamericanos de 1966. la Universidad
de Buenos Aires tenia en ese año 76.000 alumnos
y debía reducirlos a 40.000 en dos años. Desde
que subió Botet ya pasó un año y medio y hubo un
limitacionismo marcado, así que el plan debe
marchar..."
2. Los estudiantes de Psicología
y Sociología andan muy preocupados en estos
días. Según ellos, andan rondando un plan para
hacer con esas dos carreras una facultad aparte.
"El hecho de que el curso de ingreso para
Psicología se tome completamente aparte de las
demás carreras de Filosofía y Letras, resulta
demasiado significativo".
3. Una
significativa avalancha de investigaciones
matemáticas, económicas y sociológicas ha
invadido Venezuela y Chile en estos meses. El 50
% de esos trabajos —fundamentales— está firmado
y realizado por investigadores argentinos que
enseñaban en la Universidad, antes de la
intervención.
4. Una regla del juego: al
llegar la intervención todos los centros de
estudiantes fueron disueltos. Ahora comienzan a
resucitar paulatinamente pero balo la
denominación de Cooperadoras Estudiantiles. Los
rostros siguen siendo los mismos y las
autoridades lo saben. Pero la ley permite esas
cooperadoras...
5. Un caso muy sonado en
Ciencias Exactas, que los alumnos acostumbran a
contar a quien quiera escucharlos: un estudiante
que dos meses antes de la intervención fue
reprobado en los exámenes para ayudante de
cátedra, es ahora jefe de todo un departamento
de la facultad.
6. Escuchado en el comedor
estudiantil de Ciencias Económicas: "¿Cómo t9
posible que cada vez que el decano Mey llama a
dialogar a estudiantes con él y los sortea
previamente, en ese sorteo nunca le toca a
alguno de los alumnos pertenecientes al centro
de estudiantes?..."
RISIERI:
"LOS
DESPRECIO"
Nuestro casi olvidado Risieri
Frondizi es el argentino más importante de los
Estados Unidos. Profesor de Ética en la
Universidad de California —Campus Los Ángeles—
vive entre Beverly Hills y Belair, en la calle
Glenndale. Es un suburbio profesional semejante
a San Isidro: Risieri se dedica a sus clases, en
sus contactos internacionales, y pasea por los
jardines de su chalet mientras su hijo Charlie
disfruta de un Triumph sport. Virtualmente
expulsado de la ARGENTINA por comunista, el ex
Rector de la Universidad de Buenos Aires ha
encontrado su futuro en un país extranjero,
justamente el gigante anticomunista, donde su
opinión es valorada unánimemente. Es permanente
fuente de consulta para cuestiones de política
internacional, filosofía política, asuntos
latinoamericanos y académicos en general. Desde
el más alto nivel —Naciones Unidas, Unesco,
legisladores, profesores, empresarios— se lo
requiere y se lo tienta con sumas importantes
para cumplir funciones de consulta.
Pero la
Argentina no quiere utilizarlo.
Estos
rencores no los destila Risieri él prefiere
encerrarse en un silencio helado, y rodearse de
una nube de desprecio. Sin embargo, un hombre de
EXTRA compartió su mesa, hace algunas semanas,
en Los Ángeles. Me aquí algunos retazos del
diálogo:
• ¿Cree que el saldo de su rectorado
fue bueno?
—Por supuesto Creamos carreras
nuevas, dimos un impulso notable, e iniciamos la
construcción de la Ciudad Universitaria. Eso
todavía está en marcha. Cuando uno deja obras
que los gobiernos no pueden echar atrás, quiere
decir que el saldo es bueno. Esa es la prueba de
nuestro éxito: la Cuidad Universitaria.
• ¿V
el problema político?
—Reconozco que durante
mi gestión todavía existía. Esa propensión de!
pensamiento liberal, de desdoblarse en derecha e
izquierda, han mantenido la permanente dicotomía
de Reformistas y Conservadores. Pero yo lo
manejé perfectamente, a pesar de la
desinteligencia con mi hermano Arturo, que al
instaurar la enseñanza libre destruyó mis bases
de sustentación.
• ¿Cómo ve el problema de
choque violento del gobierno militar con la
izquierda universitaria?
—Me parece
inconcebible... ¡Qué torpes!
• No lo dice con
odio... Parece que los despreciara.
—A veces
hay que sonreírse ante la falta total de
jerarquía intelectual, de experiencia, de
habilidad. ¿Cómo los voy a odiar? Yo me fuí
solo, no me echaron.
• Pero es como si lo
hubieran echado.
—En el fondo, sí. Creo que
el país me necesita, no obstante: a mí y a la
multitud de técnicos y catedráticos de primera
línea que está emigrando. ¡Qué absurdo...!
Así vive Risieri: con esa clásica frialdad
frondizística se mofa suavemente del absurdo
argentino. Su verdad es parcial, por supuesto:
pero a su turno supo hacer cotas. ¿Y ahora?
Revista Extra
Director Bernardo Neustadt
marzo 1968