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crónicas del siglo pasado

REVISTERO

Chunchuna Villafañe
modelo de peronista
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Después de haber sido la más cotizada, tentadora mannequin argentina, ha dejado la profesión que la consagrara para dedicarse a la arquitectura, al teatro y a la militancia política. Ahora enjuicia a la sociedad de consumo y propone una toma de conciencia que lleve a la liberación nacional. Sus actuales opiniones no sólo son sorprendentes sino que resultan inquietantes.

 

 

 

Fue, quizás, la vendedora de mayor éxito de los últimos años en su extenso y variado muestrario figuraron lapiceras, cigarrillos, hojitas de afeitar, gaseosas, telas, sidras, colonias "que matan" y hasta una solemne entidad financiera. Es que Chunchuna Villafañe, una de las modelos más solicitadas por las agencias de publicidad, dio con su imagen -a veces suave como un pétalo y otras agresiva como un felino- enorme popularidad a infinidad de productos de consumo cotidiano.
El cenit de su fama está ligado al chisporroteo de las primeras modelos argentinas y, aunque ahora alejada de la profesión, sigue despertando el interés de su vasta troupe de admiradores. Muchas de sus colegas que están actualmente en el candelero añoran conseguir esa misteriosa -por lo perdurable- comunicación que se tendió entre ella y sus "potenciales clientes". No obstante, la blonda "mannequin" considera que esa profesión a la que "llegó por casualidad" le quitó un tiempo precioso para desarrollarse en lo que ella piensa era su auténtica vocación: la arquitectura y el teatro.
"Nunca me propuse ser modelo, ni pensé que tuviese virtudes para ello -afirmó sonriendo-; pero sucedió que un hermano de Horacio Molina -su ex marido-, que trabajaba en una agencia de publicidad, necesitaba una rubia para promover un producto. A mí no me interesaba la oferta, pero tal vez por inconsciencia, o quizá más por necesidad, acepté. Recién nos habíamos casado y esa entradita extra era una buena ayuda."
Pero hoy, la consagrada Chunchuna, por propia voluntad, ha cambiado las agencias de publicidad por las Unidades Básicas Peronistas, "Soy justicialista y creo absolutamente en el general Perón", enfatizó la ahora politizada modelo, mientras parapetada detrás de la mesa de un bar jugueteaba nerviosamente con el encendedor.
Así, café y cigarrillos mediante, la Villafañe no opuso límites al cuestionario a que la sometió un redactor de Siete Días, excepto uno: la edad ("¿Para qué si después ponen lo que les parece?"). Lo que sigue es la versión textual de todo lo conversado.

