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"SI LO SABE, CANTE"
La Presidente de la Nación dijo,
desde Tucumán, que la "calumnia no detendrá mis esfuerzos en favor del
pueblo". Correcta afirmación en labios de un gobernante. En todos los tiempos -y
ello es imputable a la naturaleza humana- se alzan infundios y torvas especies contra
quienes ejercen el poder. Es doloroso, pero inevitable que así ocurra. De cualquier
manera una aguda y alerta sensibilidad en el estadista frente a denuncias o versiones
puede reducir al mínimo e, incluso, desbaratar toda intención calumniosa, Y aún más,
castigar a sus autores.
Pero conviene definir previamente -y si fuera posible con ejemplos- el género
"calumnia". Según el diccionario se trata de "una falsa acusación hecha
con el propósito malicioso de causar daño", Ahora bien, ¿serán calumnias, en
definitiva, los siguientes hechos difundidos por la prensa?
Los diputados provinciales
de la oposición en la provincia de Corrientes señalan que el gobernador Julio Romero
obtuvo, tanto a nombre propio, como a favor de sus empresas, créditos por un valor de 7
mil millones de pesos viejos del banco oficial que preside su hermano. Agregan los
legisladores que, además, el titular del banco se autofacilitó 421 millones y autorizó
un crédito de 132 millones para otro de sus hermanos.
La Presidente emitió un
cheque (Banco de la Nación Argentina, Nº 511.864) de la cuenta de la Cruzada de la
Solidaridad Justicialista por más de 3 mil millones para ser depositado en el expediente
sucesorio de Juan Domingo Perón. Como se trata, "prima facie", de fondos
públicos aparentemente afectados a un pago de orden particular, se han planteado pedidos
de informes en ambas Cámaras del Congreso Nacional.
La Cruzada de Solidaridad
Justicialista (fundación privada) integra sus fondos con el saldo neto de lo recaudado
por el juego de quiniela a través de la cuenta especial Nº 325 del Ministerio de
Bienestar Social. Pese a ser fondos públicos (que suman miles de millones) ningún
organismo de control estatal ha tomado intervención en el manejo de los mismos. Según
los fundamentos del pedido de investigación del diputado Eduardo Massolo (UCR), esta
situación "contribuye a confundir los intereses del partido gobernante con los
recursos de la Nación."
La agencia oficial de
noticias Telam debe por compra de espacios publicitarios una suma superior a los 30 mil
millones. Si se tiene en cuenta que los clientes de la agencia son entes estatales que
abonan con relativa puntualidad sus cuentas publicitarias, faltaría saber a esta altura
qué ha hecho la agencia con el dinero correspondiente. Y si los entes estatales no pagan
(cosa que falta demostrar) se daría una irritante paradoja; los medios privados financian
la propaganda oficialista a pesar suyo.
La Presidencia de la
Nación destinó 15 millones de dólares para la compra del avión Boeing Intercontinental
707. En su oportunidad se informó que pasaría a integrar la flota de Aerolíneas
Argentinas, en mérito a que "la grave situación económica del país determinaba la
austeridad en su uso". Desde el 28 de junio último, la máquina continúa en la base
de El Palomar sin que se hayan iniciado las tareas de reconversión para su uso comercial.
La entidad gremial que agrupa a los pilotos de la empresa estatal ha denunciado que
"se traba la entrega del avión".
Al renunciar a su cargo el
anterior secretario de Prensa y Difusión, José Stupenengo, señaló que una de las
causas de la dimisión fue su oposición al proyecto de la televisión en colores. Según
Stupenengo -y hasta ahora nadie dijo nada en contrario- ese proyecto supone una inversión
de 400 millones de dólares, cantidad excesiva para las maltrechas finanzas oficiales.
El Ministerio de Bienestar
Social concedió un extraño préstamo de 165 millones al diario Norte, de Resistencia,
cuyo propietario, Juan Carlos Rousselot, era en ese momento (28 de julio) un alto
funcionario de esa misma repartición. De ese modo se saldaba una deuda por avisos
oficiales (que ningún otro diario logró cobrar hasta ahora). Justo es señalar que éste
no fue el único medio beneficiado con los fondos estatales: también cobró sus avisos la
medulosa revista Las Bases, que con tanta gallardía dirigiera la señora Norma López
Rega de Lastiri mientras su papá era ministro y su esposo presidente de la Cámara de
Diputados.
El Órgano de
Fiscalización Contable de la Confederación Argentina de Deportes denunció anomalías en
el manejo de los fondos, y acusó concretamente al presidente de la CAD, Félix Galimi.
