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crónicas del siglo pasado

REVISTERO
DE ACÁ

Manuel J. Castilla
memoria de la tierra

Expreso Imaginario
noviembre 1980

 

 

 

Cuando yo no esté
suéltame en río con mis
muertos mudos
ahogado con los pájaros que
miré en los ocasos
záfate de mis ojos
igual que dos astros
soñolientos
bótame, recordante solitaria,
y espérame si vives todavía
en tu ventana ciega.
(de "Imágenes de la memoria" Triste de la lluvia)
El epígrafe de la nota pertenece a Manuel J. Castilla, poeta salteño cuya voz se apagó en su provincia hace pocos meses para unirse a la de sus "muertos mudos", para que sus versos, sueltos "en río", vivan en la ventana ciega de la memoria.
Castilla había nacido en Cerrillos, pueblo de famosas "carpas" carnavaleras, y vivió y cantó a su tierra como nadie. Mesetas, montes, llanos, la Puna, árboles, flores, cielo, hombres, oficios, música, alegrías y dolores, quedaron sintetizados en una obra poética emocionante y vital..
Quiero aclarar que no se trata del versificador costumbrista que transcribe en líneas medidas las charlas de la gente y se queda en lo superficial, orillando las líneas de lo plomizo cuando no cayendo francamente en esto. No, para nada: cuando Castilla utiliza una palabra regional es porque ninguna otra puede proporcionar la significación adecuada. Evangelina Gutiérrez / cuchillo en mano deschala / y siente que todo el aire / a su lado se azucara.
(de "Evangelina Gutiérrez',' El cielo lejos)
Evidentemente, ningún otro término puede describir con precisión el trabajo que realiza la chica: sacarle las hojas o chalas a la caña de azúcar.
Estos versos citados, nos muestran distintas líneas de la poesía de Castilla, por un lado la observación precisa de la gente y sus oficios: por otro, la relación estrecha y profunda entre el hombre y su paisaje (¿el aire efectivamente se azucara o Evangelina lo siente así?).

personas de carne y hueso
Los nombres que aparecen en los poemas corresponden a personas de carne y hueso. Efectivamente, Don Juan Riera (el de la "Zamba de Juan Panadero") es un hombre, al igual que Barboza, el "Pastor de nubes", que se parece a los cardones "aún poco por las espinas pero más por el silencio"; o Eulogia Tapia, "La Pomeña", habitante de La Poma, hermosa y alejada localidad salteña; o Candelaria Mamani o Eleuterio Colquiri, los mineros muertos en Copajira.
Pero también son absolutamente reales los que no tienen nombres propios: el hombre solo, "ala rota del viento", que va coqueando "masticando su muerte" por la aridez de la Puna; la Palliri que selecciona los minerales en las minas bolivianas; las tías, madres y abuelos...

un paisaje vivo
Estos hombres se mueven y dan su característica a un paisaje que, a su vez, los caracteriza. Así, yuchanes, urundeles, pacarás, sauces, mistoles, algarrobos, y todos los árboles del Norte, cobran rasgos humanos y tienen una historia ligada a los hombres. "Si es que digo quebracho y digo brea / viene la sangre con sus polvaredas / y vienen los abuelos pensativos / doblados por la sal, juntando leña" ("Los árboles", La tierra de uno)

"El sauce de tu patio / está llorando / porque te roban, Eulogio / carnavaleando." ("La Pomeña") La tierra misma se personifica en mujer y se abre para el hombre que afirma su posesión -sexual- y el goce, marcando la consustanciación máxima con el lugar. A la vez que el hombre, por un acto de amor total, penetra en el paisaje, el paisaje penetra en el hombre. "Lo veo al colibrí libar de su sonido / y ríos de mañanas azules pasan y se derrumban / en el confín remoto de mis ojos / mientras la tierra sorbe la raíz de mi sombra / y soy de pie y alegre un trozo de infinito." ("La tierra es mía" Triste de la lluvia)

