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crónicas del siglo pasado

REVISTERO

La censura en la televisión argentina
reportaje a Aldo Cammarota

revista Redacción
septiembre de 1974

 

 

Dos programas humorísticos importantes fueron eliminados de los canales 11 y 13, ambos escritos por Aldo Cammarota ("Telecómicos" y "Déle crédito a Tato"). Con ese motivo Redacción entrevistó al popular libretista, para que expresara sus ideas acerca de la televisión argentina y sus eternos problemas de censura. Este fue el diálogo con Cammarota.
Mire, yo primero le voy a explicar objetivamente qué es lo que pasó y usted después me pregunta lo que quiera. Respecto a Telecómicos en el mes de mayo último Canal 11 comenzó a atrasarse en el pago de nuestros honorarios. Además nos adeudaba repeticiones del programa y un reajuste del trece por ciento que reconocía, pero que no nos hacía efectivo. Por nuestra parte, estábamos obligados a pagar al elenco, que era contratado por nosotros y no por el canal. El 15 de julio, estábamos atrasados cinco días en el pago de los programas grabados en mayo. Era el primer atraso que nosotros teníamos con el elenco en doce años de vida. La Asociación de Actores, entonces, con el apoyo del elenco, nos exigió de inmediato el pago, llegando incluso a parar una grabación. En tal circunstancia nos vimos obligados a insistir ante el canal, que nos contestó que no podía darnos ninguna fecha de pago por cuanto desconocía cuándo iba a poder pagar y aun "si iba a poder pagar". El propio canal 11 nos propuso rescindir nuestros contratos. Contestamos proponiendo que el canal se hiciera cargo de los contratos del elenco, y que nuestros honorarios los abonara con documentos. No aceptaron. Entonces accedimos a rescindir el contrato de Telecómicos (que estaba vigente hasta el 31 de diciembre) con la única condición de que la fuente de trabajo de los actores se respetara. El canal se hizo cargo de todos los contratos del elenco, que es una subrogación prevista en el Convenio Laboral de Actores vigente. Como usted comprenderá, esta situación fue la culminación de una serie de presiones destinadas a eliminar a Telecómicos de la programación. Los chistes políticos y la sátira de actualidad ya hacia rato que habían sido eliminados del programa, por indicación expresa del canal. Por ejemplo, en abril último, Telecómicos fue programado en un horario totalmente inadecuado para sus características de programa popular y familiar. Iba a las 22.15, aunque generalmente comenzaba a las 22.30 y luego se le injertó un microprograma de Dante Panzeri. El programa terminaba a veces a la una de la mañana. Cuando protesté, Héctor Ricardo García me propuso rescindir. Evidentemente esa era la intención del desusado horario: presionarme para que me fuera. Me negué, y entonces vino la falta de pago. Pero también había presiones de otro tipo: el actor Mariano Bauza me gritó un día en pleno ensayo: "-Vos pronto vas a volar de la televisión. Ahora ganamos los peronistas y mandamos nosotros"... Realmente fue una premonición acertada.
-¿Qué pasó con el programa de Tato Bores?
-A fines de marzo me llamaron de Canal 13 para encargarme de los libretos de "Dele crédito a Tato". Les dije que consideraba que un programa de humor político, tal como lo hacía Tato Bores, era un hecho inédito con un gobierno peronista y difícilmente íbamos a poder hacerlo. Me contestaron que no era para tanto y que la única regla de juego a la que debía atenerme era no hacer chistes referidos a Perón y a la señora. Con esa base comenzamos. Pero las "reglas de juego" se fueron haciendo muy elásticas. Tampoco podíamos referirnos a López Rega, a Gelbard, a la CGT, ni a los Montoneros, ni a los aumentos de precios, ni al desabastecimiento. Tampoco podíamos mencionar frases clásicas de Perón. Los libretos eran supervisados y sometidos a cortes por el canal antes de la emisión de cada programa. El video-tape era muchas veces censurado con cortes evidentes, una vez grabado. No obstante estas limitaciones el programa continuaba, aunque frenado en su eficacia. En julio el programa no se emitió porque el canal consideró conveniente no producirlo ni televisarlo.