Por idénticos motivos también se ha pedido una investigación sobre todo lo actuado en
la Secretaría de Deportes y Turismo, que sigue ejerciendo Pedro Eladio Vázquez, un
entrañable amigo de José López Rega.
Versiones diversas,
recogidas por el periodismo, señalaron que el ex ministro de Bienestar Social, Carlos
Villone (actualmente radicado en Brasil) recibió cuantiosos giros en dólares desde
Buenos Aires.
LA SEGUNDA CAÍDA DEL PERONISMO
Por SALVADOR FERIA
De acuerdo a los acontecimientos
no será el año 2000 el que nos encuentre unidos o dominados. Podría ser el año que
viene. Una descarnada, realidad advierte sobre los riesgos de un vacío político que
puede ser cubierto por la virulenta polarización de izquierdas y derechas, sin tercera
posición posible.
Como sucede con la drogadicción y el alcohol, al peronismo le resulta difícil
liberarse del vicio de la verticalidad. Dos factores la apuntalan a nivel dirigente, el
miedo a la disgregación partidaria y el miedo a tener que someter la propia actuación al
examen de los demás; mientras en algún sector de las bases el atractivo consiste en una
sensación de unidad y poderío que, como el efecto de las drogas, es ilusoria y efímera,
pues se desvanece al chocar con un contraste que puede ser una discusión cualquiera.
Quizá no valdría la pena seguir ocupándose del peronismo si no mediaran
consideraciones de primerísima importancia imposible de eludir. Una que el peronismo
gobierna; otra su indisoluble vinculación con un conjunto de hechos históricos, Perón,
Evita, el 17 de octubre, la fundación de los actuales sindicatos, la sanción de un
trascendente cuerpo de leyes sociales y la emancipación económica del país del dominio
británico, recuerdos que difícilmente dejarán de proyectarse políticamente. Y por
último, que a pesar de su evidente fracaso actual, sigo visualizando al peronismo como la
infraestructura de nuestra moderna democracia, como el núcleo político con mayores
posibilidades de encarnar un movimiento de centroizquierda (tanto para usar términos
convencionales del vocabulario político universal pero a la vez nacionalista y
folklórico, sin los matices anticlericales y antimilitaristas que estas expresiones
tienen en el hemisferio norte, y sin el rígido clasismo marxista. El peronismo es, y
probablemente seguirá siendo, la expresión política de los sindicatos argentinos, en un
papel similar al que el Partido Laborista cumple en Inglaterra y la socialdemocracia en
Suecia.
Razones del fracaso
En homenaje a esos importantes
recuerdos y al débil rayo de esperanza que aún aliento a su respecto, me resulta útil
hacer algunas precisiones sobre el sentido de esto que ya tiene perfiles de segunda caída
del peronismo, pues si no ha perdido el poder como en setiembre del 55 se debe a que nadie
se ha propuesto arrebatárselo y no a su capacidad de conservarlo. Hoy como ayer no ha
fracasado una ideología, difusa, defectuosamente expuesta, pero perfectamente comprendida
en sus objetivos por la masa popular. No ha fracasado la alianza Pueblo-Gobierno,
totalmente desvirtuada, ni ha fracasado la participación sindical en el Gobierno, que
hasta la caída de López Rega careció de efectividad. No ha fracasado el reformismo,
como con ligereza sentencian los muchachos que juegan a la revolución y que por
anticipado descartan una solución reformista. No se han intentado reformas. Hoy como en
1955 el peronismo fracasa políticamente, y fracasa por falta de conducción y
organización. El fracaso es político y humano. Fracasan la improvisación y la
irresponsabilidad. Hoy como ayer no hay dirigentes con prestigio personal, no hay equipos
de trabajo y estudio, no hay debate interno. El compromiso con la masa no es directo y
concreto, sino elíptico y simbólico, a través de la invocación del caudillo. El
peronismo se ha reducido a una administración de la popularidad de Perón como recurso
para usufructuar cargos públicos v negociar con la competencia, y evidentemente con este
estilo no se puede gobernar a la compleja Argentina de hoy.
