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Boquitas Pintadas (T. Nilsson) desnuda las miserias de nuestra
sociedad
Seis estrenos argentinos han
escalado a los primeros lugares de la taquilla. Películas que recuperan sus costos a los
quince días de su estreno. De todo como en botica: desde Sandro a "Boquitas
pintadas" y "La Patagonia rebelde". El fenómeno de "Quebracho"
junto a "La gran aventura" y "Papá corazón se casa".
La explicación del éxito cinematográfico se desliza, muchas veces, por el
divertido terreno de las ciencias ocultas. También el del fracaso. Ante los seis
multimillonarios sucesos del cine argentino, actualmente en exhibición, se renuevan
en los mentideros especializados especulaciones clásicas y alguna otra más
audaz, en torno de la vigencia del cine nacional. Los títulos que han polarizado la
apetencia popular incluyen de todo, como en botica.
Por un lado, se agrupan las películas que arrastran multitudes en función estelar
Sandro con la película Operación Rosa, Rosa; o que capitalizan el precedente
éxito televisivo: Papá corazón se quiere casar; o el divertimento a la criolla con
aventuras y jóvenes intérpretes: La gran aventura. En esos casos, la explicación del
éxito se da a partir de manifos y eficaces gambitos comerciales.
Donde las cosas son más complejas y debatidas es en el otro grupo de obras:
Boquitas pintadas, ¡Quebracho!, La Patagonia rebelde. Películas de ambición
artística, pretensión concientizadora, intención comprometida. ¿Por qué, se preguntan
los observadores, estas tres recaudan centenares de millones de pesos y no ha ocurrido lo
mismo con Una mujer... un pueblo (recreación documental sobre la vida y obra de Eva
Perón). El camino hacia la muerte del viejo Reales (semidocumental sobre la explotación
de los obreros en Tucumán), La civilización está haciendo masa y no deja oír (comedia
musical con transfondo marxista). La balada del regreso (sobre el desencuentro argentino)
y Un hombre de 561 años. En otros términos: no es suficiente jugarse a la carta
política ni a la carta oficialista para lograr no sólo la masiva adhesión del público,
sino también la mayoritaria opinión favorable de la crítica, hechos estos que, sí,
avalan a Boquitas, Patagonia y ¡Quebracho!
Esa extraña raza de los productores
"Lo que pasa
dijo un veterano periodista es que, como nunca, la propaganda por televisión
ha sido muy fuerte, ahí está el secreto". ¿Está ahí la clave? No creemos que la
explicación suficiente deba imputarse a factores accidentales que, sin negar su aporte,
pasarían a tener calidades mágicas.
La clave se ubica en otro nivel de permanente funcionalidad que se identifica en el
trabajo del productor. Obsérvese que, de acuerdo con las reglas del juego vigentes en
nuestro país la empresa cinematográfica de mayor continuidad, la más importante
industrialmente hablando, es Argentina Sono Film, y, en ella, la mitológica personalidad
de Atilio Mentasti configura uno de los arquetipos posibles de productor que maneja los
hilos con cabal conocimiento de su complicado oficio. Anótese que desde El crimen de
Oribe (1950) Leopoldo Torre Nilsson creció como el mayor de los directores
cinematográficos argentinos y desde La casa del Ángel (1957) ha sido el ganador
permanente de las operaciones "prestigio", pero su definitivo asentamiento en la
producción-realización, contundentes éxitos de taquilla, con continuidad anual en la
aceptación popular y de crítica se produce a partir de Martín Fierro (1968).
Recuérdese que Héctor Olivera director-productor de La Patagonia rebelde ha
calificado su trayectoria particularmente por su avezada condición de productor en Aries
Cinematográfica.
Es evidente que, tanto en la nómina de recientes fracasos de público de la nueva
cinematografía argentina como en los anteriores generación del 60 y del 70,
fracasó la producción, sometida por el vedetismo de los directores. Claro está que se
impone precisar qué se entiende por productor, pues de una u otra manera
esas películas también han tenido su producción. La idea es perfilar un identikit del
productor que es algo más que el proveedor del dinero.
