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crónicas del siglo pasado

REVISTERO

Manolo Juárez

El propósito era hacerle un reportaje a un músico que no era del todo conocido. O sí lo era, pero en un reducto underground. Poca gente conoce o sabe apreciar su talento. Cuando fui a entrevistarlo llevaba una batería de preguntas porque quería que Manolo Juárez se circunscribiera al juego que yo le proponía. Pero terminé jugando la de él. Por eso, esto no es una entrevista, sino un testimonio. Prestale atención. Cada palabra es importante. Cada concepto, más allá de compartirlo o no, demuestra que detrás de cada uno de ellos hay un ser sensible, amante de lo trascendente. Señores, con ustedes, Manolo Juárez.

Revista Rocksuperstar
1979

 


 

". . . Hago música —en lo que se refiere al piano— desde que tengo 10 u 11 años. Y compongo desde los 14 o 15 años. De los dos géneros que abarca mi personalidad musical —folklore y música clásica— me he dedicado más a este último, componiendo especialmente música sinfónica y de cámara. Fíjate que no te digo música popular y música seria, porque esta categorización ha sido un invento más bien argentino para minorizar a la música popular. A nadie han hecho reír músicos como Charlie Parker, Mc Laughlin, Lennon. Y muchas obras de música clásica a veces dan risa. A los 17 años saqué un premio internacional de composición, en Italia. Pero como te digo, el grueso de mi actividad está dedicado a la música clásica. . ."

SE VA LA PRIMERITA...
". . . Mi nombre es Manuel Juárez. Lo de Manolo surgió como nombre folklórico. Hace muchos años inauguré "La Fusa", un boliche bastante conocido. El dueño, Coco Pérez —el primer tipo que realmente creyó en mí— escuchó un día un disco mío y me llamó para que actuara en su local. Yo le dije "pero mira que no tengo experiencia en este tipo de cosa, voy a hacer lo que yo quiero". Y el me respondió: "Precisamente para eso te llamo". "Mira", le dije yo, "que esto a tu público por ahí no le gusta". A lo que él respondió: "Si no les gusta que se vayan."
". . . Mi aproximación a la música popular y más exactamente al folklore se dio hace 8 o 9 años. Nosotros vivimos en un medio ambiente donde se te condiciona a hacer uno u otro tipo de música. Pero no dos géneros supuestamente antagónicos como podrían ser la música clásica y la popular. Yo creo que lo que vale es hacer lo que uno tiene ganas. Por lo tanto me propuse hacer el folklore que a mí me gustaba. Y yo quería hacer algo distinto. Y sé que lo que es distinto atenta contra un sistema ya organizado de darle a la gente el alimento predigerido. Bueno, yo quiero que la gente aprenda a masticar de nuevo. Desgraciadamente no tengo tiempo como para hacerme la promoción. Y aparte, mucha gente no me da bolilla. Dicen que me hago el exquisito, el extraño, porque me gusta tocar solamente en los lugares donde me siento cómodo. Si el lugar donde voy no tiene un cierto nivel de seriedad, no voy. A la televisión me han invitado a ir algunas veces. Pero para ir a programas donde el folklore que se hace tiene muy bajo nivel, donde todavía se dividen en unitarios y federales y cantan el folklore como si fuera la historia de Grosso, no voy. . ."

