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crónicas del siglo pasado

REVISTERO

La psicosis del golpe

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Laplane se va, Videla entra

Revista Redacción
septiembre 1975

 

 

 

"SI LO SABE, CANTE"

La Presidente de la Nación dijo, desde Tucumán, que la "calumnia no detendrá mis esfuerzos en favor del pueblo". Correcta afirmación en labios de un gobernante. En todos los tiempos -y ello es imputable a la naturaleza humana- se alzan infundios y torvas especies contra quienes ejercen el poder. Es doloroso, pero inevitable que así ocurra. De cualquier manera una aguda y alerta sensibilidad en el estadista frente a denuncias o versiones puede reducir al mínimo e, incluso, desbaratar toda intención calumniosa, Y aún más, castigar a sus autores.
Pero conviene definir previamente -y si fuera posible con ejemplos- el género "calumnia". Según el diccionario se trata de "una falsa acusación hecha con el propósito malicioso de causar daño", Ahora bien, ¿serán calumnias, en definitiva, los siguientes hechos difundidos por la prensa?

• Los diputados provinciales de la oposición en la provincia de Corrientes señalan que el gobernador Julio Romero obtuvo, tanto a nombre propio, como a favor de sus empresas, créditos por un valor de 7 mil millones de pesos viejos del banco oficial que preside su hermano. Agregan los legisladores que, además, el titular del banco se autofacilitó 421 millones y autorizó un crédito de 132 millones para otro de sus hermanos.

• La Presidente emitió un cheque (Banco de la Nación Argentina, Nº 511.864) de la cuenta de la Cruzada de la Solidaridad Justicialista por más de 3 mil millones para ser depositado en el expediente sucesorio de Juan Domingo Perón. Como se trata, "prima facie", de fondos públicos aparentemente afectados a un pago de orden particular, se han planteado pedidos de informes en ambas Cámaras del Congreso Nacional.

• La Cruzada de Solidaridad Justicialista (fundación privada) integra sus fondos con el saldo neto de lo recaudado por el juego de quiniela a través de la cuenta especial Nº 325 del Ministerio de Bienestar Social. Pese a ser fondos públicos (que suman miles de millones) ningún organismo de control estatal ha tomado intervención en el manejo de los mismos. Según los fundamentos del pedido de investigación del diputado Eduardo Massolo (UCR), esta situación "contribuye a confundir los intereses del partido gobernante con los recursos de la Nación."

• La agencia oficial de noticias Telam debe por compra de espacios publicitarios una suma superior a los 30 mil millones. Si se tiene en cuenta que los clientes de la agencia son entes estatales que abonan con relativa puntualidad sus cuentas publicitarias, faltaría saber a esta altura qué ha hecho la agencia con el dinero correspondiente. Y si los entes estatales no pagan (cosa que falta demostrar) se daría una irritante paradoja; los medios privados financian la propaganda oficialista a pesar suyo.

• La Presidencia de la Nación destinó 15 millones de dólares para la compra del avión Boeing Intercontinental 707. En su oportunidad se informó que pasaría a integrar la flota de Aerolíneas Argentinas, en mérito a que "la grave situación económica del país determinaba la austeridad en su uso". Desde el 28 de junio último, la máquina continúa en la base de El Palomar sin que se hayan iniciado las tareas de reconversión para su uso comercial. La entidad gremial que agrupa a los pilotos de la empresa estatal ha denunciado que "se traba la entrega del avión".

• Al renunciar a su cargo el anterior secretario de Prensa y Difusión, José Stupenengo, señaló que una de las causas de la dimisión fue su oposición al proyecto de la televisión en colores. Según Stupenengo -y hasta ahora nadie dijo nada en contrario- ese proyecto supone una inversión de 400 millones de dólares, cantidad excesiva para las maltrechas finanzas oficiales.

• El Ministerio de Bienestar Social concedió un extraño préstamo de 165 millones al diario Norte, de Resistencia, cuyo propietario, Juan Carlos Rousselot, era en ese momento (28 de julio) un alto funcionario de esa misma repartición. De ese modo se saldaba una deuda por avisos oficiales (que ningún otro diario logró cobrar hasta ahora). Justo es señalar que éste no fue el único medio beneficiado con los fondos estatales: también cobró sus avisos la medulosa revista Las Bases, que con tanta gallardía dirigiera la señora Norma López Rega de Lastiri mientras su papá era ministro y su esposo presidente de la Cámara de Diputados.