-¿En señal de duelo?
-Supongo que sí. Luego se nos comunicó que volvería a estar en el aire para el primer domingo de agosto, con las mismas reglas de juego. Preparé el libreto. Tato lo estudió y el día que íbamos a grabar se nos informó que la grabación había sido levantada y que se iba a conversar con nosotros sobre el programa. A la semana siguiente se nos propuso negociar la anulación del contrato porque el programa no saldría más.
-El martes 20 de agosto a las cinco y media de la tarde usted y Bores conferenciaron durante una hora con el interventor en Canal 13. ¿Hablaron del programa?
-El programa de Tato Bores definitivamente no sale más al aire. Hablamos sobre la negociación de los contratos.
-Aquella sátira, con los dobles de las figuras políticas argentinas se dejó de hacer en Canal 11 mucho antes de que Telecómicos fuera levantado. ¿Por qué?
-Claro, la sátira aquella la dejamos de hacer. Inmediatamente de realizadas las elecciones, por indicación del canal ya no hicimos al doble de Cámpora. Cosa que me extraña porque sé que Cámpora lo felicitó a Tato por algunas cosas que él decía en su programa, así que... no sé. Por ahí en el canal eran más papistas que el Papa. Después, un poco porque la cosa fue perdiendo interés, otro poco porque iban desapareciendo los políticos a quienes satirizábamos, la cosa dejó de hacerse. En setiembre, ya no hacíamos más nada. Estoy hablando de setiembre del 73. En ese mes, con diversas excusas el programa no salió al aire. Se grabó pero no se emitió. Hasta que sacamos todo lo político. Nos vimos obligados a adelantar programas y entonces los chistes políticos perdían toda actualidad, toda vigencia. Así volvimos a recuperar nuestro ciclo, pero sin política. A partir del 15 de octubre del 73, Telecómicos fue un programa neutro. Igual eso no era condición para que Telecómicos estuviera en el aire. A través de doce años, el programa tuvo épocas en las que se habló de política y tuvo épocas en las que no se habló de política. Personajes como el de la trenza o el de los salames Grasulín no tenían nada que ver con la política y tuvieron gran repercusión. No era condición obligatoria hacer chistes políticos. Pero quiero decir que la supresión del humor político no fue un hecho espontáneo, sino que fue indicación directa del canal. El último programa de Telecómicos salió el lunes 12 de agosto. Estaba grabado mucho antes. Cuando para rescindir propusimos el primer criterio del que le hablé y no fue aceptado, nosotros planteamos que se respetara el contrato de los actores y nada más. No recibimos ninguna indemnización por la rescisión de nuestros contratos. Regalamos nuestra parte del contrato.
-Con relación al levantamiento del programa de Tato Bores, ¿es la primera vez que a Tato le sucede una cosa así?
-Sí, me parece que sí.
-¿A qué cree que se debe? ¿Es falta de humor o hay razones de más peso?
-La falta de humor es evidente. Pero además yo creo que se está perdiendo la libertad de expresión. A mí me comprenden en mucho las generales de la ley. Mi posición política hace que esto no sea ninguna sorpresa para mí. Yo presumía que esto iba a pasar. Yo tengo la conciencia totalmente tranquila, a tal punto que cuando hacíamos las sátiras en Telecómicos he recibido felicitaciones de muchos políticos. No de la agrupación a la que yo pertenecía. Pero... de Rucci, que un día vino y se fotografió con su doble; de Alende, de Frondizi, de Sueldo. Recibimos felicitaciones aún de sectores del peronismo, como Cafiero, y de gente que nos felicitaba por la forma en que tratábamos el humor: con absoluta buena fe. Nosotros siempre hicimos humor con la política. Nunca hicimos política con el humor. Yo nunca fui un emboscado de la política. Cuando quise actuar, actué, asumiendo todas las responsabilidades. Aun con las críticas de quienes pensaban que yo era un humorista y que no tenía por qué actuar en política.

