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crónicas del siglo pasado

REVISTERO
DE ACÁ

¿qué le dice la vida a Juan José Lujambio?

Poseedor de una curiosa versatilidad periodística, este integrante del equipo deportivo que comanda José María Muñoz en Radio Rivadavia, descubrió algunos de sus recursos, detalló su trayectoria y reveló sus numerosos planes futuros.

Revista Siete Días Ilustrados
mayo 1972

 

 

 

 

Todos los aficionados que cotidianamente sintonizan Radio Rivadavia para conocer la actualidad deportiva, están habituados a su voz y a la prolífica producción periodística que lo destaca junto al popular Relator de América, José María Muñoz, jefe del departamento deportivo de la emisora. Es que Juan José Lujambio (33, un hijo) está indisolublemente asociado al dato sorprendente, a la estadística, al flash con la noticia al minuto. Objetivos que lo obligan a ejecutar diariamente y desde hace 15 años, una agitada gimnasia: diarios, revistas, cables, material de archivo e informaciones de último momento colectadas telefónicamente, constituyen el arsenal con que despliega su alud noticioso. Para conocer detalles de ese ajetreo radial, SIETE DÍAS lo entrevistó la semana pasada en su base de operaciones. Experiencia que convirtió el diálogo en un entrecortado ping-pong, alternado por sus permanentes salidas al aire.
—¿Desde cuándo hace periodismo radial?
—Exactamente, desde el 2 de mayo de 1957.
—¿De qué manera se inició?
—Es una historia bastante larga. Yo soy nacido en la localidad bonaerense de Marcos Paz, a 48 kilómetros de Buenos Aires. A los 8 años seguía las trasmisiones de los partidos y ya llevaba un cuaderno con apuntes donde constaba todo lo que sucedía. Lo hacía por distracción. Cuando ingresé en la escuela secundaria (soy perito mercantil) tuve que trasladarme a Merlo, Ramos Mejía y Morón, sucesivamente. Por entonces mi madre estuvo internada en el Hospital Rivadavia, de la Capital, y yo aproveché mis frecuentes viajes al centro para hacerme una recorrida por las radios. Quería conocer ese mundo. Yo le había escrito a un montón de gente que escuchaba, para saludarla y felicitarla. En varias oportunidades me contestaron. De cada persona que fui tratando me llevaba un autógrafo como recuerdo.
—¿Y ésa era toda su vinculación con la radio?
—No, no ... espere. Todo empezó cuando me fui a probar como jugador al club Tigre, cuyo presidente por entonces era Enrique Ricciardi, un vecino de Marcos Paz. No iba recomendado ni nada de eso, tampoco me entusiasmaba la cosa. Fui porque él me lo sugirió. La prueba fue como back y no pasó nada. Pero ahí me vinculé con Ernesto Martínez Ledesma, un señor que dirigía una audición llamada Aquí, Tigre. Hablamos, le conté mis inquietudes y decidió tomarme una prueba. Fui como cronista a cubrir el partido de reserva entre Tigre y Newell's Old Boys. Hice poco más de una carilla de comentario y lo aprobó. Ese mismo día lo leí por Radio del Pueblo. Así se produjo mi debut.
—¿Cómo siguió el proceso desde entonces?
—De esa audición me desvinculé 3 ó 4 ediciones más tarde. Yo había conversado con el desaparecido relator Alfredo Curcu (en ese equipo estaban también Héctor Rombis, Julio Conte y Víctor Francis, entre otros) y me incorporó como cronista de tercera de ascenso (hoy aficionados) en sus transmisiones de primera B. Iba los días sábado por Radio Antártida. Además, colaboraba marginalmente en las trasmisiones de los domingos; por Radio Mitre. Recuerdo que el primer partido que me dieron fue entre Juventud Unida, de San Miguel, y Pilar. Trabajé con ellos durante 1958,1959 y 1960. Con el tiempo empecé a cubrir partidos de divisiones inferiores, los domingos. Caía a la cancha a las 10 de la mañana y sacaba la biografía de todos los jugadores de tercera. Incluso llegué a ser vestuarista —cronista que hace reportajes en los vestuarios— de primera B y, en alguna oportunidad, de primera A.
—¿En esa época su trabajo ya tenía las características actuales?
—Quien me orientó hacia esa función (él es realmente mi descubridor) fue Rombis. Cuando ya habíamos pasado a Radio Mitre para seguir la campaña de Boca Juniors me sugirió convertirme en esa suerte de centro de noticias que es la característica de mi tarea actual. Estuvimos hasta 1964 en esa emisora. Entre otros, fueron mis compañeros Ricardo Arias, Horacio Cherquis Bialo y Bernardino Veiga. En 1965 y 1966 estuve con Fioravanti en Radio El Mundo. En 1967 y 1968 me incorporé a La Cabalgata Gillette que se irradiaba por Belgrano y Libertad, respectivamente.
En ese momento, la conversación que se desarrollaba en el comedor de Radio Rivadavia fue interrumpida por llamados provenientes de la sala de control. Lujambio debió abandonar por enésima vez la primera parte de su almuerzo para disparar uno de sus flashes, generalmente prologados por el latiguillo de Antonio Carrizo: "¿Qué le dice la vida a Juan José Lujambio?" Luego de emitir algunas informaciones se reunió nuevamente con SIETE DÍAS.
—¿Cuándo se incorporó al equipo de José María Muñoz?