UN REGALO DEL CIELO

-¿Fue muy difícil para vos alcanzar el éxito?
-No, En realidad fue muy fácil. Se produjo después de mi primer trabajo. Inmediatamente comenzaron a Moverme ofertas para hacer otras cosas, y lo que me parecía más increíble era que me llamaran para hacerme reportajes en revistas, en radio y televisión. Yo me preguntaba entonces qué era lo que estaba pasando, ¿se habían vuelto todos locos?
-O sea que de la noche a la mañana te viste convertida en una de las modelos más populares.
-Sí, porque cuando vos no buscas un objetivo y de pronto te viene solo, la cosa te cae como un regalo del cielo. Y a mí esta profesión y el éxito me llegaron de arriba. Claro que de ninguna manera eso me mareó. No dejé mi puesto en el Correo Central y seguí estudiando.
-¿Trabajabas en el Correo Central?
-Sí. Era subinspectora de obras en la sección arquitectura, un lugar donde se aprendía muchísimo. Casi todos mis compañeros eran estudiantes o profesores de la facultad; los trabajos se hacían muy en serio y, además, también estudiábamos, podíamos hacer preguntas y los profesionales nos ayudaban a resolver problemas.
-¿Y tenías el tiempo suficiente para hacer todas esas cosas a la vez?
-Al principio sí; pero después el trabajo de modelo comenzó a ocuparme todo el tiempo, y como en eso ganaba más me dediqué a ese oficio casi de lleno. Nos hacía falta dinero y había que hacerlo. Claro que después fui tomando conciencia de todo. Ser modelo no era mi vocación.
-¿Cuál era tu vocación?
-A mí me gustaba, y aún me gusta mucho, todo lo que sea diseño o creación, por eso me volqué hacia la arquitectura. Un individuo debe entregarse por entero a las cosas que más le interesan. Si nacemos con talento para algo, pienso que lo importante es encontrar esa vocación y profundizarla. Yo, debido al éxito que tuve como modelo, no desarrollé mi talento.
-¿Consideras, entonces, que el éxito logrado en tu carrera de modelo es el culpable de ese fracaso?
-Fracaso no. El no haber desarrollado lo que a mí me interesaba en un momento es simplemente un atraso. Eso sí, culpo un poco a ese éxito por la demora ocasionada.
-¿Qué pensás del estilo de vida de las modelos?
-Mira, yo no conozco un estilo de vida determinado en las modelos; me imagino que cada una busca su forma, su ubicación o su función dentro de la sociedad en que vive. Yo nunca fui partidaria de meter a todo el mundo dentro de una misma bolsa; las modelos que conozco de pronto se parecen entre sí, y de pronto son completamente distintas. Pienso que esta profesión es un invento que apareció en los últimos años.
-¿Un invento?
-Sí, las primeras modelos, por ejemplo, comenzaron a trabajar por pura casualidad, como yo. Tal es el caso de Claudia Sánchez o de María Martha Lagarrigue, que no buscaron ser modelos, pero que encontraron en ese trabajo una posibilidad para ganarse la vida. Por eso digo que la profesión de modelo es un invento de la sociedad de consumo para que la gente compre cosas. Yo no estoy de acuerdo, creo que nunca lo estuve, pero tampoco tuve la valentía para cuestionarme y rechazarlo a su debido tiempo.
-En cuanto a la imagen que muestran las modelos, ¿es auténtica?
-No. Para mí es una imagen falsa. Muchas veces afirmé que no me parece casualidad que, incluso, las caras de las modelos que se eligen para determinados productos no representan el prototipo de la mujer argentina.
-¿Podrías aclarar un poco eso?
-Estoy convencida de que existe un prototipo de mujer argentina, aunque muchos consideren que no lo hay; y a través de las modelos se pretende proyectar toda una gran cosa sofisticada, extranjerizante, para hacer que montones de mujeres pierdan el tiempo en querer ser eso que se les quiere vender y no lo que en realidad deben ser, no sólo para los demás sino para ellas mismas, ¿entendés?
-¿Por qué te prestaste para eso entonces?
-Ya te dije. Un poco por falta de voluntad o de valentía. En determinado momento pude haber dicho que no, pero necesitaba trabajar y vivir.
-Y si ahora te ofrecieran trabajar nuevamente como modelo, ¿aceptarías?
-Depende de qué se trate. Si es algo digno, sí que aceptaría.
-¿No es contradictorio esto?
-No, ¿por qué? Si necesitara ese dinero y lo que me propusieran no afectara mis valores, ¿qué tiene de malo? Pero ojo, que no creo que con eso se evolucione ni se enriquezca una persona. El trabajo o la profesión de modelo ha sido usado como un trampolín para llegar a otras cosas, tales como el teatro, el cine... Y, bueno, entonces sí, tiene su objetivo. Pero hacerlo porque sí no más me parece muy superficial.
-¿O sea que negás la profesión de modelo?
-No, no la niego porque yo también fui modelo; pero eso no quiere decir que esté de acuerdo con lo que hice en determinado momento.