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-¿Qué es el humor político para usted?
-Mire, nunca la supresión de un chiste sobre la escasez de determinado alimento ha conseguido terminar con el desabastecimiento. Lo único que el humor político pretende es hacerlo sonreír mientras está en la cola. A mí me acaban de dar un libro chileno que se llama "Los francotiradores del humor", que recopila los chistes que se hicieron en los medios de prensa gráfica durante el gobierno de Allende y durante los primeros seis meses del gobierno de Pinochet. Y siendo dos gobiernos distintos, siempre hubo libertad para la cargada. Lo que prueba que la libertad de risa nada tiene que, ver con los procesos políticos.
-Se dice que durante una reunión que Perón mantuvo con los sindicalistas manifestó que "hasta los chistes se hacían en contra...". ¿Es cierto eso?
-Sabe qué ocurre, que no se pueden hacer chistes a favor. En un chiste, uno se ríe con lo que no funciona. No se puede hacer un chiste con lo que anda bien. Si el Gobierno inaugura un hospital de niños nuevo y moderno, es una gran medida, pero no es graciosa. En cambio si faltan las monedas, es un problema serio. Pero se pueden hacer chistes. Nosotros, al domingo siguiente y a través del programa de Tato contestamos a eso. Me acuerdo que decíamos que si un señor sale de su casa, la señora lo abraza, el nene lo besa, se va contento y feliz, llega a la oficina, le aumentan el sueldo, vuelve a su casa y la señora lo espera con un beso y el perro con las pantuflas, todo eso es bueno pero no es gracioso. En cambio, si ese señor sale de su casa, besa a su mujer y se pincha con los ruleros, tropieza con los patines que el nene dejó en el comedor, llega a la oficina y le comunican que no hay plata para pagarle el sueldo, vuelve y se queda encerrado en el subte, tiene que viajar caminando por el túnel y se ensucia de grasa, llega a su casa, toma el ascensor y se queda encerrado con un negro que viene de celebrar la fiesta de la vendimia, abre la puerta y encuentra a la señora con cara de perro y al perro que le mordió las pantuflas, todo eso no es positivo pero es gracioso.
-Cuando se habló de la estatización de la televisión, usted publicó una solicitada dirigida al Presidente de la Nación. ¿Qué era lo que quería manifestar realmente?
-Aquella solicitada decía: "Señor Presidente, con todos sus defectos la televisión privada es infinitamente superior a la estatal. Y Argentina merece lo mejor. Aldo Cammarota". Al publicar eso no he pretendido defender ninguno de los intereses de los permisionarios de la televisión. No los defiendo (a pesar de que me dieron trabajo) precisamente por las falencias que la televisión tenía, incluido el canal estatal.
-¿Cuáles eran esas falencias?
-En un momento era una carrera por el histerismo y el sensacionalismo. En mi archivo debo guardar todavía una foto de la viuda de Sallustro, rodeada de micrófonos de todos los canales. Y la viuda de Sallustro llorando y los canales preguntando: "¿Y... qué tal? ¿Cómo se siente?... Un momentito, siga llorando, que vamos a una tanda y enseguidita volvemos...". Era terrible. Y allí estaba también Canal 7, que era del Estado. Pero de eso hemos pasado al otro extremo. Canal 13 no anunció el asesinato del padre Mujica. Canal 13 no anunció cuando el ERP tomó lo de Villa María. Y al otro día, dieron primero las noticias de fútbol y después la situación en Córdoba y Catamarca. Una cosa es el sensacionalismo y otra cosa es ocultar las noticias frente a una máscara de optimismo y aparentar que aquí no pasa nada. Si tenemos una infección no hay que taparla. Hay que decir la verdad.
-¿Entonces qué es lo que usted defiende?
-Yo defiendo un medio de expresión que es la televisión privada. Yo creo que el Estado no tiene que manejar la televisión. Creo que el Estado con su Ley de Radiodifusión debe arbitrar los medios necesarios como para que, a través de licitaciones cristalinas, pueda entregar la televisión a manos privadas argentinas, capaces de llevar adelante ese medio. No debe hacerlo el Estado. El Estado puede controlar y no pierde la soberanía en ningún momento. El Estado no puede ponerse a administrar la televisión, porque ha fracasado como administrador de las radios, transformando las radios argentinas, que eran las mejores de habla castellana, en las peores. Realmente las radios argentinas son muy malas, y como fuente de trabajo son bastante malas también. Bah, ni siquiera puede decirse que sean fuentes de trabajo!... Y las pagamos entre todos, como ya empezamos a pagar entre todos la televisión estatal.
-¿Cuál cree que será su futuro?
-No sé. Yo pienso que ojalá esté equivocado y estos dos episodios de Telecómicos y de Tato hayan sido dos casualidades y que en cualquier momento me vuelvan a llamar. Telecómicos ha contado con el apoyo del público durante más de doce años. Es un programa popular y en estos momentos en que se habla de una televisión al servicio del pueblo es un poco absurdo que no estén los programas populares. Si se considera que mi ciclo como autor está cumplido en la Argentina, creo que habrá otras televisiones donde pueda trabajar. Creo que tengo talento y no me voy a morir de hambre. No descubrí todavía la manera de vivir sin trabajar. Además, uno necesita trabajar para realizarse. A mí me pagaban por hacer Telecómicos, pero me gustaba hacerlo.
-¿Cómo ve ahora el futuro de la televisión?
-Mire, en manos del Estado creo que la televisión se va a ir arrugando como una pasa de uva. Y va a tender a una uniformidad, sin grandes inquietudes. Así que yo lo veo bastante gris... bastante gris. Y antes que terminemos quiero dejarle en claro, una vez más, mi absoluta buena fe al hacer humor político. El hecho de que yo haya tenido que hacer Tato fue una casualidad que ni quise hacer, para que no se pensara que yo me quería valer de una figura y de un programa del prestigio del de Tato Bores, para destilar allí mi posición política. Incluso lo dije en el canal y me insistieron para que lo hiciera. A Tato le consta mi absoluta buena fe. Yo jamas usé el humor para desprestigiar a ningún político. [Alberto Amato]

 

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