—El 2 de febrero de 1969. Recuerdo que en ese momento me referí a mi ingreso en términos futbolísticos. En mi primera salida al aire afirmé que era como si me hubiesen comprado para el Santos Fútbol Club. Periodísticamente, para mí tenía ese significado. Esta emisora —Rivadavia— me lo dio todo.
—¿Desde qué hora está en los estudios trabajando?
—Empiezo con el Fontana Show, poco después de las ocho y media y enlazo a las once con La vida y el canto, que conduce Antonio Carrizo. Permanezco hasta pasada la una de la tarde. Después regreso a las cinco y me voy a las nueve de la noche. Eso cuando no hay partidos, si no estoy todo el día aquí dentro.
—¿Todos los días a ese ritmo?
—Sí, excepto los martes, mi día libre.
—¿Hay algún día de la semana que le requiera un esfuerzo extra?
—Los sábados suelen ser bravos. Ahora, con mis anuncios de Atento al Prode, que parece estar gustando muchísimo (según me contaron, con ese asunto la gente vive prendida de las radios en todas las canchas), tengo un día sobrecargado.
—¿Qué promedio diario de horas dedica a sus tareas?
—Algo así como 16 ó 18 horas.
—¿Cómo se organiza para obtener sus estadísticas?
—Buena, tengo que explicarle algo. En realidad, ahora no me dedico tanto a la estadística como a las noticias de actualidad. Aunque eso también me sigue interesando y lo utilizo en mis informaciones. Por ejemplo, si juega Independiente por la Copa Libertadores, doy todos los datos que puedo sobre la actuación de ese equipo en el certamen. En nuestro staff, actualmente se ocupan de llevar estadísticas mis compañeros Basile y Martín.
—¿Pero usted no tiene un archivo en su casa?
—Sí, allí conservo una enorme cantidad de material. Incluso tengo una agenda donde está todo lo referente a la Copa, fútbol local, internacional, biografías... Pero, por falta de tiempo, nunca termino de ordenarlo. Además, le reitero, ahora estoy más en la actualidad. Imagínese, con este asunto de los flashes... Trabajo con el teléfono para dar la recorrida habitual por los clubes; la formación de los equipos se la pido todas las semanas a los técnicos directamente. Cualquier problema en una institución lo aclaro recurriendo sin intermediarios a jugadores o dirigentes.
Con respecto a su archivo, el mismo Lujambio advierte que, por falta de tiempo, últimamente se ha convertido en una "ensalada de papeles". "Calcule: cualquier trocito de diario, cable de agencia o revista extranjera relacionados con deportes que caiga en mis manos va a parar al archivo". Pero J.J.L. tiene un aliado fundamental para compensar ese inconveniente: "Mi memoria, que es algo serio. Con decirle que soy capaz de recitar sin equivocarme más de doscientos números telefónicos... ¡Qué le parece!"
—¿Cómo piensa organizar ese caos informativo?
—Tengo una idea bárbara: por ejemplo, quiero montar un fichero con los datos de todos los jugadores del país y los que vayan apareciendo. Para eso estoy entablando contactos con todas las federaciones locales. Además, voy a acreditarme ante todas las asociaciones de fútbol del mundo para que me envíen material. También voy a establecer relaciones con algunos clubes de América. Espero montar esto en dos o tres meses más. Si puedo lograr que me manden libros, hasta podría fundar una biblioteca pública.
A esa altura del reportaje, el escenario ya era uno de los estudios, donde J.J.L. respondía a SIETE DÍAS y, casi paralelamente, lanzaba sus flashes al éter. En una oportunidad llamó por teléfono (realiza, promedio, cien comunicaciones diarias) a un jugador para preguntarle sobre su estado físico y difundió la información cuando todavía no había cortado la comunicación.
—Se supone que la radio es su única ocupación, ¿no?
—En alguna oportunidad llegué también a colaborar con publicaciones de 18 países a la vez; entre ellas, Bola, de Portugal, y France Fútbol, de Francia; esta última me bautizó como El rey de la estadística. Entre mis proyectos actuales figura, también, enviar información regularmente, con todo lo bueno de nuestro país, a medios de 30 ó 40 países; vamos a ver qué pasa. Será una especie de promoción privada de la Argentina. ¡Ah!, me olvidaba: quizás entregue un servicio similar a los diarios del interior.
—¿Pero le parece que va a tener tiempo para todo?
—Y, el tiempo es poco, pero si lo organizo bien, con algunas personas que me ayuden puedo llegar.
—¿Qué hace cuando no trabaja?
—Ahora, descanso. Pero hace como 10 años escribía versos musicalizados. Después dejé. ¡Qué se le va a hacer!...
—¿Y qué otras cosas le gustan?
—Me gusta mucho escuchar música, muy variada; me encantan los espacios verdes, la geografía y la poesía en general... y todo lo que sea información. Claro que no siempre tengo tiempo para satisfacer esas inquietudes. Fundamentalmente, me vuelco a mi profesión que es lo que más me interesa.
—Por lo visto, es lo que lo obsesiona.
—Cuando dejo mi casa en Villa del Parque y llego a la radio, me trasformo. Pero no vaya a creer, soy un tipo normal, no vivo obsesionado por eso...

 

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