Volver al Indice

crónicas del siglo pasado

REVISTERO

Misceláneas 1970

Revista Análisis

 

 

 

Desarrollo sin tristeza

"Nos hemos divertido tanto, mira —goza Guillermo Longoni en cuanto recuerda-; la cosa empezó a las 8 del viernes y terminó como a las 4 del sábado; además había gente joven, gente vieja, estudiantes, generales y estaban todos integrados, todos se sentían bien". Incluso, seguramente, Papo (Los Gatos), Black (The Walkers} y Quique Blues, que pusieron la música; y hasta Sergio Sánchez Bruneta y Roy Gerpe, que hicieron volar gallinas en un intento audiovisual. La mezcla no representaba, sin embargo, un insólito intento participacionista ni, mucho menos, una inesperada reapertura del caducado Di Tella. Tampoco ocurrió en la galería del Este, como sería normal, sino algunos kilómetros al oeste de Buenos Aires, en Ituzaingó.
La diversión se montó el viernes 2 en un salón que, bajo un frente de acrílico, presentaba tejas, cañerías, vigas e instalaciones eléctricas impúdicamente desnudadas (y pintadas de anaranjado) ante la vista de los concurrentes. De cualquier manera no se trataba de un olvido de los constructores; tampoco de falta de tiempo en la terminación del edificio. "En realidad quisimos mostrar un nuevo tipo de arquitectura, sin maquillajes, con otro espíritu", proclama el eufórico Longoni. Y existen razones: allí funciona desde principios de mes Longoni propiedades, una firma imaginada por Guillermo, su madre —la doctora Haydée Longoni— y Alberto Petrina, un compañero de estudios en la Facultad de Arquitectura. La empresa piensa cubrir exhaustivamente la zona de Ituzaingó para inyectarle un nuevo concepto edilicio y de planificación urbana, algo que los responsables llaman racionalizar la edificación.

LOS SERES QUERIDOS

A mediados de 1967, una hepatitis aguda convertía al saxofonista John Coltrane en el capítulo final de una necrofílica saga, que cuenta de jazzmen aniquilados por una búsqueda interminable, que Bix Beiderbecke inauguró justo en los años de la depresión y Charlie Parker fortaleció un cuarto de siglo más tarde. Coltrane era famoso por muchas cosas, su hermoso y originalísimo sonido, su endiablada fertilidad inventiva, que habitualmente lo arrastraba a improvisaciones ininterrumpidas de más de media hora, una apasionada adhesión a las soluciones propuestas para su gente por, Martín Luther King y un perpetuo inconformismo, aun con sus propios hallazgos.
Curiosamente, un innovador de su calibre, motivo de estudios, reediciones y homenajes innumerables, no había merecido, hasta ahora, ninguna dedicatoria discográfíca. La omisión quedó cubierta en el lugar más inesperado, la Argentina, a fines del mes pasado, cuando el sello Trova publicó su long play con la Suite Trane, una obra en 5 movimientos que su compositor, Alberto Favero, había estrenado en el Teatro del Globo de Buenos Aires, hace poco más de un año.
Dos semanas atrás, con un liviano chaleco de hilo tejido de extraño diseño, Favero parecía querer solamente 3 cosas: contradecir el descolorido hábito indumentario de los jazzistas locales, pescar un resfrío y hablar de su primer trabajo autoral publicado; en la conversación se produjeron, además, algunas de las declaraciones menos complacientes que se hayan emitido jamás sobre el jazz doméstico.
A los 25 años. Favero es un curtido pianista de jam sessions y conciertos, en su La Plata natal —donde se estrenó en una orquesta típica infantil organizada por su padre- y también en la Capital; es seguro que ha acompañado, o por lo menos escuchado, a todos los compatriotas que operan en la improvisación sincopada, por eso importa cuando afirma: "No me interesa ningún músico de jazz argentino", lo que después explica: "Para elaborar y desarrollar ciertos motivos temáticos, no basta con tener media docena de clichés que se repiten en diferentes tonalidades sino que hay que poseer un sentido bien claro de lo que se quiere hacer. Aquí los músicos son muy dúctiles y hay solistas que son buenos cuando saben lo que tienen que hacer, lo que casi nunca ocurre, por eso el resultado de lo que tocan es cualquier cosa".
Aunque se empecine en negarlo, para la grabación de la suite. Favero no eligió —excepto en el caso del admirable trombonista Christian Kellens— los mejores improvisadores locales, pero su manía clarificadora ha producido ponderables rendimientos del trompetista Gustavo Bergalli, del saxofonista Bernardo Baraj y hasta del temible tenor de Horacio Borraro; no queda más remedio que darle la razón cuando afirma: "No hay en el país una placa con solos de la calidad de los del primer movimiento de la Suite Trane", pero hay que recordar que "El grito", una lejana obra de Jorge López Ruiz, es la única grabación existente para asistir al cotejo.