• El Órgano de Fiscalización Contable de la Confederación Argentina de Deportes denunció anomalías en el manejo de los fondos, y acusó concretamente al presidente de la CAD, Félix Galimi. Por idénticos motivos también se ha pedido una investigación sobre todo lo actuado en la Secretaría de Deportes y Turismo, que sigue ejerciendo Pedro Eladio Vázquez, un entrañable amigo de José López Rega.

• Versiones diversas, recogidas por el periodismo, señalaron que el ex ministro de Bienestar Social, Carlos Villone (actualmente radicado en Brasil) recibió cuantiosos giros en dólares desde Buenos Aires.

LA SEGUNDA CAÍDA DEL PERONISMO
Por SALVADOR FERIA

De acuerdo a los acontecimientos no será el año 2000 el que nos encuentre unidos o dominados. Podría ser el año que viene. Una descarnada, realidad advierte sobre los riesgos de un vacío político que puede ser cubierto por la virulenta polarización de izquierdas y derechas, sin tercera posición posible.
Como sucede con la drogadicción y el alcohol, al peronismo le resulta difícil liberarse del vicio de la verticalidad. Dos factores la apuntalan a nivel dirigente, el miedo a la disgregación partidaria y el miedo a tener que someter la propia actuación al examen de los demás; mientras en algún sector de las bases el atractivo consiste en una sensación de unidad y poderío que, como el efecto de las drogas, es ilusoria y efímera, pues se desvanece al chocar con un contraste que puede ser una discusión cualquiera.
Quizá no valdría la pena seguir ocupándose del peronismo si no mediaran consideraciones de primerísima importancia imposible de eludir. Una que el peronismo gobierna; otra su indisoluble vinculación con un conjunto de hechos históricos, Perón, Evita, el 17 de octubre, la fundación de los actuales sindicatos, la sanción de un trascendente cuerpo de leyes sociales y la emancipación económica del país del dominio británico, recuerdos que difícilmente dejarán de proyectarse políticamente. Y por último, que a pesar de su evidente fracaso actual, sigo visualizando al peronismo como la infraestructura de nuestra moderna democracia, como el núcleo político con mayores posibilidades de encarnar un movimiento de centroizquierda (tanto para usar términos convencionales del vocabulario político universal pero a la vez nacionalista y folklórico, sin los matices anticlericales y antimilitaristas que estas expresiones tienen en el hemisferio norte, y sin el rígido clasismo marxista. El peronismo es, y probablemente seguirá siendo, la expresión política de los sindicatos argentinos, en un papel similar al que el Partido Laborista cumple en Inglaterra y la socialdemocracia en Suecia.

Razones del fracaso

En homenaje a esos importantes recuerdos y al débil rayo de esperanza que aún aliento a su respecto, me resulta útil hacer algunas precisiones sobre el sentido de esto que ya tiene perfiles de segunda caída del peronismo, pues si no ha perdido el poder como en setiembre del 55 se debe a que nadie se ha propuesto arrebatárselo y no a su capacidad de conservarlo. Hoy como ayer no ha fracasado una ideología, difusa, defectuosamente expuesta, pero perfectamente comprendida en sus objetivos por la masa popular. No ha fracasado la alianza Pueblo-Gobierno, totalmente desvirtuada, ni ha fracasado la participación sindical en el Gobierno, que hasta la caída de López Rega careció de efectividad. No ha fracasado el reformismo, como con ligereza sentencian los muchachos que juegan a la revolución y que por anticipado descartan una solución reformista. No se han intentado reformas. Hoy como en 1955 el peronismo fracasa políticamente, y fracasa por falta de conducción y organización. El fracaso es político y humano. Fracasan la improvisación y la irresponsabilidad. Hoy como ayer no hay dirigentes con prestigio personal, no hay equipos de trabajo y estudio, no hay debate interno. El compromiso con la masa no es directo y concreto, sino elíptico y simbólico, a través de la invocación del caudillo. El peronismo se ha reducido a una administración de la popularidad de Perón como recurso para usufructuar cargos públicos v negociar con la competencia, y evidentemente con este estilo no se puede gobernar a la compleja Argentina de hoy.
Errores, insuficiencias e irresponsabilidades llevaron a este resultado catastrófico. Haber aceptado a ciertas organizaciones armadas como parte integrante del movimiento peronista fue una decisión delicadísima, que a la distancia no se sabe si calificar de acierto táctico o de error estratégico. Pero una vez aceptadas se tenía el compromiso ético de incorporarlas como ala izquierda y desactivar pacíficamente sus detonantes insurreccionales, tarea ardua pero no imposible. Este es el error más importante que se le puede reprochar al general Perón, porque la expulsión de la izquierda desquició totalmente la vida interna del peronismo y repercutió en el orden institucional, donde provocó intervenciones provinciales y una cadena interminable de desórdenes y conflictos. Después se produjo su infausta muerte, y entonces todos los elementos negativos que ya estaban en juego se desbordaron y se volvieron incontrolables.