ALGUNAS ANOTACIONES SOBRE LA MÚSICA
". . . La música está compuesta por muchos aspectos: melodía, armonía, ritmo, etc. Mientras que los esquemas melódicos son casi regionales, los acordes son patrimonio de todos. Yo le puedo robar un acorde a Mc Laughlin, a Piazzolla, a Mahler, pero la acentuación rítmica tiene que ver con la carga de intención que le querés dar a la música. Podemos graficar toda la música —silencios, notas, sonidos- pero la intención no. Yo te puedo escribir en una carta la expresión: "a vos te parece", sin signo de interrogación. Depende del tono que le inflija, puede ser despectiva, agresiva, o mil cosas más. El ritmo es uno de los fenómenos más particulares: está demarcado geográficamente. El tipo que toca bien una chacarera no toca bien un candombe. Vos habrás visto que cuando un Corea o un Hancock necesitan un ritmo latino no llaman a un yanqui para que lo haga. Buscan un tipo originario de la región donde se produce ese ritmo. Yo quiero hacer lo que hicieron Bartok, De Falla o Gershwin, que más allá de sus melodías localistas han hecho un gran manejo del ritmo. Es por eso que tomo el ritmo, pero no me ato a la coreografía castrante del folklore que tiene una primera y segunda. Te imaginas, como decía el Mono Villegas, tocar una melodía sin letra las dos veces igual? Es aburridísimo. . ."
". . . Todas las zambas duran 3 minutos y medio. Pero para mí el hecho de componer y tocar es como un acto amatorio, afectivo. Y yo nunca le hice el amor a una mujer mirando el reloj. Yo voy a tocar una zamba que si quiero durará 30 segundos o una hora. No creo en eso de hacer zambas con reloj de taximetrero. En todas las grandes expresiones de la música popular el parámetro de tiempo está manejado por la expresión, por la creación del instante. . ."

LOS PREMIOS NO IMPORTAN, PERO...
". . . Tengo 42 años. En música clásica tengo todos los premios del país. Pero los premios no valen de nada. Bueno, sí, te dan una cierta continuidad y te abren puertas. No sé cuántos premios tuvo Ravel. Pero Ravel vale. Y sus premios no. Para muchos músicos, por ejemplo, es muy difícil entrar al Colón. Para mí no. Es más fácil estrenar una obra en el Colón, que llevarme a un programa de televisión. . ."
"Te cuento. Con unos amigos que tengo, el Comité Solidario de Desocupados, integrado por Dino Saluzzi, Alchourrón, Litto en otras épocas, todos los amigos de siempre, comíamos los porotos de la decepción. Yo les decía que tenían que tener conciencia, como la tenemos que tener todos, de que un hecho nuevo para la gente es una agresión. Suponete que vas por la noche en una calle desierta y te encontrás con un insecto inmenso que no sabes si es muy bueno para la ecología o inútil. Entonces qué haces. Cruzas a la vereda de enfrente o agarras un adoquín y lo matas. Todo hecho nuevo es una agresión. Porque te voltea todos los cánones anteriores, pero momentito, te crea módulos nuevos. Por eso, para nosotros hacer música es un hecho afectivo; si no hacemos esto no vivimos. . ."
". . . La música que yo hago le interesa más a los llamados rockeros que a cualquier otra persona. Porque ellos no nacen con preconceptos. En este país hay una cosa que no entiendo: las zambas las hacen todas iguales porque se tienen que bailar en las peñas. ¿Y a mí qué me importan las peñas?"