Errores, insuficiencias e irresponsabilidades llevaron a este resultado
catastrófico. Haber aceptado a ciertas organizaciones armadas como parte integrante del
movimiento peronista fue una decisión delicadísima, que a la distancia no se sabe si
calificar de acierto táctico o de error estratégico. Pero una vez aceptadas se tenía el
compromiso ético de incorporarlas como ala izquierda y desactivar pacíficamente sus
detonantes insurreccionales, tarea ardua pero no imposible. Este es el error más
importante que se le puede reprochar al general Perón, porque la expulsión de la
izquierda desquició totalmente la vida interna del peronismo y repercutió en el orden
institucional, donde provocó intervenciones provinciales y una cadena interminable de
desórdenes y conflictos. Después se produjo su infausta muerte, y entonces todos los
elementos negativos que ya estaban en juego se desbordaron y se volvieron incontrolables.
Falta de dirección
A partir de ahí se hizo visible
la falta de un cerebro directriz capaz de manejar con eficacia el proceso practicando los
ajustes y rectificaciones que su desarrollo hacía necesarios. No fue por cierto una mala
idea la de la política concertada, tanto en el orden político como en el económico. Le
faltó dinamismo. Faltó una autoridad que pusiera término oportuno al congelamiento de
precios y dispusiera medidas que aseguraran la expansión industrial simultáneamente con
la ampliación de mercados externos. Con la mejor intención se dictó una ley de
radicación de capitales extranjeros, muy nacionalista, muy celosa protectora de nuestros
intereses, pero en virtud de la cual no hubo una sola empresa o ente financiero del
exterior interesado en invertir un solo dólar en nuestro país. Ante esta situación
faltó una autoridad superior que promoviera la inmediata rectificación de la ley. Faltó
una autoridad que a comienzos de este año dijera que no estaban dadas las condiciones
para volver al libre juego de las paritarias y fijara un moderado aumento salarial por
decreto, que habría disminuido algo el salario real, pero sin provocar ni desocupación
ni hiperinflación ni caos económico. Faltó un cerebro directriz que decidiera la
renegociación a tiempo de la deuda externa, sin esperar a que se llegara a la insolvencia
para luego implorarla sin posibilidad alguna de pactar condiciones. Faltó un presidente
que advirtiera el tremendo daño moral que le hacia al país la acción de grupos
terroristas definidos como "de derecha" y sospechados de parapoliciales o
consentidos; capaces de hacer víctima de su ira homicida a un intelectual como Silvio
Frondizi, a un hombre que acababa de perder sus cargos políticos y gremiales como Atilio
López, y a un símbolo menor del peronismo como Julio Troxler; capaces de desterrar del
país a amigos personales de Perón como Taiana y Puiggrós. |
Faltó un cerebro, una
autoridad, un jefe, o bien aquello que es lo único que puede suplantarlo: La
organización, los equipos de trabajo y estudio, el debate y la negociación. Ningún
estadista con un mínimo de talento y de compromiso real con el pueblo hubiese aceptado el
Plan Rodrigo, y tampoco lo hubiese aprobado ningún partido popular organizado. Al igual
que en 1955 fracasa la verticalidad, aunque entonces no se usaba el término. Aquella vez
la verticalidad se enredó en un conflicto con la Iglesia del que no supo cómo salir.
Veinte años después se enreda en el Plan Rodrigo, del que tampoco sabe cómo salir. En
1955 había un Teisseire y un Méndez San Martín que en nombre de la verticalidad
enervaban la actividad peronista y la expresión de sus bases. En 1975 otros hombres
jugaron ese papel, con igual resultado nefasto.
La verticalidad hizo a López Rega ministro y luego dueño del poder. Sin
apelación, sin mecanismos rectificadores, sin responsabilidad política. No obstante,
aún hay quienes la siguen exaltando como una especie de virtud teologal, como un supremo
valor ético. ¿Cómo asombrarse del fracaso? En estas condiciones el éxito hubiese sido
algo fantástico. De este modo, y a pesar de la novedad del diálogo de la oposición, que
desaparecido Perón entró en vía muerta, el retorno del peronismo al poder adquirió
características de restauración, que nunca son exitosas, y está resultando un
anacronismo, con una total ineptitud político administrativa. Cuando en 1955 se
detectaron los primeros síntomas de una incapacidad similar, se la pudo subestimar
teniendo en cuenta los éxitos y las obras de Perón; hoy no hay obras ni éxitos que
hagan de contrapeso favorable.
Todos coinciden
Mientras quienes intentan formar
un partido peronista auténtico dicen que este Gobierno no es peronista, los viejos
antiperonistas se solazan y regodean señalando la identidad de lo de ahora con lo de
antes. Y lo paradójico es que unos y otros tienen razón. Este Gobierno, en su estilo
político es aproximadamente igual a los anteriores gobiernos peronistas. Pero sin el
talento y el carisma de Perón, sin las obras de Perón, y sin los proyectos
democráticos, socializantes y revolucionarios que los peronistas cultivaron en los 18
años de proscripción.