Ese identikit del productor (que puede ser además director) supone: Iº) elección
de un tema y/o libro en un momento determinado (¡Quebracho! o La Patagonia rebelde,
¿ahora o cinco años atrás?); 2º) intérpretes consagrados o debutantes que
expresen a su público, en los cuales ellos se identifican (la ideal elección de Martha
González para Boquitas, a diferencia de la imagen que pudo haber dado Thelma Biral, sin
discutir sus excelencias); 3º) una inteligente lectura del país receptor, factor este al
que de hecho quedan sometidos los dos anteriores. El público en una
etapa determinada ¿busca la evasión o el compromiso?; las condiciones políticas
(censuras, libertad expresiva, represión) marcan los límites de lo posible; tendencias
mundiales que hayan marcado pautas, despertado curiosidades y apetencias, en suma que han
sensibilizado a un público; para los nuevos, particularmente, contactos y
prenegociaciones con la distribución y la exhibición, para las reservas de fechas y
salas que no condenen (como ocurre todas las semanas) a la película en su lanzamiento; si
se trata de cine politizado, pareciera ser que el público argentino rechaza el panfleto
propagandístico, la película de signo partidista, para preferir la denuncia, en función
de lo nacional y lo antinacional, la indagación y análisis de las grandes líneas de
fuerza, donde ubicaríamos a La Patagonia rebelde y ¡Quebracho!
De hecho quedan por anotar factores imponderables, sin contabilizar entre ellos la
circunstancia de que nuestro público como fenómeno taquillero en el cine
busca además, el espectáculo. Todo lo dicho y lo no dicho presupone que el
productor es una especie de superhombre, y no es así. Se trata lisa y llanamente de un
oficio que hay que conocer a fondo en el que fracasan los advenedizos, los improvisados y
los apurados. Y aun conociéndolo a fondo se debe estar preparado para el fracaso y su
debida compensación con un éxito. Esto último propone la continuidad: ¿cuántas buenas
intenciones y millones de pesos se agotaron en la película primera?
HÉCTOR GROSSI
Olivera "me alarma que el ejército vuelva a ser el chivo
expiatorio"
Testimonio gráfico del momento en que los combatientes
indígenas se entregan al ejército. Después, como diría Borrero, vino la orgía de
sangre
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UN FILM SOBRE LOS FUSILADOS DEL AÑO 20
Por HÉCTOR GROSSI
La sexta película del realizador
argentino Héctor Olivera comenzó a filmarse el 14 de enero último en Puerto Deseado
(Santa Cruz) bajo el título de "La Patagonia Rebelde", sobre !a base de la
adaptación cinematográfica de una copiosa investigación histórica de los fusilamientos
ocurridos en el sur en 1920.
Héctor Olivera eligió para comenzar su trabajo "La Patagonia
Rebelde", la secuencia que recrea el combate entre Facón Grande y las tropas
del Comandante Zabala, históricamente ocurrido en la estación Tehuelches. Esos
personajes serán interpretados, respectivamente, por Federico Luppi y Héctor Alterio.
Una nutrida documentación fotográfica más de 500 fotografías
obtenidas del Archivo Gráfico de la Nación, otras pacientemente detectadas por el autor
de la investigación, y las aportadas por un residente de Río Turbio, el profesor George
Gooderham, son parte fundamental del ingente instrumental orquestado por Olivera para
acceder al conmocionante episodio ocurrido en lugares de Santa Cruz, a comienzos de los
años 20, de este siglo. A esos mismos objetivos confluyen la actividad de María Julia
Bertotto (vestuario), Oscar Piruzanto (escenografía) y Luis Repetto (productor
ejecutivo).
Con un costo estimado en 300 millones de pesos viejos, "La Patagonia
Rebelde" se filma en Río Gallegos, Río Turbio, Pico Truncado, Lago Argentino, para
culminar con escenas a realizarse en los estudios Baires, vecinos a la Capital Federal,
donde se han recreado calles de Río Gallegos, la Federación Obrera, la Sociedad Rural y
el Hotel Argentino lugares de la mencionada ciudad santacruceña donde
ocurrieron episodios claves de la rebeldía referida en el título de esta obra.
Quince años después
"Esta película, el deseo de
hacerla, arranca hacia 1959, cuando ensoñamos encarar la adaptación cinematográfica de
la novela de David Viñas, "Los Dueños de la Tierra" recuerda el director
Olivera; el mismo escenario, personajes y situaciones tomados de la realidad
histórica, coinciden en aquella novela. Quince años después alcanzamos a concretarlos.
Creemos que valió la pena esperar. Ahora, en este momento político del país, las
elecciones nacionales y el acceso al Gobierno de una fuerza democrática y popular, han
facilitado las cosas, entre otros motivos precisa Olivera porque "La
Patagonia Rebelde" debe contar con colaboración oficial".
Redacción: ¿Qué clase de colaboración?
Olivera: La que se concreta en el apoyo del Instituto Nacional de Cinematografía
cuando declaró a "La Patagonia Rebelde" de interés especial, y el apoyo de
armas, municiones y hombres de la policía de Santa Cruz.
Redacción: ¿Y el Ejército?
Olivera: No, el Ejército no. Estimamos que reclamar esa colaboración importa
tanto como obligar al Ejército a revisar hechos que, oficialmente, no existieron para la
institución.