"AQUÍ NO SE SABE ENSEÑAR"
". . . Yo no quiero hablar como un músico —somos muy pedantes— sino como cirujano, que son un tipo de gente más inteligente. No te hablan de ellos, sino de la afección. En este país se enseña mal. Yo tengo una formación sólida. Que tenga talento o no es una cosa aparte. Te dije que para mí hacer música —uno de los fenómenos más importantes de la emoción y del afecto— es como hacerle el amor a una mujer. Yo nunca, cuando conocí a una mujer le dije que antes de consumar nuestra unión la iba a tener un año estudiando su aparato digestivo; otro año descubriendo su aparato circulatorio, tercero y cuarto años, centros nerviosos y quinto año, estructura ósea. Yo la veo como una totalidad de belleza. Me acerco y trato de conocerla. Pero la música se enseña como anatomía patológica. Te tienen un año con teoría y solfeo; segundo y tercer años, armonía; cuarto año, fuga; etcétera. Cuando el asunto es largar a la gente a crear de entrada. Y luego codificarla. La gente aprende a hablar de esta forma; nadie empieza diciendo "Yo quiero, tú quieres, él quiere". No. El chico aprende a hablar balbuceando, se expresa a su manera y luego se le codifica el lenguaje. Bien o mal. Entonces, por qué no se enseña música haciendo que el chico se acerque incluso con monosílabos a ella, que la toque, que aprenda a conocerla. Ya luego el maestro tendrá tiempo de codificar ese lenguaje espontáneo. Yo tengo alumnos a los que obligué a componer a los 2 meses para formación clásica de quinteto de viento, por ejemplo. Claro: los tipos, aterrados. Porque generalmente se compone al séptimo año. Pero ahí está el error. Yo no voy a besar a una mujer al séptimo año de haberla conocido. En ese tiempo tengo muchas cosas que decirle. . ."
". .. Una vez ocupé un cargo directivo en el que pensé y elevé un proyecto para que en los institutos de enseñanza media comunes se enseñara música popular. Pero te digo cómo. Un día cualquiera llevaría un disco de Charlie Parker para que los alumnos lo escucharan bien. Y supieran qué había hecho este señor. Otro día lo agarro de los pelos a Mederos y me lo llevo para que enseñe que es el bandoneón, cómo suena, qué se yo. Estoy convencido de que es importante que los chicos sepan que Bach tuvo 20 hijos, que fue un genio, y mil cosas más. Está bien que le enseñen eso. Pero cómo puede ser que de música nacional no saben ni siquiera lo que es una chacarera o un tango. No les enseñan. No saben ni cómo están hechos. Entonces te encontrás, como decía Juan Carlos Paz, que toda la música con contenido nacional de compositores clásicos es salonera. Y tiene razón. Si me dan a elegir entre una cosa de Yupanqui y una de Ginastera —de su período nacionalista— me quedo con Yupanqui, toda la vida."
". . . En una época viajé a Italia becado y desde allá tuve la perspectiva de las magníficas posibilidades que tenemos. Somos como seis o siete países. El país del litoral, el país de Salta, el de Jujuy, el de Santiago del Estero, el de Buenos Aires, el de Cuyo. No creo que haya país en el mundo que incluya musicalmente hablando tantos países como el nuestro. Pero yo entiendo que el nuestro es un problema organizativo. Un país de grandes actitudes individuales, pero conflictivo en lo que hace a corrientes o vertientes musicales. Este fenómeno todavía no se da. Quizás haga eclosión en algún momento. Por ejemplo, quién puede negar a Piazzolla. Pero Astor no dejó escuela, o tocas como él o. . . Van Gogh, por poner otro ejemplo, es un gran pintor, pero, ¿dejó escuela? No. El mismo cerró el ciclo. En cambio Cézanne hizo una escuela y dejó las puertas abiertas. . ."

MIRANDO HACIA ADELANTE
". . . Ahora estoy escribiendo una nueva obra sinfónica. La baso en un comentario musical sobre el "Tristán e Isolda" de Wagner. Tomo la línea melódica del Tristán y luego la voy desarrollando. Sobre esa idea estoy componiendo la obra. No sé qué tiempo me llevará. Yo trabajo muy lento, muy tranquilo. Con la falta de estímulo de cualquier tipo que quiere hacer mejor las cosas y no puede por los ya conocidos problemas que este país tiene en materia de cultura y enseñanza. Pero eso ya no me amarga. Trabajo para que las cosas cambien. En eso sigo fielmente lo que decía mi padre, que fue escultor. El decía: "Todas las cosas que no dejen huellas digitales en el futuro, desconfíales". Creo que somos una generación de paso. En este momento nosotros, como dice el Cuchi Leguizamón, estamos haciendo una música detergente, para quitarle a la gente la mugre que los disc-jockeys ponen en sus orejas. Atrás nuestro hay gente que viene pisando fuerte. La obligación de ellos es pisar lo que nosotros hacemos. Me sentiría muy bien si eso pasara. . ."
Prendió el grabador y escuchó: HÉCTOR DENGIS

 

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