Concluyendo, pienso que la peor desgracia que nos podría suceder como secuela de
la presente crisis es que el espacio político que deja vacante la incapacidad peronista
sea ocupado por una polarización virulenta izquierda-derecha, capitalismo-socialismo, que
nos perpetuaría en un estado de anarquía sin solución. Entonces, aquello de
"desunidos y dominados" no sería una hipótesis negativa para el año 2000,
sino para el año que viene. Por eso, si el peronismo se mostrara definitivamente incapaz
de cumplir el papel político al que me he referido, otras agrupaciones deberán
prepararse para sustituirlo y transitar con mejor habilidad el camino de la tercera
posición.
LOS PROBLEMAS DE LA COLUMNA
Por CARLOS MACCHI
Cuando se planteó la crisis
militar que determinó la sustitución del general Laplane por su camarada Videla, la CGT
y las 62 Organizaciones emitieron un comunicado declarándose prescindentes, a la vez que
Miguel y Herreras daban un voto de confianza a la Presidenta. Pero es para preguntarse
¿qué es lo que se puede esperar de ambos organismos gremiales que no sea la
prescindencia en un problema específico del Ejército?
A partir de la intervención nada exitosa que le cupo al gremialismo, en ocasión
de elegirse presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, la "columna
vertebral del peronismo" -como tal y como representación natural de los trabajadores
organizados- acusó signos alarmantes de artrosis progresiva.
Con la presencia de sus máximos exponentes -el secretario general de la CGT, el de
"las 62" y el trascendente gobernador de la provincia de Buenos Aires- se llevó
a cabo una reunión "en la cumbre" en los solitarios reductos del Hotel
Provincial de Mar del Plata. Por ese entonces la cosa ardía. Los dos primeros necesitaban
algún acontecimiento espectacular para compensar en parte la repercusión de su
incursión por el "ring side" del Luna Park, la noche que reapareció Nicolino
Locche. El restante de los convocados no tenía mucho que ganar asistiendo a la reunión
y, más bien, iba a pura pérdida si se tiene en cuenta que como autocrítico mayor del
movimiento justicialista su figura había adquirido relieves poco comunes en los sectores
actualmente tan descreídos de propios y extraños.
Las declaraciones de los tres gremialistas al cabo de la reunión, dejaron dudas
sobre los motivos reales del cónclave. Herreras habló de la supuesta incompatibilidad de
su cargo en el Consejo de la OIT con el de secretario general de la central obrera. Llegó
a tal punto su interés por hacer aparecer a la función en el organismo internacional
como una tarea de ocupación parcial que, en un momento dado, le hizo decir que ese cargo
no tenía toda la importancia que se le atribuía. Es claro que, cuando regresó del
extranjero en medio de la huelga general de julio, el mismo Herreras justificó su
presencia en la Casa Rosada como de visita de agradecimiento a la primer mandataria por el
alto cargo para el que había sido designado en Ginebra. Ni entonces ni ahora se refirió
a la remuneración que percibirá por esa posición en la OIT, que se asegura representa
cinco mil dólares mensuales, libres de impuestos, lo que hubiera podido dejar librado al
criterio de sus interlocutores la medida exacta de la importancia de la designación.
Por su parte, Lorenzo Miguel fue un poco más directo en sus respuestas y recalcó
la necesidad de que los sacrificios que se hicieran para remontar la crisis del país
debían ser hechos por los de arriba y por los de abajo. Cabe reconocer que, en
declaraciones posteriores, Herreras habría de repetir esas palabras de Miguel casi
textualmente.
En cuanto hace a las manifestaciones de Calabró, ellas se limitaron a afirmar que
se había concurrido a conversar sobre temas generales con la presidente sin largar prenda
sobre la naturaleza de los temas.
El balde de agua fría
Lo cierto es que ninguno de los
tres sindicalistas dijo lo que en realidad los había llevado a esa reunión insólita por
el lugar, por la premura con que se concretó y por las posiciones circunstancialmente
casi antagónicas de los protagonistas.