tiempo-espacio
Curiosamente, el acto de amor y de máxima consustanciación con la tierra abre los limites del espacio al "infinito". A la vez, el goce marca la unificación de los distintos tiempos que vive el hombre y los trasciende: "ríos de mañanas azules" muestra al tiempo como transcurso ("ríos") y como momento del día ("mañana") y estado meteorológico ("azules" implica "cielos"). ¡Pavadita de síntesis!
Y como si esto fuera poco otro compendio genial: "Me dejo estar sobre la tierra porque soy el gozante / el que bajo las nubes se queda silencioso. / Pienso: si alguno me tocara las manos / se iría enloquecido de eternidad." ("El gozante", Cantos del gozante)
La "eternidad" del gozante se vuelve sinónimo del infinito de "La tierra es mía", que es una noción especial: espacio y tiempo quedan asimilados.
Paralelamente se plantea otra visión del tiempo, también en relación con el hombre y el espacio. El paisaje árido, muerto e invariable de la Puna, da idea de un tiempo que no cambia, de una eternidad signada por la soledad. A la vez, el hombre coquea para paliar el hambre y el cansancio: "el tiempo silencioso de la coca" se estira y queda abolido.
Sin embargo, el estiramiento que proporciona la coca es a la vez aceleración: el hombre envejece más rápido. Del mismo modo, la copajira - agua corrosiva entre la cual trabajan los mineros bolivianos a 300 metros bajo tierra -va comiendo a los hombres, los va matando. La copajira es un tiempo, metido dentro de un espacio - la mina - destructor. La injusticia acelera el transcurso a Evangelina Gutiérrez, la niña que trabaja en el Ingenio de la Esperanza, "a cada golpe el machete / le va cortando la infancia".
(La piel se nos pone de gallina cuando leemos estos poemas de El cielo, Bajo las lentas nubes, Copajira.)
El dolor y la injusticia proponen a su vez otra eternidad: aunque la vida se les vaya, los que sufren día a día el ciclo repetido sienten la existencia eternizada.
Habría en toda la obra de Castilla esas paralelas constantes: junto a la eternidad de goce, la eternidad del dolor; junto al transcurso eternizado en un instante de placer y fertilidad el transcurso acelerado en el estatismo de una esterilidad repetida infinitamente
Asimiladas las nociones de espacio y tiempo, la eternidad reúne los polos de placer y dolor, de injusticia y plenitud. Y su propia fugacidad, aunque resulte paradójico.

carnaval quisiera..
La superación de estos contrastes parece operarse a través del Carnaval y la música. El Carnaval es el rito repetido año tras año: desentierro del Diablo y culto de la Pachamama (Madre Tierra). "En su bombo, donde se empoza la música, suena todavía / la memoria de la tierra." ("Carnaval", La tierra de uno)
El Carnaval es la época del año en que se manifiesta la alegría desbordante de un pueblo acostumbrado a sufrir. En tal sentido es síntesis de contradicciones porque el hombre canta su "júbilo doliente" (El cielo lejos). A través del rito reiterado se busca prolongar el tiempo del goce, llegar a la eternidad -rito ancestral- de la repetición superando su signo negativo.
La música y el canto suponen una nueva superación de antítesis. "La baguala" (La tierra de uno) se canta y se llora "no con los ojos sino con las raíces, / y con los muertos que nos vuelven siempre / dolorosamente puntuales desde todos los lunes de la vida".
El canto, que forzosamente ha de venir de las raíces, reúne todos los tiempos: es síntesis de pasados hecha presente. Es fugaz y debe captarse "porque ya se nos pierde", aunque vuelva desde "hace milenios" desde "el más oscuro fondo de los sapos".
Y el canto -en un poeta que se ha volcado a la canción popular- puede asimilarse a poesía. Y de la lectura de Manuel surge una concepción de la poesía: comprometida con el hombre, su paisaje y su historia, se remonta a las raíces para convertirse en el instante de eternidad fugaz que se sitúa entre el tremendo dolor de la injusticia y el supremo goce de la piel.
Héctor Ariel Olmos

trayectoria de Manuel Castilla
1918: Nace en Cerrillos, provincia de Salta, el 14 de febrero. Libros: Agua de lluvia (1941) Luna muerta (1944) La niebla y el árbol (1946) Copajira (1949) La tierra de uno (1951) Norte adentro (1954) De sólo estar (1957, en prosa)
El cielo lejos (1959) Bajo las lentas nubes (1963) Posesión entre pájaros (1966) Andenes al ocaso (1967) El verde vuelve (1970) Cantos del gozante (1972) Triste de la lluvia (1977) Amantes bajo la lluvia (1963) y Tres veranos (1970) se publicaron como plaquetas; Angeles de visillo (1976) se reunió en Triste... y Cuatro carnavales es una recopilación que salió en 1979. Difíciles de conseguir -destino de los poetas nacionales-, no nos animamos a recomendar una en especial porque son de un nivel alto parejo. Canciones: Balderrama, La arenosa, Zamba de Lozano, Zamba de Juan Panadero, La Pomeña, con música del "Cuchí". Leguizamón-, La volvedora, Zamba del pañuelo, Puna Sola, La alhajita, Minero potosino, con Eduardo Falú; Zamba de Romero, con Rolando Valladares; Pastor de nubes, con Fernando Portal. (Son algunas: resulta imposible nombrarlas todas porque sería un choclo impresionante.)
Premios: Primer premio Nacional de Poesía; Ministerio de Educación, Gran Premio de Honor de la SADE. Festival Odol del la Canción, Serenata a Cafayate, Cosquín 1980. 
1980: Muere el 19 de julio.

 

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