EL MACHISMO ES UN RESABIO

-¿Cómo ves a la mujer argentina?
-Muy valiosa. Aunque hay otro tipo de mujer que todavía sigue encasillada; es decir, que aún no se ha decidido a ser ella misma, a hacer las cosas que quiere, y entonces repite lo que le enseñaron o le impusieron las costumbres obsoletas.
-¿Encontrás, entonces, que la mujer argentina aún no está liberada?
-Depende en qué sentido, aunque cuando yo hablo de la mujer argentina no la diferencio mucho del hombre argentino.
-¿Y la pareja cómo la concebís?
-Para mí no existe un modelo de pareja, cada pareja hace su propio modelo. La pareja, al formarse, se reparte el cincuenta por ciento de las responsabilidades; pero ese cincuenta por ciento no es el yo cocino y vos trabajas, sino el total de todas las cosas que deben enfrentarse. Y tanto el hombre como la mujer deben asumir el rol que determinan como pareja y no el papel que fijan los anacronismos.
-¿Los anacronismos?
-Sí, los anacronismos, las costumbres absurdas impuestas por los abuelos, las madres, las tías... Cada ser humano tiene que desarrollarse en su cosa, en lo que es, y después, al vivir en pareja, tratar de seguir adelante sin que eso se corte. Pero sucede que, sobre todo algunas mujeres, cuando se casan se adormecen y dejan de avanzar; ahora bien, lo ideal sería que los hombres las ayudaran más.
-Vos hablaste de que el machismo es un resabio, ¿de qué forma crees que se manifiesta?
-Como una subestimación absurda; pero más que eso, como un complejo en algunos hombres. A veces he oído frases como: a mí me gustan las mujeres lindas pero no inteligentes, o las mujeres no deben estudiar ni meterse en política. En definitiva, se trata de anularlas, y esas frases que van quedando en el aire, muchas veces las mujeres las asimilan en su propio perjuicio. Yo pienso que esa actitud es una desvalorización de la mujer. A los hombres poco inteligentes les preocupa que la mujer, o su mujer, sea inteligente; aunque no creo que un hombre sensible, un ser humano en serio, pueda ser machista.

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-¿Estás de acuerdo con que la mujer actúe en política?
-Claro que sí. La mujer, vuelvo a repetirlo, tiene el derecho a participar en todo, como el hombre. Esto lo ha dicho claramente el general Perón y, además, lo ha propiciado. La mitad del país son mujeres, y esa mitad no puede estar marginada, porque también trabaja, tiene hijos, hace las compras, toma decisiones, sufraga y contribuye al engrandecimiento y a la reconstrucción de la patria.

"CREO ABSOLUTAMENTE EN EL GENERAL PERÓN"

-¿Cómo te definís políticamente?
-Soy peronista y creo absolutamente en el general Perón.
-¿Por qué te hiciste peronista?
-Porque no soy ciega, porque no permanezco indiferente a todo lo que sucede en el país. La comprensión de todo el fenómeno social y económico me llevó a ser peronista. Tengo confianza en el general Perón no sólo por su gobierno actual sino porque he analizado a fondo su gestión anterior y estoy convencida de que su talento político nos sacará del pozo en que nos metieron los gobiernos militares.
-¿El hecho de que una de tus hijas tomara la comunión en una villa de emergencia forma parte de esa toma de conciencia?
-Esa es una anécdota que se comentó mucho estúpidamente. Te cuento cómo fue: una de mis hijas quiso tomar la primera comunión; yo soy amiga del padre Carlos Mujica y hablé con él para que me recomendara a alguien que la preparara. Entonces me recomendó a una chica que trabajaba en la villa, y como todas las compañeritas de mi hija tomaban la comunión el mismo día me pareció lo más lógico que la tomara con ellas. Eso fue todo. Después se tejió una historia absurda que no tiene sentido.
-¿Vos concurriste a la ceremonia?
-Por supuesto. Fue muy linda. Era la villa de Comunicaciones, y el propio padre Mujica fue quien ofició la ceremonia.
-¿Cómo ves el problema de los que viven allí?
-Como un drama. La gente que está allí no debería vivir de esa forma. Todos los que habitan son compañeros nuestros y a mí me miraban como a una compañera más. Las villas de emergencia son una gran contradicción de nuestra sociedad y no deberían existir.
-¿Cuál sería la solución a ese problema?
-Ya se está logrando una solución parcial, por supuesto, que no es sencilla, pero hay centros villeros perfectamente organizados que están estudiando los modos de superar esa situación y el gobierno popular hará todo lo que esté a su alcance para ayudarlos. No es posible que haya chicos que anden descalzos en pleno invierno o que se mueran de hambre. Creo que todos debemos sumarnos a la lucha de los compañeros villeros para defender una forma de vida digna.
-¿Cómo ves a la juventud?
-Magnífica. Yo tengo dos hijas: Inés y Juana, y me encanta oírlas, participar de sus cosas, Y cada día me sorprenden más. Los jóvenes entienden todo perfectamente, saben discriminar y participan. Saben muy bien qué es lo que quieren y adonde van. Tienen sentido filosófico y político.
-¿Qué opinas del cine argentino?
-Que debe cambiar. Hay que darles posibilidades a una gran cantidad de realizadores nuevos que tienen un enorme talento. También es importante que nuestro cine comience a ser auténticamente argentino y no una copia de lo que nos han estado imponiendo.
-¿Podes ampliar ese concepto?
-Pienso que hay un modelo de cine foráneo que muchos tratan de imitar. Los realizadores que se encuadran en esa línea nos condenan a ver un cine que nada tiene que ver con nuestro estilo de vida.
-Y de la censura, ¿qué penses?
-Que no debería existir. Como está manejada ahora es perfecta. No se hace ningún tipo de censura que yo sepa.
-¿Y Ultimo tango en París?
-Bueno, pero no fue censurada por el Ente de Calificación, sino por un señor, un juez, que decidió que era inmoral y la prohibió. Yo estoy en contra de que se haya procedido así, pero también estoy en desacuerdo con el mensaje de Ultimo tango en París.
-¿Por qué razón no estás de acuerdo?
-Porque no se pueden amparar estupideces detrás de una obra de arte. Con esa película pretenden meternos una ideología que nada tiene que ver con nosotros.
-¿Y pensas que el público no es lo suficientemente maduro como para saber discernir?
-Sí, por supuesto; pero además deben existir en la misma medida valores nacionales que contrarresten esa influencia. A través del cine siempre existió una forma de penetración ideológica; por ejemplo, durante mucho tiempo los norteamericanos nos impusieron un odio sutil hacia los japoneses, por sus necesidades derivadas de la Segunda Guerra Mundial. Era una bronca injustificada, absurda, pero que prendió en una gran mayoría.

