El canciller Vignes
declaró en conferencia de prensa que los restos de
Rosas serán repatriados y que posiblemente serán
depositados en la Iglesia de San Telmo. Sea este
templo, o no, su destino definitivo, lo cierto es
que pronto regresarán al país los despojos
mortales de la figura más discutida de nuestro
pasado histórico.
Profundamente odiado
por los proscriptos, inspiró a José Mármol una
poesía, "A Rosas" escrita el 25 de mayo de 1843,
donde lanzó su profecía: "... ni el polvo de tus
huesos la América tendrá".
Sin embargo, los hijos
del odio no son duraderos, y a pesar de que han
pasado 125 años de la batalla de Caseros, la
inminente repatriación de los restos de Rosas dará
en 1975 un mentís absoluto a la apasionada e
injusta afirmación del poeta.
Después de su derrota,
no solamente se dedicaron a Rosas poemas
injuriantes. Los políticos porteños confiscaron
sus bienes. Y la Legislatura de la provincia donde
señoreó durante 17 años (1835-1852) lo declaró el
28 de julio de 1857, mediante la ley Provincial
número 139, "reo de lesa patria", Rosas tenía su sentido
del honor y no quiso aceptar la injusticia de sus
contemporáneos. Una cláusula de su testamento lo
prueba: "Pido que mis restos descansen en el
cementerio de Southampton hasta que en mi patria
se reconozca y se acuerde, por el gobierno, la
justicia debida a mis servicios."
LA REIVINDICACION.
Esta cláusula fue el mayor impedimento legal, a lo
largo de casi un siglo (Rosas falleció el 14 de
marzo de 1877, 25 años después de Caseros) para
que sus restos no fueran repatriados. Recién el 14
de noviembre de 1973 fue promulgada una ley que
derogó la número 139 —"reo de lesa patria"— y
rehabilitó oficialmente la figura del caudillo. El
mensaje del gobernador Oscar Bidegain reveló que
la etapa del odio había sido superada.
"No pretendemos con la
promulgación de la ley —dijo— que se marchiten las
figuras relevantes del devocionario liberal puesto
que han tenido existencia real y actuación
conocida. Desde las estatuas y de la profusa
nomenclatura recordatoria, reiterarán ante las
miradas acusadoras de los argentinos de hoy, que
han hecho lo que han podido. Nuestra generación
sólo pretende integrar las figuras cumbres del
pasado incorporando una gema auténtica, limpia y
pura, que con su fulgor ennoblece a la Provincia y
a la Nación Argentina. Don Juan Manuel de Rosas
recibe en este instante el reconocimiento de
Buenos Aires, que venera su memoria y recuerda sus
hazañas".
También en noviembre
de 1973 el Congreso Nacional dispuso mediante una
ley la repatriación de los restos de Rosas y la
creación de una Comisión para recibirlos y
encargarse de su traslado, actualmente encabezada
por la presidente de la Nación.
EN SOUTHAMPTON. El
próximo domingo en el cementerio de Southampton es
muy posible que manos anónimas —como todos los
años desde hace 98— pongan flores en la tumba del
brigadier general nacido en Buenos Aires el 30 de
marzo de 1793. Todo parece indicar que este será
uno de los postreros homenajes que se rendirán
fuera de su patria al desaparecido gobernante
argentino. Lenta pero inexorablemente las pesadas
maquinarias burocráticas de ambos países han
permitido ir desatando el cúmulo de barreras
legales y administrativas que hasta el momento
impidieron el traslado de sus restos.
En este sentido, el
embajador argentino en Londres, Manuel de
Anchorena, ha presentado formalmente ante el
Foreign Office el pedido de repatriación. También
ha efectuado gestiones ante el alcalde y el
director del cementerio.
En la Argentina, en
noviembre del año pasado los descendientes de
Rosas suscribieron un acta en la Escribanía Mayor
de Gobierno en la que autorizan la repatriación de
las cenizas de su antepasado. Además del embajador
Anchorena estuvieron presentes ocho de los veinte
tataranietos, en representación de sendas ramas
familiares.
Puede decirse que las
formalidades que restan en ambos países son nimias
y de mero corte administrativo. De todas maneras,
se trasladará al país una urna simbólica, pues el
cajón de roble que hace 98 años contenía el
cadáver de Rosas se ha deshecho completamente en
la tierra donde fue depositado. De acuerdo con la
voluntad póstuma del caudillo y con las leyes
promulgadas en la Argentina, saldrá de Inglaterra
con todos los honores inherentes a su rango e
ingresará al país de igual forma, muy distinta de
la manera sigilosa en que debió escapar envuelto
en las sombras de la noche de aquel aciago 3 de
febrero de 1852.