"La Patagonia Rebelde" será una película absolutamente dramatizada, con
excepción de un montaje fotográfico incluido en el comienzo de la misma, documentación
que, con el aporte de un locutor, ubica al público respecto de lo que era la Patagonia
entre los años 1920 y 1923.
Un fondo militar
"Mi paso de 4 años por el
Liceo Militar declara Héctor Olivera me ha dejado, en el fondo, algo del
Ejército. De allí que del gran número de personajes reales que figuran por su nombre
verdadero en la película: Gallego Soto (Luis Brandoni), Facón Grande (F. Luppi), Alemán
Schultz (Pepe Soriano), Ministro Gómez (Alfredo Iglesias), Outerello (Osvaldo Terranova).
Chileno Fariña (Franklin Caicedo), Graña (Tacholas); y aquellos otros que por razones de
producción hemos revestido con nombres inventados: Comandante Zavala (en rigor se trata
del famoso Comandante Varela, H. Alterio), Juez Velar (Emilio Alfaro), Méndez Garzón
(José María Gutiérrez), Mathews (Jorge Rivera López), Capitán Arzeno (Héctor
Pellegrini); de todos, el personaje que más me interesa, por aquel fondo que me ha
quedado, es el del Comandante Zavala. Ese hombre viajó dos veces a la Patagonia: la
primera para laudar a favor de los obreros, fue un héroe de los huelguistas; la segunda
vez, para fusilar a diestra y siniestra. Pienso dice Olivera que él es un
poco el ejemplo de lo que ha sido, en muchas oportunidades, el Ejército argentino: no
tanto victimario, sino ejecutor por cuenta de otros...
Redacción: ¿De quiénes?
Olivera; Ejecutor en nombre de los políticos, de los intereses económicos, de
Inglaterra, de Chile y de Estados Unidos...
Redacción: ¿Y usted qué se propone hacer o demostrar en "La Patagonia
Rebelde"?
Olivera: Me alarma que el Ejército pueda volver a ser el chivo expiatorio. Lo que
narra la película está avalado histórica y documentadamente en cada detalle. Esto
ocurrió, no es una leyenda negra. En algún grado mi película tendrá un sentido
admonitorio, además del objetivo esclarecedor, el de informar. Los hechos evocados en la
película son muy sintomáticos. Por un lado corresponden al período de un Gobierno
popular, encabezado por Hipólito Yrigoyen, y eso nos importa. También nos importa
presentar una región de nuestro país que no parece pertenecer a él, con
características propias, totalmente diferentes al resto de la Argentina.
Redacción: Además de su interés dramático por el personaje del Comandante
Zabala. ¿usted tiene partido tomado con respecto a las dos fuerzas que pugnaron en Santa
Cruz, hacia 1923?
Olivera: Dentro del marco de objetividad que impone toda recreación histórica, es
lógico además que no pueda ser una película fría si recordamos que fueron
masacrados centenares de obreros. Creo que la película habrá de traducir, emotivamente,
lo que propone la misma tragedia.
Redacción: La bibliografía argentina en la materia reconoce un ilustre
antecedente, el de Borrero y su libro "La Patagonia Trágica".
Olivera: No podíamos usar ese título pues los hechos culminantes que asumirá la
película no fueron tratados por Borrero, él anuncia la continuación de su libro con el
tratamiento de aquéllos en una obra jamás escrita, bajo el proyectado titulo de
"Orgía de sangre".
Redacción: ¿Cómo vincula esta obra con sus cinco películas anteriores, en su
mayoría desplegadas dentro del campo de la comedia?
Olivera: "La Patagonia Rebelde" no tiene nada que ver con mis anteriores
películas. Podríamos quizás exceptuar, por la seriedad crítica en sus objetivos
crítica en sus objetivos, a "Las venganzas de Beto Sánchez". Pienso que
nuestra próxima película se entronca con un proyecto frustrado, si de "Los
Caudillos", película que curiosamente habría tratado sobre una expedición del
Ejército al interior para someter, como en "La Patagonia Rebelde", a una
rebelión popular.
Redacción: ¿Esta película es indicativa de su inmediato futuro en cine?
Olivera: Pienso que marca una tendencia que tanto las circunstancias generales del
país como nuestra empresa (Aries) podrán facilitar. "La Patagonia Rebelde"
retoma la primera línea temática de Aries (El Jefe, El candidato), con, la diferencia de
que hemos logrado armar una estructura industrial y comercial que nos permite afrontar
riesgos económicos, como los que supone una producción de esta envergadura.
Redacción: ¿Cuándo se estrena "La Patagonia Rebelde"?
Olivera: Exactamente, el próximo 10 de abril.
Estación Tehuelches, Santa Cruz, escenario clave de la
película, donde se registró un terrible combate entre los huelguistas y las fuerzas de
represión
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