LAS MODAS ME ABURREN MUCHO

-¿Crees en la astrología?
-Bueno, en realidad, no. No creo en los horóscopos de las revistas y por consiguiente no los leo. Pero me encantan los brujos, la gente que tiene poderes sobrenaturales.
-¿Te psicoanalizás?
-Sí. Porque dentro de la locura que vivimos en esta ciudad, es una forma de alivio. A mí, personalmente, me ayudó muchísimo. Buenos Aires es una ciudad que altera a la gente.
-¿Te rebelas contra Buenos Aires?
-No. Yo nací en esta ciudad y siento un gran cariño por ella. Pero me encanta también el interior. Papá era militar y nosotros viajamos mucho por todo el país; además, mi familia es de Jujuy. Pero no podría vivir en otro lugar, te lo repito: adoro esta ciudad.
-¿Qué libros lees?
-Me gusta la literatura latinoamericana. El nombre de los autores no tiene mayor importancia.
-¿Por qué?
-.Porque no quiero hacer distingos. La literatura latinoamericana es vivencial y para escribir sus libros los autores debieron pasar por todas esas cosas difíciles que tiene nuestro continente. Al contrario de Europa, por ejemplo, que es decadente y sus escritores ya no saben qué decir: los nuestros son inestables, y por eso sus obras tienen esa fuerza arrolladora que los caracteriza.
-¿Qué proyector tenes para el futuro?
-Mira, a raíz de mi labor cinematográfica en Un guapo del 900 comencé a estudiar teatro. Me costó un poco tomar esa decisión pero creo que muchos de mis proyectos futuros están ligados al teatro.
-¿Cómo fue tu experiencia en el cine?
-Excelente. Mi trabajo en Un guapo del 900 no fue importante; pero yo quedé satisfecha de haber hecho esa experiencia.
-Este proceso de renovación en vos, ¿significa también un cuestionamiento a toda tu actividad anterior?
-Significa, fundamentalmente, que esa parte mía, es decir, la modelo que fui, ya no da para más. Esa actividad me dio muchas cosas pero ahora quiero hacer lo que más me interesa; y sí, 'todos alguna vez nos cuestionamos.
-¿Qué pensas de la moda?
-Que es un artificio, un invento comercial que nosotras seguimos sin pensar, un tiempo perdido e irrecuperable. A mí me aburre mucho.
-¿Cómo te definirías a vos misma?
-Como alguien que se cuestiona y trata de elegir permanentemente.
Roberto Francisco Alifano
Fotos: Rodolfo Lo Bianco
Revista Siete Días Ilustrados
diciembre 1973

 

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