Habría de ser Calabró quien, de vuelta en Buenos Aires, con motivo de la reunión
que los gobernadores llevaron a cabo con el ministro del Interior, Vicente Damasco,
revelara que el motivo del viaje a Mar del Plata y la extensa reunión con la presidente
fue el de pedirle a Isabel Martínez de Perón -en su condición de jefe del movimiento
justicialista- su intermediación para conseguir que el Congreso Nacional del partido se
postergara por lo menos por un mes. Como el que calla otorga y tanto Herreras como Miguel
no dijeron "esta boca es mía" luego de las declaraciones del gobernador
bonaerense, cabe pensar que su gestión en Mar del Plata fue tan poco exitosa como la
recordada al principio de esta nota que terminó con la designación de un presidente de
la Cámara de Diputados, que no respondía a las expectativas de los gremialistas.
Vale decir que, otra vez, en tan poco tiempo, los síntomas de artrosis de la
columna se daban a la vista de todo el país.
Como si todas esas manifestaciones patológicas no fueran suficientes para alarmar
sobre la consistencia real de la columna vertebral, luego de la conformidad del ex
ministro de Economía, Pedro Bonnani, al plan económico de la CGT, el ministro fue
defenestrado y en su reemplazo se designó al tantas veces anunciado Antonio Francisco
Cafiero. Entonces, la dirigencia gremial hizo trascender que esta designación obedecía
poco más o menos a indicaciones y preferencias de su sector. Pareció que así había
sido, dado que al arribo a Ezeiza del entonces aún no ministro, Cafiero adelantó que se
buscaría una política de Acuerdo Nacional, método coincidente con la posición
pergeñada con anterioridad por la CGT y "las 62" .
Pero aún le esperaba a la cúpula sindical otro balde de agua fría. En su
alocución al país del 25 de agosto pasado. Cafiero pasó de largo por el plan de los
gremialistas y si bien, al decir de los especializados en temas económicos, sólo trató
las líneas a seguir sin precisar debidamente las medidas concretas para implementar su
plan, no es menos cierto que resultaría una tarea poco menos que imposible descubrir
alguna similitud en lo propuesto por la dirigencia gremial con lo adelantado por el
flamante ministro de economía.
Sin perjuicio de la notoriedad de ese hecho, al día siguiente de tener difusión
la palabra ministerial, Casildo Herreras y Lorenzo Miguel se hicieron presentes en el
Palacio de Hacienda para conversar con Cafiero. Este -que parece dispuesto a no perderse
una que le arrime, demagógicamente o no, agua para su molino- enfatizó que la primera
audiencia que concedía como ministro era para atender a los dirigentes gremiales. Estos,
a su vez, se mostraron complacidos por los resultados de la reunión -que no dijeron
cuáles habían sido- y expresaron que el plan ministerial era coincidente con el de la
GCT y "las 62".
Ese mismo día habría de culminar la crisis en el Ejército, consecuencia del
nombramiento de un oficial superior en actividad en una cartera ministerial, para mayor
trascendencia, en la cartera política del gabinete.
La voz de Calabró
Los radiogramas de los
comandantes de cuerpos y de otros altos jefes militares pidiendo el pase a retiro del
coronel Damasco y del comandante general de la Fuerza, Alberto Numa Laplane, motivaron que
los máximos dirigentes sindicales concurrieran prestamente a la residencia de Olivos a
conferenciar con la presidente Perón. Dice la información que, en esta emergencia,
fueron acompañados por notorios dirigentes de las dos agrupaciones sindicales y se
retiraron de Olivos para convocar a un plenario de secretarios generales, antes de cuya
reunión se dio a publicidad un comunicado oficial de la CGT y "las 62" en que
se ratificaba "la prescindencia" de las organizaciones sindicales en el problema
que afectaba al Ejército y se daba un nuevo voto de confianza a la gestión de la Primera
Mandataria.
En declaraciones personales, tanto Miguel como Herreras habrían de expresar que el
apoyo a María Estela Martínez de Perón lo era no sólo como Presidente de la República
sino como Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas.
¿Es que puede -acaso- concebirse que la CGT o "las 62" sean otra cosa
que prescindentes en una crisis como la que afecta al Ejército?
Calificar de insólita la actitud de los dirigentes gremiales es de una bondad
rayana en la complicidad. Por eso no se debe dejar de expresar que tanta o más urgencia
que una declaración de prescindencia u otra de respeto -ambas absolutamente innecesarias-
requiere la creciente ola de despidos y suspensiones que está afectando ciertamente a las
bases a pesar de todo lo que la CGT hizo o debió haber hecho por evitarla.
No parece haberse escuchado la voz de alarma de Victorio Calabró cuando les
recomendó -van a hacer ya dos meses- que volvieran a sus funciones específicas porque el
ocuparse de otros menesteres estaba haciendo posible que a las bases las
"coparan" los de afuera. |