Falta de dirección

A partir de ahí se hizo visible la falta de un cerebro directriz capaz de manejar con eficacia el proceso practicando los ajustes y rectificaciones que su desarrollo hacía necesarios. No fue por cierto una mala idea la de la política concertada, tanto en el orden político como en el económico. Le faltó dinamismo. Faltó una autoridad que pusiera término oportuno al congelamiento de precios y dispusiera medidas que aseguraran la expansión industrial simultáneamente con la ampliación de mercados externos. Con la mejor intención se dictó una ley de radicación de capitales extranjeros, muy nacionalista, muy celosa protectora de nuestros intereses, pero en virtud de la cual no hubo una sola empresa o ente financiero del exterior interesado en invertir un solo dólar en nuestro país. Ante esta situación faltó una autoridad superior que promoviera la inmediata rectificación de la ley. Faltó una autoridad que a comienzos de este año dijera que no estaban dadas las condiciones para volver al libre juego de las paritarias y fijara un moderado aumento salarial por decreto, que habría disminuido algo el salario real, pero sin provocar ni desocupación ni hiperinflación ni caos económico. Faltó un cerebro directriz que decidiera la renegociación a tiempo de la deuda externa, sin esperar a que se llegara a la insolvencia para luego implorarla sin posibilidad alguna de pactar condiciones. Faltó un presidente que advirtiera el tremendo daño moral que le hacia al país la acción de grupos terroristas definidos como "de derecha" y sospechados de parapoliciales o consentidos; capaces de hacer víctima de su ira homicida a un intelectual como Silvio Frondizi, a un hombre que acababa de perder sus cargos políticos y gremiales como Atilio López, y a un símbolo menor del peronismo como Julio Troxler; capaces de desterrar del país a amigos personales de Perón como Taiana y Puiggrós.

Faltó un cerebro, una autoridad, un jefe, o bien aquello que es lo único que puede suplantarlo: La organización, los equipos de trabajo y estudio, el debate y la negociación. Ningún estadista con un mínimo de talento y de compromiso real con el pueblo hubiese aceptado el Plan Rodrigo, y tampoco lo hubiese aprobado ningún partido popular organizado. Al igual que en 1955 fracasa la verticalidad, aunque entonces no se usaba el término. Aquella vez la verticalidad se enredó en un conflicto con la Iglesia del que no supo cómo salir. Veinte años después se enreda en el Plan Rodrigo, del que tampoco sabe cómo salir. En 1955 había un Teisseire y un Méndez San Martín que en nombre de la verticalidad enervaban la actividad peronista y la expresión de sus bases. En 1975 otros hombres jugaron ese papel, con igual resultado nefasto.
La verticalidad hizo a López Rega ministro y luego dueño del poder. Sin apelación, sin mecanismos rectificadores, sin responsabilidad política. No obstante, aún hay quienes la siguen exaltando como una especie de virtud teologal, como un supremo valor ético. ¿Cómo asombrarse del fracaso? En estas condiciones el éxito hubiese sido algo fantástico. De este modo, y a pesar de la novedad del diálogo de la oposición, que desaparecido Perón entró en vía muerta, el retorno del peronismo al poder adquirió características de restauración, que nunca son exitosas, y está resultando un anacronismo, con una total ineptitud político administrativa. Cuando en 1955 se detectaron los primeros síntomas de una incapacidad similar, se la pudo subestimar teniendo en cuenta los éxitos y las obras de Perón; hoy no hay obras ni éxitos que hagan de contrapeso favorable.