_________
Recuadros
El destierro
La historia del
destierro de Rosas comenzó en Caseros. En la
mañana del 3 de febrero de 1853 las cargas
irresistibles de los lanceros entrerrianos le
quitaron su última esperanza al dispersar la
caballería escogida que comandaba valientemente
Lagos. Desprotegidos los flancos, la derrota de la
infantería mandada por el coronel Díaz y la
artillería dirigida con heroísmo por Chilavert,
fue una mera cuestión de tiempo. Al mediodía, la
suerte estaba echada. Por la tarde, Rosas escribió
con lápiz su famosa renuncia dirigida a la Sala de
Representantes y se asiló en la Legación
Británica. Desde ese momento, la protección del
pabellón inglés lo acompañó hasta la muerte.
A medianoche,
moviéndose con sigilo, el ex gobernador se embarcó
en la fragata de guerra H. M. S. "Centaur" en
compañía de su hija Manuelita, su hijo mayor Juan
y su nuera Mercedes Fuentes. A los pocos días la
familia trasbordó al vapor de guerra "Conflict" y
el 23 de abril llegó a Davenport, luego de una
larga y penosa navegación pues las calderas del
vapor estallaron y tuvieron que hacer la mayor
parte de la travesía utilizando el escaso velamen
que llevaba el buque como refuerzo.
Al tomar puerto en
Plymouth, dos días más tarde, Rosas fue saludado
con una salva de cañón, como si estuviera en
funciones. Desembarcaron y se alojaron en una
posada, en medio de una afligente situación
económica, pues los bienes de Rosas habían sido
confiscados. Pero pocos días después, el 6 de
mayo, llegó a Plymouth quien llevaría felicidad a
Manuelita y pesar al caudillo: Máximo Terrero,
quien durante diez años había festejado
infructuosamente a la primera dama de la
Confederación. Ya en el destierro, Manuelita vio
las cosas de otra manera y se casó con Máximo en
menos de seis meses, con gran desesperación de
Rosas, quien durante tres años no quiso recibir a
su yerno.
Entretanto, una
gestión de Urquiza permitió a Rosas salvar una
estancia, que fue vendida en un millón de duros, y
con el importe se compró una pequeña chacra
"Burgess Farm", en los alrededores de
Southampton, donde siguió haciendo la misma vida
de ganadero que había hecho durante toda su vida,
aunque por cierto con muy mal resultado económico,
pues aplicó en Inglaterra métodos que servían en
Buenos Aires pero que eran imposibles de aplicar
en las Islas Británicas. De todas maneras, se
siguió dando el gusto de andar a caballo hasta una
semana antes de su muerte, ocurrida el 14 de marzo
de 1877, como consecuencia de un enfriamiento.
Pro y contra de Rosas
Es difícil formular un
juicio desapasionado con respecto a Rosas, cuya
imagen está completamente distorsionada por obra
de las invectivas de sus detractores y el
ditirambo de sus partidarios.
La llegada de sus
restos seguramente contribuirá a superar la
antinomia rosismo-antirrosismo, y a la valoración
real de un patriota apreciado en la justa medida
de sus aciertos y de sus errores.
Entretanto la historia
llegue a un juicio definitivo, consignamos las
virtudes y los defectos que más se atribuyen a
Rosas.
PRO
• Fortaleció la
Confederación Argentina al lograr acuerdos
estables entre Buenos Aires y el resto de las
provincias. Al liquidar la anarquía imperante
antes de su llegada al gobierno, sentó las bases
para la futura Organización Nacional.
• Desarrolló una
política exterior independiente de los intereses
hegemónicos de Inglaterra, Francia y el Brasil,
cuyas agresiones militares y diplomáticas fueron
constantemente rechazadas durante su gobierno.
• Desplegó una
extraordinaria actividad y un celo minucioso en el
manejo de la Administración Pública confiada a él
durante 17 años. Hizo públicos los ingresos e
interpretó los intereses de estancieros y
paisanos.
CONTRA
• Impuso un régimen
autocrático tan excluyente con sus adversarios
políticos, como anteriormente lo habían sido los
unitarios con las fuerzas y los intereses
federales.
• Fortaleció la
concentración de tierras en pocas manos y la
extensión del régimen latifundista en la provincia
de Buenos Aires.
• Al impedir la libre
navegabilidad de los ríos interiores perjudicó
seriamente los intereses económicos de las
provincias del Litoral
• Tuvo una política
exterior contradictoria. Se negó a reconocer la
independencia del Paraguay, declaró la guerra a
Bolivia, perdió la provincia de Tarija, dejó
ocupar el estrecho de Magallanes por los chilenos
y quiso entregar las Islas Malvinas a cambio de la
condonación de la deuda contraída por Rivadavia
con la Baring Brothers.
Revista Panorama
29.03.1975
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