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crónicas del siglo pasado

 

REVISTERO

LEVITACIONES
La piedra del escándalo

Osvaldo Soriano investigó en Tandil el proyecto de restauración de la Piedra Movediza y la historia de su caída. Aquí, su informe:
-La Movediza está embrujada, se lo digo yo. Cada vez que se disponen a levantarla y el gobierno da su autorización, ¡zas! lo echan.
Un viejo político tandilense -algo supersticioso- explicó el motivo de su alarma. No bien un gobierno autorizó los proyectos para colocar la mole en su sitio, ése era, en efecto, uno de sus últimos decretos. O casi: en 1955, una semana antes de refugiarse en la embajada paraguaya, Juan Perón había concedido una audiencia para escuchar a los empedernidos tandilenses. Después, el 28 de febrero de 1962 se firmó un convenio con la Dirección Provincial de Turismo, justo un mes antes de que Frondizi fuera expulsado de la Casa Rosada. El 26 de Junio de 1966, dos días antes que Arturo Illia pasara al ostracismo, se había aprobado una licitación para esas obras. Dos semanas atrás, al fin, el municipio decidió llamar a un concurso de proyectos: casi simultáneamente, los diarios barajaban la posibilidad de que renunciara el gobernador de la provincia, Saturnino Llorente. Tanta casualidad hizo que un viejo lugareño bromeara: "¡Y que se cuide Onganía!".

revista Panorama
mayo de 1970
línea temporal
Onganía es sustituido por Levingston a principios de junio de 1970

 

 

CUESTA ABAJO

El loco Pandereta no servía para nada. En la primera década del siglo paseó sus huesos por las calles de Tandil: limosneaba o visitaba gallineros ajenos, dormía bajo los árboles o en el calabozo y todo el pueblo se reía de él cuando repetía: "El día que yo me muera se cae la Movediza".
El 29 de febrero de 1912, al amanecer, lo encontraron muerto; a las cinco de la tarde de ese día apacible, un estrépito sacudió a los pobladores de la aldea: la piedra perdió equilibrio y sus 386 toneladas rodaron hasta recostarse, cincuenta metros más abajo, sobre otras rocas menos célebres. Cuando los pobladores llegaron al lugar y comenzaron a escalar la cuesta, se encontraron con otra sorpresa: alguien había enjabonado los escalones y fueron varios los contusos.
Muchas fueron las conjeturas en torno de la caída. El entonces comisionado. Eduardo Arana, pidió al gobierno provincial que enviara un geólogo para investigar las causas. El enviado, un cierto doctor Roth, fue contundente: la mole rodó debido al desgaste de la base natural de apoyo (unos 70 centímetros de diámetro). Días después, el científico Eduardo L. Holmberg escribía en Caras y Caretas: "El fenómeno ocurrió entre las cinco y las seis de la tarde, hora predilecta de los visitantes. Uno, quizá dos o más de ellos, tomando el ritmo de la oscilación, han aumentado los impulsos sucesivos y el ángulo de oscilación ha sido mayor. El centro de gravedad se ha proyectado fuera de la base y... ¡se acabó la Piedra Movediza!".
En realidad, nunca se supo la verdadera causa del deslizamiento, pero Tandil perdió entonces su mayor atractivo para el turismo, que llegaba incluso desde otros países para admirar la maravilla. La principal diversión de los visitantes era colocar una botella en la base y observar cómo el coloso la desintegraba.

VOLVER A SER

Diez días después de la caída, el alcalde Arana se ponía al frente de una comisión para restituir la piedra a su base. El costo de la aventura (250 mil pesos de la época) enfrió los ánimos. Desde entonces, cada intendente Intentó pasar a la historia desafiando costo e impedimentos; el mayor fue, hasta hoy, la inestabilidad política.
Desde 1935, Arnaldo Rizzo (44) lleva la piedra en el corazón. Cuando practicaba ciclismo la usaba como distintivo. Luego se puso a pensar cómo levantarla y hasta inventó un sistema que hizo reír a muchos. Sus reuniones nocturnas con otros fanáticos hicieron que un matutino porteño sospechara que era apenas un pretexto para abandonar el hogar con piedra libre. Ahora se sabe que no: desde 1955 Rizzo preside la Asociación Amigos de la Piedra Movediza y ahora, convertido en próspero martillero, está a punto de abrazar su sueño: "Cuando vea la piedra en su lugar agarro la pava y el mate y me voy abajo de un árbol a mirarla", prometió a Panorama.
Los autores del proyecto más serio son los ingenieros Juan (55) y Jorge (30) Maxwell; padre e hijo (autores de un sesudo estudio para detener el hundimiento de la Torre de Pisa) han gastado ya dos millones de pesos viejos en exhibir la idea.

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Sin embargo se guardan muy bien de confesar cómo harán para levantarla y hacer que se mueva sin peligro de caer nuevamente. "Nosotros vendemos misterio", dijo Jorge a Panorama; él es un experto que trabajó cinco años en USA en el diseño de los trajes espaciales del proyecto Géminis. Tienen motivo: ante el inminente llamado a concurso de proyectos temen que otros copien los planos. Por de pronto se oponen a la licitación, "porque se hará en base a los proyectos que nosotros oportunamente entregamos al ex intendente Victorio Mazzarol. No podemos permitir que otros vengan a aprovechar nuestras ideas". Desde 1964 perfeccionan el sistema, ahora registrado en la propiedad intelectual.
"Estamos dispuestos a llegar hasta el propio presidente para hacer valer nuestros derechos", amenazan. Quizá no sea necesario. En Tandil, según el secretario municipal, José María Ortiz, todo el mundo se muestra dispuesto a aceptar las condiciones de los Maxwell: poner la piedra en su lugar (restaurando también su anterior movimiento) y construir un par de confiterías y vehículos para llegar a la cima, a cambio de una concesión de 20 años (con opción a otros 20) para explotarla. Lo que entusiasma es que, de esta manera, Tandil no gastará un solo peso para ver restituido -en solamente un año- su mayor mito. Quizá entonces el turismo retorne a esta ciudad de 80 mil habitantes. Por ahora, sólo la caminata de Semana Santa atrae a unos miles de forasteros. La Piedra Movediza, en cambio, pretende estar de moda todo el año.

 

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