Todos coinciden

Mientras quienes intentan formar un partido peronista auténtico dicen que este Gobierno no es peronista, los viejos antiperonistas se solazan y regodean señalando la identidad de lo de ahora con lo de antes. Y lo paradójico es que unos y otros tienen razón. Este Gobierno, en su estilo político es aproximadamente igual a los anteriores gobiernos peronistas. Pero sin el talento y el carisma de Perón, sin las obras de Perón, y sin los proyectos democráticos, socializantes y revolucionarios que los peronistas cultivaron en los 18 años de proscripción.
Concluyendo, pienso que la peor desgracia que nos podría suceder como secuela de la presente crisis es que el espacio político que deja vacante la incapacidad peronista sea ocupado por una polarización virulenta izquierda-derecha, capitalismo-socialismo, que nos perpetuaría en un estado de anarquía sin solución. Entonces, aquello de "desunidos y dominados" no sería una hipótesis negativa para el año 2000, sino para el año que viene. Por eso, si el peronismo se mostrara definitivamente incapaz de cumplir el papel político al que me he referido, otras agrupaciones deberán prepararse para sustituirlo y transitar con mejor habilidad el camino de la tercera posición.

LOS PROBLEMAS DE LA COLUMNA
Por CARLOS MACCHI

Cuando se planteó la crisis militar que determinó la sustitución del general Laplane por su camarada Videla, la CGT y las 62 Organizaciones emitieron un comunicado declarándose prescindentes, a la vez que Miguel y Herreras daban un voto de confianza a la Presidenta. Pero es para preguntarse ¿qué es lo que se puede esperar de ambos organismos gremiales que no sea la prescindencia en un problema específico del Ejército?
A partir de la intervención nada exitosa que le cupo al gremialismo, en ocasión de elegirse presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, la "columna vertebral del peronismo" -como tal y como representación natural de los trabajadores organizados- acusó signos alarmantes de artrosis progresiva.
Con la presencia de sus máximos exponentes -el secretario general de la CGT, el de "las 62" y el trascendente gobernador de la provincia de Buenos Aires- se llevó a cabo una reunión "en la cumbre" en los solitarios reductos del Hotel Provincial de Mar del Plata. Por ese entonces la cosa ardía. Los dos primeros necesitaban algún acontecimiento espectacular para compensar en parte la repercusión de su incursión por el "ring side" del Luna Park, la noche que reapareció Nicolino Locche. El restante de los convocados no tenía mucho que ganar asistiendo a la reunión y, más bien, iba a pura pérdida si se tiene en cuenta que como autocrítico mayor del movimiento justicialista su figura había adquirido relieves poco comunes en los sectores actualmente tan descreídos de propios y extraños.
Las declaraciones de los tres gremialistas al cabo de la reunión, dejaron dudas sobre los motivos reales del cónclave. Herreras habló de la supuesta incompatibilidad de su cargo en el Consejo de la OIT con el de secretario general de la central obrera. Llegó a tal punto su interés por hacer aparecer a la función en el organismo internacional como una tarea de ocupación parcial que, en un momento dado, le hizo decir que ese cargo no tenía toda la importancia que se le atribuía. Es claro que, cuando regresó del extranjero en medio de la huelga general de julio, el mismo Herreras justificó su presencia en la Casa Rosada como de visita de agradecimiento a la primer mandataria por el alto cargo para el que había sido designado en Ginebra. Ni entonces ni ahora se refirió a la remuneración que percibirá por esa posición en la OIT, que se asegura representa cinco mil dólares mensuales, libres de impuestos, lo que hubiera podido dejar librado al criterio de sus interlocutores la medida exacta de la importancia de la designación.
Por su parte, Lorenzo Miguel fue un poco más directo en sus respuestas y recalcó la necesidad de que los sacrificios que se hicieran para remontar la crisis del país debían ser hechos por los de arriba y por los de abajo. Cabe reconocer que, en declaraciones posteriores, Herreras habría de repetir esas palabras de Miguel casi textualmente.
En cuanto hace a las manifestaciones de Calabró, ellas se limitaron a afirmar que se había concurrido a conversar sobre temas generales con la presidente sin largar prenda sobre la naturaleza de los temas.

