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crónicas del siglo pasado

REVISTERO

1º de mayo
la plaza era un solo grito

Revista Siete Días Ilustrados
mayo 1974

 

 


en la cámara de diputados escuchando
el informe de Gelbard


el presidente y la vicepresidenta


Habla Perón, la plaza se estremece. El presidente agradeció a unos, fustigó a otros y remarcó el rumbo político del Gobierno


Fotos de Mariolino Castellazzo, Osvaldo Dubini, Eduardo Nuñes, Daniel León, Carlos Pesce, Mario Podestá y Osvaldo Varone

Tras un paréntesis de 21 años, Juan Domingo Perón volvió a presidir, ante un auditorio que no dejó resquicios en la Plaza de Mayo, una asamblea cívica que el presidente dedicó a la recordación de quienes pagaron con la vida su lealtad a la causa justicialista. Enérgico, Perón ocupó algunos párrafos de su breve discurso en desautorizar a los advenedizos, a los "imberbes" que, según dijo, pretenden usurpar los méritos de quienes durante dos décadas consolidaron la unidad del Movimiento. La jornada se caracterizó por el firme acatamiento de los manifestantes a la mayor consigna que rige al gobierno: para un argentino, nada mejor que otro argentino.

A partir de les 8 de la mañana comenzó a concentrarse público en las inmediaciones de Plaza de Mayo. A las cuatro de la tarde la multitud desbordaba la zona y los más rezagados debieron resignarse a permanecer en las avenidas de acceso. Un amplio dispositivo de seguridad —que comprendió a varios miles de policías— se encargó de prevenir posibles alteraciones del orden. A las cinco menos diez, luego que un show musical entretuvo a los asistentes durante casi tres horas, el teniente general Perón y la vicepresidenta aparecieron en el balcón norte de la Casa de Gobierno. Sus palabras —vertidas luego que la concentración entonó el Himno Nacional y la Marcha del Trabajo— fueron frecuentemente interrumpidas por los vítores de la multitud que, en reiteradas oportunidades, manifestó ruidosamente su conformidad con la gestión del gobierno. En su breve alocución, el primer mandatario rindió homenaje a las organizaciones sindicales y a sus dirigentes "sabios y prudentes que han mantenido su fuerza orgánica y han visto caer a sus compañeros asesinados sin que haya todavía sonado el escarmiento". También señaló que "la clase trabajadora argentina, como columna vertebral de este Movimiento, es la que ha de llevar adelante los estandartes de nuestra lucha". Y remarcó su gratitud y agradecimiento a toda esa clase "por haber sostenido un Pacto Social que será salvador para la República". Poco después, al reiterar que el Gobierno está empeñado en la liberación y reconstrucción de la Nación y el pueblo argentinos. Perón volvió a descerrajar sus críticas contra "los infiltrados que trabajan desde adentro" tratando de sabotear ese proyecto, y que, "traidoramente, son más peligrosos que los que trabajan desde afuera, sin contar con que la mayoría de ellos son mercenarios al servicio del dinero extranjero". Finalmente, a las cinco y cinco, luego de expresar su deseo de un próximo encuentro con el pueblo, "el 17 de octubre, y en esta plaza", el presidente y su esposa se retiraron. Epilogaba así una jornada que —a través de las precisiones de Perón— adquiría honda, para muchos inesperada significación política.
Cinco horas antes de aparecer en los balcones de la Casa Rosada, el presidente y su esposa inauguraron un nuevo período de sesiones ordinarias del Congreso Nacional. El discurso del jefe del Estado —que siguió al de los ocho ministros y se extendió por más de cuarenta minutos— abordó cuestiones medulares de la política nacional e internacional. Los cuatro pasajes más trascendentes de su mensaje son los que se sintetizan a continuación: 
• "Quiero también rendirles un homenaje a los señores senadores y diputados de la oposición, que con una actitud altamente patriótica, no han hecho una oposición sino una colaboración permanente que el Poder Ejecutivo aprecia en su más alto valor."
• "La doctrina —peronista—fue adoptada primero por los trabajadores. Yo los elegí para dejar en ellos la semilla."
• "Ninguna victoria, que no sea también política, es válida.
• "Latinoamérica es de los latinoamericanos. Paralelamente nos uniremos a la acción de los países del Tercer Mundo (...). Los países han de unirse progresivamente sobre la base de la vecindad geográfica y sin imperialismos locales y pequeños. Esta es la concepción de la Argentina para Latinoamérica; justa, abierta, generosa y, sobre todas las cosas, sincera."

 

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