Nacha día y noche: Para sus más recalcitrantes colegas. Favero es un renegado desde hace justamente 2 años, cuando hizo su primera prueba pública como acompañante de la devastadora mezzo Nacha Guevara, una relación que, precisamente, la suite para Coltrane ayudó a establecer: "En la época en que la estrenamos, Nacha no estaba conforme con el acompañamiento que tenía; le habían hablado de mí para un espectáculo, que lógicamente no se llegó a hacer, junto a Susana Rinaldi y Marikena Monti, y vino a escucharme. Ella detesta el jazz, sin embargo, le interesó trabajar conmigo y preparamos 'Hay que meter la pata' ".

misce701.jpg (34545 bytes)
misce702.jpg (36225 bytes)

Desde entonces están juntos, y no solamente en los cafés-concert en los que actúan. Si se descartan los desordenados balbuceos con que Enrique Villegas suele prolongar sus ejecuciones, Favero es el único músico de jazz local que se haya atrevido a incorporar la variante humorística en sus recitales. En los conciertos que dio en el Centro de Artes y Ciencias de Buenos Aires, el mes pasado interrumpía la música para esbozar una especie de conferencia sobre el matrimonio que proponía las soluciones menos lógicas; después seguía el programa, con una compleja armonización del vals La loca de amor. "En la gente de jazz de aquí falta el sentido del humor, por eso los conciertos son tan aburridos y apenas si juntan 40 personas; yo siempre lo tuve, aunque soy medio japonés y me río de chistes que no le causan gracia a nadie (se ríe). Por eso creo que lo que hace Nacha -eso de usar el humor de manera no gratuita— no está reñido con lo que siempre quise conseguir".
De todos los trabajos de composición que Favero tiene terminados —una 'Fantasía en forma de fuga', para cuerdas y metales, un homenaje a Federico García Lorca, construido para metales y trompeta solista y la obra sobre 'Tres poemas de Ungaretti' para coro y percusión- la Suite Trane es el primero que conoce el público: "Es una obra que está marcada por la rapidez, la grabé en una semana y la había compuesto en dos meses. En realidad yo estaba escribiendo esa pieza desde hacía mucho tiempo, tenía listos 3 movimientos y, de pronto, me di cuenta de la importancia que Coltrane había tenido en mi formación como músico, por eso pensé que podía servir sin ninguna vergüenza como homenaje".
Es difícil que los seguidores de la carrera del artista negro en los últimos tramos de su vida reconozcan en esta partitura para 23 instrumentistas un retrato valedero; a propósito. Favero evitó mencionar la inmersión de Trane en el free jazz, una modalidad que rechaza en sus manifestaciones locales ("Aquí el asunto del free es un desenchufe parecido al de los hippies, ése es un estilo que nace del clima de violencia que se vive en Estados Unidos, pero en la Argentina todavía no te acuchillan por andar en subte de noche") y no acepta como posibilidad estética: "A mí siempre me preocupó un lenguaje claro y comprensible, por una cuestión de sensibilidad me rechaza todo lo que signifique caos o desorden".
La visión de Coltrane que resulta de los 36 minutos que dura la suite que Favero le compuso y que se grabó con una prolijidad inédita en el país para discos de jazz, es la lírica grandiosidad de aquellos blues espiraloides que creaba a principios de la década pasada. El autor acepta que ese era su propósito y de paso, aclara que "con el mismo ímpetu que compuse esa obra estoy trabajando en los arreglos para el próximo álbum de Nacha", que significará la primera escaramuza de la cantante y su epigramático pianista con una grabadora importante, en este caso Music Hall.

 

Google
Web www.magicasruinas.com.ar