El balde de agua fría

Lo cierto es que ninguno de los tres sindicalistas dijo lo que en realidad los había llevado a esa reunión insólita por el lugar, por la premura con que se concretó y por las posiciones circunstancialmente casi antagónicas de los protagonistas.
Habría de ser Calabró quien, de vuelta en Buenos Aires, con motivo de la reunión que los gobernadores llevaron a cabo con el ministro del Interior, Vicente Damasco, revelara que el motivo del viaje a Mar del Plata y la extensa reunión con la presidente fue el de pedirle a Isabel Martínez de Perón -en su condición de jefe del movimiento justicialista- su intermediación para conseguir que el Congreso Nacional del partido se postergara por lo menos por un mes. Como el que calla otorga y tanto Herreras como Miguel no dijeron "esta boca es mía" luego de las declaraciones del gobernador bonaerense, cabe pensar que su gestión en Mar del Plata fue tan poco exitosa como la recordada al principio de esta nota que terminó con la designación de un presidente de la Cámara de Diputados, que no respondía a las expectativas de los gremialistas.
Vale decir que, otra vez, en tan poco tiempo, los síntomas de artrosis de la columna se daban a la vista de todo el país.
Como si todas esas manifestaciones patológicas no fueran suficientes para alarmar sobre la consistencia real de la columna vertebral, luego de la conformidad del ex ministro de Economía, Pedro Bonnani, al plan económico de la CGT, el ministro fue defenestrado y en su reemplazo se designó al tantas veces anunciado Antonio Francisco Cafiero. Entonces, la dirigencia gremial hizo trascender que esta designación obedecía poco más o menos a indicaciones y preferencias de su sector. Pareció que así había sido, dado que al arribo a Ezeiza del entonces aún no ministro, Cafiero adelantó que se buscaría una política de Acuerdo Nacional, método coincidente con la posición pergeñada con anterioridad por la CGT y "las 62" .
Pero aún le esperaba a la cúpula sindical otro balde de agua fría. En su alocución al país del 25 de agosto pasado. Cafiero pasó de largo por el plan de los gremialistas y si bien, al decir de los especializados en temas económicos, sólo trató las líneas a seguir sin precisar debidamente las medidas concretas para implementar su plan, no es menos cierto que resultaría una tarea poco menos que imposible descubrir alguna similitud en lo propuesto por la dirigencia gremial con lo adelantado por el flamante ministro de economía.
Sin perjuicio de la notoriedad de ese hecho, al día siguiente de tener difusión la palabra ministerial, Casildo Herreras y Lorenzo Miguel se hicieron presentes en el Palacio de Hacienda para conversar con Cafiero. Este -que parece dispuesto a no perderse una que le arrime, demagógicamente o no, agua para su molino- enfatizó que la primera audiencia que concedía como ministro era para atender a los dirigentes gremiales. Estos, a su vez, se mostraron complacidos por los resultados de la reunión -que no dijeron cuáles habían sido- y expresaron que el plan ministerial era coincidente con el de la GCT y "las 62".
Ese mismo día habría de culminar la crisis en el Ejército, consecuencia del nombramiento de un oficial superior en actividad en una cartera ministerial, para mayor trascendencia, en la cartera política del gabinete.

La voz de Calabró

Los radiogramas de los comandantes de cuerpos y de otros altos jefes militares pidiendo el pase a retiro del coronel Damasco y del comandante general de la Fuerza, Alberto Numa Laplane, motivaron que los máximos dirigentes sindicales concurrieran prestamente a la residencia de Olivos a conferenciar con la presidente Perón. Dice la información que, en esta emergencia, fueron acompañados por notorios dirigentes de las dos agrupaciones sindicales y se retiraron de Olivos para convocar a un plenario de secretarios generales, antes de cuya reunión se dio a publicidad un comunicado oficial de la CGT y "las 62" en que se ratificaba "la prescindencia" de las organizaciones sindicales en el problema que afectaba al Ejército y se daba un nuevo voto de confianza a la gestión de la Primera Mandataria.
En declaraciones personales, tanto Miguel como Herreras habrían de expresar que el apoyo a María Estela Martínez de Perón lo era no sólo como Presidente de la República sino como Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas.
¿Es que puede -acaso- concebirse que la CGT o "las 62" sean otra cosa que prescindentes en una crisis como la que afecta al Ejército?
Calificar de insólita la actitud de los dirigentes gremiales es de una bondad rayana en la complicidad. Por eso no se debe dejar de expresar que tanta o más urgencia que una declaración de prescindencia u otra de respeto -ambas absolutamente innecesarias- requiere la creciente ola de despidos y suspensiones que está afectando ciertamente a las bases a pesar de todo lo que la CGT hizo o debió haber hecho por evitarla.
No parece haberse escuchado la voz de alarma de Victorio Calabró cuando les recomendó -van a hacer ya dos meses- que volvieran a sus funciones específicas porque el ocuparse de otros menesteres estaba haciendo posible que a las bases las "coparan" los de afuera.

 

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